Un mosaico de problemas
Laberinto de conflictos históricos, disputas territoriales y crisis políticas en Filipinas
“Y en los postes del hambre viá cortar el alambre
Pa' que naides se sienta acorrala'o”
José Larralde
En Filipinas es común llamar a los musulmanes “moros”, una palabra despectiva utilizada por los ibéricos desde la época de la reconquista de la península a finales del siglo XV. Luego de que esta región (incluyendo el sur de la actual España) fuera islamizada, siguieron utilizando la palabra “moro” con una connotación racista. Desde finales de 1960 se desarrolla en el país asiático un conflicto conocido como “guerra mora”: la lucha de la mayoría musulmana del sur por independizarse del país, de amplia mayoría cristiana. La presencia del cristianismo y del Islam complejiza la situación de un laberinto insular de más de siete mil islas.
Un argentino nacido en Francia
El proceso independentista en América llegó a oídos de los criollos filipinos que querían emanciparse de España. Los deseos iban de la mano con personajes que buscaban la libertad, pero para enriquecerse. Hipólito Bouchard llegará en la fragata “La Argentina” para sitiar Manila, capital de la Real Compañía de Filipinas en las Indias Españolas, y hacerse del comercio español en la región a través de la captura de barcos, una forma muy eficaz de obtener botines y luchar por la emancipación. La idea, en realidad, no era liberar Filipinas, sólo embalsar el puerto. El sitio de Manila terminó con un “triunfo de la Provincias Unidas del Río de la Plata” junto a la captura de varios barcos españoles. No obstante la ingente espuma marina revuelta por Bouchard y sus andanzas, Filipinas continuará siendo territorio español hasta finales del siglo XIX.
Estocada final al torero y arribo del cowboy
Para finales del siglo XIX, España estaba en decadencia. Por la misma época existía en Filipinas una logia llamada Katipunan, que le da forma a las ideas emancipadoras a través de la figura de Andrés Bonifacio. A pesar del fracaso de un intento de rebelión desatado en 1896, el proceso estaba en marcha. Es así que cuando –en la batalla de Manila– Estados Unidos vence a España, Filipinas aprovecha para declarar su independencia. Pero la potencia del norte americano tenía otros planes. Estados Unidos, en plena expansión capitalista y fuera de la sintonía europea del reparto africano, buscaba marcar la cancha en los “patios traseros”. Un tiempo después estalló la guerra entre Filipinas y las fuerzas de ocupación de Estados Unidos. El resultado fue que la naciente potencia se quedaba con el archipiélago como Estado Libre Asociado, algo similar a la actualidad de Puerto Rico.
Filipinas y la Segunda Guerra
La expansión japonesa llegó a Filipinas, que aprovechó para declarar la segunda república. Sin embargo, la derrota japonesa la dejó sin efecto. Estados Unidos, campeón de la guerra y temeroso del avance del comunismo hacia oriente, decidió crear a su imagen y semejanza “Estados tapones” para su lucha fría. Japón es un ejemplo de esto. Filipinas también consiguió su independencia bajo el auspicio de Estados Unidos en 1946. Nació así la tercera república ¡el 4 de julio! La política filipina estará marcada por una fuerte oscilación entre los dos únicos partidos, el liberal y el nacionalista. Esto llevará a un fuerte relegamiento de minorías, como los casi veinte grupos étnicos originarios del sur del país y los musulmanes, principalmente en las islas del Mar de Joló y la isla de Mindanao, donde se encuentra más del 60% de la población islámica.
Llegó carta de la Guerra Fría
Con el final de la Segunda Guerra, los antiguos aliados pasaron a ser enemigos. La bipolaridad marcará el pulso de las siguientes tres décadas. Filipinas optó por ser un aliado cautivo de Estados Unidos, a pesar del fuerte sentimiento antiestadounidense y la presencia de bases militares. Sin embargo, el clima ideológico de los gobiernos fue cada vez más anticomunista. Con todo, una coalición liberal-progresista llevará en 1961 a la presidencia a Diosdado Macapagal. En 1963 se pronunció una mala palabra en Filipinas que cruzó el Pacífico: “reforma agraria”. Esto marca el comienzo de una figura central en la política filipina: Ferdinand Marcos, elegido Presidente en 1965. Marcos, del Partido Nacionalista, será el típico autócrata represivo que se querrá perpetuar en el poder luego de ganar nuevamente las elecciones en 1969, coronando su segundo mandato con un autogolpe. A pesar de despertar ciertas simpatías en sectores conservadores del pueblo, su figura se fue deteriorando.
