VIENEN POR TODO
El acuerdo con el FMI es inflacionario, y también las últimas medidas anunciadas por Massa
El establishment no solo ganó la pulseada con la llegada de Sergio Massa al Ministerio de Economía, sino que tras la primera batería de anuncios desplegó su pliego de condiciones en la voz de las consultoras y bancos de inversión que suelen publicar informes que retroalimentan la llamada voz del mercado. “Las medidas van el sentido correcto pero tuvieron sabor a poco, sobre todo en lo cambiario”. Este podría ser el resumen consolidado de los distintos análisis locales. Mucho más específicos fueron los informes de dos grandes colocadores de deuda internacionales que reclamaron, directamente, una devaluación.
“El tipo de cambio no oficial se negocia con un diferencial del 120% sobre el tipo oficial y las reservas del Banco Central se están agotando. El tipo de cambio está sobrevaluado, pero las autoridades se han resistido hasta ahora a una corrección más significativa”, lanzó el banco de inversión Goldman Sachs. Massa, que pretende acudir a bancos extranjeros para que le otorguen un préstamo que sume volumen a las reservas, vaya uno a saber a qué tasa de interés, también fue recibido por el conocido JP Morgan.
“No se dieron a conocer modificaciones al régimen cambiario vigente, hasta el momento. Si bien podrían anunciarse nuevas medidas en los próximos días, a falta de nuevos cambios, sigue sin estar claro cómo el marco actual permitirá al BCRA reconstruir el stock de reservas netas de manera sostenible en medio de la considerable brecha cambiaria”, lanzó el banco que tuvo entre sus empleados a Luis “Toto” Caputo, Santiago Bausili y Alfonso Prat Gay, los endeudadores seriales de la Argentina durante el gobierno de Mauricio Macri.
Es decir, continúa la puja devaluatoria. Massa aclaró que cualquier shock en este sentido crearía pobreza, más de la que habrá a fin de año con una inflación proyectada de casi 90 puntos para el cierre del año. ¿Una devaluación inicial y de golpe del 30 ó 50 por ciento podría considerarse un shock? No es que vaya a ocurrir, pero es lo que escribió Gabriel Rubinstein en una reciente columna de opinión, previo a su desembarco como secretario de Política Económica, quien también sugirió dejar correr al CCL por sus carriles de libertad.
La cotización del contado con liquidación llegó a los 350 pesos el jueves previo al anuncio de que Massa se haría cargo de Economía. Para Rubinstein, este podría ser el horizonte de este dólar financiero de cara a diciembre, según esbozó en su plan de estabilización publicado en la revista Noticias.
El acuerdo con el FMI, rubricado por Guzmán, es inflacionario. También las últimas medidas anunciadas por Massa. De hecho, casi no se mencionó la cuestión de los precios. Alguien tiene que pagar la cuenta de los subsidios. Si se avanza con una mayor quita de estas transferencias, se retroalimentará la suba de precios. Dos más dos no siempre da cuatro. Pero en esta ecuación, sí.
Por las nubes
La aceleración inflacionaria de julio tuvo dos momentos bien marcados. Primero, una fuerte remarcación de precios por parte de los fabricantes de alimentos tras la huida de Martín Guzmán. Y luego la disparada de la brecha cambiaria, en la previa del desembarco de Massa. En este contexto, empresas como P&G insisten con aplicar subas del 9%, Queruclor aplicó un incremento de 10 puntos porcentuales en julio y para agosto vaticina un alza del 18%, seguido por Molinos Cañuelas con un 15%. A su vez, la empresa Mondelez aumentó sus precios en un 10%, mientras que Arcor lo hizo en 7 puntos.
“Los tipos de cambio paralelos se incrementaron un 28% en julio, aun después de la baja de los últimos días. Lo preocupante para la gestión de la política económica es el desanclaje de los precios respecto del tipo de cambio oficial que subió un 4,5% cuando la inflación será de casi el doble. Hay una inercia afianzada por arriba de la registrada previo a la guerra entre Rusia y Ucrania y una correa de transmisión más directa entre los tipos de cambio paralelos y los precios”, sostiene Nicolás Pertierra, economista en jefe del Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO).
En la última semana de julio, los precios en los supermercados tuvieron un alza del 2,4% y del 8,7% para todo el mes, según el relevamiento que realiza el CESO. El dato del Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (ISEPCi) fue demoledor: la suba de precios en el Conurbano llegó al 11%.
