Vientos de guerra en el BID
“China es un socio esencial para la protección de los beneficios de América Latina”.
El 16 de junio, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos lanzó la candidatura del actual asesor de Seguridad Nacional para América Latina en la Casa Blanca, Mauricio Claver-Carone, a la Presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), con el pretexto de cumplir el compromiso histórico de ayudar a la recuperación económica de la región tras la pandemia. La justificación suena bien, pero no es cierta. La verdad es que se trata de una respuesta para frenar la creciente presencia de China en el BID, trasladar a este organismo las disputas de poder entre ambos países y mantener una trinchera de poder republicano ante la eventual derrota de las elecciones presidenciales de noviembre.
Los avances de China
Al gobierno norteamericano le preocupa la creciente participación de China en organismos multilaterales de la región. China tiene status de observador en la Organización de Estados Americanos (OEA), la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y la Alianza del Pacífico; además mantiene estrechos lazos con la Comunidad del Caribe (Caricom) y con la CAF-Banco de Desarrollo de América Latina.
China se convirtió en miembro del BID en 2008 y su ingreso generó grandes expectativas. Su actual presidente, el colombiano Luis Alberto Moreno, ha resaltado en múltiples oportunidades el potencial de ese país para ayudar a mejorar la calidad de la infraestructura de la región. Ha dicho, inclusive, que “China es un socio esencial para la institución y para la protección de los beneficios sociales y económicos de América Latina”.
En 2013, en el marco del BID Invest, brazo financiero del Banco orientado al sector privado, se creó el Fondo de Cofinanciamiento de China para América Latina y el Caribe (Fondo de China), con el objetivo de financiar proyectos de infraestructura, con un compromiso inicial de 350 millones de dólares. Desde hace trece años, el BID y el Consejo Chino para la Promoción del Intercambio Comercial (CCPIT) co-patrocinan la Cumbre Empresarial China-América Latina y el Caribe, la última de las cuales tuvo lugar en Panamá, en 2019. El BID también co-patrocina cumbres de política y conocimiento entre la región y China, que se focalizan en el desarrollo de políticas innovadoras entre ambas partes.
Esta presencia no le resulta indiferente a Estados Unidos. La última reunión anual del BID, programada para marzo de 2019 en la ciudad china de Chengdu, se suspendió por la amenaza del gobierno norteamericano de impedir el quórum del evento si China no admitía la participación de Ricardo Hausmann, representante de Juan Guaidó en el BID. El gobierno chino quería evitar la presencia de los dos representantes, tanto de Guaidó como de Maduro, lo que llevó a la cancelación del evento. Varios meses antes de la reunión, el entonces subsecretario del Tesoro de Estados Unidos y actual presidente del Banco Mundial, David Malpass, instó al BID a reconsiderar la realización de la reunión en China y advirtió sobre los “avances sustanciales” que este país había hecho en los bancos multilaterales de desarrollo.
Romper las reglas
La comunidad política, diplomática y académica de la región ha rechazado la designación de un candidato norteamericano a la Presidencia del BID que, por tradición, ha estado siempre en manos de un país latinoamericano. En efecto, ex presidentes, ex cancilleres, el Grupo de Puebla y, recientemente, la Mesa de Reflexión Latinoamericana se han opuesto a la nominación. En un comunicado, esta última propuso la postergación de la elección del presidente del BID “por tratarse de un proceso que ha generado notables y justificadas inquietudes a lo largo y ancho del continente y que tiene lugar en un momento de inflexión internacional sin precedentes”.
Los intelectuales, diplomáticos y políticos firmantes del comunicado señalaron que, en el actual contexto, es imperativo llevar adelante un diálogo político entre todos los países miembros del BID, que conduzca a un nuevo consenso sobre la visión integral y las prioridades que debe tener el financiamiento multilateral. Consideran que “sin una base de legitimidad renovada y sin acuerdos programáticos consensuados, quien asuma la responsabilidad de dirigir al BID verá mermada su capacidad institucional para apoyar a los países en la ardua tarea de reconstrucción económica y social tras la pandemia”.
