UNA ECONOMÍA DE ZOMBIES

Cada vez más grandes empresas de Estados Unidos no ganan ni para pagar los intereses de su deuda

 

Los conflictos entre ricos y pobres han adoptado distintas formas a lo largo del tiempo. Sin embargo, una de ellas: el enfrentamiento entre acreedores y deudores, persiste desde hace cinco mil años. En la Antigüedad, la dinámica del endeudamiento detonó insurrecciones populares y cambios políticos en distintas regiones de la Mesopotamia, de Grecia y del Imperio Romano. Transcurridos miles de años, esta dinámica permanece inalterable. Su impacto social y político, sin embargo, ha cambiado.

En los ciclos sucesivos de cambios entre oligarquías, aristocracias hereditarias, tiranías y democracias analizados por Aristóteles en la Grecia de 400 A.C., resuenan tanto las voces de los excluidos como las de las elites. Las insurrecciones lideradas por movimientos populistas pusieron oportunamente límites al endeudamiento de los sectores populares. Al mismo tiempo, tanto el endeudamiento como los movimientos populistas fueron utilizados en la Antigüedad por distintos sectores de las elites para acrecentar su cuota de poder, provocando rupturas y distorsiones tanto en la relación entre las elites, como en el tejido de la sociedad.

Así, y más allá de las características políticas y culturales de los distintas sociedades, desde muy temprano el endeudamiento y el populismo han estado insertados en una dinámica altamente conflictiva. Ello se explica por la violencia silenciosa de un endeudamiento que, al crecer exponencialmente, tiende a superar la capacidad de pago de los endeudados. La “magia” del interés compuesto produce una expoliación sistemática, característica intrínseca de la usura. Esta se define por una acumulación ilimitada de bienes o dinero en manos del acreedor que tiene como contrapartida la pauperización del deudor. Este tipo de relación social ha sido y sigue siendo brutalmente disruptiva tanto de las relaciones personales como del conjunto social. De ahí que cerca de 2.500 A.C., los gobernantes de la Mesopotamia instituyeran la practica de condonar periódicamente ciertas deudas consideradas excesivas, e impusieran limites a los intereses a cobrar y sanciones a su transgresión. Lo mismo ocurrió periódicamente en la Grecia Antigua y en el Imperio Romano.

Con el correr del tiempo, sin embargo, la usura se transformó en algo natural, y su violencia desapareció de la escena conviviendo con la existencia de movimientos de índole populista que, si bien arrancaban concesiones de los gobiernos de turno, no ponían en cuestión la dinámica que reproducía el endeudamiento ilimitado. Esto habría de cambiar a lo largo del siglo pasado. Las dos guerras mundiales abrieron el camino a la hegemonía norteamericana en el mundo occidental y a la creación de organizaciones internacionales que, como el FMI, impulsaron el endeudamiento con tasas de interés abusivas, capitalización de intereses y crecimiento exponencial de la deuda originalmente contraída. Esto derivó en un ciclo insostenible de endeudamiento nuevo para pagar deuda vieja en condiciones cada vez más leoninas. Así, el FMI impuso los intereses de los acreedores internacionales a los Estados Nación, lo cual redundó en un bloqueo del desarrollo industrial nacional y un enorme crecimiento de la pobreza y la desigualdad social en los países en desarrollo.

La expansión mundial del capitalismo monopólico global también tornó ilimitado el endeudamiento en las economías centrales, en un contexto global de creciente integración productiva y financiera mundial. Esta situación derivó en la crisis financiera internacional de 2008 y tuvo múltiples consecuencias, entre las que se destaca un enorme impulso a la concentración económica basado en un crecimiento ilimitado del endeudamiento publico y privado. Como contracara: creció la inequidad social y los sectores vulnerables se hundieron en el estancamiento progresivo de la producción y de los salarios, mientras no cesaba de crecer la deuda.

