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Intento de golpe de Estado en Bolivia y política exterior de las alt-right

 

El pasado 26 de junio del corriente año, se produjo un intento de Golpe de Estado en el Estado Plurinacional de Bolivia que fue ampliamente condenado por todos los países de América Latina y varios de otros continentes, como así también por parte de algunos Organismos Internacionales. Sin embargo, y a contramano de la tradición argentina en materia de política exterior, el gobierno de Javier Milei espero hasta último momento, especulando con la evolución de los hechos, para condenar la intentona a través de la Canciller Diana Mondino en la red social X, y con un tardío comunicado de la Cancillería que repudiaba “las movilizaciones irregulares de algunas unidades del Ejército boliviano”. Recordemos que el vocero presidencial Adorni había calificado de terroristas (todos liberados por la Jueza María Servini ,  y sin que los responsables de la destrucción del auto del periodista de Cadena 3, nunca hayan sido detenidos) y de intento de Golpe de Estado la movilización social en contra de la Ley Bases y del Paquete Fiscal cuando fue tratado en la Cámara de Senadores, el pasado 12 de junio del presente año. Extrañas fraseologías libertarias.

 

¿Dónde estaban el presidente y la Canciller? Probablemente preparando una nueva gira mágica y misteriosa.

 

A casi siete (7) meses de asunción como presidente de la República Argentina, los medios ya han perdido la cuenta de los viajes que ha realizado al exterior. Por ejemplo, La Nación contabiliza catorce (14); mientras que Chequeado sostiene que fueron ocho (8). Independientemente de cuál haya sido la cantidad de aterrizajes y despegues, y a contramano de su narrativa de austeridad y de furiosa crítica al Estado, el presidente se ha convertido en el planero más caro de la Argentina junto con la familia Adorni y, utilizando el criterio “caputeano” del excel, sin ningún beneficio económico  ni político; el gobierno sólo ha mostrado como éxito en los medios premios de dudosa procedencia o imaginarios, socializado fotos turísticas en las redes sociales y a un presidente autoproclamándose candidato al Premio Nobel de Economía, lo cual, no sería descabellado, dado algunos antecedentes del mismo.

 

Estos Magical Mistery Tours argentos recuerdan por su extravagancia a la película de The Beatles estrenada en diciembre de 1967 –no en diciembre de 2023–, cuyo argumento giraba en torno a cinco magos –cada uno de los The Beatles y su entrañable road manager Mal Evans–, que provocaban “cosas extrañas”.

 

Una escena del Magical Mistery Tour de Los Beatles

 

La versión argentina parece más una serie cuyas temporadas son estrenadas de manera espaciada para mantener en vilo al espectador. Así, esta última entrega, llegó al streaming el pasado 10 de diciembre; mientras que las previas nos “impactaron” durante la última Dictadura (1976-1983); en la década de los ´90 (1989-2001) y en los cuatro años del macrismo (2015-2019). Esta nueva apuesta de la productora “Derecha Monster Inc.” es una melange de viejas recetas neoliberales con tarotismo actuada por viejos y nuevos actores, en donde uno de los ejes del guion es la puesta en escena de una política exterior que Luciano Anzelini ha denominado como “occidentalismo Dogmático” y que Juan Gabriel Tokatlian la ha conceptualizado como “Hiperoccidentalización”.

Alt-right

Al Presidente Javier Milei y a La Libertad Avanza se los ha clasificado como extrema derecha, como reaccionarios y anti-igualitarios, y como populismo de derecha. En definitiva, ¿qué es esta Medusa que está entre nosotros, parafraseando el libro compilado por Pablo Seman?

Al presidente Javier Milei y a La Libertad Avanza se los ha clasificado como Extrema Derecha, como Reaccionarios y Antiigualitarios, y como  Populismo de Derecha, en términos de María Esperanza Casullo, Ella, Pablo Stefanoni, Pablo Seman y Enzo Traverso, entre otros y otras, han analizado de manera excelente estas nuevas expresiones políticas. Por ejemplo, Paula Delfino recurre al concepto de Stefanoni de Alt-Right, o “Derechas Alternativas”, para conceptualizar estas expresiones de la “familia de las derechas”. Esta autora considera que “el eje que atraviesa a estos grupos políticos es la construcción de un “nosotros” —que no necesariamente es el mismo en cada caso— que reacciona frente a un “ellos” que los amenaza o los ignora”.

