Socializar el sector financiero
Una entrevista a la analista política británica Grace Blakeley
Su nuevo libro, Stolen [Robado], lleva el subtítulo Cómo salvar al mundo de la financiarización. Entonces, comencemos con una pregunta simple: ¿por qué la financiarización es, ante todo, un problema?
La definición más conocida de financiarización es el crecimiento de los incentivos financieros, los mercados financieros, los actores financieros y las instituciones financieras en el funcionamiento de las economías internacionales y nacionales. Y es un proceso que puede analizarse a través de diferentes perspectivas.
Yo analizo esto como una lógica que gobierna la acumulación económica: un régimen de crecimiento particular. Sostengo que haber trasladado la lógica de las finanzas –la lógica de la creación de crédito, la banca, la inversión y la administración del dinero– a otras áreas de la economía ha transformado la actividad económica, particularmente en el Reino Unido.
Usted habla del crecimiento guiado por las finanzas. ¿Lo opuesto a eso sería el crecimiento en la economía real?
Sí, también se podría considerar el crecimiento del sector financiero como opuesto al crecimiento de la economía real. Pero mi enfoque es diferente y tiene mucho más en común con el pensamiento marxista, que considera el crecimiento del capitalismo financiero como resultado del desarrollo natural del capitalismo.
En el libro examino la financiarización del hogar, las empresas y el Estado. Y cuando se mira desde esa perspectiva, los problemas estructurales se vuelven bastante claros. La financiarización de las empresas conduce al dominio de la ideología del shareholder value (valor para el accionista) y del gobierno corporativo, y esto es impuesto por quienes administran el dinero.
Estos grandes inversores institucionales tienen ahora un papel más importante que antes en la economía. E imponen esta forma muy particular de organizar las empresas: los intereses de los accionistas y los acreedores se colocan por delante de los de los trabajadores. Además, la distribución de fondos a corto plazo entre los accionistas tiene prioridad sobre la inversión a largo plazo en capital fijo.
A través de procesos como adquisiciones y fusiones, las empresas generan un poder monopólico que agrava el problema de los bajos niveles de inversión. Porque las extraordinarias ganancias generadas por los monopolios provienen del control y la reducción de la inversión. Y esto les otorga a estas empresas un enorme poder tanto en la economía internacional como en la de cada país, ya se trate de Estados, trabajadores u otras secciones del mercado.
Y a menudo, toman grandes montos de deuda, lo que las hace relativamente inestables. El gigantesco aumento de la deuda de las empresas en el Reino Unido y Estados Unidos es un resultado directo de ese modelo y de la tendencia a pedir préstamos. No invertir, sino pedir préstamos con el objetivo de impulsar los precios de las acciones.
¿Y qué pasa con los hogares?
Analizo esto mediante la noción de keynesianismo privatizado. Básicamente, se trata del reemplazo de la deuda pública por deuda privada. El problema que genera el crecimiento guiado por las finanzas es que la tendencia a la disminución del crecimiento de los salarios y a la caída de la inversión en este modelo de crecimiento guiado por las finanzas podría llevar a un déficit de la demanda agregada.
La forma en que se estabiliza el sistema es a través del keynesianismo privatizado. Entonces, en lugar de combatir ese déficit de demanda con gasto público, lo que hay es una proliferación de la deuda privada. Entonces, es la deuda privada no asegurada lo que suele reemplazar el crecimiento salarial para permitir que los consumidores compren mercancías.
Luego tenemos la financiarización del Estado. ¿A qué se refiere con eso?
Sí, ya no tenemos un Estado que esté pensando en el endeudamiento público del mismo modo en que lo hizo durante el apogeo del keynesianismo, que esté pensando en restringir los mercados financieros mediante controles de crédito y de cambio. Y ya no tenemos un Estado que esté pensando en una adecuada regulación financiera.
El creciente predominio de las finanzas lleva a la financiarización del Estado, en forma de iniciativas de financiamiento privado. Es el Estado diciéndoles a los inversores privados: gasten en mi nombre. Finalmente, lo que tenemos es que la toma de decisiones económicas se aparta cada vez más de la obligación democrática de rendir cuentas, lo que facilita su captura por parte de las elites financieras.
