Un debate revolucionario
El Ingreso Universal Básico que propuso Cristina mejora el deficiente proyecto legislativo
Hace tiempo que se viene hablando del Ingreso Básico Universal. Es más, yo mismo he saturado a los lectores de El Cohete A la Luna hablando de este tema. Por otro lado, se presentó en la Cámara de Diputados un proyecto de “Salario Básico Universal”, y de a poco fue ganando alguna que otra discusión en los medios. El ex ministro Guzmán, durante su gestión, pareció descartarlo de plano sin ningún argumento de peso en verdad, al igual que lo hizo Cecilia Todesca, aunque hay que señalar que esta negativa no tuvo repercusión pública. Pero bastó que Cristina Kirchner hablara de la necesidad de trabajar en un “Ingreso Universal Básico” como lo llamó, para que estallara uno de los debates más interesantes, revolucionarios y justos que podemos tener, aunque obviamente ponga en alerta a los sectores concentrados de poder económico.
Pero, ¿por qué las políticas sociales asustan a algunos gobernantes, enferman a los organismos internacionales y desesperan a los sectores de la oligarquía autóctona? Empecemos por ver qué son las políticas sociales, ya que su denominación tiene diversas impresiones.
El principal obstáculo para la aplicación de políticas de inclusión social hay que buscarlo en la ambición humana desenfrenada. En este sentido, hace más de 2.400 años Platón destacaba que la principal obligación de un Estado es dar felicidad a sus integrantes, y sostenía que el principal obstáculo para alcanzar la felicidad está dado por la ambición que conlleva la riqueza. Cuenta la investigadora Sara Maceri en El concepto de riqueza en Platón en tanto impedimento para el Estado Justo, que un axioma relevante en la filosofía política platónica es que “tanto la riqueza como la pobreza tienen consecuencias inmorales. La riqueza (por)que conlleva el afán de lucro; la pobreza, por su parte, hace al hombre menos hombre puesto que, debido al cansancio, la destreza en el trabajo disminuye considerablemente... Platón insiste en que no debe haber ni ricos ni pobres porque, en primer lugar, los ricos no se ocupan del trabajo y los pobres no podrán realizarlo bien. Y, en segundo término, si en una guerra se combate contra un Estado en el que hay ricos y pobres, se les ofrecerá a los pobres la fortuna de los ricos a cambio de su alianza. La ambición, irremediablemente, solo conduce a la decadencia del Estado. Si bien ni la riqueza ni la pobreza son convenientes, Platón enfatiza que la riqueza es mucho peor”.
La ambición lleva a los poderosos a no tener límites en su desenfreno por el dinero y por el poder. No miden las consecuencias de sus actos y están dispuestos a cualquier cosa con tal de satisfacer su voracidad por el dinero. Por otro lado, hay gobernantes que eligen directamente ser representantes de los ambiciosos a los que hoy llamamos neoliberales, pero los hay otros que, proviniendo de los sectores nacionales y populares, son tímidos en aplicar políticas de inclusión por temor a enfrentarse con el poder de los ambiciosos y sufrir su castigo.
La siguiente cuestión es que la simple y justa distribución del ingreso produce que los salarios aumenten. Y esto responde a que, si alguien tiene un ingreso que considera digno, nunca aceptará trabajar por menos que ello.
Para enfrentar estos escollos la humanidad fue desarrollando con mucho esfuerzo algunas herramientas, pero es a finales del siglo XIX en que estas ideas redistributivas empiezan a tomar cuerpo y nacen los llamados “seguros sociales”, luego devenidos en sistemas de seguridad social, siendo adoptados con el pasar de los años por varios países, entre ellos el nuestro. En la década de 1940/50, el peronismo acuña un concepto que une la cobertura social con la política, bajo la figura de “la justicia social”. En ese mismo tiempo y en plena guerra mundial, el británico Sir Wiliam Beveridge desarrolla la idea de una “seguridad social universal”.