A pesar de las invocaciones, Brasil y Colombia, aliados incondicionales de Donald Trump, han respaldado de inmediato a su candidato. A estos países se han sumado Bolivia, Ecuador, El Salvador, Haití, Honduras, Jamaica, Panamá, Paraguay, Uruguay y Venezuela –que en el BID está representada por el gobierno parlamentario de Juan Guaidó—. Estas decisiones han reducido el aval regional a las candidaturas de la costarricense Laura Chinchilla, ex presidenta de ese país, y del argentino Gustavo Béliz, ex presidente del Instituto de Integración Latinoamericana (INTAL) y actual Secretario de Asuntos Estratégicos de la Presidencia argentina.
Claver-Carone cumple con los dos requisitos para ser elegido como presidente del BID en la elección que se ha previsto realizar de forma virtual los días 12 y 13 de septiembre. En primer lugar, tiene el apoyo de la mayoría absoluta de países miembros del continente americano. El Banco está integrado por 28 miembros de la región y lo respaldan 17, aunque serían suficientes 15.
En segundo lugar, cuenta con el respaldo de un número suficiente de países que tienen la mayoría absoluta del poder de sufragio en el Banco. Solo Estados Unidos y Brasil cuentan, respectivamente, con el 30% y el 11% del poder de voto, el cual es proporcional al capital suscrito por cada país. Si sumamos a Colombia (3,1%), Uruguay (1,2%), Bolivia (0,9%), Panamá (0,45%), y a la Venezuela de Guaidó (3,4%), Claver-Carone cumple de sobra con este segundo requisito. Ni siquiera necesita de los miembros extrarregionales del BID.
Impedir el quórum
En este escenario, los gobiernos que reconocen la importancia política de tener el liderazgo del BID en manos latinoamericanas o caribeñas están impulsando una iniciativa para postergar la elección hasta marzo de 2021 y evitar con ello el nombramiento del candidato propuesto por Trump. Claver-Carone es uno de los ideólogos del actual Presidente en el diseño de las políticas de bloqueo a Cuba y a Venezuela. Antes de convertirse en asesor de Trump, tenía un blog “Capitol Hill Cubans” desde donde criticaba las decisiones del gobierno de Barack Obama sobre Cuba y promovía el embargo y el bloqueo. Es de suponer que su política frente a China seguiría el estilo de Trump, hecho a todas luces inconveniente para nuestra región.
La pregunta que urge ahora es, entonces: ¿cómo posponer las elecciones? Existen dos vías legales: la postergación por consenso y la falta de quórum el día de la votación. La primera opción es imposible por obvias razones. Aunque en su fuero interno Donald Trump sabe que con el paso de los días sus posibilidades de mantenerse en la Presidencia se extinguen, no se perderá la oportunidad de dejar una ficha suya en el comando del BID.
La segunda opción es el único camino legal en el cual pueden sostenerse los gobiernos latinoamericanos en su odisea por impedir la nominación del candidato norteamericano. En días recientes, la Argentina, Chile, Costa Rica y México se han pronunciado a favor de postergar las elecciones del presidente del BID hasta marzo del próximo año. Para impedir el quórum, requerimiento previo a la votación, se necesita que el día de la elección se incumplan uno de estos tres requisitos: a) que participe la mayoría absoluta del total de gobernadores (25 de 48); b) que participe la mayoría absoluta de los gobernadores regionales (15 de 28); y c) que el poder de voto de los gobernadores presentes constituya al menos las tres cuartas partes del poder de voto de la institución.