En todos estos niveles diferentes, se puede ver cómo el aumento de la financiarización conduce a estos grandes y significativos problemas. Ya sea que se esté hablando de la caída de los salarios o la caída de la inversión u observando la dinámica que impulsó la crisis financiera.
¿Cómo encaja la austeridad en su análisis? ¿Y diría usted, comparando el sector financiero en 2008 con la actualidad, que hay una gran diferencia?
En la forma en que entiendo este modelo de crecimiento guiado por las finanzas, no se trata simplemente de un conjunto de regulaciones. En realidad, se basa en un cambio en el equilibrio de poder entre las diferentes clases. Analizo la larga historia del capitalismo a través de la lente del equilibrio de poder entre trabajo y capital.
Desde este punto de vista, el surgimiento de la socialdemocracia está basado en el crecimiento del poder de la mano de obra organizada. La decadencia de ese modelo se basa en la erosión, provocada por el creciente poder del capital financiero, de muchas de las instituciones que dieron sustento al consenso de la posguerra.
Y el surgimiento del crecimiento guiado por las finanzas en la década de 1980 está relacionado con el desarrollo de los mercados financieros, el aumento de la movilidad del capital y las dificultades asociadas al mantenimiento de la paz entre el trabajo y el capital en el nivel del Estado. Todo esto desplazó el equilibrio de poder desde el trabajo hacia el capital. Y, en particular, hacia el capital financiero internacional.
Cuando se habla de austeridad, hay una clase particular que se vuelve dominante dentro del Estado y dentro de un grupo de otras instituciones. Estas personas reaccionan frente a la crisis financiera de 2008, causada por el modelo de crecimiento guiado por las finanzas, haciendo que la gente común cargara con los costos y rescatando a los bancos. El impacto que eso tiene en la economía es en gran medida negativo para la gran mayoría de los trabajadores. Mientras tanto, los que están en la cima quedan a salvo.
A partir de 2008, hemos visto que los bancos centrales bombean dinero mediante la expansión cuantitativa en la economía solo para mantenerla a flote, en lugar de que los gobiernos utilicen el dinero en inversión pública. ¿Cuál es su opinión al respecto?
El problema tiene que ver, en parte, con la propia expansión cuantitativa, pero más en profundidad con la falta de demanda que existe en todas estas economías diferentes. Otra resaca de la financiarización. Tiene que ver con la caída de los salarios, la caída de los niveles de inversión en capital fijo, el sobreendeudamiento masivo que implica que una gran parte de las ganancias tenga que destinarse a pagar deuda. Esto, combinado con la negativa de los gobiernos a gastar, está creando esta situación crónica de demanda escasa.
Los bancos centrales están intentando contrarrestarlo básicamente inflando los precios de los activos. Nunca dicen que es eso lo que están haciendo, pero obviamente es lo que la expansión cuantitativa ha generado. Esto está exacerbando, sobre todo, muchos de los problemas que nos han conducido a la actual situación.
Dada la postura del Banco Central Europeo, es posible que nunca veamos el final de la expansión cuantitativa. Lo cual tiene grandes implicancias distributivas de las que nadie está hablando en realidad.
Ahora supongamos que pudiéramos retroceder el tiempo y volver al consenso de la posguerra para revivir la socialdemocracia, regular nuevamente los bancos, etc. ¿No sería eso suficiente?
Creo que el consenso socialdemócrata, particularmente en el Reino Unido, fue un intento de silenciar las contradicciones y los conflictos entre esas dos clases.
Lo hizo de manera muy exitosa casi durante todo ese periodo. La razón por la que el compromiso fue estable durante tanto tiempo fueron las tasas de crecimiento relativamente altas y la elevada productividad. Seguimos teniendo imperialismo durante gran parte de esa era, que luego fue seguido por una forma de globalización que en muchos sentidos reproduce tipos de lógica similares.
Esto significa que había más para repartir. Cuando hay más para repartir, queda oculto el juego de suma cero que enfrentamos en momentos de crisis. Todavía hay un juego de suma cero en curso, y es únicamente entre el Norte y el Sur globales.