Hoy la brecha entre el crecimiento de la deuda y el de la economía es cada vez mayor en los países centrales, representando la deuda el 422% del PBI en tiempos de pandemia (iif.com noviembre 2020). Esto ocurre en una estructura social basada en la maximización del poder en todos los ordenes de la vida social y en un progresivo deterioro de la legitimidad de las instituciones democráticas. Mientras tanto, los medios de comunicación concentrados y las corporaciones tecnológicas que dominan las redes sociales impulsan un relato único que fragmenta los intereses de los sectores sociales en una miríada de intereses individuales y contrapuestos. Esto persigue el vaciamiento de contenido del populismo y el bloqueo a su capacidad para expresar la protesta social.

El problema universal de todos los tiempos: un crecimiento exponencial del volumen del endeudamiento que supera la capacidad de pago, está hoy a la vista y las demandas de los excluidos despiertan un incendio que no encuentra canales institucionales para expresarse. La ruptura de los monopolios, el fin del endeudamiento ilimitado y la búsqueda de nuevas formas de organización de los excluidos son algunos de los principales desafíos del momento actual

 

 

Endeudamiento y populismo en Estados Unidos

Desde la crisis financiera de 2008 el gobierno norteamericano y la Reserva Federal han inyectado mas de 38 billones (trillions) de dólares en la economía para activarla, sin embargo, el resultado ha sido magro: cada dólar de crecimiento económico requirió 12 dólares de inyección financiera. Desde 2009, el balance de la Reserva Federal creció mas de 438%, el S&P 500 (índice de capitalización de mercado de las acciones de las 500 corporaciones mas grandes) creció 199,94% y el PBI solo se incremento en un 21,24%. Así, durante todo el periodo la capacidad de la Reserva para estimular a la economía enfrentó serias limitaciones.

Esto sin embargo, no es nuevo. Durante las últimas décadas del siglo pasado la economía norteamericana requirió estímulos monetarios y endeudamiento creciente para mantener un ritmo de crecimiento económico cada vez más lento. El resultado ha sido un enorme endeudamiento publico y privado, que paradójicamente ha colocado a la Reserva Federal en una trampa. No puede activar la economía manipulando las tasas de interés pues arriesga provocar una implosión de la deuda. Solo le queda profundizar el endeudamiento en una espiral infinita.

La pandemia agudizó estos problemas. La Reserva intervino fuertemente para impedir una debacle financiera comprando, entre otros activos, bonos de las corporaciones. Esto, sin embargo, no reactivó la economía y potenció el endeudamiento privado. Durante la pandemia, el número de corporaciones zombies –que no ganan lo suficiente como para financiar los intereses de su deuda— aumentó un 50% en relación al nivel que tenia a fines de 2019. Hoy el 20% de las 3.000 corporaciones mas grandes son zombies y su deuda aumento casi un billón (trillions) de dólares desde que empezó la pandemia (bloomberg.com 17 11 2020).

Mientras tanto, continúan las denuncias de fraude electoral en una compleja batalla judicial que como dice JP Morgan presenta “el riesgo de convertirse en una historia de horror: crisis constitucional el 6 de enero” (zerohedge.com 19 11 2020). Si bien Biden recibió el voto popular más grande de la historia, su candidatura no tuvo el impacto que se esperaba y los demócratas podrían llegar a tener la mayoría más estrecha en el Congreso, de los últimos 20 años (abcnews.com 4 11 2020). Biden ha empezado a definir la orientación de su próximo gabinete eligiendo a figuras ligadas a grandes intereses corporativos y financieros, muy criticadas por los sectores progresistas del partido demócrata (theintercept.com 11 11 2020; theguardian.com 19 11 2020). La ruptura entre estos y una dirección tradicional demócrata amenaza con agudizarse en los próximos meses. Esta dirección partidaria, enfeudada a los “nuevos demócratas” de Clinton asociados a las finanzas, a las corporaciones tecnológicas y a un núcleo importante de influyentes republicanos neoconservadores, se aleja cada vez mas de la base obrera tradicional del partido. El apoyo a la propuesta 22 (proposition 22) en California, que define a los trabajadores de Uber como contratistas y les impide acceder a las leyes laborales del Estado, es solo un ejemplo de este viraje de la dirección demócrata.

