Más que un exabrupto, lo de Triaca es una forma de concebir la vida
El diálogo del ministro Jorge Triaca con una empleada de la quinta que comparte con sus hermanos no tiene nada de extraordinario. Forma parte de un modo de relación que muchos trabajadores y sobre todo trabajadoras conocen. El insulto soez porque la mujer tardó en abrirle el portón es una forma machista de abuso de poder. Lo único fuera de lo común es que haya trascendido, porque la mujer tuvo la precaución de grabarlo con su celular y el coraje de difundirlo, exponiéndose a las represalias previsibles.
Tampoco es excepcional que parte del sueldo de Sandra Heredia no fuera pagado por su empleador sino por la intervención que el mismo ministro dispuso en un sindicato y la posterior promesa de una indemnización por despido del mismo origen. Ya durante la Primera Alianza, se demostró que un empleado del entonces Concejo Deliberante de la Capital no realizaba otra tarea que cuidar el jardín en la quinta del jefe de gobierno y ya candidato presidencial Fernando de la Rúa.
El descargo del ministro agrega un condimento interesante. Por Twitter pidió “disculpas”, llamó exabrupto a lo sucedido “en el marco de un diálogo personal”, pretendió que “no condice con mi manera de actuar ni refleja mi forma de ser”, y lamentó que “haya sido utilizado para sacar rédito de él”. Primero negó que la mujer fuera su empleada, pero luego se conoció un video en el que la presenta a un periodista como su colaboradora e incluso trató de justificar su designación en la intervención del SUPE, porque se reunían en la quinta y ella era “parte del equipo”. Sin duda se trató de un diálogo personal, en el sentido de que Triaca no estaba en el Ministerio ni en ejercicio de sus funciones, pero esas son justamente las situaciones en que mejor se aprecia la “manera de actuar” y la “forma de ser” de una persona. No es que lo sacaron de contexto, como también dijo, sino que lo expusieron a la luz, tal cual es.
El gobierno nacional no ha dicho una palabra sobre el tema ni puesto en duda la continuidad en el gabinete del ministro, porque sus miembros no alcanzan a comprender la gravedad del episodio. Son en esto coherentes con el desdén por los conflictos de intereses, la naturalización de la violencia institucional y la innovación del lenguaje por la cual el despido es descomer. Como ocurrió con Patricia Bullrich cuando defendió a libro cerrado el desempeño de la Gendarmería en el ataque ilegal a una comunidad mapuche Cushamen, justificó el asesinato por la espalda del joven mapuche Rafael Nahuel o ascendió a un oficial procesado por su actuación en el episodio durante el cual perdió la vida Santiago Maldonado, lo más probable es que refuerce su relación con el presidente Maurizio Macrì, porque Triaca demostró que es uno del mismo equipo.
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