Con un escenario global de parálisis y cuarentenas por la pandemia de coronavirus, los argentinos nos preguntamos si el impacto del Covid-19 nos castigará como a Italia o España o lograremos mejores respuestas, como en Corea del Sur, Taiwán o Alemania.
La humanidad viene sufriendo cada vez más brotes de enfermedades infecciosas. Entre 2011 y 2018 la OMS realizó un seguimiento de 1.483 brotes epidémicos en 172 países. En septiembre del año pasado, el Comité de Vigilancia Mundial de la Preparación para Emergencias Sanitarias (GPMB-OMS) publicó un informe titulado Un Mundo En Peligro, donde advertía infructuosamente de la inminente irrupción de una pandemia de virus respiratorio que podría tener efectos catastróficos similares a los de la gripe que en 1918 mató a 50 millones de personas.
Esta epidemia en China fue muy fuerte y sobre todo muy rápida. En pocas semanas, miles de personas se contagiaron y 20% de ellas requirieron cuidados médicos, el 5% cuidados intensivos y el índice de letalidad fue de 3.8% de los infectados. La población más afectada es la de personas mayores, que manifiestan cuadros respiratorios que requieren sostén intensivo, lo que demanda muchos esfuerzos al sistema de salud. (China construyó dos hospitales de alta complejidad para 1.000 internados en 10 días). La mortalidad en el grupo de mayores de 65 años alcanzó al 15%. Personas con factores de riesgo como cardiopatía, neumopatía, convalecientes de otras enfermedades como cánceres, renales, diabetes, inmunodeprimidos, tabaquistas y obesos, están en riesgo de hacer formas graves y morir.
La experiencia de China muestra que en poco más de mes y medio fallecieron personas de frágil salud que probablemente hubieran muerto en los próximos dos años, por la intercurrencia de alguna infección viral menor como influenza, metapneumovirus u otro coronavirus. Por suerte los niños y las embarazadas parecen no desarrollar las formas graves, pero sí diseminar la infección.
Los coronavirus conviven con la especie humana desde hace más de 5.000 años. Existen más de 40 especies y 7 son las que nos enfermaban de una manera bastante banal (resfrío común y fiebre por pocos días). Por su amplia difusión mundial, todos hemos tenido varias infecciones por coronavirus en nuestras vidas. Pero ahora nos encontramos con una especie aparentemente nueva, para la cual no tenemos protección (inmunidad).
Su capacidad de contagio/diseminación en una comunidad es muy alta y el invierno la aceleró muchísimo en el Hemisferio Norte. La gripe común tiene un Índice de Contagio de 1,3 y la gripe de 1918 tuvo uno de 1,8, es decir que de cada 100 infectados se contagian 130 y 180 respectivamente. Este coronavirus mostró un Índice de Contagio de 3, por cada 100 infectados se contagiaban 300 personas por contacto directo, persona a persona, por cercanía.
Muchas dudas surgen sobre su súbita aparición. Es probable que los profundos cambios ecológicos que viene generando nuestro modelo civilizatorio hayan puesto al coronavirus en nuestro camino en este momento. El desmonte masivo, el cambio climático y la industria agropecuaria intensiva de base química pudieron condicionar su mutación y diseminación. Las epidemias en este siglo de gripe A, SARS, MERS, ébola, dengue, zika, o fiebre amarilla refieren una base de disrupción ecológica generada por la actividad humana, como en toda la historia de las epidemias desde la época de los romanos.
Estrategias de contención y mitigación
Tenemos la amenaza de epidemia con un virus de elevado contagio y alta letalidad. Sin vacunas y sin medicamentos para proteger a las comunidades, las estrategias actuales tienen dos componentes (a veces superpuestos): la contención y la mitigación. China fue sorprendida por la epidemia y fue capaz de lograr que al día de hoy no se detecten nuevos casos. Pero Italia, España, Estados Unidos, Brasil y, en menor medida, Francia, sufren una multiplicación atroz de casos y luego de muertes, mientras Corea del Sur, Japón y Taiwán tienen mejores resultados con muchos casos también pero muy baja mortalidad. La diferencia la marca la reacción de sus gobiernos que desde el primer momento tomaron medidas para defender a su población, aun a costa de relegar su economía. Los gobiernos que defendieron los intereses del mercado aduciendo que el peligro no era tan real hoy cuentan por miles a las víctimas.
