TODOS UNIDOS TEATREAREMOS
Empezamos el viaje con cuatro propuestas de teatro, en compactas grageas y finalizamos con una de cine.
POTESTAD
En renovada versión, este clásico de Eduardo Pavlovsky se resignifica desde el contenido y la forma, portando una actualidad que, más de treinta años después, mantiene intacta su contundencia.
Sigue siendo desde estos tiempos, así como lo fue en aquellos, un espejo maestro del poder, de la locura del exterminio y la dominación, pero esta vez fascinantemente encarnados en una actriz, María Onetto, que se luce como única portadora de las voces de todos los personajes y prestando cuerpo a ese inquietante protagonista, el médico apropiador, del que nos convence desde el minuto uno.
Potestad vuelve a estremecer, pero no sólo por ese ayer, sino por lo que en este presente es y por la advertencia que representa. La dirección de Norman Briski, el vestuario de Renata Schussheim, la escenografía de Leandro Bardach, música y sonido de Tomás Finkelstein, aunados a la impronta de una sala de desafiantes dimensiones, completan esta poderosa alianza entre solidez y sutileza.
Puede verse los jueves a las 21 y sábados a las 22.30, en Caras y Caretas, Sarmiento 2037, CABA.
UN DOMINGO EN FAMILIA
Con la hondura característica de los textos de Susana Torres Molina, su director Juan Pablo Gómez nos conduce por un collage que refleja momentos de nuestra historia reciente. El destierro del General Perón, la última dictadura, la resistencia, los jóvenes montoneros, el regreso del líder, la Triple A.
Las diferentes y múltiples voces, las dudas y contradicciones encarnadas en los jóvenes y en el líder ya maduro, los ideales, la lucha armada, los conflictos, la convicción, el miedo y el dolor se suceden en una dinámica donde juegan voces, sonidos y músicas. Un contrapunto sobrevolado por los argumentos, las consignas y las canciones identitarias del movimiento. El dolor por los que no están. Un intenso viaje que nos invita a pensar y a sentir lo que ellas y ellos sintieron, mientras nos acompaña a plantearnos de dónde venimos y adónde vamos.
Teatro Nacional Cervantes, jueves a domingos a las 21, Libertad 815, CABA.
HAIR
A 50 años de su estreno, nos sorprende gratamente esta versión de Pablo Gorlero, crítico e investigador teatral, especialista en comedia musical, y uno de los creadores de los premios “Hugo”, que lleva sin dudas el género en la sangre.
Si alguien pensó que la inocencia y el idealismo de los protagonistas de Hair habían pasado pintorescamente a la historia, se equivoca.
Gorlero nos demuestra que estos cándidos personajes, llevados con enorme encanto por una treintena de talentosos jóvenes, aún tienen motivos para mantener intactas sus amenazadas banderas, que proclaman por el amor y la paz.
Lejos, o no tanto, de aquel Vietnam, vaya si hoy seguimos teniendo guerras, racismo y aniquilación cotidianos, como aquellos contra los que se rebelaban candorosamente los miembros de aquella tribu hippie que predicaba el rescate del valor de la vida.
Belleza visual y sonora, deliciosos cuadros y músicos en vivo, revitalizan esta propuesta, con algunos toques que nos remiten a pequeñas pinceladas locales, como cuando en el intervalo un policía nos dice que debemos desalojar la sala por orden de “La Ministra”.
Hair ataca de nuevo, desde un pacifismo para disfrutar. Late desde un arranque poderoso que alude al comienzo de la era de Acuario y reclama: “¡Dejen que entre el sol!”.
Ciudad Cultural Konex, hasta el 4 de agosto, Viernes a Domingo a las 21, Sarmiento 3131, CABA.
5to. Round
Tras el sueño de un cambio de vida, de una mano a favor luego de tantas malas, un entrenador y su discípulo establecen un vínculo de perdedores que no se resignan. La fuerza del joven boxeador, encarnado por Ramiro Martínez, y su empeño que no siempre coincide con las aspiraciones de su desgastado manager de pueblo, interpretado por Osvaldo Santoro, nos conducen a la eterna pregunta: ¿será destino perder para quienes nacieron en ciertas cunas?
De Pacho O’ Donnell, con dirección de Gerardo Otero. Teatro Timbre 4, México 3554, domingos a las 19.
Y AHORA AL CINE
Delfín. Un niño visto en su singularidad
Conversamos con Gaspar Scheuer, director de este sensible film que muestra la vida de un niño para quien las cosas no son fáciles. Su situación de pobreza, su necesidad de trabajar mientras va a la escuela, la ausencia de una figura materna y el vínculo con un padre que lucha muy precariamente por la subsistencia, no impiden que Delfín persiga el sueño de ser músico y poder tocar el corno francés en una orquesta infantil; un desafío extremadamente dificultoso en su condición de pobreza. Sin embargo el director destaca que no quiso hacer foco en una bajada de línea directa sobre esa condición social, que deja plasmada durante toda la película, sino en la singularidad de ese niño, de destino incierto ante tanta precariedad.
Delfín es una película que interpela desde la poesía. Desde una mirada que muestra el universo de ese entrañable niño, interpretado por Valentino Catania, sin cosificarlo ni forzar juicios, que surgirán de la mirada del espectador.