Hoy en día se ha ido abriendo camino un nuevo concepto: el de Protección Social. En definitiva, en la actualidad conviven los dos conceptos: el de protección social y el de seguridad social, por lo que conviene aclarar que significa cada uno:
- La Seguridad Social es el conjunto de recursos de distinta naturaleza, organizada y sistematizada por el Estado, tendiente a satisfacer las necesidades esenciales generadas a las personas que conviven en una sociedad, en función de una serie de contingencias sociales que las afectan, creadas por la desigualdad, la miseria la enfermedad y la vejez. Por lo tanto, la seguridad social es netamente prestacional, esto quiere decir que paga prestaciones dinerarias (jubilaciones, pensiones, seguro de desempleo, asignaciones familiares, programas sociales específicos), presta servicios de salud como en el caso de enfermedad, y cubre necesidades apremiantes entregando alimentos, ropa, materiales de construcción, etc., según la urgencia de la ciudadanía.
- La idea de Protección Social es mucho más amplia y abarcativa, e incluye a la Seguridad Social otras políticas vinculadas a saneamiento ambiental, vivienda, educación, de igualdad género, contra formas de discriminación racial y social, etc.
Como podrá notarse, la Seguridad Social es la que “hace el gasto”, mientras que la “protección social” es el resultado del conjunto de políticas aplicadas por un gobierno en un período determinado.
Volviendo al planteo formulado respecto de la oposición desenfrenada de los neoliberales contra las políticas sociales, creo que la misma responde en parte a las reflexiones de Platón sobre la ambición, pero fundamentalmente con que el supuesto gasto que implica su aplicación recaerá sobre los que más tienen. Por otro lado, existe a su vez una causa que siempre flota en derredor, y es el clasismo de los sectores dominantes, que se sienten superiores y dueños del destino de los habitantes de la Argentina. Imaginan que, si los pobres obtuvieran un buen pasar, les “invadirían su mundo”. Esto fue palmario en aquel sincericidio de González Fraga, cuando dijo que “venimos de 12 años (de kirchnerismo) en donde las cosas se hicieron mal. Se alentó el sobreconsumo, se atrasaron las tarifas y el tipo de cambio. Donde le hiciste creer a un empleado medio, que su sueldo medio, servía para comprar celulares, plasmas, autos, motos e irse al exterior. Eso era una ilusión, no era normal”. Es decir, lo “normal” para González Fraga es que los pobres sean pobres y no accedan al consumo y al desarrollo, mientras los ricos deben ser cada día más ricos. La distribución del ingreso conforma la verdadera lucha de la seguridad social.
El debate nacional tiene actualmente instalados dos temas que pueden cambiar la historia social de nuestro país: la reedición del plan de moratoria previsional y el Ingreso Básico Universal:
- El Plan de moratoria previsional, que ya fue aprobado en el Senado y ahora se encuentra para su tratamiento en Diputados, tiene por objeto incluir a millones de hombres y mujeres que, producto de la informalidad laboral y de políticas neoliberales de flexibilización laboral de los ’90, no pueden acceder al beneficio previsional, previendo acercarles un mecanismo de regularización de aportes. De concretarse conformaría el tercer plan de inclusión previsional: la ley 25.994 en tiempos de Néstor Kirchner; la ley 26.970 en tiempos de Cristina Kirchner y la que hoy se debate en Diputados. Quiero llamar la atención sobre el tema central de este Plan y los efectos negativos sobre la baja en la tasa de cobertura que se presentaría en el corto y mediano plazo de no aprobarse: en el caso de los hombres, solo tres de cada 10 tendrían jubilación a futuro, y en el caso de las mujeres, serían menos de 2 cada 10. También es importante tener en cuenta que a las que más afecta es a las mujeres y, obviamente, a las más pobres.
Como complemento, creo que sería adecuado que, al aprobarse el nuevo Plan, se derogara la PUAM, prestación que nació en la ley de Reparación Histórica de Macri y que paga el 80% de la jubilación mínima, no genera derecho a pensión en el cónyuge y ni siquiera en los hijos discapacitados. Además, aumenta la edad de las mujeres más pobres de 60 a 65 años.