Nuestro gobierno viene teniendo tempranas iniciativas para contener-demorar el ingreso y diseminación del virus. La Argentina cerró las escuelas el día 15 de la epidemia, China el día 27, Italia el día 35, España el día 41, Francia el 51 y Estados Unidos el día 56 y solo en algunos Estados. Estas medidas son un gran esfuerzo para la población pero posibilitan pensar escenarios de la epidemia controlables, por nuestra capacidad de atención de la enfermedad.
La Argentina, que hace cuatro meses ni tenía Ministerio de Salud, está recuperándose de la debacle del gobierno empresarial pero no pudo reaccionar para que tuviéramos en forma precoz mayor disponibilidad de testeos masivos de sospechosos de contagio; centralizar inicialmente en el Malbrán fue un error, pronto corregido. Tal vez no se pudo vencer la tentación de controlar centralizadamente la información. Existe una inclinación de los funcionarios políticos a manejar con reservas la información en epidemias, algo que yo presencie durante las epidemias de dengue y gripe H1N1 de 2009 cuando era Subsecretario de Salud de la Ciudad de Córdoba. Incluso muchos plantean estas situaciones como "de guerra”; guerras en que todos sabemos que la primera víctima es la verdad y la segunda la transparencia. Esto no es una guerra. Las epidemias son situaciones críticas y catastróficas que viven las sociedades generadas en su interrelación con la naturaleza, de la cual la humanidad forma parte. No es una agresión externa. Si no entendemos esto, las epidemias continuarán multiplicándose y estaríamos encubriendo el carácter antropocéntrico y destructor de nuestro modelo civilizatorio, que va a seguir generándolas cada vez más rápido.
Mitigación
La mitigación es tratar de disminuir los daños, tratando a los enfermos. Esto pasa principalmente por el sistema de salud. El principal indicador es la tasa de camas de hospital por cada 1.000 habitantes. Los países con más camas son Japón y Corea del Sur, que no por casualidad tienen mejores resultados en esta epidemia. Japón tiene 13 camas/1.000 habitantes y Corea del Sur 12. Italia, con más de 500 muertos diarios con coronavirus, tiene 3,1 camas por 1.000. España, que va muy mal, tiene 2,9 camas /1.000 y Estados Unidos, que parece caminar al desastre, tiene solo 2,7 camas /1.000 habitantes, la mitad que la Argentina.
Una moderada ventaja argentina es que nosotros tenemos 5 camas por 1.000 habitantes, resabio de nuestro estado de bienestar, bastante golpeado por los gobiernos neoliberales. Esas camas se concentran en la Capital Federal, con 7,1/1.000, Córdoba con 5,9 camas, la provincia de Buenos Aires con 5 y Santa Fe con 4,5 camas por 1.000. Cuba tiene 5,2 camas por 1.000 y lamentablemente otros países hermanos están más débiles: Chile con 2,2, Uruguay con 2,8, Brasil con 2,2 y México solo 1,5 camas por 1.000. Se siente el paso de las políticas neoliberales en nuestra región, sobre todo desde que la OMS pasó a subordinarse al Banco Mundial con su manifiesto: “Invertir en Salud”, de 1998, que guió las reformas para desmontar lo público y ampliar el mercado y debilitó notablemente las redes de hospitales y sobre todo la atención primaria.