En el elenco se destaca Cristian Salguero, interpretando a su padre, Paula Reca y Marcelo Subiotto como el panadero empleador del pequeño. Hay mucho para observar en esos vínculos tan bien trazados.
¿Cómo surgió la historia que conjuga esa poética con lo testimonial?
Soy el guionista y director. Escribí el guión hace tres años, como de un tirón, lo que se llama cinematográficamente un “tratamiento”, cuatro o cinco páginas donde está toda la historia.
¿Hubo alguna dosis de improvisación?
Muy poco, si ahora buscara ese tratamiento de cuatro o cinco páginas que escribí, ya contiene la relación del padre y el hijo, el nombre del niño, el lugar donde viven, la escuela, el corno francés, el recuerdo de la madre, la bicicleta, la panadería, la maestra. Yo mismo me pregunto de dónde salió todo eso, como una serie de cosas casi misteriosas. Nunca conocí a nadie que se llame Delfín, no tenía hasta ese momento una especial relación con el corno francés.
Sin embargo resultó inmejorable para la historia porque es un instrumento no demasiado popular, que quedó muy acotado a la orquesta sinfónica, a diferencia de otros vientos no pasó a la música popular, a las big bands, a la vez es muy fácil de reproducir, el chico lo hace con una manguera y un embudo y después encontré músicos que enseñaban a hacerlo.
Creo que no podía haber escrito esta historia si no hubiera tenido hijos hace unos años. Mi cabeza incorporó ese mundo de la relación del niño con el adulto, la educación, llevarlo a la escuela y muchas veces sentir que hay algo ahí que está trabado, que no desarrolla el potencial de los niños.
Por otro lado, los recuerdos de infancia. Yo viví en Los Toldos (donde vive el protagonista) hasta los 18 años. Cuando pensé cómo realizar una película simple en el contexto de dificultades actuales, pensé: Voy a mi pueblo. Todo transcurre allí, la casa, las escuelas, excepto la parte que sucede en Junín, eran lugares que yo conocía de mi infancia y que fui a buscar.
¿Cómo fue la elección del niño protagonista?
Se hizo un casting en Los Toldos. No es un niño actor, fueron muchos chicos, lo que ilumina todavía sobre la expectativa que genera el mundo del cine, aún en momentos en que no tiene mucho apoyo y se supone que los niños están más pendientes de jugar con la play o con la laptop. En mi niñez lo esperado era ir al cine los domingos. Fueron unos 50 chichos, que en un pueblo como Los Toldos es muchísimo. La convocatoria se hizo en el invierno anterior, filmamos en verano, se los filmó a todos, vi el material, conozco al padre del chico y conozco al chico desde que nació, pero me sorprendió verlo ahí porque no tenía ninguna experiencia. Y tuve la sensación inmediata de que ahí había como una humanidad, una cosa que trascendía la técnica, el oficio.
¿Y el personaje del padre?
Se llama Cristian Salguero. Lo vi en La patota y me impactó su presencia, como esos actores que tienen mucha aura, cuya sola imagen, su solo movimiento es cinematográfico.
Cuando estábamos buscando al padre, teníamos alguna versión de que era un padre mayor, al que le había llegado el hijo ya de grande y en otra era lo contrario, muy joven, como si fuera casi un hermano; estábamos considerando eso y pensaba que quizá la aparición del actor iba a determinar quién era ese padre.
Cuando me sugieren el nombre de Cristian me acordé que lo había visto en La patota y pregunté si es actor. Me dijeron que sí, que vea la película El invierno, que protagonizó. Me junto a hablar y me cuenta su historia, Cristian no tenía nada que ver con el cine, vivía en la periferia de Posadas, un día alguien le da un volantito de clases de actuación que en ese momento menospreció, pero llegó el día y fue a ver qué onda, le encantó. Un año después estaba actuando en esas dos películas. A partir de ahí está en Buenos Aires, intentando hacerse camino. Creo que el cine argentino tiene en Cristian, si sabe ver su potencial, un gran acierto. Hubo una química entre él y Valentino que permitió lograr esos momentos entre ellos.
¿Cómo fue la filmación, tuvieron algún apoyo para concretar el proyecto?
Delfín, que está formalmente dentro de la legalidad del INCAA, ya fue escrita pensando una película posible de realizar en el contexto asfixiante del cine nacional, donde creo que hay una intención deliberada de que estas películas no se hagan. No creo que sea una cuestión de ineficiencia, sino un intento medio camuflado, porque tendría mucha resistencia decir directamente vamos a cerrar la persiana del cine nacional, pero claramente pasó con los documentales y con las ficciones chiquitas está pasando lo mismo. Cada vez se van estrechando más la condiciones y van quedando en el camino, van haciendo películas los que ya están dispuestos a inmolarse, también con la exhibición, aun cuando dejas jirones de tu vida para hacer la película, llegás y las pantallas están negadas.
Como comunidad es necesario defender el medio cinematográfico para que no caiga dentro de los mundos que se llevan puestas estas políticas o que no sea uno de los sectores que tienen que desaparecer, como dijo (el empresario Gustavo) Grobocopatel.
Delfín podrá verse desde el 4 de julio en el cine Gaumont, a las 15.30 y 20.30 y en el MALBA, los Domingos de julio a las 20.
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