En la Argentina siguen subiendo los precios que caen en todo el mundo
El 23 de octubre del año pasado, un día después de ganar las elecciones, el presidente Mauricio Macri dedicó algunos minutos de su conferencia de prensa a explicar las ventajas de la liberación del precio de los combustibles, resuelta por su gobierno un mes antes, que le había permitido a las empresas petroleras festejar el triunfo electoral con un aumento del 10% en el precio de la nafta apenas los fiscales terminaron de contar los votos.
“En lo que hace a las naftas —dijo— en la Argentina vamos a pagar lo que vale en el mundo el combustible. Pasa que justo ahora en el mundo aumentó. A partir de ahora va a seguir lo que pase en el mundo. Si en el mundo baja, los precios van a bajar; si en el mundo sube, los precios van a subir. Pero yo soy optimista y creo que el combustible y el petroleo en el mundo van a volver a bajar.”
La vertiginosa caída del precio del petróleo acaecida en las últimas tres semanas confirma la sabiduría profética del presidente pero, sin embargo, desafía su confianza en la generosidad empresaria.
En lo que va del año, las empresas aumentaron la nafta 8% en promedio. Por ejemplo, YPF, que controla el 55% del mercado, subió el precio del litro de la nafta súper 4,1% el 24 de enero y la volvió a subir 3,5% dos semanas después. Entre la fecha de ese ultimo aumento, el 6 de febrero, y el 16 de febrero cuando se escriben estas líneas, el precio internacional del barril de petróleo Brent, que sirve de referencia al precio local, bajó 4% (de u$s 67,2 a u$s 64,5), y en el mismo lapso el tipo de cambio, que es la otra variable relevante, subió sólo 0,4% (de $ 19,95 a $ 20, 04). Y la caída del precio del petróleo es aún más pronunciada (11,5%) si se mide entre el pico de u$s 70,75 alcanzado el 24 de enero y el piso de $ 62,61 que tocó el 13 de febrero.
No parece ser un detalle menor que el primer aumento de la nafta del año haya ocurrido el 24 de enero, el mismo día que el petróleo alcanzó su precio máximo, y el segundo aumento apenas dos semanas después, cuando ya se insinuaba la caída del precio del barril, que devendría derrumbe durante la semana siguiente. La segunda suba del 3,5% con la que YPF nos “sorprendió” el 6 de febrero hubiera sido indefendible, aún para los medios serios que lo justificaron entonces, si se hubiera intentado el 13 de febrero simultáneamente con un desplome del precio del petróleo de más del 11%.
Otro ejercicio interesante es calcular cuál hubiera sido el aumento del precio de la nafta en lo que va del 2018, aplicando una fórmula equivalente a la fórmula de ajuste trimestral obligatoria prevista en el acuerdo entre las empresas productoras y las refinadoras, celebrado a instancias del gobierno de Macri, que rigió hasta la liberación de precios dispuesta por el Ministerio de Energía en septiembre del año pasado.
La cuenta es sencilla: requiere comparar: (a) El precio internacional del petróleo Brent (el tipo de crudo relevante ahora que volvimos al “mundo”) en el último día del trimestre calendario multiplicado por el promedio del tipo de cambio en los últimos cinco días del trimestre contra (b) El precio del Brent en el primer día del trimestre multiplicado por el tipo de cambio promedio de los cinco días anteriores (sin complicar demasiado la fórmula con el impacto de la variación de precio de los biocombustibles que se usan en el corte de nafta, que es un factor mucho menos relevante que los otros dos).
Utilizando las cifras de la primera mitad del trimestre ya transcurrida (una caída del Brent de u$s 66,6 a u$s 64,5 y un aumento del tipo de cambio de $ 18,83 a 20,15) el resultado que arroja esa fórmula hubiera justificado un aumento de las naftas de sólo el 3.5% entre el 1 de enero y el 15 de febrero, en lugar del casi 8% que subieron en la práctica. Y si el cálculo tuviera en cuenta el trimestre completo transcurrido entre el 16 de noviembre de 2017 y el 15 de febrero de este año, la diferencia entre la suba justificada y la efectivamente acumulada tras los cuatro aumentos padecidos desde la conferencia de prensa de Macri se atenúa pero sigue siendo significativa: 18,8% de aumento según la fórmula, en vez del 23,5% real.
En otras palabras, la liberación del mercado de combustibles le permite a las empresas no sólo fijar los precios que deseen, sin que regulación alguna las obligue a que los ajustes reflejen fielmente las variaciones de sus costos, sino también elegir el momento más conveniente (en todas las acepciones de la palabra) para llevarlo a cabo. Dentro de un par de días, cuando hayan pasado desde el último aumento del 6 de febrero las mismas dos semanas que separaron ese aumento del anterior, podremos verificar si, como nos prometió Macri, las empresas petroleras tienen el mismo apuro para bajar el precio de la nafta cuando “en el mundo baja” que para subirlo cuando “en el mundo sube”.
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