Violencia sin control

Las pandillas ligadas al narcotráfico asolan a Haití

 

Como es sabido, Estados Unidos fue la primera colonia del continente americano que se emancipó del dominio de Gran Bretaña, en 1776. Haití fue la segunda que lo hizo pero de Francia, mediante una guerra de independencia que se desarrolló entre 1791 y 1804. Es notable –y curioso– que desde hace no poco tiempo uno de ellos sea el país más poderoso de toda América (y del mundo) y el otro el más pobre.

Haití ha tenido enormes problemas con su desenvolvimiento político a lo largo de su historia. La primera fase de su desarrollo autónomo se desplegó sobre la base de gobiernos cuyos primeros mandatarios se mantenían de manera vitalicia en el poder. Así lo hicieron Toussiant Louvertur entre 1791 y 1802 y Jean-Jaques Dessalines entre 1802 y 1806. En paralelo se desarrollaron los gobiernos Henri Cristophe entre 1806 y 1820 y Alexandre Pétion entre 1806 y 1818: estos dos últimos dividieron sus respectivos territorios en el país. Jean-Pierre Boyer fue Presidente vitalicio entre 1818 y 1843. Luego, entre 1844 y 1849 se sucedieron cinco Presidentes, en promedio uno por año. Este fue el primer desenvolvimiento de una gobernabilidad propia que duró 45 años.

Entre 1849 y 1859 se impuso Faustino I, que fue coronado como emperador de Haití. Se suele denominar a este unipersonal período el Segundo Imperio de Haití.

A su caída se estableció la llamada Tercera República de Haití –que, en rigor, debería ser la primera, pues las dos fases anteriores no lo fueron–, que se ha desarrollado entre 1859 y la actualidad. Ha habido en este lapso 65 presidencias en total, en algunos casos con repetición del cargo: siete de ellos dos veces y uno tres veces. Este último fue Jean-Bertrand Aristide, que alcanzó tres períodos presidenciales. El primero se desarrolló solamente entre febrero y septiembre de 1991; el segundo entre 1993 y 1994, con un interregno de cinco meses pues fue separado de su presidencia, que recuperó luego y completó desde 1994 a 1996; y el último, 2001-2004, también inconcluso. Merece ser mencionado, también, Francois Duvalier, que presidió dictatorialmente el país entre 1957 y 1971; tras su muerte lo sucedió su hijo, Jean-Claude Duvalier, que gobernó entre 1971 y 1986. Ambos sumaron 29 años de dictadura.

Debe recordarse, también, que ha habido 17 organismos colegiados o consejos de ministros que tomaron transitoriamente la conducción presidencial, en distintos momentos de esta tercera fase. Y que no fueron pocos los militares que mediante golpes de Estado se afincaron en el poder.

Paradojalmente, el número de Presidentes que completaron sus mandatos en este período es muy escueto: solamente tres: Nissage Sagat (1869-1874); Philippe Dartiguenave (1915-1922) –durante una parte del período en el que Estados Unidos ocupó a Haití entre 1915 y1934– y René Preval, en dos períodos completos (1996-2001 y 2006-2011).

Finalmente, desde 2021 se ha instalado nuevamente una situación política de inestabilidad luego del asesinato del entonces Presidente Jovenel Moise, el 7 de julio de ese año. Había ganado las elecciones de 2016.

En 2023 debió haber elecciones generales pero no se llevaron a cabo. Bajo estas circunstancias, los diputados y senadores fueron perdiendo sus curules. A punto tal que hoy en día no funciona el Parlamento. Desde entonces se han sucedido diversos Primeros Ministros en la gestión presidencial: Claude Joseph, Ariel Henry y Michel Boisver. A comienzos de junio de este año fue designado en ese cargo Gary Conille, que deberá organizar elecciones para 2026. Además, el 25 de abril último se ha creado un Consejo Presidencial de Transición de nueve integrantes, dos de ellos con voz pero sin voto. Sus asuntos primordiales son colaborar en la concreción de las elecciones, restablecer el orden democrático y frenar la violencia que azota nuevamente al país.

