Tres tristes tigres

Los principales puntos de conflicto en la geopolítica mundial

 

Tres acontecimientos importantes han tenido lugar en la arena internacional esta semana: 

  1. el discurso de Donald Trump y J. D. Vance durante la nominación como candidatos de la fórmula presidencial en la Convención Republicana de Wisconsin; 
  2. el comunicado de la III Sesión Plenaria del XX Comité Central del Partido Comunista de China, y
  3. la presentación de la propuesta “Cooperación internacional con miras a estructurar un ordenamiento mundial más justo, democrático y estable” por el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Los mensajes transmitidos por líderes de esos tres países dejan traslucir los principales puntos de conflicto de la geopolítica mundial que se expresan en la lucha de Estados Unidos por mantener su hegemonía a cualquier precio y rechazar la existencia de un mundo multipolar; la posición negacionista de Donald Trump sobre la problemática del cambio climático frente a la decisión china de desarrollar energías limpias, y las tendencias diametralmente opuestas respecto a la apertura y el proteccionismo entre China y Estados Unidos.

 

 

El mensaje de Trump: más proteccionismo

El triunfo holgado que probablemente Donald Trump logre en las elecciones de noviembre —después de sobrevivir al intento de asesinato en un mitin en Pensilvania— le permitirá consolidar el fin del proceso de globalización neoliberal, que ya había iniciado en enero de 2017 durante su primer mandato. Trump anunció que recuperará la producción industrial mediante la imposición de aranceles a todos los productos, en particular a la de los autos eléctricos fabricados por China en México. Estos podrían oscilar entre el 100 y 200%. Asimismo, aplicará rebajas impositivas para atraer el retorno de empresas estadounidenses, en especial, las fábricas de automóviles.

La primera medida que Trump tomó durante su mandato fue abandonar el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP), una suerte de tratado de libre comercio extendido entre 12 países, incluidos tres latinoamericanos (Chile, México y Perú). Este había sido lanzado por el ex Presidente Obama en 2010 con el fin de contrarrestar la influencia china, mantener el dominio del dólar y tener una mayor presencia en Asia-Pacífico que le permitiera ejercer el dominio económico en la zona de conflicto militar del mar Meridional de China. Fue suscrito en 2015 y solo faltaba su ratificación legislativa.

En 2018, Trump inició una guerra comercial  al subir aranceles a las importaciones de China —en un intento por revertir el déficit que mantenía en su comercio bilateral— y dictaminó medidas, entre ellas la reducción de impuestos y otro tipo de incentivos tributarios para alentar el retorno de las empresas estadounidenses a su lugar de origen. La complejidad de los entramados productivos de las corporaciones instaladas en China y el hecho de que muchas de ellas tuvieran como destino principal de sus exportaciones al mercado chino no le permitieron cumplir con ninguno de sus objetivos. También impuso aranceles a las importaciones de acero y aluminio (25 y 10% respectivamente) de la Unión Europea, lo que a su vez fue retallado por esa región.

En 2019 comenzó una guerra tecnológica, especialmente con la empresa privada Huawei Corporation, que fabrica telefonía celular y tecnología de transmisión 5G. La empresa pasó a formar parte de la Entity List, donde figuran aquellas a las cuales no se les pueden vender determinados insumos, en este caso semiconductores, por representar una amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos. Entonces, instó a sus aliados a que hicieran lo mismo. Primero a los miembros del pacto de inteligencia Five Eyes, conformado por Australia, Reino Unido, Canadá, Nueva Zelanda y Estados Unidos, condicionándolos a que, si contrataban a Huawei, no compartirían información dada la amenaza del espionaje chino. A los europeos se les advirtió del peligro en la Conferencia de Seguridad de Múnich de febrero de 2019.

Esta campaña tuvo lugar también en el Sur Global. En diciembre de 2019 presentó la iniciativa América Crece, en la que ofrecía un conjunto de préstamos e inversiones a cambio de restringir las inversiones chinas y no contratar la tecnología 5G de Huawei. Esta no prosperó y, para darle continuidad, el Presidente Joe Biden presentó, durante la IX Cumbre de las Américas de junio de 2022, la propuesta “Asociación para la Prosperidad Económica de las Américas” (ASPA), con las mismas características que la anterior. Apenas once países de la región forman parte de ella.

