Un escenario regional cambiante
Repunte electoral de partidos nacional-populares y sostenida protesta y movilización social
El triunfo de Luis Arce en las elecciones bolivianas de octubre de 2020 marcó el inicio de una remontada de los partidos populares y progresistas de la región en el plano electoral. Hasta ese momento México, con Andrés López Obrador elegido Presidente en julio de 2018, y la Argentina, desde el triunfo de Alberto Fernández en octubre de 2019, venían navegando en soledad. Exclusión hecha, claro está, de las contestatarias Cuba, Nicaragua y Venezuela –la “troika de la tiranía”, según las definió arteramente el ultra reaccionario consejero de seguridad de Donald Trump, John Bolton–, siempre en la mira de la gran potencia del norte.
Por otra parte, en 2019 también se abrió paso en la región una sucesión de movilizaciones populares que, con mayor o menor intensidad, ganaron las calles en las que instalaron protestas y demandas de diversas clases. Pero vayamos por partes.
La movida electoral
En febrero de 2021 se realizó la primera vuelta de las elecciones generales en Ecuador. En el rubro presidencial se impuso Andrés Arauz, de la Unión por la Esperanza y reemplazante del inhabilitado Rafael Correa, con el 32,72% de los votos. Quedó en segundo lugar Guillermo Lasso, de la Alianza CREO, que obtuvo un 19,74% de los sufragios. En la segunda vuelta las posiciones se invirtieron: Lasso recogió el 52,5% contra 47,5% de Arauz. El ganador arrastró una considerable cantidad de votos de otros partidos opuestos al “correismo”. Arauz, en rigor un sustituto, tuvo de todos modos una más que buena performance.
Vino después, en Chile, la sorprendente elección de representantes ante la Convención Constituyente, arrancada al Presidente Sebastián Piñera como respuesta a las incesantes movilizaciones populares iniciadas en 2019. Esta convocatoria venía lastrada por una disposición que establecía que la modificación del articulado preexistente o la incorporación de nuevos artículos debía contar con la aprobación de 2/3 de los convencionales. Va de suyo que el oficialismo confiaba en alcanzar 1/3 de convencionales para tener poder de veto. Pero no los consiguió. Alcanzó solo 37 de los 52 que necesitaba. La Convención, por lo tanto, podrá funcionar sin ataduras.
La lista en común del Partido Comunista y el Frente Amplio (“Apruebo dignidad”) obtuvo 28 escaños y la de centroizquierda (“Apruebo”) 25. Fueron muchas además las agrupaciones denominadas Independientes: “Del Pueblo” logró 24 representantes, “Nueva Constitución” 11, y otros agrupamientos menores, 13 en total. Es decir que el independentismo, si se puede llamar así, sumó la mayor cantidad de convencionales: 48. Los pueblos originarios, por su parte, tienen adjudicados 17 constituyentes.
Simultáneamente hubo elecciones de gobernadores regionales: dos fueron ganadas por el centro-izquierda y una por la izquierda; las restantes 14 van a segunda vuelta. Y el Partido Comunista obtuvo las alcaldías de Santiago y Viña del Mar, entre otras.
Las recientes elecciones en México remitían a los siguientes rubros: la totalidad de los diputados federales, 15 gobernaciones estaduales y alcaldías y otros niveles municipales. El Partido Morena, aliado con el Partido del Trabajo (PT) y con el Partido Verde Ecologista de México (PVEM) obtuvo los siguientes escaños: 198 de Morena; 39 del PT y 41 del PVEM: 280 diputados sobre un total de 500. Conserva así la mayoría simple. La coalición formada por el Partido de Acción Nacional (PAN), el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD) obtuvo, respectivamente: 114, 70 y 13; en total 197 diputados. Y el Movimiento Ciudadano (MC), 23. Morena ha ganado 11 de las 15 gobernaciones en disputa; y su aliado PVEM 1; el PAN ha ganado 3 y el MC 1.
El oficialismo ha mermado algo en el plano municipal, en particular en el Distrito Federal. Y no ha alcanzado la mayoría calificada en Diputados, que le hubiera permitido modificar la Constitución Nacional. Algunos medios críticos lo consideran una pérdida importante, dado que sí la tenía López Obrador cuando asumió en octubre de 2018. Pero este señalamiento es excesivo: el oficialismo conserva la mayoría simple para legislar y ha aumentado el número de gobernadores. En síntesis: esta elección de Morena no ha sido excelente como la primera, pero sí muy buena.
