Una dieta con menos sapos
Las organizaciones de trabajadores se alinean en la largada de la reconstrucción y se aprestan a refundar la Argentina
La decisión de la CTA de avanzar a la unidad con la CGT sigue produciendo círculos concéntricos, como la piedra arrojada al estanque. La resolución abrió un debate en las antípodas de la especulación coyuntural. Asumiendo una necesidad histórica a tono con los tiempos, la CTA renunció a escuchar el canto de las sirenas y optó por la búsqueda política de una posición extrema propia de la madurez.
La reacción de los sectores más conservadores de la CGT no se hizo esperar. Al mejor estilo de los custodios de la fe, comenzaron a levantar un pliego de condiciones que más se parece a la búsqueda de una capitulación que a una paritaria de unidad orgánica. Los equipos de Organización del moyanismo, la Corriente y la CTA, después de cuatro años de unidad en las calles, festejaron la Unidad. Y ya sueñan con cambiar la historia desde adentro de la CGT. Son los primeros escarceos de un proceso para enfrentar la etapa que ya se abrió y será una realidad tras el escrutinio del próximo 27 de octubre.
El objetivo indiscutible es sacar a Cambiemos del gobierno con una elección tan contundente como las movilizaciones que se llevaron puesta su legitimidad, demostrando que el poder de bloqueo social no tiene fecha de vencimiento en la Argentina. El agotamiento del alternativismo pensado por los pactistas de Olivos es un hecho. La opción radical cayó fulminada por el rayo neoliberal. Aún a través del cuentagotas informativo, la “muerte cerebral” del gobierno de Lenin Moreno en Ecuador pone las recetas del FMI en el centro de la escena y cualquier ajuste en la mirada de todos.
Para empezar a discutir un nuevo contrato social, la Argentina necesita generar empleo y trabajo productivo, aunque con un crecimiento económico que no beneficie al sector financiero, las actividades extractivas o al complejo sojero, que no significan desarrollo social. “Tenemos que construir el interlocutor que pueda representar de manera incuestionable al movimiento obrero. Necesitamos una CGT más fuerte y unida para el tiempo que viene, en el que nuestro protagonismo va a ser político, en la discusión de un proyecto de país”, sintetizó Hugo Yasky.
La socióloga y cientista social Paula Abal Medina, en su nota para el sitio La Nación Trabajadora, avisa de la existencia de “un runrún de fondo que precipitadamente empieza a cuestionar por izquierda, y por la disputa en la que el triunfo de Alberto Fernández es reapropiado por sectores más amplios (diríamos por derecha)”. El camino hacia “una CGT inmensa” es el más estratégico en el país que Macri gobierna. La CTA ha tenido un sesgo más clasista y autonomista, heredero de tradiciones diversas. La CGT sigue siendo hija de un hecho maldito que nutre su poder: el lugar que pensó Perón para la clase obrera, la columna vertebral a condición de su renuncia al clasismo. Entusiasma imaginar la conmoción que podrían producir medio millón de maestras y maestros de CTERA en la CGT. El sindicalismo de guardapolvo tiene la huella del país policlasista. Advierte Abal Medina que “la unidad necesita el acuerdo de la otra parte, lo sabe bien el Gringo Castro, el secretario general de la CTEP, porque solicitó en ese carácter, en junio de 2018, el ingreso de la CTEP a la CGT y aún no tuvo respuesta. En esa representación esperan alrededor de cinco millones de nuevos afiliados”. Los "Cayetanos" (CTEP, Barrios de Pie, CCC) volverán a la carga con su pedido para ingresar a la Central Obrera.
En su carácter de contrera refunfuñante, el capo gastronómico Luis Barrionuevo le envió un mensaje al candidato por el FDT, Alberto Fernández, por el futuro de la CGT. “No admitimos bajo ningún punto de vista el dedo de ningún candidato a Presidente o a lo que sea que venga a decirnos a nosotros quién va a conducir la CGT”. Aún los hombres más opacos emiten algún resplandor que permite vislumbrar la verdad de sus ideales. En diálogo con Radio Mitre, el viejo carcamán que propuso no robar por dos años envió también un mensaje a Hugo Moyano, a quien le recriminó el alejamiento de la central obrera, haciendo alarde de una propia pertenencia tan invisible como rupturista. Barrionuevo se acercó a la verdad solo cuando dijo que la CGT tiene más fuerza que “cualquiera que quiera salir por afuera del plato” de la entidad.
Según el periodista Mariano Martín, “la pulseada de fondo pasa por la incidencia que un eventual regreso de la CTA a la CGT tendría en sus órganos de decisión y de administración. El volumen de afiliados de la CTERA es sólo comparable con los cerca de 400.000 que tiene la UOCRA, el segundo sindicato en importancia por ese ítem detrás de Comercio, que cuenta con alrededor de un millón. En términos de reparto de poder en la CGT, mientras el gremio mercantil suma 188 congresales en condiciones de votar en agosto, la UOCRA acumula 128, un número que también debería asignársele a la confederación de docentes”.
En la masa crítica del pueblo pobre crece la necesidad de aquellos que están por debajo de la línea de pobreza. Muchos tienen la espada de Damocles de la indigencia sobre la mesa familiar o han sido expulsados por el macrismo a vivir en situación de calle. Ellos tienen la esperanza urgente de que el proyecto de les Fernández arranque de entrada, no pueden esperar ni un día más. En el seno del movimiento obrero crece la expectativa de que se recupere el poder adquisitivo de los salarios y que gane presencia el protagonismo social de los trabajadores, sin la siniestra advocación a la pérdida de conquistas que supondría una reforma laboral aún solapada, de hecho, convenio por convenio, y con la desocupación en la puerta de entrada al paraíso del trabajo digno.