- El otro gran tema es el relacionado con el Ingreso Básico Universal. Este tema ingresó por Diputados bajo el título de Salario Básico Universal, y la idea fue motorizada por Cristina Kirchner al llamarlo Ingreso Universal Básico. En todos los casos, la idea es la misma: que aquellas personas que viven en la pobreza tengan al menos lo básico para su subsistencia. Para ello, se propone que el Estado aporte paulatinamente los recursos necesarios para ir cubriendo las necesidades de aquellas personas que viven en situación de indigencia para luego, paulatinamente, ir incorporando a quienes están debajo de la línea de pobreza. Esta prestación sería administrada exclusivamente por el Estado, que debe fijar las pautas a ser cumplidas por los requirentes, y luego pagar la prestación por el sistema bancario de la misma forma que operan las jubilaciones y pensiones, la asignación Universal por hijo y el resto de las prestaciones que paga ANSES. Sin intermediarios de ninguna naturaleza.
Respecto del proyecto que se debate en Diputados, me gustaría decir que, si bien es un gran avance, adolece de un error técnico que puede, a la larga, frustrar las buenas intenciones de quienes lo presentaron. Al tratarse de un proyecto que habla de cubrir un salario, lo primero a señalar es que es el Parlamento hace las leyes, pero estas son reglamentadas y aplicadas por la burocracia estatal, que tiene sobre elllas una mirada lineal y literal. En ese sentido, la palabra “salario” es la retribución que recibe un trabajador por prestar un servicio por cuenta ajena. En el caso del Salario Básico Universal, ¿quién será el empleador que paga el salario? Si se piensa que será el Estado, para que así sea se requiere modificar todas las leyes de empleo público, empezando por el Salario Vital Mínimo y Móvil. Pero, además, aún si se resolviera la cuestión de lo que significa la palabra salario, queda un problema extra, y es que hay millones de argentinos y argentinas que no son técnicamente “trabajadores” y por lo tanto quedarían fuera del sistema. A modo de ejemplo: los pueblos originarios, las amas de casa; las personas en situación de calle, muchos discapacitados. Estas dos cuestiones se resolverían satisfactoriamente cambiando el concepto, y por ende la palabra “salario” por “ingreso”, tal como hizo Cristina.
Una de las condiciones más importantes es que la prestación sea universal, esto quiere decir, para todos sin excepción que se encuentren dentro de los parámetros requeridos para obtener el beneficio lo reciban. Quiero recordar que esta no es una discusión nueva, a fines del siglo XIX la seguridad social nació como seguro social que reemplazaba el salario cuando el trabajador no podía hacerse del salario, y tardó 70 años para que Beveridge creara la teoría de la universalidad de las prestaciones, mientras que en nuestro país recién empezamos a hablar de universalidad con la moratoria de Néstor Kirchner y la AUH de Cristina. Espero que no tropecemos con la misma piedra.
Como podrá verse con claridad que cuando gobernó una fuerza política nacional y popular, en especial Néstor y Cristina, la seguridad social dio un salto de calidad inédito en nuestro país. Por el contrario, cuando gobernaron los neoliberales, en especial Menem y Macri, ocurrió un retroceso criminal que, como siempre, afectó a los que menos tienen.
Tengo fe en que a partir de esta crisis, usando como herramienta la seguridad social, podremos encontrar el marco de la justicia social que permita instalarnos en un país con mejor distribución del ingreso nacional, con equidad y con mucho amor a la patria.
Por último, quiero recordar una frase del creador de la seguridad social universal cuando nos enseñó: “La liberación de la necesidad no puede ser impuesta ni concedida a una democracia. Debe ser conquistada por ella misma. Para conquistarla necesita valor, fe y sentido de unidad nacional: valor para hacer frente a las dificultades, y superarlas; fe en nuestro futuro y sentido de unidad nacional que se imponga a los intereses de clase o de grupo”.
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