¿Trabajadores o piezas de museo?
Tanto en la industria siderúrgica como en el museo que piensan dedicarle, los trabajadores son piezas descartables
Por iniciativa de concejales de Cambiemos de Ramallo, el Concejo Deliberante aprobó el proyecto de crear la figura del “Museo del Acero”. Su artículo primero sostiene que su objetivo es “preservar y revalorizar patrimonio histórico de la industria Sidero-Metalúrgica”. El segundo artículo habla de la comisión ad honorem que conformará el museo y señala que su composición será: un representante de la Subsecretaría de la Municipalidad de Ramallo; un representante de la Subsecretaría de Turismo de la Municipalidad; un representante del Concejo Deliberante; un representante de cada Cámara de Comercio, Industria y Turismo; un representante del parque industrial Ramallo-San Nicolás; dos historiadores de reconocido prestigio de nuestra ciudad; un representante de la empresa Ternium-Siderar; un museólogo del partido de Ramallo. Pero ningún lugar reservaron los concejales que aprobaron el proyecto para que la comisión del museo del acero tenga representación de los trabajadores.
A lo mejor los concejales de Ramallo pensaron que los trabajadores están bastante ocupados y que ellos mismos pueden convertirse en una pieza de museo si se concreta la idea de Paolo Rocca de efectivizar despidos en una de las tercerizadas de la planta Ternium-Siderar. El 10 de abril el obrero Hugo Zapata se ató a una columna de la empresa Sidernet. "Siderar había bajado la producción y necesitaba reducir personal", explica Zapata. "Nosotros pertenecemos al sector de Laminación en Caliente y querían reducir dos personas por turno, donde trabajan seis obreros en cada turno”. Ocho personas quedaban sin trabajo. Pero los trabajadores decidieron tomar el sector. Al no tener respuesta se organizaron para impedir el ajuste. “Juntos con los compañeros tomamos el sector y una de las decisiones fue atarme a la columna”, recuerda Hugo.
“En la planta General Savio, sector salidas bobinados, los abajo firmantes acuerdan en pos de mantener la continuidad operativa que la empresa se comprometa con un máximo de treinta días reunirse para llegar a un acuerdo sobre lo orgánico que deba prestar servicio en el sector de volcadores”, dice el precario acuerdo que lograron por un mes pronto a cumplirse, después de que Hugo Zapata se atara a la columna.
Las tareas que realizan en el sector Zapata son las de zunchados, marcación y soldaduras. Los salarios que perciben rondan entre 9.000 y 10.000 pesos por quincena y el último contrato que firmaron fue por cinco años. Actualmente en el sector de laminación en caliente hay 110 obreros. “En Siderar la producción y ventas disminuyeron. Pasaron de 220.000 toneladas mensuales hace un año a 150.000 toneladas actuales”, expresa Fabián Gigli, secretario de prensa de la UOM San Nicolás. “Se pudieron sostener los planteles con eliminación de horas extras, corrimientos y reemplazo de vacaciones. Igual hubo retiros, alrededor de 80 en Siderar”.
El convite en la ordenanza de creación del Museo del Acero en Ramallo a un integrante de la empresa Ternium-Siderar asegurará que parte de la historia de cómo se quedaron con la Sociedad Mixta Siderúrgica Argentina (SO.MI.SA.), emplazada en Ramallo, no figure.
SOMISA fue creación del entonces coronel Manuel Savio en noviembre de 1944, y comenzó a producir acero el 5 de mayo de 1961. La instalación de los Altos Hornos en las proximidades del pueblo revolucionó la vida de los habitantes. SOMISA supo tener 12.000 trabajadores hasta la privatización y la venta a precio vil a los Rocca, que se quedaron con la siderurgia luego de que se preparara su destrucción mediante la privatización durante el menemismo.
En 1992 SOMISA pasó a manos del grupo ítalo-argentino Techint, acompañado por las empresas brasileñas Usiminas y Campanhia Vale do Río Doce y la chilena CAP. Desde entonces la compañía paso a llamarse Aceros Paraná en 1993. Tiempo después, Aceros Paraná fue rebautizada como Siderar y hoy en día se llama Ternium Siderar, perteneciente al grupo Techint que comanda Paolo Rocca. El grupo ganó la privatización de SOMISA pagando mucho menos de lo que la propia siderurgia tenía como stock de producción puertas adentro.
Tampoco figurarán en el Museo del Acero las exenciones en la Tasa de Inspección de Seguridad e Higiene que el Intendente y Concejo Deliberante de Ramallo otorgaron en 2018 a Siderar por adelantado, en caso de que desarrollara una nueva planta de galvanizado y pintado. Pero ese guiño no tuvo respuesta y el emprendimiento que podía demandar —según anunció el intendente— 500 nuevos puestos de trabajo en los tres años de la etapa de construcción y luego una planta de personal estable de 250, nunca se llevó adelante porque en tiempos de evadir y fugar Rocca es un ejemplo.
El Museo del Acero que se creará no invitó a ningún sector de los trabajadores organizados sindicalmente a formar parte de su comisión. Estos tiempos amarillos durante los cuales Cambiemos insiste en que los enemigos son los trabajadores y los sindicalistas son tratados como mafia, parecen tener su efecto en Ramallo. El museo des-historiado negaría desde el vamos la lucha y resistencia de los trabajadores, en una etapa donde el modelo productivo industrial ha sido convertido por la políticas de Cambiemos en pieza de museo.
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