Un solo 17 de octubre
El desfile interminable del Día de la Lealtad debería comprometer al gobierno a corregir el rumbo
Los últimos 17 y 18 de octubre miles de corazones peronistas hicieron palpitar a la vieja capital unitaria. La Ciudad de Buenos Aires volvió como en aquel 17 de octubre de 1945 a ser invadida por el “subsuelo de la patria sublevado” o por “el cimiento básico de la Nación”, según nos dijera Raúl Scalabrini Ortiz.
Sin embargo, fue la enorme movilización del día 18 la que tuvo un tono físico y político más cercano al 17 de octubre original. Así, pudo verse a un peronismo sindical que recupero la movilización y las calles, donde las organizaciones obreras con la CGT a la cabeza y los movimientos sociales fueron los protagonistas.
Un dato sobresaliente fue que en esta manifestación no hubo oradores, lo que permitió que el protagonismo lo pusiera la multitud de trabajadorxs encolumnadxs para homenajear a Juan Domingo Perón y a su vez reclamar a la coalición gobernante por Unidad, Desarrollo, Trabajo y Producción.
El 17 de octubre fue y es un acto de liberación nacional. Un momento en que la “barbarie” con sello nacional y popular ocupa el centro del escenario político para disgusto de la “patria conservadora y civilizada”.
La respuesta del movimiento obrero, los movimientos sociales y los sectores políticos que acompañaron la marcha debería comprometer al gobierno nacional para la puesta en marcha de un acuerdo entre los protagonistas del mundo del trabajo y la producción. El mismo deberá favorecer claramente a los sectores populares, por ser estos quienes más sufrieron las consecuencias de la pandemia y del modelo político y económico de endeudamiento y fuga de capitales implementado por el neoliberalismo en el período 2015/2019.
El Frente de Todos deberá apuntar a un modelo industrial de país para terminar con el viejo “pacto oligárquico”, aquel que decidió hacia finales del siglo XIX y en complicidad con la dirigencia política de entonces endeudarse con el capital extranjero y renunciar para siempre a cualquier modelo de desarrollo económico industrial y autónomo. El mismo modelo que, puesto posteriormente en marcha por Perón en 1945 y por Néstor y Cristina Fernández de Kirchner en 2003, en diferentes contextos, les terminara costando la continuidad de sus respectivos gobiernos.
Aquel pacto sigue vigente. Se trata actualmente de una oligarquía que, en otro contexto, con otros actores, formatos y herramientas –como los poderes judicial y mediático– apunta a idénticas prioridades, como fueron el orden y el progreso en los tiempos del primer Estado Nacional. La primera de estas prioridades, en esta oportunidad, aspira a un nuevo orden laboral que ponga fin a todos los beneficios sociales y económicos de los trabajadores para imponer luego un “progreso” consistente en el aumento de los privilegios de los sectores concentrados del poder, la profundización de las desigualdades en la estructura social Argentina y la garantía de dominación. He ahí las claves del nuevo pacto oligárquico.
La oligarquía actual constituye, junto a los sectores políticos de la oposición en la Argentina, la delegación local de un sistema mundial neocolonial, racista, patriarcal, meritocrático y explotador, que tiene como sustento al capital financiero y propone la centralidad del mercado como árbitro de la vida nacional y cotidiana. Este sistema gobierna el mundo en la actualidad y se llama neoliberalismo.
Enfrentar este tipo de hegemonías desde economías subsidiarias como la argentina implica la celeridad en la toma de decisiones que pasan inevitablemente por la liberación nacional.
Esta requiere de la puesta en marcha de un proceso emancipador en todos los frentes: la economía, la política, la cultura, la comunicación y principalmente la educación, por ser la responsable de la formación de las futuras clases dirigentes. Estas serán factores clave para proseguir con la “batalla cultural” desde el pensamiento crítico, las perspectivas políticas, ético-jurídicas, y también epistemológicas. Es el momento de aprehender a pensarnos y aceptarnos desde el nosotros y no desde el lugar de otros, a escribirnos desde nuestras vastas realidades y cartografías multiculturales, de conocernos más y avanzar en la integración con los países de América Latina. Resulta imprescindible explorar las opciones políticas que nos propone la comunidad de naciones, de un subcontinente castigado desde el mismo momento en que los europeos pusieron el pie en América.
De allí que el desfile interminable del 17 y 18 de octubre pasado tuviera un fuerte contenido político, social y cultural. Fueron claras expresiones como para asumir una dirección diferente, para que el gobierno corrija el rumbo, porque además dicho pedido viene acompañado del apoyo al Presidente y su gobierno, que las multitudes que se expresaron en ambos días han puesto de manifiesto.
El 17 de octubre de 1945 constituyó en sí mismo un mensaje revolucionario anunciado y protagonizado por lxs trabajadorxs argentinxs. Resulta imprescindible entender que los festejos de 2021, aunque en diferentes días, conformaron un solo 17 de octubre en el que el peronismo, acompañado por quienes quisieron hacerlo, tuvo la capacidad de recuperar su propia simbología, convocando a la movilización y a la presencia de la militancia en las calles, factores históricos y vigentes de cambio que la pandemia impedía poner en funcionamiento y que en adelante, y paralelamente al necesario manejo inteligente de las redes sociales, serán pilares para la victoria.
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