Un botín escondido por 40 años
Los silencios en la investigación del mellizo Valenzuela Negro
Un pacto de silencio mantiene escondido en algún lugar al hijo de los militantes montoneros desaparecidos durante la dictadura Raquel Negro y Tulio Valenzuela. Él y su hermana melliza nacieron en marzo de 1978 en el Hospital Militar de Paraná (Entre Ríos) y fueron trasladados al Instituto Privado de Pediatría (IPP) de la misma ciudad. La mujer restituyó su identidad en 2008 y hoy es Sabrina Gullino Valenzuela Negro. El varón todavía desconoce su origen y cada vez que parece estar cerca la posibilidad de encontrarlo, alguien muere misteriosamente.
Los dueños del Instituto Privado de Pediatría son juzgados en estos días en la capital entrerriana. El fiscal José Ignacio Candioti solicitó 12 años de cárcel para el pediatra Miguel Torrealday y 9 para sus socios David Vainstub y Jorge Rossi. Las cinco querellas pidieron 15 años de prisión para cada uno. El 10 de octubre se dictará la sentencia. Todavía se espera que respondan a la pregunta: ¿a quién le entregaron el Melli?
Para explicar esta trama hay que retroceder 40 años. El 2 de enero de 1978 Raquel Ángela Carolina Negro, con un embarazo avanzado, y Edgar Tulio Tucho Valenzuela fueron secuestrados en Mar del Plata junto a Sebastián, el pequeño hijo de Raquel. Los trasladaron al centro clandestino de detención Quinta de Funes, en las afueras de Rosario. Leopoldo Fortunato Galtieri, jefe del Segundo Cuerpo de Ejército, les propuso ejecutar la Operación México: el plan para asesinar a la conducción de Montoneros que Tucho simuló aceptar y desbarató.
Todavía hay que retroceder un poco más. El 3 de diciembre de 1975, en Villa Urquiza –a 20 kilómetros de Paraná– Montoneros ejecutó al general Jorge Esteban Cáceres Monié, ex jefe de la Policía Federal, y a su esposa Beatriz Sasiain. Las Fuerzas Armadas adjudicaron a Tucho la autoría y la conducción del hecho. En las exequias de la pareja, en presencia de Jorge Rafael Videla, el jefe de la II Brigada de Caballería Blindada de Paraná, Luciano Adolfo Jáuregui, prometió: “Los vamos a aniquilar”. Jáuregui sería luego subcomandante de Galtieri y uno de los responsables de la Quinta de Funes.
Paraná fue militarizada y decenas de militantes fueron detenidos y torturados. El 25 de septiembre de 1976 se montó el simulacro de enfrentamiento que pasó a la historia como la Masacre de la Tapera, que tuvo como víctimas a Carlos Fernández y Juan Alberto Osuna. Como parte de la farsa, el Ejército difundió que Fernández “antes de fallecer” reconoció ser el autor del asesinato de Cáceres Monié y su esposa y que “su compañero respondía al nombre de guerra Tucho”.
Además de Valenzuela, las fuerzas represivas atribuyeron el Operativo Cacerola –entre otros– a Mabel Fontana y Myriam Ovando. A los tres les robaron los hijos.
Raquel Negro apenas estuvo unos minutos con los mellizos en el Hospital Militar de Paraná. Los llevaron al Instituto Privado de Pediatría, de donde salieron de alta el 27 de marzo de 1978. El mismo día la beba mujer fue dejada en el Hogar del Huérfano de Rosario y un juez la entregó en adopción a la familia Gullino. Según el represor Eduardo Tucu Costanzo, Negro fue asesinada y arrojada desde un avión. Valenzuela regresó al país meses después; la familia tiene la información de que le tendieron una emboscada el primer día del Mundial de Fútbol e ingirió una pastilla de cianuro.
La pista Córdoba
En el juicio a los médicos civiles surgió la llamada “pista Córdoba” sobre el varón. Stella Maris Cuatrín, enfermera del Instituto, dijo que el mellizo hoy podría ser un médico residente en Córdoba. Explicó que pediatras paranaenses como Miguel Torrealday se formaron en la clínica Halac de Córdoba y tenían amistad con el dueño, Jacobo Halac. Este profesional se desempeñaba en la Maternidad Provincial de Córdoba y luego abrió su propia clínica. Lo mismo hizo Torrealday, que era jefe de neonatología en el hospital San Roque de Paraná y luego fundó el Instituto. En el marco de la investigación surgió que Halac formaba parte del Movimiento Cristiano de Adopción y Guarda, el cual entregó a la nieta 88 María Belén Gentile Altamiranda Taranto. En la Maternidad Provincial nació la nieta 107, que fue anotada como “NN Moreno” –similar a como registraron al mellizo en Paraná: “NN López”– y llevada a la Casa Cuna de esa ciudad.
Eduardo Halac, hijo de Jacobo, sufrió hace pocos días un llamativo accidente. Su cadáver fue sacado de un pozo de agua en su propiedad de la ciudad de Córdoba. Las sospechas fueron hechas públicas por Sabrina, la agrupación HIJOS y abogados querellantes. “Exigimos que se investigue a fondo la muerte dudosa de este pediatra, ya que testigos en la causa del Instituto nombran la fuerte vinculación de la neo de Paraná con el instituto Halac. Cualquier dato que puedan sumar, pueden contactarse conmigo”, dijo la hermana del mellizo.
Las sospechas se sustentan en dos antecedentes. Uno es la muerte de Paul Alberto Navone, oficial de Inteligencia del Ejército, quien controló la internación de Raquel Negro en el Hospital Militar. El 25 de febrero de 2008 fue encontrado muerto en Ascochinga (Córdoba) con un disparo en la sien. Junto al cuerpo estaba el arma y una carta en la que escribió que se trataba de un suicidio. Ese mismo día tenía que prestar declaración indagatoria en Paraná. Con él fueron enterrados sus secretos.
Segundo antecedente: en septiembre de ese mismo año, la muerte le pasó por al lado a Juan Antonio Zaccaría, médico del Hospital Militar. Lo encontraron descompensado en su celda de la cárcel de Paraná, donde había un cinturón atado a la cucheta. Tenía lesiones en el cuello y las rodillas. Parecía un intento de suicidio; pero alguien llamó al hospital San Martín y dijo: “Zaccaría se salvó en la cárcel pero en el hospital lo vamos a hacer mierda”.
La esposa, Sara Catalina Ernalz, está convencida de que lo mandó a matar gente del Ejército; que lo ahorcaron comandos cordobeses. Zaccaría murió en 2015, cumpliendo una condena de cinco años. También se llevó sus secretos.
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