El sector del trabajo hoy está en disputa. Una gran proporción se suma a un fenómeno nuevo: el “precariado” (precariat) constituido por aquellos que han sido afectados por la desindustrialización, la robotización de la economía, el desempleo, los trabajos “basura” (junk), los recortes de beneficios sociales y otras políticas neoliberales aplicadas desde la era Clinton. La situación precaria atraviesa a grupos diversos segmentados según etnia, sexo, edad, lugar de trabajo e incluso región. Su común denominador es una enorme inestabilidad laboral, endeudamiento, carencia de seguro médico y de otros beneficios sociales. Ha sido muy castigado por la pandemia y la recesión económica y atraído en parte por un Trump violentamente enfrentado al establishment, los medios de comunicación y los organismos de inteligencia. Trump rechaza los cierres por la pandemia, y reclama reactivación económica y seguridad. Así ha obtenido éxitos inesperados en bastiones de votantes demócratas, lo cual ha contribuido a reunir un voto popular que históricamente es el segundo en importancia (Brookings.edu 11 11 2020). Además ha reconstituido al partido Republicano y apela a las bases populares de un partido Demócrata cada vez mas dividido.

Se inicia así una batalla por ganar o silenciar la voz de los excluidos, en un contexto donde la usura y la crisis de legitimidad política aparecen expuestas a la luz del día

 

 

Endeudamiento y monopolios

Esta semana las masivas movilizaciones callejeras lideradas por los movimientos sociales y reforzadas por los militantes del FdT y del gremio camionero en apoyo al día de la militancia, al proyecto de aporte solidario de las grandes fortunas y a la presentación del proyecto de ley del aborto, han insuflado un nuevo aire al gobierno. A esto se suma la perspectiva de una próxima vacuna contra el Covid-19 y la presentación del Plan Integral de Desarrollo Humano promovido por algunos movimientos sociales, camioneros y otros sindicatos, junto con representantes de la Iglesia. El plan sintetiza las demandas de algunos de los actores amenazados por la crisis actual y por un futuro de robotización económica cada vez más cercano.

Otro hecho importante fue la dura carta enviada por el bloque de Senadores del FdT al FMI, donde se lo responsabiliza por haber desembolsado el crédito mas grande de su historia persiguiendo fines políticos y violando sus estatutos. Esto, según los senadores, derivó en un enorme endeudamiento insostenible. A la luz de todo esto el FMI no debería imponer condiciones a las políticas del país y debería aliviar los intereses y los plazos, y otorgar décadas para la amortización. Uno de los técnicos del FMI reconoció que la carta “estuvo en lo correcto”, pero la política del FMI no es decidida por el personal técnico. Mientras tanto, este reclama un mayor ajuste fiscal para el año que viene y mayor financiación con deuda en lugar de emisión.

El “mercado” aprueba estas exigencias, reforzadas por la calificadora de riesgo Moody's. Esta sostiene que, si bien “el ajuste ya empezó” cuando el gobierno desenganchó las jubilaciones de la evolución de la inflación, “la deuda argentina no se va a pagar con superávit comercial sino con más deuda, como se ha hecho históricamente… La Argentina puede crecer a largo plazo al 2% anual, que para las necesidades argentinas es bajo”. Por eso, el riesgo país sigue en alza a pesar de la última reestructuración de deuda y hay “crisis de confianza” en los mercados, que exigen un plan con consenso de la oposición. Señaló además, que la Argentina es “un caso único” donde la devaluación termina afectando a la inflación, y que a pesar del precio de la soja “con una brecha tan alta habrá incentivos a no traer los dólares con los conocidos problemas de subfacturación y sobrefacturación” (lpo.com 19 11 2020 infobae.com 20 11 2020).

Aterrizo así en el nudo del dilema actual. Mientras el BCRA agota sus reservas a un ritmo de casi 1.000 millones de dólares en lo que va del mes y el gobierno pesifica bonos en dólares de la ANSES y de otros organismos para controlar el tipo de cambio, los exportadores y grandes productores retienen divisas y cosechas mientras especulan para limitar “el daño” cambiario. Mientras tanto las grandes corporaciones empiezan a desabastecer al mercado interno y a aumentar sus precios especialmente en la alimentación y la construcción (sectores que no tienen insumos dolarizados), saboteando así la política de reactivar la economía a través de la obra pública y la expansión del consumo popular.

 

 

 

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