Un gobierno de escuadrones abiertos

Bullrich puso en marcha la prueba piloto del servicio cívico

 

Patricia Bullrich no podría haber elegido un marco mejor para presentar en sociedad a su Servicio Cívico Voluntario en Valores (SCVV), una iniciativa que anunció antes de las primarias y que probablemente nunca llegué a ponerse efectivamente en marcha. Fue el miércoles en la guarnición militar de Campo de Mayo ante docenas de jóvenes que se inscribieron para participar de los talleres que dará la Gendarmería Nacional en una suerte de aggiornamento de un plan que diseñó Antonio Domingo Bussi en plena dictadura.

Dispuestos en una gran ronda, Bullrich tomó el atril y habló unos diez minutos. Dijo que, con esta prueba piloto, quería formar buenos ciudadanos, que se educaran en cuestiones de profundidad, como saludar a la bandera, cantar Aurora o llegar puntualmente.

La ministra también adelantó que querían dar “un salto grande”: que en enero del año que viene el programa esté abierto a 10.000 jóvenes de entre 16 y 20 años, y que, en julio, a 100.000. Las intenciones son ambiciosas y de difícil cumplimiento si los resultados de las primarias se repiten en las elecciones del mes próximo. Será una pesada herencia para el próximo gobierno.

 

Formarás como un gendarme. Chicos y chicas inscriptas en el servicio cívico.

 

 

Todo el poder a la Gendarmería

La resolución 598 del Ministerio de Seguridad salió el 15 de julio de este año y anunciaba la creación de un Servicio Cívico Voluntario en Valores (SCVV). La iniciativa estaba enfocada en los jóvenes que no trabajan ni estudian –los “ni-ni”– y constituía un mensaje claro del gobierno de Mauricio Macri de tratar una problemática social como si fuera un problema de seguridad. Un problema que hay que disciplinar y controlar.

De esa resolución surge que durante este año –hasta el 31 de diciembre– se va a hacer una prueba piloto en cinco establecimientos de la Gendarmería Nacional y en uno que pertenece a la Iglesia con 1.200 chicos y chicas de entre 16 y 20 años.

La elección de la Gendarmería Nacional como la fuerza responsable de llevar adelante el SCVV probablemente no sea azarosa. De las fuerzas de seguridad federales es la que más ha crecido y más personal forma, también tiene una historia de abrir sus escuadrones a niños varones. Está desplegada en el territorio, lejos de las fronteras, y es menos conflictiva que la otra fuerza de seguridad militarizada, la Prefectura.

Bullrich tuvo dos hechos durante su gestión que marcaron a fuego su relación con la Gendarmería: la muerte de 43 agentes que iban a Salta en diciembre de 2015 y la defensa de los implicados en la operación represiva que terminó con la desaparición y muerte de Santiago Maldonado en 2017.

Fuerza consentida por el Estado federal, esta semana el gobierno también anunció que le extenderá la jurisdicción a la Gendarmería para que custodie a la joya de la corona: Vaca Muerta.

 

 

 

 

 

El proceso

Las inscripciones para el SCVV se iniciaron el 1 de agosto, diez días antes de las primarias. Según publicó el 5 de agosto la agencia oficial Télam, hubo en cuatro días más de 24.000 jóvenes inscriptos. La idea era que habría cupo para 200 chicos y chicas en cada una de las seis sedes.

Sin embargo, por datos que publicaron medios locales, en al menos dos de las dependencias elegidas para el SCVV no se alcanzó ese cupo, lo que hace pensar en que el interés podría haber sido menor que el que comunicó Bullrich y la agencia oficial. En el Escuadrón 34 de Bariloche fueron 112 quienes arrancaron la semana pasada con las actividades, de acuerdo con el diario Río Negro. En la Escuela de Gendarmería de Jesús María, Córdoba, 189 según publicó La Voz.

De las otras locaciones no se conoció el número de asistentes. En provincia de Buenos Aires, además de Campo de Mayo, el Ministerio de Seguridad puso como sede la casa de retiro Cura Brochero, que depende del Obispado de Gregorio de Laferrere, y el Instituto de Capacitación Especializada de la localidad de Mercedes. La agrupación XVII de Santiago del Estero también prestará sus instalaciones.

Según estadísticas que difundió el Ministerio, el 69 por ciento de los inscriptos fueron varones y el 31 por ciento, mujeres. El 58 por ciento son menores de edad y el 72 por ciento actualmente no va a la escuela. El 90 por ciento no trabaja.

 

 

Bullrich participa de una actividad del taller de promoción de la salud en Campo de Mayo.

 

 

Los lineamientos

En la justificación de la propuesta educativa, el Ministerio de Seguridad sostiene que hay más de un millón de jóvenes entre 18 y 25 años para quienes el horizonte no se ve claro. Textual. “Hay quienes consideran que esta población se convierte en muy vulnerable para ser cooptada por la delincuencia organizada, pues se le ofrecen ciertos tipos de oportunidades que no podrían obtener a corto plazo por carecer de buena capacitación”, puede leerse en la justificación del programa.

