Un poco de justicia
Confirman condena de tres represores por secuestros de la hija y yerno de la vicepresidenta de Abuelas
La Cámara de Casación Federal confirmó la sentencia contra los responsables de los secuestros y torturas de la hija y del yerno de la vicepresidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Rosa Roisinblit. Uno de los condenados es el brigadier Omar Domingo Rubens Graffigna, uno de los dos integrantes de las Juntas Militares que siguen vivos.
La condena había sido dictada el 8 de septiembre de 2016 por el Tribunal Oral Federal (TOF) 5 de San Martín. Graffigna fue condenado a 25 años de prisión – que cumple en la modalidad de arresto domiciliario. La misma pena recibió Luis Tomás Trillo, responsable del centro clandestino donde estuvieron cautivos Patricia Roisinblit y José Pérez Rojo. A Francisco Gómez, personal de esa dependencia de la aeronáutica, le dieron doce años de prisión. Gómez ya había sido condenado en 2005 por la apropiación del bebé de la pareja, Guillermo Fernando.
El viernes último, la Sala I de la Casación –integrada por los jueces Diego Barroetaveña, Daniel Petrone y la jueza Ana Figueroa– rechazó los recursos presentados por las defensas y convalidó la decisión del TOF.
Las víctimas
José y Patricia militaban en la columna oeste de Montoneros. Junto con un amigo, José había montado una juguetería y cotillón en la galería Saint George de Martínez. De allí se los llevaron el 6 de octubre de 1978 un grupo de hombres de la Regional de Inteligencia de Buenos Aires (RIBA).
La caravana siguió hasta el departamento de la calle Gurruchaga donde vivía la pareja con su hijita de quince meses, Mariana. Secuestraron a Patricia, que estaba embarazada de ocho meses, y a la nena la dejaron en la casa de unos familiares.
A Patricia la tuvieron secuestrada en una habitación en la planta superior de la dependencia de la RIBA, ubicada en Morón. José estaba abajo. Ella podía escuchar cómo lo atormentaban. La sacaron un par de veces a caminar por un patio, con los ojos vendados, para que tomara un poco de sol. Gómez le confesó a Guillermo que él lo hacía y que incluso cuando no lo veían le había dado huevo y leche. En el juicio, negó haber tenido algo que ver con la custodia de la chica secuestrada.
Cuando estaba a punto de parir, trasladaron a Patricia a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). El 15 de noviembre de 1978 dio a luz a un bebé, a quien llamó Rodolfo Fernando. El médico naval Jorge Luis Magnacco participó del parto. A Patricia la asistieron dos secuestradas, Amalia Larralde y Sara Solarz de Osatinsky. En la ESMA también la vieron Miriam Lewin, Ana María Martí y Nilda Actis.
Después del parto, Patricia les dijo a sus compañeras de cautiverio en la ESMA que quería que la volvieran a llevar con José. Algunas de ellas les pidieron a los marinos que la dejaran allí y que trajeran a su marido, pero uno de los represores les contestó que “pertenecían a otra fuerza”.
La búsqueda
Rosa recibió dos llamados después del secuestro de Patricia desde la RIBA. El primero fue unos diez días después de que se llevaran a su hija y a su yerno. Ahí puedo hablar con Patricia. Uno de los represores tomó el teléfono y le dijo que la iban a tener detenida entre seis meses y un año. No tenían nada grave contra ella, le aclaró. También le recomendó que fuera preparando el ajuar para cuando naciera el bebé porque se lo iban a dar.
En el segundo llamado, ya no le permitieron hablar con Patricia. Le dijeron que ella quería saber si estaba todo bien con las vacunas de Mariana.
Rosa se abocó a la búsqueda del bebé de Patricia; su consuegra, Argentina, a cuidar a Mariana.
En abril de 2000, una mujer se comunicó un par de veces con la sede de Abuelas para denunciar que Gómez tenía al hijo de una desaparecida, estudiante de Medicina. Uno de esos llamados lo tomó Mariana, quien colaboraba activamente con Abuelas para entonces. Fue ella la que fue a ver a Guillermo al lugar donde trabajaba.
Los resultados de los análisis de ADN llegaron desde Estados Unidos el 2 de junio de ese año. Guillermo era el hijo de Patricia y de José; el hermano de Mariana; el nieto de Argentina y Rosa.
Los responsables
A Gómez y a su esposa Teodora Jofré los juzgaron en 2005 por la apropiación. En el juicio de 2016, examinaron su responsabilidad criminal en tanto personal de la RIBA. Él siempre insistió que era un empleado de maestranza, ajeno a las detenciones, secuestros y torturas.
Pero fue el testimonio de un compañero de armas lo que demolió esa estrategia, como hicieron notar los jueces de la Casación. Julio César Leston dijo que recordaba haber visto a Patricia allí detenida, además agregó: “Dentro de la Regional nadie desconocía nada de lo que sucedía con los detenidos. El lugar era muy chico y estábamos todos juntos las 24 horas prácticamente”.
La RIBA operó como un centro clandestino al menos entre 1976 y 1978, según reconstruyó el juez Daniel Rafecas – a cargo de la instrucción de la causa. Funcionó en una casona, ubicada en la calle San Martín de Morón. La subzona del Oeste del Gran Buenos Aires había quedado en manos de la Fuerza Aérea en junio de 1976 por un acuerdo con el Ejército. La RIBA era, según dice la sentencia, el último eslabón de la cadena de mandos de esa fuerza.
Mientras Patricia y José estuvieron secuestrados, Trillo era su máximo jerarca. Había quedado a cargo después de que a su antecesor, Oscar Sende, le diera un infarto durante el Mundial de Fútbol, que se jugó en la Argentina en junio de 1978.
Para entonces, Graffigna era jefe del Estado Mayor General de la Fuerza Aérea. Entre 1979 y 1981 integró la segunda Junta Militar. Salió absuelto en el Juicio a las Juntas. Su primera sentencia fue por esta causa, a la que luego se le sumó otra a quince años por hechos sucedidos en el centro clandestino conocido como Virrey Cevallos, un enclave de la Fuerza Aérea en la Ciudad de Buenos Aires.
La confirmación de la sentencia RIBA –que fue celebrada por Abuelas– se conoció poco más de un mes después de que Rosa cumpliera 100 años y fuera homenajeada por el Senado de la Nación.
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