Una Mina de Oro

La música que escuché mientras escribía

 

Pasaron muchos años desde la última vez que supe de Mina hasta que el siempre atento economista Guillermo Wierzba me envió unos boleros que ella cantó en español hace más de medio siglo.

 

 

 

 

Después encontré un disco completo en castellano, con muchos temas comerciales propios de la época, la de Palito Ortega y el Club del Clan, para que nos ubiquemos. Algunas versiones son no obstante de antología, sobre todo los boleros. Caminando, tal vez la vida nos vuelva a juntar, canta en uno de ellos.

 

 

 

 

Aparte de la calidad de la interpretación me impresiona su expresividad en la lengua. Llegué a imaginar que su padre o su madre hubieran sido españoles, como es el caso de la portuguesa Misia (para su desgracia musical, porque cada vez que canta un tango o un bolero en vez de un fado se empequeñece ante Amalia Rodrigues).  Nada de eso. Todo mérito propio de Mina.

Cuando canta en inglés me hace acordar la desmesura de Anita O'Day pero con más respaldo vocal.

Tenía el vago recuerdo de haberla escuchado alguna vez con Pantaleón. Lo busqué y allí estaba. Una cosa seria:

Además de la orquesta de la Radio Televisione Italiana, RAI, en el video alcanzo a divisar a los cuatro músicos que acompañaron a Pantaleón en el Quinteto Buenos Aires: el entonces barbudo Oscar López Ruiz en guitarra, Kicho Díaz en el bajo, Antonio Agri empuñando el violín, y  Osvaldo Tarantino al piano. 

Piazzolla luchó no menos de quince años contra el estigma de que lo suyo no era tango. Una vez que los idiotas se llamaron a silencio y el mundo musical entero se rindió, el cazador de tiburones se planteó otra meta: además de reconocido por su calidad quería ser popular.  Hizo un primer ensayo con la imponente Egle Martin, en Graciela Oscura, con letra de Ulysses Petit de Murat sobre la novela de Guy des Cars Una extraña ternura, que fue también el título del film, de 1964, dirigido por Daniel Tinayre.

 

 

 

 

Pero lo logró recién con la operita María de Buenos Aires, con Chiquilín de Bachín y con las baladas para mi muerte y para un loco, todxs de 1968 y con letra de Horacio Ferrer, cantadas por la amateur Amelita Baltar. El tango recuperó con él la popularidad que había tenido hasta la década de 1940.

Siempre que se cruza Pantaleón me engancho. Pero trato de volver a Mina.

Desde su primer disco, en 1960, todos entendieron qué clase de estrella había nacido. Su tema Tintarella di luna  tuvo tal impacto que Luchino Visconti la hizo sonar en Rocco y sus hermanos, una historia que arranca en el sur africano de aquella Italia y se desplaza con sus protagonistas hasta el norte industrial. Aun en ese formato comercial, con una melodía pegajosa, ya pudo mostrar su excepcionalidad. La letra habla de una piba de sus mismos veinte años que ignoraba el sol y andaba por los techos con los gatos para tomar baños de luna.

 

 

Que una artista soltera de 22 años mostrara su embarazo armó un gran escándalo en la Italia católica preconciliar, agravado cuando se supo que el padre era un hombre casado, el actor Corrado Pani. El tema sería parte del debate político tres años después, cuando se presentó por primera vez un proyecto de ley de divorcio. Pani llevaba años separado de su esposa, pero la ley no le permitía romper el vínculo.

Más tarde, Almodóvar incluyó sus canciones en tres de sus películas:  MatadorTacones lejanosDolor y gloria, y Antonioni en La Aventura y El Eclipse, protagonizadas por Mónica Vitti, otra ícona narigona de la nueva italianidad.

 

 

 

Pronto se desprendió del estilo urlatrice del rock a la italiana y abordó temas más complejos en lo musical y de una audacia cultural rupturista, como Il celo in una stanza, donde se animó a sugerir  cómo se sienten y qué hacen un hombre y una mujer en una habitación.

 

 

 

 

Y el estupor definitivo se produjo cuando, ya sin insinuaciones, cantó que Lo importante es acabar. Fijate la evolución en 15 años entre la vecinita de al lado de Tintarella di luna y la mujer fatal de L'importante è finire, con esos ojos excesivos y las capas de revoque de la época. Del tin-tin-tin de Tintarella di luna  al è-è-è-è de L'importante è finire. Popular siempre, pero cada vez con menos inhibiciones,  figura central del imaginario feminista.

 

 

 

 

A Sarah Vaughan le atribuyen haber dicho que si no tuviera la voz que tenía, le gustaría tener la de esa muchacha italiana, y a Louis Armstrong, que era la mejor cantante blanca del mundo.  No te puedo garantizar la exactitud de ambas citas, pero para estos casos se inventó la expresión si non e vero e ben trovato. Escuchá su versión del standard de Hoagy Carmichael, The Nearness of you, y decime cuántas equivalentes conocés.

El divorcio de Pani recién se legalizó en 1970, en cuanto la ley lo permitió. Pero acosada por la prensa que la seguía a sol y a sombra, Mina ya se había mudado a Suiza en busca de tranquilidad.  Desde allí volvía de tanto en tanto a Italia para los recitales que la colocaron en un podio compartido con Rita Pavone, Milva, Gigliola Cinquetti, Iva Zanicchi y Ornella Vanoni.

Pero tampoco soportó el asedio mediático en esas ocasiones y decidió retirarse también de los escenarios. Este fue su show de despedida, que eligió dar en Bussola de Marina di Pietrasanta, donde había debutado a los 18.

 

 

 

 

 

Desde entonces,  grabó un disco por año, siempre con gran repercusión, pero sin dejarse ver, lo cual dio lugar a mil especulaciones garbo-dietrichianas. En 2001 respondió con la filmación en vivo desde su estudio suizo mientras grababa un nuevo disco. Con una versatilidad poco común, incluye desde ópera hasta jazz en inglés.  El Oggi sono io del comienzo es un prodigio. Pará la oreja en el segundo tema: ella viene del Nord, cerca de la frontera con Suiza, pero lo canta en un dialecto que me sonó a napolitano. Busqué, y lo era. La escribió Domenico Modugno y dice:

Tu si' 'na cosa grande pe' mme
'Na cosa ca me fa nnammura'.

 

 

 

Sos una cosa grande que me enamora.

Lo podría haber dicho Pantaleón, que la miraba con los ojos brillantes cuando ella contó cuánto y desde cuándo lo admiraba.

A mi gusto, está mejor después de los 60 que en su juventud, con una fuerza que asombra. Un fenómeno que sólo se da con los más grandes, como Tony Bennett, que el mes pasado cumplió 94 y no afloja.

Mirá lo que hizo hace poco más de un año,  en el Festival de San Remo.

Bonus track: al final, entre los músicos presenta a Massimo Pani, el hijo extramatrimonial de aquel escándalo absurdo.

 

 

Esa enorme capacidad de reinvención de su propio personaje sólo es comparable al de otra genia, como Stefani Germanotta (aka) Lady Gaga.

Me gusta tanto que me cuesta poner el punto final.  A los 80 bien cumplidos y con pandemia  el mes pasado lanzó cuatro recopilaciones, tituladas Verano con vos. Este es el primero.

 

 

 

 

 

 

 

 

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