Queda finalmente el caso peruano. Al cierre de esta nota, con prácticamente el 100% de los votos escrutados, Pedro Castillo, un maestro sindicalista de izquierda, se impone con el 50,20% de los sufragios a Keiko Fujimori (49,79%). Castillo ha tenido un sorprendente y saludable desempeño, en un Perú que en los últimos cuatro años ha padecido una revulsiva sustitución de Presidentes. Fujimori se apresta a reclamar la impugnación de actas, con el objeto de hacerle perder votos a aquél. Habrá que esperar para ver el resultado final.
La protesta social
El año 2019 fue pródigo en protestas y manifestaciones en el mundo andino. En Ecuador hubo una huelga de hambre de los maestros, una manifestación de los jubilados en agosto y una a nivel nacional en octubre en protesta contra medidas económicas tomadas por el Presidente Lenin Moreno, entre otras el aumento del costo de los combustibles. En Perú hubo movilizaciones contra el alza del costo de la vida y a favor del cierre del Congreso decidido por el entonces primer mandatario Martín Vizcarra. Pero las protestas más intensas y extendidas se produjeron en Chile y Colombia.
En Chile se iniciaron como reclamos estudiantiles ante el aumento de los precios del transporte, en particular el metro. Pero se extendieron rápidamente, con amplia participación popular, en protesta por los aranceles de la educación, la insuficiencia del sistema de pensiones, el costo de la atención en salud, la dificultad para encontrar empleo, entre otras importantes temáticas. Las manifestaciones fueron intensas y extendidas en el tiempo, desde el mes de octubre. Y culminaron con la ya mencionada propuesta de Piñera de convocar a una revisión de la Constitución.
En Colombia sucedió algo parecido, aunque en rigor las movilizaciones comenzaron en 2018 por reivindicaciones propiamente estudiantiles: no pagar matrícula en las universidades nacionales, otorgar subsidios para estudiantes de bajos ingresos, etc. Ya en 2019, el Comité Nacional del Paro –que incluye a 4 centrales sindicales, centros de pensionados y estudiantes, entre otras entidades y actores– levantó un pliego de condiciones que reclamó al gobierno: renta básica universal, reforma del sistema de salud, estabilización de la fuerza laboral, régimen jubilatorio satisfactorio, incremento del presupuesto educativo, entre otros asuntos relevantes. El Presidente Iván Duque pretendió vadear la situación convocando a una Conversación Nacional en lugar abrir, lisa y llanamente, una negociación. Se equivocó fiero y lo único que consiguió fue que las movilizaciones y protestas se incrementaran y abarcaran buena parte del territorio nacional.
La pandemia –no Duque– consiguió amainar la protesta durante el primer semestre de 2020 que, sin embargo, reapareció en el segundo y continúa hasta el día de hoy. Y que además de las manifestaciones callejeras ha incorporado nuevos modos de accionar: las ollas populares y los bloqueos, tanto de carreteras o avenidas como de medios de transporte.
Final
Sobre lo anterior se puede, precariamente, concluir lo que sigue:
- a) Es evidente que hay un repunte electoral de algunos partidos de orientación nacional-popular y progresista de la región. Se trata de un comienzo auspicioso pero no todavía de una sólida realidad establecida.
- b) Concomitante con lo anterior aparece el fenómeno de una amplia y sostenida protesta y movilización social, no necesariamente encabezadas o lideradas por los partidos políticos. Es notoria, en cambio, la presencia de actores juveniles y/o independientes en esas acciones.
- c) No hay hasta el momento una correlación entre ambos conglomerados (políticos y “protestadores”), que sin embargo podrían llegar a darse en algunos casos, en un futuro próximo, si se procede con tino, paciencia y buena voluntad.
- d) Ambos fenómenos –el repunte de los antedichos partidos y los actores contestatarios, independientes y/o juveniles– parecerían estar estimulados por un agotamiento del modelo de desarrollo neoliberal tal como se lo ha implementado hasta ahora. No ha sido capaz de sostenerse suficientemente –los casos de Ecuador, Chile, Colombia y Perú son ejemplo de ello, a los que se puede sumar la Argentina y Brasil, entre otros– ni ha funcionado la falaz premisa del derrame de beneficios sobre los sectores sociales no pertenecientes al segmento abc1, que proclamaron sus fundadores y repetidores.
Las realidades en desarrollo deberán ser seguidas y estudiadas con detenimiento. No se puede hoy aún establecer una cartografía suficiente de este proceso. Sí, en cambio, es conveniente hacer un riguroso seguimiento de estos acontecimientos en curso para ir conociendo mejor este cambiante escenario regional.
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