 

Según Paula Delfino, éstas no son Utopías que proponen una narrativa de futuro como el liberalismo y el marxismo, sino que en términos de Zygmunt Bauman son retrotopía que se proyectan hacia “un pasado que no existe”; hacia “mundos ideales ubicados en un pasado perdido/robado/abandonado que, aun así, se ha resistido a morir, y no en ese futuro todavía por nacer”.[1] Las Alt-Right son, en palabras de Pablo Stefanoni, “conservadores que no tienen nada que conservar” que buscan recuperar un pasado idealizado o mitológico: donde se estaba “mejor”: la familia, la iglesia, la campiña, el pueblo, la Generación del ´80.

El ascenso de estas Alt-Right, que iniciaron su fantasmal derrotero hace algunos años en Europa, donde hace días parecen haber tenido un primer tropiezo, se vincula según Paula Delfino a “la pérdida de certezas que fue generando el proceso capitalista en su fase neoliberal, donde cada uno, librado a sí mismo, fue intentando salvar lo que pudo y en ese intento fue desdibujando los lazos de solidaridad que lo unían con los otros, el vínculo de consenso necesario para fundar un común.”

 

 

De esta manera, según esta autora, las Alt-Right le disputan a las izquierdas una “promesa de mundo”, en donde éstas, en un contexto dominado por el neoliberalismo[1], han resignado la disputa por la mejora de las condiciones de vida materiales, “en pos de agendas de carácter simbólico que, aún con toda su importancia, no llegan a interpelar a grandes mayorías que atraviesan dificultades más acuciantes”. Esto constituyó un riesgo porque implicó “resignar la disputa de sentido por ese mundo que viene”

 

Asimismo, esta autora considera que también les han disputado el electorado a las derechas tradicionales y en algunos casos se las han fagocitado a través de “su apariencia de incorrección y desparpajo, que otorga una pátina de novedad a ideas que tienen poco de nuevo”.

 

Por su parte, y según Javier Vadell, las alt-right en los países en vías de desarrollo son “un espejo invertido” de lo que sucede en el mundo desarrollado. Si bien tienen en común, como señalamos, la identificación de “otro” responsable de diversos “males”, tales como la corrupción, la falta de futuro que “obliga a nuestros hijos a emigrar, el atraso económico, la inseguridad, los planeros, la “casta política” y el Estado de Bienestar, o el Estado a secas, que son responsables de la grandeza nacional y que, paradójicamente, “son capaces de entregar su alma (nación) a los encantos del norte global y son cómplices del saqueo y expolio de los grandes capitalistas”. En este sentido, defienden el capitalismo neoliberal a diferencia de las propuestas nacionalistas de sus versiones europeas y estadounidenses.

En los países en vías en desarrollo, por su parte, [y según Javier Vadell] las alt-right son un espejo invertido de lo que sucede en el mundo desarrollado. Si bien tienen en común  la identificación de otro responsable de diversos males (corrupción, falta de futuro, atraso económico, inseguridad), tales como la casta política y el Estado de Bienestar, o el Estado a secas, son capaces de entregar su alma (nación) a los encantos del norte global y son cómplices del saqueo y expolio de los grandes capitalistas. En este sentido, y a diferencia de las derechas radicales de los países desarrollados que defienden la economía de mercado y un capitalismo nacional, muchas propuestas de éstas siguen siendo neoliberales que en nombre de la libertad defienden la eliminación del contrato social, abonando imaginarios donde predomine la ley del más fuerte.

El impacto en la política exterior?

