Una tragedia en cámara lenta
Tres escenarios económicos para 2019
El cierre de 2018 está siendo malo y las expectativas no son buenas para el próximo año. Por eso, para tratar de entender qué puede llegar a pasar en el terreno económico durante 2019, hemos resumido las visiones que se tienen para el año próximo, buscando explicar los argumentos y factores sobre los que se proyectan los escenarios económicos con tres lógicas explicativas distintas: una optimista, otra moderada y una tercera pesimista. Recorramos entonces cada una de ellas.
Escenario optimista
Es el escenario que proyecta el gobierno y algunos analistas ligados a las finanzas y al pensamiento económico ortodoxo. Según este diagnóstico, en 2019 la economía tendrá un recorrido en “V”, es decir, una primera parte bastante mala y en caída, pero una segunda a pura recuperación.
El argumento de fondo es el siguiente: si bien es verdad que la economía viene cayendo, también es verdad que las medidas económicas del plan “doble cero” (ajuste fiscal para llegar a un déficit cero y una expansión monetaria en cero) están estabilizando lentamente tanto al dólar como a la inflación. Se dice que la divisa ya está controlada y que si la inflación de septiembre fue 6,7%, la de noviembre marcará 2,3%, mostrando una clara y fuerte desaceleración hacia adelante. Con ello, si bien reconocen que estos logros tienen como contracara altísimas tasas de interés que acentúan la recesión, también proyectan que irán bajando gradualmente. Así, el objetivo de fondo es claro: llegar a la liquidación de la cosecha de soja que se dará entre abril y mayo.
Quienes defienden esta visión dicen que a partir de ese momento el ciclo económico se invertirá, empezando a mejorar de a poco y sin advertirse en la calle al principio. Pero, para la segunda mitad del año se empezará a sentir y la economía incluso podría crecer a tasas del 5 o 6% anual, traccionando todo por las exportaciones. A su vez, dicen que con la estabilidad de precios que irá proyectando el “doble cero” los salarios le ganarán inexorablemente a la inflación, recuperándose también el consumo para el momento de los comicios. De este modo, la elección de Macri podría estar todavía a la mano.
El debate entre quienes defienden este escenario son las velocidades que asumirá la economía, tanto la caída inicial como la recuperación posterior. Algunos suponen que la fase de crecimiento, que existirá y será fuerte, no podrá revertir íntegramente la caída inicial, por lo que el resultado agregado de todo el año será de -1,6% (algo que es sostenido públicamente por el ministro Dujovne y oficialmente por todo el gobierno), mientras que los más optimistas –como Orlando Ferreres— dicen que la cosecha y la recuperación serán tan buenas que 2019 cerrará incluso con un crecimiento neto del 1,7%.
Escenario moderado
Aquí las cosas ya tienen otro color, y se acercan más al realismo. En este sentido, muchas voces señalan que si la parte final de 2018 caerá entre un 4 y 5%, ése será el piso de arranque para 2019. Pero que allí las cosas se van a poner mucho peor: con un ajuste fiscal del 2,5% como promete llevar a cabo el gobierno con su programa “doble cero”, y con tasas tan elevadas, las proyecciones tienen que calcularse –con una visión moderada— en un escenario cercano a la ruina económica total e incluso a la catástrofe social.
Nada menos que el FMI dice en su informe que sólo en un escenario “optimista” la economía podría caer un 1,7% durante 2019, pero en uno pesimista la caída podría llegar al 6,3%, con otro año con una inflación del 50% como el actual. Con esta lógica, aún una cosecha espectacular no podrá revertir el ciclo económico, sino tan solo moderar o desacelerar la caída inevitable. Bajo las lógicas y supuestos señalados, siendo alentadores hay que pensar que se puede caer 5 o 6%, pero que la cosecha hará que se caiga “tan sólo” en torno al 4%, concluyen. Eso significa que ni el consumo ni los salarios o la economía real reaccionarán. Los debates dentro del grupo de los moderados son si la caída tendrá la forma de una “L”, es decir, un derrumbe que luego se estabilizará, o bien que seguiremos descendiendo por el tobogán durante todo 2019, para encontrar el piso de la crisis recién en 2020.
Escenario pesimista
Si la visión “optimista” discute que la expansión en 2019 será entre un apenas negativo 1,6% y un módico repunte de 1,7%, mientras la visión “moderada” dice que la caída será entre un 4 y 7%, la visión “pesimista” es desalentadora. Este punto de vista coincide con el planteo de los “moderados”, pero le hacen una crítica central: dicen que ese planteo se basa en el ingenuo supuesto de que el gobierno podrá renovar la totalidad de los vencimientos de deuda, que no habrá corridas cambiarias y que la fuga de capitales será igual o menor a la de este año, justamente cuando en 2019 se elige Presidente (que históricamente ha sido un año pico para la fuga), y además no contempla que la totalidad del mercado está descontando que el default será inevitable. Por ejemplo, la agencia Bloomberg dijo esta semana que la Argentina es el segundo mercado emergente más peligroso después de Turquía, mientras que la calificadora Fitch bajó su visión del país a “negativa” porque aseguró que la situación local es “dramática” y que la “inestabilidad económica será intensa”. El mismo FMI pareció acordar con estas posturas al asegurar que el cumplimiento del programa financiero del macrismo “no es cumplible en alto grado”, ya que considera preocupante cuando la relación Deuda/PBI es superior al 70%, pero proyecta que supere el 80% a fin de este año y no descarta que se aproxime al 100% en 2019. Es decir, el mismo FMI está dando por descontando que la cesación de pagos es inevitable.
El debate de quienes calculan un escenario “pesimista” no es ya con respecto a la magnitud de la caída –porque proyectan una catástrofe—, sino cualitativo, en función de las consecuencias que conllevará: si habrá una hiperinflación, una incautación masiva de depósitos como el “Plan Bonex”, cuándo será el default y en qué valores terminará el dólar a fin del año próximo. Aldo Pignanelli, Carlos Rodríguez del CEMA y el mediático Javier Milei son las puntas de lanza de esta visión.
Esta semana los diarios especializados en finanzas comenzaron a llamar a una nueva corrida cambiaria con sus titulares: “Proponen volver a dolarizarse a quienes ganaron con el carry trade” (El Cronista 06/11/2018), “Tres motivos por los cuales la Argentina se encamina al default” (Ámbito Financiero 06/11/2018), “Las supertasas siembran la semilla de la próxima crisis” (El Economista 06/11/2018). Por si fuera poco, la consultora Economía y Regiones dio a conocer un informe titulado “Argentina está yendo derechito al default”. Lo que llama la atención es que el dueño de dicha consultora es Rogelio Frigerio, actual ministro del Interior. En otras palabras, ya ni se molestan en disimular que el futuro será un infierno.
Por todo lo mencionado, es obvio que la Argentina está sufriendo una tragedia en cámara lenta. Para el próximo año sólo restar ponerse a rezar que no ocurra la explosión final o hacer algo al respecto, actuando y pasando a ser protagonistas de nuestra propia historia.
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