Javier Milei ha introducido en su corta gestión de cinco meses muchas tónicas públicas inéditas en su comunicación como Presidente de la nación. Algunas podrían ser referidas a su estilo y formas de expresión (utilización obsesiva de redes sociales para opinar sobre temas y personas; despliegue coordinado de mensajes de troles-adherentes; difusión mediática muy profesionalizada de discursos, declaraciones y anuncios). Pero otras se vinculan, en realidad, más que al estilo, a los objetivos del primer mandatario, presentado llamativamente como “el mejor Presidente del mundo”, por su ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo.
Siendo, por lo tanto, sus acciones y gestos considerados por él mismo como insustituibles y “un esfuerzo heroico”, en un marco evidente de deterioro económico y social interno que se ha profundizado desde que comenzó su gestión, resulta llamativo que la agenda presidencial haya incluido en tan poco tiempo tantos viajes al exterior que, a excepción del controvertido a Israel —su única visita oficial hasta el momento, en febrero—, han estado centrados en agendas privadas o informales:
Enero 2024: Foro Económico de Davos, Suiza.
Febrero 2024: Conferencia de Acción Política Conservadora, Maryland, Estados Unidos.
Abril 2024: Para recibir distinción de la comunidad religiosa Jabad Lubavitch, Miami, Estados Unidos.
Mayo 2024: Foro del Instituto Milken, Los Ángeles, Estados Unidos.
A los anteriores se agregaría, el 18 y 19 de mayo, el viaje de Milei a España para manifestar su apoyo a la campaña electoral del grupo ultraderechista Vox.
El debate sobre los muchos periplos al exterior no solo de Milei, sino también de su equipo estrecho de colaboradores —en particular de Economía, Relaciones Exteriores y Defensa— podría centrarse en los costos de cada salida mientras se proclama que “no hay plata”. Otro ángulo bien podría ser, tal como lo han hecho varios medios con algún detalle, para destacar el abandono del muy publicitado “ejemplo de austeridad” y pasar de utilizar los aviones de líneas comerciales para pasar a trasladarse, por “razones de seguridad”, con un costo muchísimo mayor, en el previamente denostado “avión de lujo” Boeing 757-256 ARG-01 comprado por el gobierno de Alberto Fernández.
Pero más allá de las referencias puntuales de costos y contradicciones de pasar de criticar y prometer livianamente, en forma oportunista-demagógica, y cambiar de parecer y argumentos ya estando en el gobierno, ¿cuáles han sido los propósitos de tantos viajes? ¿Cómo se ubican estos en la realidad del marco de condiciones y prioridades de las relaciones exteriores argentinas, no solo del beneplácito personal?
Fulgores y aspiraciones
En línea con la recurrencia a mezclar opiniones sesgadas con informaciones sobre la marcha del gobierno, el vocero presidencial, Manuel Adorni, ante la inquietud periodística por los motivos de los viajes de Milei, aseguró que su intención es únicamente tener “reuniones con empresarios a nivel internacional. (…) No va a buscar ningún tipo de financiamiento para la Argentina, se trata de reuniones que buscan que esos empresarios inviertan o se interesen en invertir en el país”. Sus palabras parecerían corroborar conceptos de Milei en su discurso, días atrás en Los Ángeles, en el que aseveró que “la Argentina tiene todas las condiciones para ser la nueva meca de Occidente”. ¿Pero son así en realidad de promisorias las condiciones, en tanto, en forma contrapuesta, lo que se observa en el país es hoy un enorme rápido deterioro cotidiano?
La política exterior argentina no puede ser referida solo a una atención internacional superficial que ha ganado el “fenómeno Milei”, más afín a la novedad para la prensa mundial de un rock-star, ni a las referencias de apoyo enunciativo del FMI del “progreso impresionante” por la magnitud del ajuste en marcha. Menos aún puede evaluarse en relación con encuentros rápidos circunstanciales con poderosos del mundo (Joe Biden, Donald Trump, Elon Musk o Larry Fink) o aplausos recibidos en foros empresariales o ideológicos afines.
El análisis de la política exterior no puede explicarse por fotos de rápida distribución, sino que debe comprenderse con relación tanto a necesidades inmediatas del país como a objetivos y posicionamientos estratégicos en un mundo con enormes cambios y tensiones geopolíticas en pleno desarrollo.