Gisela Pereyra Doval analiza los posicionamientos geopolíticos de las Alt-Right y, ciertamente, considera que el ascenso de las mismas respondió a factores domésticos, pero que no pueden aprehenderse completamente sin considerar los factores externos. Así, estas expresiones políticas, no tienen una posición unívoca frente al actual escenario internacional en transformación. De acuerdo a esta autora, “atlantismo” y “eurasianismo” definen a las posturas internacionales de las Alt-Right; sin que esto suponga encorsetamientos rígidos. El primero ha tenido dos variantes en la historia de la política exterior estadounidense: el aislacionismo y el internacionalismo, con un predominio de este último que ha atravesado a los diferentes gobiernos, independientemente de los cambios de partido. Donald Trump sería un ejemplo del aislacionismo, aunque bastante sui generis. El segundo, de acuerdo a la autora citada, “surge como doctrina en el imperio zarista, toma fuerza en el período de entreguerras, y se construye en torno a la idea de Eurasia (el continente entre Europa y Asia), con Rusia en el centro como eje de una civilización distinta de la occidental (…) En su versión actual, el “eurasia­mismo” se torna un concepto menos geográfico y más político para atraer a líderes y grupos que, aun siendo parte de Occidente, comparten reservas hacia la de­mocracia liberal y/o no aprueban las acciones llevadas a cabo por EE.UU. y la OTAN". Siguiendo a Pereyra Doval, el “Eurasianismo” considera a Europa como un espacio neutral que puede ser integrado.

 

Frente a estas tendencias, se observa, por un lado, que algunas Alt-Right occidentales, ya sea por la historia reciente o por intereses, se inclinan al “Atlantismo”; mientras que la adhesión en Europa Central y Oriental a éstas más fuerte por razones históricas y por su desconfianza a la Federación de Rusia y porque consideran a EE.UU. y a la OTAN como los garantes de su independencia.

 

De todos modos, no existe una postura unificada de las Alt-Right frente a las transformaciones y crisis que están ocurriendo en el escenario internacional, lo cual requiere un análisis de caso por caso. No obstante, resulta sumamente interesante el planteo de Gisela Pereyra Doval que —con algunas excepciones— las afinidades ideológicas, y no los intereses vitales y estratégicos estén definiendo las relaciones interestatales.

En este último caso, podemos ubicar la política exterior de Javier Milei.

A diferencia del expresidente Carlos Menem (1989-1999)  y su canciller Guido Di Tella (1991-1999), que al final de la Guerra Fría (1947-1991)  —nos guste o no— hicieron una correcta lectura del escenario internacional —la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas colapsó y EE.UU. quedó como la única superpotencia que impulsó y buscó imponer en todo el planeta la democracia liberal y el neoliberalismo—, el actual escenario internacional se caracteriza desde hace algunos años por haber comenzado a recorrer una transición hegemónica entre EE.UU. y la República Popular de China que terminará como comenzó: en fecha y forma incierta. En este marco de incertidumbre, la orientación de la política exterior argentina está siendo fuertemente influenciada por sus factores domésticos.

Los factores domésticos y externos moldean a los actores que intervienen en el proceso de toma de decisión de las políticas exterior y de defensa. Estos factores [7] pueden desagregarse en:

  1. Externos y
  2. Domésticos

Los externos, en

  • distribución de poder en el sistema internacional y
  • cambios en la estructura económico-social internacional

Y los domésticos en

  •  capacidades de poder de los actores,
  • individuales (imágenes, talentos, actitudes, experiencias previas, todo aquello que haga a las capacidades del actor, excepto la ya señalada),
  • intereses (varían en función del lugar que ocupa en el proceso de política pública: decisor, burócrata, asesor, entre otros),
  • sistemas de creencias (ideologías, ideas y creencias), y
  • el entreverado pulsional.

Los dos últimos estarían moldeando fuertemente la toma de decisión en el caso argentino. La angustia que debe aquejarnos es si la cultura y las normas y la cultura podrán continuar sofrenando los impulsos pulsionales del Presidente de la Nación. Si esto no sucede los argentinos o –mejor aún, espero– sus gobernantes terminaremos encerrados en The Milei Memorial Home. Una situación que ya hemos vivido y que Pink Floyd –evolución natural de The Beatles– nos recuerda.

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