Los cuatro países tienen un poder de voto del 22,2%, de acuerdo a la siguiente composición: Argentina (11,35%), México (7,3%), Chile (3,1%) y Costa Rica (0,45%). Haría falta el 2,9% para superar el 25% de los votos necesarios para impedir la elección. Entre los países que podrían sumarse a esta iniciativa están Perú y Nicaragua en el continente, así como España, Alemania o Francia. La suma de las cuotas de algunos de estos países impediría alcanzar el quórum para la elección. Asimismo, Uruguay podría cambiar su voto. El Frente Amplio ha hecho un llamado para rever el apoyo del gobierno uruguayo.
Josep Borrell, alto representante para la Política Exterior de la Unión Europea, propuso retrasar hasta marzo de 2021 las elecciones a la Presidencia del BID en la carta que remitió a la ministra de Relaciones Exteriores de España, Arancha González Laya, a fines de julio. Borrell argüía que la candidatura de Claver-Carone no tenía precedentes ya que, desde su fundación en 1959, el presidente del BID había sido un latinoamericano. A la fecha, ningún gobierno europeo miembro de la institución financiera se ha pronunciado.
Estas movidas han irritado al candidato del Presidente Trump. Un representante suyo advirtió que "la Unión Europea no es parte del BID como entidad, y que solo algunos de sus Estados miembros lo son”. Claver-Carone tiene razón, pero no puede impedir que los 16 países europeos socios del BID se sumen, si lo quisieran, a lo planteado por el alto jefe de la diplomacia europea. Algunos representantes del gobierno norteamericano han advertido también que “cualquier esfuerzo por secuestrar el proceso electoral por parte de una minoría de países, y mucho menos por parte de países no regionales, sería una afrenta para la región y será cuestionado”.
Luis Almagro, secretario general de la OEA, ha respaldado también esta inadmisible amenaza y ha defendido en un tweet la "independencia y soberanía" de la región como reacción a la propuesta de Borrell. Siempre fiel a los designios de Trump, Almagro se equivoca.
El candidato Claver-Carone está muy enojado no solo con los europeos. Esta semana ha dicho que "estamos viendo un esfuerzo minoritario liderado por la Argentina para obstaculizar la elección porque no han podido o querido presentar una visión competitiva", en referencia al candidato Gustavo Béliz. Además acusó a este país y a los otros tres que piden el aplazamiento de las elecciones de querer “secuestrar los comicios” y de “subvertir el proceso, dejar al banco en parálisis y asustar al sector privado”. Su conclusión es que “una minoría no se debería imponer a la mayoría pues fomentaría lentitud e incertidumbre en la gestión" y ha amenazado a la región al afirmar que "cualquier intento de secuestrar una elección a pesar de un reglamento muy claro sería no solo no democrático, sino también un esfuerzo que Estados Unidos va a enfrentar muy profundamente". Se olvida el candidato que la propuesta es incuestionablemente legal.
Los países que buscan postergar las elecciones apuestan a que una futura administración Biden-Harris desista de imponer a un/a norteamericano/a para presidir el BID, y se promueva un candidato de consenso, preferiblemente, a partir de la realización de una asamblea presencial. El aplazamiento de la elección a la Presidencia del BID es una acción política basada en la legalidad, que favorecerá a nuestra región porque se desprenderá de un candidato que no mantendrá interlocución con el posible nuevo gobierno en Estados Unidos y, lo más importante, no tiene entre sus intereses y prioridades las necesidades de América Latina y el Caribe. ¿Por qué debería heredar nuestra región, por un quinquenio, un presidente del BID impuesto por un gobierno desacreditado, que ha hecho de su lema “América Primero” un desastre sanitario y económico sin precedentes en su país?
La imposición de un candidato norteamericano en el BID expresa la pugna entre China y Estados Unidos en este organismo multilateral. Dado el momento histórico caracterizado por el realineamiento de los poderes hegemónicos resulta fundamental mantener la presidencia del BID en manos de la región. América Latina y el Caribe tienen hoy el desafío y la responsabilidad de ser prácticos en la defensa de sus intereses y de rechazar cualquier alineamiento automático.
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