Biden ha mantenido los aranceles que Trump impuso a China y ha incrementado otros recientemente, en particular a los autos eléctricos. También ha profundizado la guerra tecnológica con China al adoptar medidas que prohíben la venta a China, no solo de semiconductores para el desarrollo de inteligencia artificial procedentes de Estados Unidos, sino de todas las empresas que usen tecnología o maquinaria estadounidense para su fabricación en cualquier lugar del mundo. Asimismo, ha aprobado un conjunto de leyes que subsidian a empresas del sector. Ambos Presidentes son rehenes del complejo industrial, militar y tecnológico, así como de las grandes corporaciones energéticas, farmacéuticas y de los capitales financieros que vislumbran la importancia de la carrera tecnológica para preservar el poder hegemónico.

Los objetivos prioritarios definidos en la última Estrategia de Seguridad Nacional (NSS) de Estados Unidos consisten en “superar a China y limitar a Rusia”. Sobre Rusia, dice que representa una amenaza inmediata y continua para el orden de seguridad regional en Europa y una fuente de interrupción e inestabilidad a nivel mundial, pero carece de las capacidades de China. El país asiático es considerado como el desafío geopolítico más importante de Estados Unidos, toda vez que es el único competidor que tiene la intención de remodelar el orden internacional y, cada vez más, el poder económico, diplomático, militar y tecnológico para avanzar en ese objetivo. Efectivamente, el gobierno de Biden ha realizado un brillante trabajo diplomático al involucrar a los países europeos miembros de la OTAN en la guerra contra Rusia en apoyo a Ucrania, además de sumarse a las sanciones económicas. Se ha cumplido con esta parte del plan. La guerra no da para más. Putin ha amenazado con utilizar armas nucleares.

Le tocará a Trump ser parte activa del acuerdo de paz. Como si no hubiera sido partícipe del incumplimiento de los Acuerdos de Minsk de 2014 y cómplice de las presiones para el ingreso de Ucrania a la OTAN —definida por Rusia como la línea roja que no debía cruzarse— o no tuviera conocimiento de la presencia de la CIA en el derrocamiento del ex Presidente ucraniano Víktor Yanukóvich, hoy dice que esa horrible guerra no se hubiera producido si él hubiera seguido en la presidencia.

Tanto Trump como su Vicepresidente J. D. Vance han dicho que Estados Unidos se ocupará de China, la mayor amenaza para Estados Unidos. Vance le dijo a Fox News que Europa tiene que fortalecerse y agregó: “Debemos elegir los conflictos en los que nos involucramos, toda vez que Estados Unidos no tiene la capacidad para apoyar la lucha de Ucrania contra Rusia, el conflicto de Israel con Hamás y a Taiwán en un potencial conflicto con China".

 

China: apertura, energías limpias y multilateralismo

La III Sesión Plenaria del XX Comité Central del Partido Comunista de China destacó que la educación, la acción científico-tecnológica y el personal bien calificado constituyen el soporte básico y estratégico para la modernización china. Contrariamente al proyecto estadounidense de retornar al proteccionismo, China transmite señales de apertura. En efecto, se ha considerado que la apertura es y será el rasgo distintivo de la modernización china. Esta debe apoyarse en las ventajas propias del enorme mercado interno del país pero acompañarse de una política estatal básica de apertura al exterior.

Las miradas de China y Estados Unidos son diametralmente opuestas sobre el cambio climático. Mientras Trump niega sus repercusiones y ha anunciado que desde el primer día de su gobierno empezará a explotar todo lo que se pueda de petróleo (energía de verdad) como nunca se ha hecho en la historia, le ha dicho “no a la economía verde” y advierte que los autos eléctricos son una estafa, China considera que su modernización requiere una coexistencia armoniosa entre el ser humano y la naturaleza por lo que considera necesario actualizar el sistema institucional de la civilización ecológica, impulsar la rebaja de emisiones de carbono y mitigar la contaminación, en paralelo con la ampliación de espacios verdes, así como instalar decididamente la noción de que las aguas cristalinas y las montañas verdes son activos invalorables. 