A fines de los ‘60 y principios de los ‘70 surgieron dos grupos rebeldes de distinto tinte: el Nuevo Ejército del Pueblo, de tendencia marxista-maoísta, y el Frente Moro de Liberación Nacional, de corte islámico, que reclamaba la independencia de Filipinas. Los grupos étnicos del sur, desplazados tanto por el cristianismo como por el islam, también volcaron su queja al contexto.
Reloj, no marques las horas: el final de Marcos
La creciente oposición a la dictadura de Marcos hizo que decidiera llamar a elecciones en 1981, en las cuales ganó por amplia mayoría frente a una oposición ausente, tras el boicot del proceso eleccionario. En 1983, tras el asesinato del líder opositor Benigno Aquino Jr., la presión sobre Marcos tuvo su momento más álgido.
De este modo, se llamó a elecciones para principios de 1986. El primer candidato en presentarse fue el propio Ferdinand Marcos. Del otro lado estaban las Organizaciones Democráticas de Nacionalistas Unidos (UNIDO, por sus siglas en inglés), donde se encontraba la viuda del asesinado Benigno Aquino Jr., Corazón Aquino. Las elecciones las volvió a ganar Marcos, aunque con poco margen y dudas de fraude. De este modo, y en un contexto de multitudinarias manifestaciones de resistencia civil no violenta, Marcos decide huir tras la Revolución Amarilla, en donde al movimiento civil de resistencia no violenta se le sumó una parte del ejército filipino, descontento con la dictadura. Corazón Aquino se convirtió entonces en la Presidenta de Filipinas.
La dura reconstrucción de la Filipinas pos-marquista
Aquino recibió un país con altísimos niveles de pobreza, producto de una política económica basada solo en la ruralidad. Sumado a esto, podemos mencionar la presencia de bases estadounidenses en territorio filipino, extorsionando a la Presidenta con cortar el flujo de los préstamos si se divisaba en su gobierno algún atisbo de “políticas socialistas”. En 1984 surgirá un nuevo grupo armado, el Frente Nacional de Liberación Mora. Con la llegada de una democracia más transparente, las organizaciones armadas no depusieron las armas porque sus demandas seguían latentes: el separatismo meridional islámico de un lado y la construcción de un sistema a imagen y semejanza de la China comunista, por otro.
El enemigo de mi ex amigo es mi amigo
Con el final de la Guerra Fría, el comunismo ya no era el enemigo a vencer y ese espacio vacío lo ocupó el islam. En los años ‘90 comienzan a traccionar dos fenómenos ligados al islam sunnita: el salafismo y el wahabismo, que llevarán adelante el antiguo concepto de Guerra Santa a extremos desconocidos hasta ese momento. Personajes moldeados en los años de Guerra Fría por Estados Unidos para combatir a la URSS o al Irán de Jomeini, pasarán de ser aliados de la CIA a enemigos del “mundo libre”, como el saudí Osama Bin Laden y el iraquí Sadam Husein. El surgimiento de grupos yihadistas radicales será un fenómeno que complejiza aún más la realidad filipina. Así nace el grupo Abu Sayyaf que, como toda organización wahabita, busca la creación de un territorio transnacional de corte islámico basado en la implementación de la “sharía” (ley islámica).
A mediados de los ‘90, el Frente Moro de Liberación Nacional firma un acuerdo de paz, obteniendo una autonomía más real para el colectivo musulmán del sur. Pero este alto el fuego fue sorteado varias veces a partir del siglo XXI debido a que en el sur de Filipinas viven también cristianos, además de 18 grupos originarios. Por esta razón la violencia no cesó: los grupos armados buscaron más soberanía y el gobierno de Filipinas no quiso perder el control de la región meridional. Por su parte, el Frente Islámico de Liberación Mora llegó a un acuerdo de paz recién en 2012.
Siglo XXI, cambalache
Con el nuevo siglo, el yihadismo en Filipinas tenía su correlato en Abu Sayyaf. Su lucha radica en el sur del país y la demanda principal es la independencia total de la llamada Provincia del Moro, en donde se encuentra la región de Joló, muy emblemática para el islam porque fue sede del Sultanato de Joló en el siglo XV. En 2004, Abu Sayyaf llevó adelante el peor atentado en la historia de Filipinas con un saldo de casi 120 personas muertas.