Las visiones y definiciones de Milei y su canciller Diana Mondino en cuanto a las relaciones internacionales de la Argentina son tajantes por su dogmatismo ideológico, sin medición de derivados y consecuencias. Pueden simplificarse en:
- Alineamiento con Occidente y las denominadas “democracias liberales” entre las que destacan como aliados principales los destinos de los primeros viajes presidenciales: Estados Unidos e Israel.
- Plena apertura comercial, económica y financiera, aunque esta arrase por asimetrías la economía y el patrimonio nacional, tal como resulta evidente en el proyecto de Ley de Bases en tratamiento en el Senado, en particular el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI)
- Renuncia al ingreso pactado por el gobierno de Alberto Fernández al grupo de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).
- Retiro del país de UNASUR, instancia de vinculación unitaria de los países sudamericanos, y relacionamiento prioritario con gobiernos ideológicamente afines (Uruguay, Paraguay) en contra de gobiernos con posiciones alternativas (Brasil, Colombia, Venezuela).
- Aspiración del ingreso de la Argentina a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE)
- Aceptación de la administración de las Islas Malvinas: “Si están en manos del Reino Unido, tienen derecho a hacerlo”.
Con tales definiciones, puede inferirse el propósito de Milei-Mondino no solo de lograr apoyos declarativos, sino de que podrían lograr respaldos concretos y preferenciales para su gobierno por la voluntad manifestada de convertir a la Argentina en meca de negocios y vigía de Occidente en el hemisferio sur, incluyendo la alternativa de establecer de una “base naval conjunta” con Estados Unidos en Tierra del Fuego.
La realidad acosa
Lo malo para las simplificaciones libertarias es que el mundo no funciona al compás de sus seducciones ideológicas y expectativas de correspondencia, sobre todo cuando se trata de dinero. Así es el capitalismo real.
En lo inmediato, dos son urgencias reales cuya resolución siguen sin tener respuesta en viajes y gestiones en exterior:
1) El reiterado fracaso del propósito del ministro Caputo de conseguir 15.000 millones de dólares para salir del atolladero de incertidumbre cambiaria y crecientes vencimientos de deuda pública previstos para el próximo período a través de fondos de inversión privados y/o un nuevo programa con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Dulces palabras de beneplácito no es lo mismo que abrir las canillas.
2) Luego de declaraciones fanáticas en campaña de Milei de “no hacer negocios con China ni ningún país comunista”, el intento posterior incoherente ya en el gobierno de viraje: “Renunciar a China es difícil, incluso para el anarcocapitalista argentino”, idas y venidas y declaraciones fuera de lugar (“los chinos son todos iguales”, de Mondino), el fracaso de negociaciones contra reloj para postergar el vencimiento del pago previsto en yuanes para junio equivalente a 5.000 millones de dólares de un crédito mutuo en monedas locales swap con saldo a favor de China agrega otro dolor de cabeza que, al faltar divisas, no se compensará con gratos palabreríos o autobombos.
La suma de perdida de dignidad, despropósitos, incoherencias, incomprensión e impericia de la misión libertaria tal vez pueda ser resumida didácticamente por referencias surgidas del segundo encuentro en la última semana de Milei con Elon Musk en su tercer viaje a Estados Unidos. Voceros oficiosos gubernamentales anticipaban previamente que habría una espectacular noticia de inversiones del multimillonario en la Argentina, pero este no hizo anuncio alguno y solo remitió en su cuenta de su red X el mensaje: “I recommend investing in Argentina” (yo recomiendo invertir en Argentina), pese a no hacerlo él mismo.
I recommend investing in Argentina https://t.co/DIrcf8TsLN
— Elon Musk (@elonmusk) May 7, 2024
Seguramente, Musk estaba más preocupado por el hecho de que su propia empresa de fabricación de autos eléctricos, TESLA, anunciaba días atrás la reducción del 10% de su plantel de personal (14.000 personas) por menores ventas que las esperadas ante el crecimiento de la competencia de China, el potentado sudafricano daba muestras de que el corazón no es lo mismo que el bolsillo.
El inefable Adorni, al responder inmediatamente en inglés el mensaje de Musk diciendo, vaya a saberse por qué, “Thanks Elon, you are the best” (Gracias Elon, sos el mejor), no agregaba la palabra habitual en inglés “stop”(punto) para cerrar un mensaje telegráfico, sino “end” (fin). Tal vez inconscientemente expresó lo que puede ocurrirle al gobierno si se siguen cerrando puertas.
--------------------------------
Para suscribirte con $ 1000/mes al Cohete hace click aquí
Para suscribirte con $ 2500/mes al Cohete hace click aquí
Para suscribirte con $ 5000/mes al Cohete hace click aquí