El periodista Tití Fernández (a través de sus abogados) consiguió que declararan inconstitucional el DNU de Mauricio Macri sobre indemnizaciones de las ART. El juez Alejandro Segura del juzgado 41 del fuero laboral, falló ante una presentación realizada por el periodista a causa de la indemnización por accidente de trabajo por problemas coronarios, de alta presión y de estrés postraumático después de la cobertura del Mundial de Brasil, en 2014, durante el cual además falleció su hija en un accidente automovilístico. El popular Titi se alegró “por lo que significa el fallo para mucha gente muy necesitada.”
La decadencia de las automotrices continúa al mando de las malas noticias y los cierres de empresas, despidos y suspensiones llevan terror a las familias trabajadoras en este final de obra del capitalismo salvaje. Con nostalgia, asistimos al cierre de la fábrica Bombucha (la de las bombitas para jugar al carnaval) y sus trabajadores permanecen en la planta. La empresa de San Luis adeuda salarios, aguinaldos, aportes jubilatorios, ART a sus 65 empleados, a quienes había suspendido hace unos días. La gigante Arcor adelanta vacaciones a todos los empleados del país en acuerdo con el Sindicato de la Alimentación (STIA) con la excusa de que la crisis del país afecta a la industria de los caramelos y promete además evitar despidos aunque no lo garantizan. La planta de motos de Zanella llenó de policía el predio de Caseros para anunciar el despido de 65 trabajadores, que son todo su personal. Ya adeuda dos meses de sueldo y solo zafaron gerentes y administrativos.
Una gran victoria de todos los que lucharon por la libertad de Daniel Ruiz se consiguió esta semana. La liberación de presos políticos bajo prisión preventiva llega a su fin. Daniel, un obrero del petróleo y militante del PSTU (Partido Socialista de los Trabajadores Unificado), asume que su encarcelamiento fue político. “Soy de izquierda y gremialista” había declarado estando preso. Fue una excarcelación express, los jueces la firmaron a las 18 y a las 19 los guardias abrían el portón de Marcos Paz, sus compañeros de militancia no llegaron a tiempo, así que el ex preso político se tomó el colectivo. “Me estoy adaptando de a poco a la libertad. El encierro a uno lo intimida, pero ya vamos agarrando confianza. Es impresionante el nivel de aumento de precios, mejor seguir adentro”, bromeó Ruiz. “Los trece meses que estuve preso no me los va a devolver nadie”. Estuvo en Marcos Paz imputado por supuestas lesiones a un policía durante la represión de diciembre de 2017, en la manifestación contra la reforma previsional.
En la puerta del Centro Cultural Kirchner, frente a las oficinas del Sistema de Medios Públicos de Hernán Lombardi, el SIPREBA presentó un proyecto para la recuperación de los medios públicos destruidos por la gestión macrista. Bajo el lema “Medios Públicos Federales y Plurales. Para garantizar el derecho a la información de toda la ciudadanía” y con la presencia de legisladores e integrantes de las representaciones gremiales de la TV Pública, Radio Nacional y Télam, se dio inicio a un debate sobre la futura política de comunicación. Hablaron Mariana Fossati de Radio Nacional, Gerónimo Rojas de Télam, Agustín Lecchi de Canal 7 (todos de prensa) y Christian Stauffacher del SATSAID (televisión). Luego fue el turno del senador Alfredo Luenzo (Chubut Somos Todos) y el diputado Pablo Carro (FpV, Córdoba), de las comisiones de libertad de expresión de ambas cámaras. El cierre estuvo a cargo de Carla Gaudensi, secretaria general electa de la Federación de Trabajadores de Prensa (FATPREN), que integra la CGT.
Tras la extrema resistencia a la ofensiva de medios y funcionarios, el SIPREBA de la madurez aparece como un sindicato que lucha y también propone. Los periodistas llevaron el duro revés para Hernán Lombardi a las barbas de su propio feudo. El devenido agitador de los actos diarios del Presidente debió rumiar el evento junto con la noticia de que la justicia sobreseyó a los 25 trabajadores de Télam con acusaciones penales. Fueron rechazadas todas las imputaciones promovidas por el funcionariato macrista a partir del conflicto gremial causado por los primeros despidos.
Lo que viene es otra vez un movimiento con muchas facetas y vocación de ruptura con el pasado reciente, bajo la conducción de la élite política formada por gobernadores, intendentes y el Partido Justicialista. Como en aquel lejano 2003 con Néstor Kirchner, las organizaciones sociales, feministas y autonomistas de izquierda, nacionalistas variopintos, sindicalistas de diversos matices e incluso organismos de derechos humanos se aprestan a dar su bendición (incluso la Iglesia Católica lo hace) como garantes tardíos sin mando de tropa propia sobre una masa electoral más allá de acuerdos tácticos, a veces programáticos y en pocos casos estratégicos. Todos se alinean en la largada de la reconstrucción y se aprestan a refundar la Argentina desde los despojos neoliberales. A cargo del derecho de admisión a la coalición de Alberto y Cristina en la etapa preelectoral, están los votantes. No hay columna vertebral, no hay institucionalización prevista. No hay límites ni balances de lo actuado más allá del caudal de votos, aunque cierto pasado de lucha contra el neoliberalismo garantiza menos “sapos por tragar” y mayores simpatías.
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