Pero dentro del Norte global, debido a la lógica del imperialismo y la extracción, es fácil crear lo suficiente para apaciguar a los trabajadores y al capital con un modelo en el que el Estado interviene y dice: ustedes se llevarán esto, ustedes se llevarán esto otro.
¿Es una ilusión de progreso nacional porque no está inserto en un contexto global?
Exactamente, sí. Con la crisis de la década de 1970 hay una competencia cada vez mayor con el resto del mundo y una erosión de las ganancias en el Norte global. El primer gran cambio ocurre con el primer pico en el precio del petróleo. Y, obviamente, una enorme inflación significa que habrá patrones diciendo que necesitan reducir costos y trabajadores diciendo que necesitan aumentos salariales debido a la inflación. Entonces se ve que el conflicto de clase, que es inherente a cualquiera de estos sistemas, emerge y sale a la luz.
El intento de silenciar eso solo funcionará en un contexto de abundancia. En muchos sentidos, el crecimiento guiado por las finanzas se basó en un intento similar; con la salvedad de que en lugar de que haya un Estado que media entre el capital y el trabajo, de lo que se trata es de convertir a más personas en capitalistas.
El conflicto inherente que existe dentro del capitalismo, entre el capital y el trabajo, hace que la democracia social sea muy difícil, particularmente en tiempos de escasez como los que estamos viviendo.
Quiero hacerle una segunda pregunta relacionada con el subtítulo de su libro. Si, como usted describe, la financiarización es un problema tan grande, ¿cómo podemos salvar al mundo de ella? ¿Cuál debería ser la agenda de los progresistas?
Creo que ese es probablemente el punto donde mi análisis diverge de algunas de las perspectivas más socialdemócratas. A menudo escucho que, como progresistas, estamos ganando la batalla de las ideas. La gente reconoce que es necesario regular adecuadamente las finanzas.
Está muy bien hablar sobre la batalla de las ideas, pero también es necesario hablar sobre la batalla de las calles. Creo que muchos en la izquierda socialdemócrata hacen lo que Marx criticaba de los otros filósofos alemanes, que priorizaban las ideas sobre la realidad material.
Eso genera un conjunto de problemas, porque terminamos enumerando problemas y luego simplemente proponemos soluciones. Por ejemplo, el problema es la ideología del valor para el accionista, que lleva al cortoplacismo, a bajos niveles de inversión y bajos salarios. Entonces ¿qué debemos hacer? Cambiar las leyes en materia de responsabilidad fiduciaria para los inversores institucionales, de modo que tengan que priorizar los objetivos ambientales y sociales, además de maximizar sus rendimientos.
Claro, es una buena idea, pero ¿quién lo va a hacer? ¿Dónde está la coalición de clase que puede lograrlo? Hay una razón por la cual el sistema financiero y la regulación en torno de él funcionan del modo que lo hacen. Porque hay una clase de personas que poseen todas las cosas y que hacen todas las reglas. Y es muy importante entender el capitalismo no solo como un sistema económico de propiedad, sino también como un sistema político.
Entonces, ¿en lugar de la socialdemocracia, usted quiere pasar al socialismo democrático? ¿Y qué ideas concretas implicaría eso?
Sí, ir hacia el socialismo democrático como alternativa ideológica al neoliberalismo requiere un cambio en el equilibrio de las fuerzas de clase. Y el surgimiento y desarrollo de un movimiento que pueda defender e imponer esas ideas.
Podríamos socializar el sector financiero teniendo un banco público nacional de inversiones, un sistema de banca pública minorista y una administración de activos de las personas, que sería una administración de activos de bajo control y propiedad democráticos, que invierta nuestros ahorros colectivos: por ejemplo, los activos de un fondo soberano o fondos de pensiones.
Y sumarle mecanismos para limitar el poder del sector financiero privado: controles de cambio, controles de crédito y otras formas de regulación macroprudencial. Junto con medidas para impulsar el poder de los trabajadores: eliminando las leyes antisindicales, desmercantilizando los medios de subsistencia. En síntesis, es necesario que creemos una sociedad en la que todo lo que necesitamos para sobrevivir sea gratis o muy barato al momento de usarlo.
Traducción: Carlos Díaz Rocca
Fuente: https://www.ips-journal.eu/regions/global/article/show/we-could-socialise-the-financial-sector-3911/
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