China apuesta por el establecimiento de una comunidad de futuro compartido para la humanidad y, al igual que Rusia, considera necesario participar activamente en la conducción de una reforma del sistema de gobernanza mundial que conlleve una multipolarización mundial más equilibrada. En ese sentido, apoya las iniciativas para el desarrollo, la seguridad y la civilización global en la conducción de la reforma del sistema mundial.

 

Rusia: multilateralismo y equilibrio de fuerzas

El ministro de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, señaló que es imposible arreglar los conflictos que se van multiplicando si no se aclaran sus orígenes, y que el famoso “orden mundial basado en las normas” implica hoy que gobierne Estados Unidos, lo que constituye una amenaza directa al multilateralismo y a la paz internacional.

Dijo también que los componentes más importantes del derecho internacional, que son la Carta de la ONU y las decisiones del Consejo de Seguridad, son interpretados por el llamado Occidente colectivo de una manera perversa y selectiva, dependiendo de las indicaciones que se reciban desde la Casa Blanca. Así, muchas Resoluciones del Consejo de Seguridad son pasadas por alto. Entre ellas, la Resolución 2202 que aprueba los Acuerdos de Minsk sobre Ucrania, la Resolución 1031 que aprobó los Acuerdos de Dayton sobre la paz en Bosnia y Herzegovina, sobre la base del principio de la igualdad de las tres etnias que forman el Estado, además de otras muchas sobre Oriente Medio y la Franja de Gaza.

Para demostrar el doble rasero con el que se interpretan o se instrumentan las resoluciones en las Naciones Unidas, Lavrov evocó la novela Rebelión en la granja, escrita por George Orwell el siglo pasado. Dijo que, en la novela, se prevé la esencia de este “orden basado en las normas”.  Si uno cumple la voluntad de quien ostenta la hegemonía, todo le está permitido. “Todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros”. Y, si alguno se atreve a defender sus intereses nacionales, es declarado país marginado y sometido a sanciones. Agregó que la política de Washington basada en la hegemonía lleva décadas sin cambiar.

También señaló que las sanciones ilegítimas, las numerosas medidas proteccionistas y las limitaciones al acceso a las tecnologías contradicen enfáticamente la verdadera multipolaridad y crean serios obstáculos para lograr los objetivos previstos por la agenda del desarrollo de la ONU.

¿Dónde están todos los atributos del mercado libre a los que Estados Unidos y sus aliados acostumbraron a todos durante muchos años? La economía de mercado, la competencia justa, la inviolabilidad de los bienes, la presunción de inocencia, la libertad de circulación de personas, bienes, capitales y servicios, todo ello ha sido desechado. La geopolítica enterró las leyes del mercado de antaño sagradas para Occidente. Acabamos de oír que los funcionarios de Estados Unidos y la Unión Europea exigieron públicamente a la República Popular China que redujera la “producción excesiva” en los sectores de alta tecnología, porque Occidente empezó a perder las ventajas que había tenido en dichos ámbitos durante años. Ahora, los principios del mercado están sustituidos por las “reglas”.

Coincidentemente con la posición china, Lavrov considera que instituciones como Bretton Woods y la OMC deben ser reformadas cuanto antes. Asimismo, señaló que es imperativo eliminar las asimetrías geográficas y geopolíticas en el Consejo de Seguridad para consolidar la representación de Asia, África y América Latina. Al final, retomó las palabras del Presidente Putin durante el foro parlamentario del BRICS el pasado 9 de julio en San Petersburgo: “Vertebrar un orden mundial que refleje el verdadero equilibrio de fuerzas es un proceso complicado y, en gran medida, incluso doloroso”. Y finalizó diciendo, ciertamente, que las vidas de millones de personas dependen de si los políticos y diplomáticos son capaces de formular un tipo de visión común del futuro. Solo depende de los países miembros si nuestro mundo es diverso y justo. Propuso trabajar juntos para que empiece la historia del verdadero multilateralismo que manifieste toda la rica diversidad de culturas y civilizaciones de los pueblos que habitan el mundo.

 

 

 

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