¡Ya diez años!
Legislando para minorías se construyen nuevas mayorías
En 2010 nada le resultaba sencillo al kirchnerismo. Después de la traumática derrota de la 125 (que proyecta su sombra excesiva hasta el presente), se asumió el desafío de construir una nueva correlación de fuerzas imponiendo una nueva agenda de prioridades políticas y parlamentarias, incluso sumando a minorías que iban a colaborar para construir una nueva mayoría en 2011. El rol de las organizaciones LGBT, la cruzada de Bergoglio antes de ser Susanti Pancho, el rol decisivo de Néstor militando voto por voto: 10 años de la 26.618, todo es historia.
Si hay un cálculo impreciso, relativo, opinable y que genera conclusiones contradictorias hacia adentro del peronismo y de cualquier fuerza que pretende cambiar la realidad establecida, es el de "las correlaciones de fuerzas". Que deberían ser construidas y calculadas antes de tomar decisiones políticas complejas, polémicas, que siempre van a afectar intereses y sobre todo si afectan potestades bimilenarias sobre la moral y las buenas costumbres del mundo, clave para el tutelaje de almas y vidas públicas y privadas que ejerce la Iglesia Católica. ¿Se dan por acumulaciones espontáneas? ¿Sirven para toda iniciativa o hay que tejerlas a medida de cada decisión? ¿Se construyen? ¿Se fuerzan al hilo de la ofensiva con que se ejerce el poder? Contra la iglesia, los novedosos cultos evangélicos que aportan fieles y votos y el campo: ¿nunca alcanza ni se puede?
El derecho de contraer matrimonio para cobijar legalmente a todes los que decidan amarse sin importar genitalidad ni mandato moral y ético de origen, no era una cruzada menor, un tema de segundo orden dentro de la agenda con que el kirchnerismo recuperó iniciativa política y cultural después de la 125. Tenía una carga simbólica enorme, subsumía el debate encarnecido por la condición sexual, se insinuaba como la apertura clave para futuras victorias laicas y al igual que la política de Derechos Humanos recuperaba casi tres décadas de lucha —50 desde las primeras marchas públicas y cruelmente reprimidas y segregadas— de las organizaciones pioneras, centralmente la CHA (Comunidad Homosexual Argentina) y la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans.
Néstor Kirchner venía de jugarse mucho o casi todo encabezando la lista de diputados nacionales del FPV en la provincia de Buenos Aires, con la que el Frente Para la Victoria había mordido el polvo en las elecciones legislativas de 2009, contra el candidato de Unión PRO Francisco De Narváez. Apenas dos puntos de diferencia, pero de enorme significación pues Néstor era el fundador de su propio movimiento, el gran estratega y armador político del conglomerado de fuerzas que soportaba a Cristina y probable heredero en una sucesión que él mismo negaba empoderando a su esposa y por tratarse de un debate prematuro e inoportuno.
Asumió su banca para trabajar con fervor, contra las acusaciones de diputado testimonial o de empeñarse en la ley por descarte de mejores opciones, y se cargó un proyecto que prometía escándalo y una oposición potente y cerrada encabezada por el Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina Jorge Mario Bergoglio, al que Néstor calificaba públicamente como “jefe espiritual de la oposición”. Se reunió con referentes de la comunidad gay para asegurarles que iba a poner todo de sí para conseguir el dictamen de comisión para llevar el proyecto al recinto y lograr la sanción. Según referentes de esas mismas organizaciones, el pedido del diputado Kirchner fue: “Milítenlo como siempre y más fuerte también, este proyecto es fundamental para Cristina y tenemos que trabajar en distintos frentes pero juntos”.
“La militancia para lograr los votos del FPV fue de Néstor y Agustín Rossi, nosotros trabajamos los votos del resto del espectro político y dimos pelea en las calles”. / Esteban Paulón.
Esteban Paulón, protagonista de aquella cruzada y actual Vicepresidente de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans, recuerda los términos del acuerdo con el gobierno con matices.
“Néstor había prometido avalar la ley en la campaña de 2009 y era la primera vez que un ex Presidente y candidato de fuerzas mayoritarias planteaba semejante apoyo. Desde hacía dos años contábamos con el compromiso de Agustín Rossi, el otro baluarte con que se poroteó voto por voto hacia adentro del FPV. A nosotros nos tocó visitar diputados y senadores del Grupo A y el resto de los bloques para lograr el dictamen de comisión primero y luego quórum y votos para la sanción”.