Por su parte, el grupo maoísta Nuevo Ejército del Pueblo sigue activo, pero sus espacios de acción están ubicados fundamentalmente en el centro norte del país. Cabe destacar que el NEP no se centra sólo contra el gobierno filipino y Estados Unidos, sino también contra Abu Sayyaf a través de algunas células que actúan en el sur del país. Actualmente el NEP agregó a su ideario marxista-leninista-maoísta la cuestión ambiental, criticando, paradójicamente, los intereses chinos en el Mar de Filipinas y el desplazamiento de los grupos étnicos por parte de los intereses económicos del gobierno con las potencias.
El neocolonialismo en Filipinas
A partir de los ‘70, las potencias se convencieron de que las campañas militares y el control territorial directo sobre sus colonias eran muy costosos. Comienza entonces el neocolonialismo, es decir el control indirecto, a distancia y “amistoso” a partir del traslado de empresas europeas, estadounidenses y japonesas a regiones recién emancipadas. El ente encargado de promocionar la instalación de capitales foráneos es la Autoridad de la Zona Económica de Filipinas (PEZA por sus siglas en inglés).
En un país en donde casi el 30% de la población está en la línea de pobreza, las mayores actividades están ancladas en los servicios, la producción y el comercio textil, la industria farmacéutica y la exportación de semiconductores utilizados en la fabricación de dispositivos electrónicos. Ejemplos de esta dinámica son la instalación de la famosa empresa de calzado estadounidense Nike o la textil japonesa Fast Retailing. En el caso de la industria farmacéutica, se encuentra la suiza Unilabs, que a su vez ha sido absorbida por Moller Holding, perteneciente al clan danés Maersk, dueño de una de las navieras más importantes del mundo.
Lo aprendí de mi papá
El nepotismo y el dinastismo parecieran ser una marca registrada del sudeste asiático y Filipinas no escapa a este patrón socio-político. En 2016 llegó al poder Rodrigo Duterte, con la promesa de erradicar el narcotráfico a cualquier costo. Su guerra contra las drogas dejó miles de muertos en ejecuciones extrajudiciales, a manos de la policía y paramilitares. Organismos internacionales denunciaron crímenes de lesa humanidad, mientras que él justificaba la violencia como un “mal necesario”. Ahora, su detención reaviva las tensiones en un país donde el autoritarismo y la impunidad siguen marcando el rumbo.
En junio de 2022 fue elegido como Presidente Ferdinand Marcos Jr., hijo del viejo Marcos. “Bongbong” Marcos, como se le conoce, lleva adelante una política de promoción de las inversiones extranjeras a través de PEZA para competir con otros países de la región como Vietnam, Indonesia o Malasia, a pesar de que los altos índices de pobreza no han variado con estas inversiones. Su Vicepresidenta, Sara Duterte –fiel defensora de su padre– ha cuestionado la detención del ex Presidente, que emparentó con “opresión y persecución”. Una muestra más de que todo queda en familia.
Friends will be friends
En enero de 2025, Donald Trump fue elegido nuevamente como Presidente de Estados Unidos. En febrero, las fuerzas aéreas de Estados Unidos y Filipinas realizaron en conjunto una serie de ejercicios militares en el disputado atolón de Scarborough, ubicado en el Mar de China Meridional. En realidad, el arrecife está disputado entre Filipinas –que lo conoce como Masinloc– y China –que lo denomina Huangyan–. Este ejercicio no es casual, sino que tiene que ver con el posicionamiento de la potencia americana en la región y su disputa hegemónica con China. El miércoles último, Filipinas denunció que un buque chino de investigación marina navegó en sus aguas, otra muestra de que el gigante asiático no se queda de brazos cruzados.
Filipinas sigue atrapada en su propio laberinto de conflictos históricos, disputas territoriales y crisis políticas. La reciente detención del ex Presidente Rodrigo Duterte –quien asumió su responsabilidad en la brutal guerra contra las drogas– es solo un capítulo más de una nación marcada por la lucha entre el autoritarismo y la democracia, la herencia colonial y la autodeterminación. Un mosaico que, lejos de resolverse, sigue desdibujando el futuro del país.
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