La inequidad y las dificultades para el acceso a la salud crean las condiciones que conforman la tasa de letalidad. Porque la epidemia no consiste solo en un virus particularmente peligroso: se trata de un huésped (la persona infectada) con su carga biológica y su realidad social, su clase, su educación, su acceso a la salud y red de contención. Y además, como si fuera poco, hay otra cuestión que es el ambiente. Ambientes degradados del Hemisferio Sur conforman un mal pronóstico para enfermarse de coronavirus. Más aún si respiras agrotóxicos inmuno-disruptores, como glifosato o clorpirifós.
Pronósticos y escenarios
El Ministerio de Salud de la Nación, con los datos mundiales y locales disponibles, emitió el documento Covid-2019 en Argentina con escenarios de evolución que realizan proyecciones de casos. Conforma dos escenarios extremos:
- Pesimista con duplicación de casos cada 3 días sin aplanamiento de la curva, como se está observando a nivel europeo y espera infección del 65% de la población (29 millones) para el 12 de mayo.
- Optimista: con evolución de los casos según el comportamiento chino estimando solo 1.280 casos para el 25 de abril. Ambos son posibles, pero los más probables para el Ministerio son dos escenarios intermedios:
- Intermedio Tardío, con moderada adhesión al distanciamiento, que generaría 2.026.000 casos, con 95.247 casos críticos (que requerirían internación en Unidades de Terapia Intensiva) y 22.439 muertes acumuladas al 30 de mayo.
- Intermedio Temprano, siempre que exista excelente adhesión social a la cuarentena con 253.372 casos, 11.908 internaciones en terapia intensiva y 2.805 muertes para el 17 de mayo.
Este análisis, muy útil para organizarnos, considera la evolución europea o china traspolada directamente aquí, donde las epidemias anuales de virosis respiratorias ocurren desde mediados de mayo a agosto, por lo que creemos que los escenarios corregidos por un factor que considere la época en que habitualmente nuestro clima favorece el contagio con estos virus demandará cuarentena bastante prolongada, con las consecuencias que esto generará en la población más desposeída.
Equipamiento y equipo humano abrumado
Además de camas, contar con tecnología y personal capacitado y motivado es decisivo. Los respiradores de las unidades críticas están todos los inviernos en su límite de utilización. En mi unidad de neonatología y pediatría, de mayo a julio casi todo el tiempo se utilizan al 100%. Seguramente van a faltar este año. No es tan fácil conseguir un equipo nuevo, la producción nacional depende de insumos importados que no llegan y el mercado mundial fue absorbido por los europeos. También se debe contar con infraestructura de oxígeno central, aire comprimido, humidificadores, circuitos de recambio, etc. No es cuestión de conectar el respirador a un tubo de oxigeno y listo. Una característica de la salud argentina es que los médicos son los peor pagos de toda América. Más del 50% en todos los niveles y servicios están en situación de precariedad laboral, con distintos tipos de contratos e incluso como monotributistas que cobran por horas. Este personal tiene que poner el cuerpo a la epidemia. En los últimos años se construyeron hospitales nuevos por todo el país a instancia de los gobiernos kirchneristas, pero esa inversión en infraestructura no se acompañó de una política hacia el personal del equipo de salud y salud es un servicio de gente para gente. Muchos hospitales de provincia están sin médicos y enfermeras para atender la demanda espontánea normal.
Otra desventaja es que aun hoy, al 26 de marzo, no se cuenta con suficientes equipos de barrera para proteger al equipo de salud en todo el país y las respuestas administrativas aun son escasas. Recordemos que si todo o el 80% del personal de salud se enferma, en la primera semana de enfermedades la tasa de letalidad será enorme. En Italia y España son más de 5.000 los médicos que se contagiaron y tuvieron que dejar de trabajar.
La situación es grave. Estamos con tiempo, la población y las autoridades parecen asumir la seriedad de la amenaza. Nos preparamos para un gran desafío para los equipos de salud y la sociedad.
Coordinador de la Red Universitaria de Ambiente y Salud / Médicos de Pueblos Fumigados
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