El rol de la Federación y les militantes LGBT fue central dentro y fuera del Parlamento, trajinando oficinas de díscolos, sumando los convencidos, enfrentando en las calles a la militancia azuzada por la Iglesia Católica Argentina y grupos evangélicos de peso político escaso pero gran capacidad de movilización pública. Paulón recuerda que a 6 días de su tratamiento, el hombre más poderoso de la Iglesia también articulaba con legisladores de todas las fuerzas una campaña telefónica para evitar la ley, particularmente Patricia Fadel, diputada del FPV por Mendoza, desde cuyo despacho se montó un call center de militantes católicos, que hicieron llamadas que llegaron al rango de amenazas. Las mismas que arzobispos provinciales hacían desde el interior.
Les militantes del aporte extraordinario de los 11.000 milmillonarios del país o la expropiación de Vicentín, los impulsores de la despenalización del aborto que hoy enfrentan una oposición religiosa y política compacta, por momentos abrumadora (muchos de los cuales eran niños por entonces), pueden darse una idea de la épica y convicción política necesaria repasando las palabras con que la máxima autoridad espiritual y política de la oposición arengaba a sus huestes:
“Se trata del proyecto de ley sobre matrimonio de personas del mismo sexo, no se trata de una simple cuestión política, es la pretensión de destruir el plan de Dios (…) una movida del Padre de la Mentira (por Satanás), por eso esta guerra no es vuestra sino de Dios (…) Que él nos socorra, defiendan y acompañe en esta guerra de Dios”.
“A la izquierda nuestra, la pared”
La 26.681 es la única ley que Néstor trabajó y votó en un año fatídico y complejo, a tres meses de su súbito fallecimiento. ¿Cómo estamos? Le consultó a su jefe de bloque el diputado Kirchner. “Hay que trabajar los votos dentro de nuestro espacio, estamos bien pero muy justos”, contestó uno de los armadores parlamentarios más formidables de la historia política argentina. Había una diferencia favorable de 9 votos que en la histórica votación final del 15 de julio de 2010 se estiraron a 16. Agustín Rossi (en adelante el Chivo) recuerda esos momentos desde que Cristina le manifestó que había que impulsar la sanción y la puso como prioridad de agenda al inicio del año 2010.
“Se hizo un gran trabajo en las comisiones que eran audiencias públicas para que todos puedan opinar, con gran protagonismo de Juliana Di Tullio y Vilma Ibarra. El día previo al tratamiento hicimos una reunión de bloque en la que una diputada le preguntó a Néstor si había libertad de conciencia en estos temas. Por supuesto, contestó Néstor, y agregó: tengan en cuenta que el presidente de bloque, que es Agustín, y el presidente del Partido, que sería yo, vamos a votar a favor”.
La votación parecía asegurada pero a Néstor no le gustaba que fuese tan apretada, quería una victoria clara. Al retorno de una reunión de la UNASUR –de la que era Secretario General desde mayo de 2010— se instaló en su despacho del Congreso para llamar a cada uno de los que dudaban, temían o directamente estaban en contra del proyecto para sugerirles que si las convicciones no les permitían votar a favor, que pensaran en abstenerse o directamente tomarse el día y ausentarse. A la diputada fueguina Rosana Bertone –sobrina del cardenal y Secretario de Estado vaticano Tarcisio Bertone— le recordó que el cargo que ejercía era laico y legislaba para todos los argentinos, no sólo para los católicos. “Dale al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”, fue la frase citada del Evangelio de Mateo y atribuida a Jesús en ese texto, y a Néstor en ese cruce.
Había llegado el momento de sentarse en el recinto, de los discursos, de las chicanas, de los llamados de último momento y con miles de militantes rodeando el Congreso cantando y bailando o anunciando a voz de cuello las pestes del Armageddon. El Chivo recuerda un diálogo directo que bien vale como cierre y mensaje para el futuro:
"Durante todo el debate, Néstor estuvo al lado mío y en el momento en que me tocaba hablar para cerrar la posición del bloque me acerco y le pregunto: '¿Alguna sugerencia? ¿Algo que quieras decirme?' Entonces él me mira fijo y me dice: “Vos, siempre duro. A la izquierda nuestra, la pared”.
--------------------------------
Para suscribirte con $ 1000/mes al Cohete hace click aquí
Para suscribirte con $ 2500/mes al Cohete hace click aquí
Para suscribirte con $ 5000/mes al Cohete hace click aquí