En el medio de su peregrinación por la conmemoración de San Cayetano este 7 de agosto, Esteban “el Gringo” Castro hizo un alto para recordar algunas de sus palabras de mayo de 2021. “Nos vamos a encontrar saliendo de la pandemia con un proceso de mayor concentración económica y con una cantidad de sectores que producen y distribuyen alimentos y exportan que no paran de aumentar alimentos". Todo un profeta, dijo para sí mismo.
Beneficios
Massa centró sus primeros anuncios en su plan para acumular reservas en el Banco Central, aspecto clave para cualquier escenario de posible estabilización del contexto macro. El tigrense llegó, supuestamente, con algunos bancos bajo el brazo que aportarían dólares en lo que se conoce como REPO (operaciones de pase). La tasa de interés que cobrarán dichas entidades es un dato guardado celosamente. Pero suelen ser altísimas.
También auguró que conseguirá 5.000 millones en concepto de adelantos de exportaciones, para lo cual el BCRA ajustó su normativa en las últimas horas. Además de remunerarlos con una tasa de interés fijada por la tasa a un día de Wall Street, Massa les prometió beneficios impositivos que saldrían por DNU. Esa será la moneda de pago. ¿Qué beneficios? También son una incógnita, por ahora.
Un economista cercano al kircherismo lo plantea de esta manera: “Así como se subieron por decreto los dos puntos de retenciones a las harinas y aceites de soja para financiar el Fideicomiso público del trigo (trunco de toda trunquedad), por decreto podrían bajarse, en función de una línea base de producción”.
Las cerealeras ya le habían prometido a Guzmán un adelanto de 1.000 millones para que el ex ministro pudiera cerrar las cuentas con el FMI y dejar armada la hoja del ajuste para el segundo semestre. Por eso, lo que se pretende hacer ahora no ofrece ninguna novedad, salvo por el renovado apoyo del establishment. Vila-Manzano, Mindlin, De Narváez, Brito y otros (los que siempre están), festejaron el ascenso del mesías.
Lo que queda pendiente es la negociación con la Mesa de Enlace. Massa tomó como referente a Nicolás Pino, presidente de la Sociedad Rural, que llegó a presidirla con el apoyo de Luis Miguel Etchevehere, ex ministro macrista y uno de los agitados del último lockout simbólico. La idea es que la reunión pueda realizarse cuando ya esté cerrado algún acuerdo para que, efectivamente, los productores que tienen en su poder casi 30 millones de toneladas de soja se sientan lo suficientemente incentivados como para vender los granos a las cerealeras.
El esquema que ideó el BCRA para contener la devaluación les permite a los productores comprar divisas por hasta el 30% de sus ventas en pesos al valor del dólar solidario. Durante toda la semana se negoció para que se mantenga el mismo esquema, con menos trabas burocráticas, pero extendiendo la adquisición de dólares hasta el 50%. En esta negociación está implícita la discusión por el desdoblamiento cambiario, otro de los vaticinios del plan de estabilización que había esbozado Rubinstein días atrás.
Bisturí
Del anuncio de Massa persiste otra incógnita: ¿cómo se hará para llegar al 2,5% del déficit cuando las consultoras y analistas ya lo daban por arriba del 3,5%? Es decir, ¿por dónde pasará la tijera del ajuste? ¿Alcanzará con los nuevos recortes de subsidios (que pegarán en la inflación) y el reordenamiento de los planes sociales? Los bancos internacionales, como Goldman Sachs y JP Morgan, esperan conocer la letra chica. Quizás también sea un anticipo de lo que pedirán los bancos que ofrezcan el REPO.
Las demandas clásicas de la ortodoxia son, por lo general, tres: devaluación, ajuste fiscal y suba de la tasa de interés. Los dos últimos ya fueron cumplidos. El primero, está en tensión. Con una brecha cambiaria que sigue por arriba del 120 por ciento, la juntada de reservas será clave. El objetivo de conseguir 5.000 millones por anticipos de exportaciones parece más que ambicioso. Desde enero de 2003 a la fecha, en ningún bimestre se logró acumular esa cifra. El máximo bimestral fue en junio/julio de 2021 por 3280 millones (Ecolatina).
A esta altura, todo parece una carrera contra reloj. El jueves pasado el BCRA tuvo que pagar otros 150 millones de dólares para importar energía, más desembolsos al FMI. Las reservas cayeron casi 500 millones. En lo que va del año, disminuyen más de 2.100 millones. Las reservas netas estarían, apenas, por arriba de los 1.000 millones de dólares. Una situación ideal para los que pujan por una transferencia de recursos hacia los mismos sectores concentrados de siempre vía mecanismos devaluatorios.
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