La prueba piloto, según dice, consiste en 12 encuentros —cuatro por mes— por un total de 48 horas. Se ve que, en el apuro por sacar el programa, los responsables no se percataron de que uno solo de los talleres tiene esa carga horaria, el que se llama Taller de Inmersión al Mundo Educativo y Laboral. Ese es el único curso que está a cargo del Instituto Nacional de Educación Tecnológica (INET) del Ministerio de Educación.

El resto de los talleres queda en manos del Instituto Universitario de la Gendarmería Nacional (IUGNA). Dos de las clases versarán sobre Promoción de la Salud así como Prevención y reducción de riesgos ante situaciones de desastres y/o catástrofes. También habrá una de Construcción de la Ciudadanía, que casualmente entre sus contenidos no incorpora nada vinculado a la memoria, la verdad y la justicia, pese a que se impartirá en uno de los principales campos de concentración de la última dictadura – como fue Campo de Mayo.

También hay un taller sui generis sobre Liderazgo y trabajo en equipo, que pone entre sus ejes el análisis de distintos tipos de liderazgo y las habilidades para constituirse en líder. Todo con bibliografía de Nelson Mandela.

 

 

Las aulas de Bullrich.

 

 

El coordinador

Cuando terminó el acto en Campo de Mayo, Bullrich se abrió paso entre los chicos y las chicas para saludarlos. La seguían los responsables de prensa del ministerio para grabarla mientras avanzaba. Un hombre canoso, con barba y gesto bonachón caminaba detrás. Él también saludaba a los pibes, les daba palmeadas o les sacudía el pelo. Era Daniel Barberis, director nacional de Violencia Institucional en el Ministerio de Seguridad.

Daniel Barberis.

Barberis es, además, el coordinador del SCVV y un personaje bastante peculiar del universo Bullrich. Se reconoce peronista. En los '70 cayó preso por un secuestro común. Lo pasearon por distintos lugares y terminó preso en la cárcel de Villa Devoto. Fue un testigo directo de la masacre del Pabellón Séptimo, que dejó al menos 64 muertos.  La causa fue catalogada como un delito de lesa humanidad por el juez Daniel Rafecas, siguiendo los lineamientos de la Cámara Federal, que acaba de confirmar los procesamientos en esa investigación.

Barberis coordinó un libro, Los derechos humanos en el otro país, donde contó su experiencia en la masacre de Devoto de 1978. También testificó y participa en la causa.

Llegó al ministerio de Seguridad con Bullrich. Junto a la pareja de la ministra, Guillermo Yanco, Barberis integra el Instituto Latinoamericano para la Paz y la Ciudadanía. Tuvo un rol clave en el caso Maldonado: unificar las versiones de los gendarmes. "En este barco estamos ustedes y nosotros", les dijo a los uniformados, haciendo gala de su formación como psicólogo social.

Suele recitar textos y anécdotas de Nelson Mandela, así como hacer llamados a la reconciliación. Tiene a su cargo la Unidad de Garantía de Derechos Humanos para las Fuerzas Policiales y de Seguridad Federales, que Bullrich creó en abril para consolidar el paradigma del agente de seguridad como víctima. Para armar la oficina, contó con la ayuda del secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj, también amigo de Yanco.

 

 

Un museo de grandes novedades

El SCVV de Bullrich no es una gran novedad. De hecho es heredero de la Gendarmería Infantil, creada por la propia fuerza a través de su orden del día 1543 del 10 de octubre de 1944.

Fue el mismísimo Bussi, máximo responsable del Operativo Independencia, quien terminó de darle cuerpo a la Gendarmería Infantil en abril de 1979, cuando ordenó la formación de grupos para varones escolarizados entre ocho y catorce años en todos los agrupamientos de la Gendarmería.

“El desarrollo de la Gendarmería Infantil fue, sin dudas, un intento de incidir en la socialización de los niños y jóvenes por parte de un sector del régimen militar. En el contexto de la guerra sucia, la doctrina impartida pretendía mantenerlos alejados de la subversión”, explicaron los investigadores Laura Rodríguez y Daniel Lvovich en su texto La gendarmería infantil durante la última dictadura.

 

 

Una ministra de escuadrones abiertos.

 

La gendarmería infantil gozó de buena salud durante décadas. Cuando llegó Nilda Garré al Ministerio de Seguridad, ordenó cerrarlas. Para 2011, había actividades para 8600 niños y niñas en 74 agrupaciones de Gendarmería en 17 provincias distintas. Garré también, les propuso a las provincias que adhirieran a un acta compromiso para erradicar las policías infantiles y que esas actividades se canalizaran desde la Secretaría de Niñez del Ministerio de Desarrollo Social.

Bullrich, que pregona un cambio de paradigma en seguridad, buscó dar marcha atrás, volver a poner en manos de la gendarmería algo que algunos sentían que le habían arrebatado y así ganar terreno también en el gabinete. Frente a la falta de horizontes, la apuesta de Cambiemos es la de abrirles a los jóvenes las puertas de los escuadrones.

 

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