 

De custodios, violencia y bandas narcos

El desarrollo de las bandas se fue instalando paulatinamente en Haití, especialmente –pero no sólo– en la capital, Puerto Príncipe. Durante la dictadura de Francois Duvalier, por ejemplo, aparecieron los Tonton Macoutes, que funcionaban como fuerza de choque de aquel. Luego de su muerte continuaron como guardia de corps –es una manera liviana de decirlo– de su hijo Jean-Claude. Tras la caída de éste, aquel tenebroso aparato se disolvió.

Merece mencionarse también que, con sus más y sus menos, no fueron pocos los políticos y los haitianos enriquecidos, que tenían su propio personal –digamos–  “privado” de custodia. Este escenario, empero, fue cambiando con el aterrizaje del tráfico de marihuana y cocaína en Puerto Príncipe. No es que desaparecieran las antedichas custodias sino que se fueron desarrollando grupos delictivos armados y con no pocos recursos, vinculados al antedicho tráfico.

Se estima que a comienzo de los años ‘70 comenzó el tráfico de marihuana y cocaína. La primera proveniente de Jamaica y la segunda de Sudamérica. Hacia 1985, el tráfico de drogas había crecido ya. En parte se comerciaba al exterior y en parte se consumía en Haití. Entre 1986 y 1990 los puertos haitianos se convirtieron en algo así como una zona franca sin control aduanero, por donde fluían las drogas. Diez años después, Haití se había convertido ya en un centro de tráfico de drogas. En el año 2019, la sección dedicada a Haití del Informe sobre la estrategia internacional del control de narcóticos (INCSR, sigla en inglés), publicado por el Departamento de Estado de Estados Unidos, inicia la sección dedicada a Haití de esa manera: “Haití sigue siendo un punto de tránsito para la cocaína y la marihuana”.

Para esa época –año 2020– las bandas se habían multiplicado. Y para 2022 muchas de ellas ya se habían asociado. La mayoría se había alineado con las pandillas G9 o G-Pep. La G9, formada por Jimmy Chérizer, incluyó a varias: Baz Pilate, Baz Krache Dife, Nan Ti Bwa, Banda Simón Pelé, Baz Nan Chabon, Nan Boston, entre otras. La G-Pep creada por Jean Pierre Gabriel (alias Ti Gabriel) aglomeró a las bandas Nan Brooklyn y 400 Mawoso, la pandilla más grande del país, entre otras. Ambas están establecidas en Puerto Príncipe. Pero hay muchas otras que se distribuyen por el territorio haitiano. Diversos medios han informado que son más de 200 las pandillas que se hallan activas en este momento: una impiadosa barbaridad.

 

Final

Las pandillas operan con violencia y sin miramientos contra sus adversarios y también sobre la gente común. No son pocas las familias y personas que se han ido de Haití debido a esas condiciones. Y el Estado no tiene como luchar contra aquellas. Recientemente llegó un contingente de 200 policías de Kenia, en una misión respaldada por la ONU, que intentarán combatir la inseguridad que padece el pueblo haitiano. La tarea será ardua y el contingente no parece suficientemente numeroso para controlar la situación. Lamentablemente, conforme a información de Naciones Unidas, durante 2023 ha habido 4.000 asesinatos, 3.000 secuestros y 1.100 abusos sexuales. Habrá que ver qué sucede con el arribo y el trabajo de los kenianos.

Por otra parte –y mirando más hacia adelante– hay que comprender que la historia de Haití muestra que se trata de una república que paradójicamente no ha alcanzado a funcionar democráticamente bien: se ha dicho ya que solamente tres Presidentes terminaron sus mandatos. Si la comunidad internacional no la acompaña, para darle consistencia a su sistema político, será difícil que salga de la recurrencia al pantano.

 

 

 

 

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