TEMPLE PARA RESISTIR PRESIONES
Los senadores del Frente de Todos cuestionan al Fondo Monetario
La corriente ortodoxa de la economía mundial está exhibiendo claros síntomas de una derrota teórica que marcará un cambio de época. La libre movilidad de capitales entre los países ha significado un vehículo de ganancias mayúsculas para la especulación y los grandes rentistas internacionales, desestabilizando las mínimas condiciones necesarias para las políticas de desarrollo de los países dependiente-periféricos. Cada incursión en la implementación de políticas neoliberales se asoció con menor o mayor rezago a condiciones de crisis, retroceso del nivel de actividad, recetarios de ajuste y refinanciaciones de deudas que comprometieron los presupuestos públicos.
La época de las reformas de la restauración conservadora adjudicó, como misión fundamental, a los organismos internacionales de crédito, el desempeño de un rol de apoyo a las políticas de reducción del gasto público, flexibilización laboral, privatizaciones, regresividad fiscal, apertura financiera, apertura comercial. Resumidas en dos conceptos centrales:
- autorregulación mercantil y
- reformas estructurales.
Neoliberalismo tardío y fracaso anunciado de un programa.
La Alianza Cambiemos implementó una política económica sustentada en una versión extrema del liberalismo neo, con posterioridad a la crisis de 2008 de la cual la ortodoxia ideológica que la sustentaba había salido muy golpeada. Sus efectos en las economías provocaron penurias de las que nunca lograron recuperarse plenamente, mientras las naciones que se resistían a los mandatos de esas políticas, nacidos de los centros financieros, fueron las más exitosas en los intentos de recuperación.
El gobierno de Cambiemos destruyó las condiciones macroeconómicas heredadas de los doce años de kirchnerismo, que con lineamientos heterodoxos había logrado mejoras en la distribución del ingreso, un sustantivo descenso del endeudamiento externo y un desempeño virtuoso de variables reales de la economía, como el crecimiento y la inversión.
Las medidas de devaluación del peso, la liberalización de las regulaciones de la cuenta de capital del balance de pagos que permitió las desregulaciones del ingreso y salida de capitales, el desmonte del rol del banco central en sus funciones de orientación del crédito, la quita de las retenciones, la eliminación de la obligación de los exportadores a liquidar divisas y de los controles cambiarios en el país condujeron a:
- Una profunda recesión económica
- El descenso del salario y una redistribución regresiva del ingreso
- La disolución de las medidas y políticas de desarrollo
- Una inédita crisis del balance de pagos provocada por una restricción externa de carácter financiero que se originó en la apertura de la cuenta capital, la desregulación de las importaciones y la falta de liquidación de divisas.
En términos de expectativas la política del liberalismo neo no llevó a una situación de “confianza” inversora del sector privado, sino a su contraria. Sí, permitió una intensa fuga de capitales y una rauda disminución de las reservas en concurrencia con una huida de la moneda nacional.
El FMI concurrió en auxilio del gobierno neoliberal con el objetivo de dar crédito a las políticas que promovió durante cuatro décadas, y lo hizo en un volumen ajeno a las regulaciones vigentes para su asistencia. Acudió cuando el crédito privado quitó financiamiento al país y el movimiento del capital especulativo sólo tenía la dirección de salida.
El gobierno del Frente de Todos, asumió con una situación económica y social desquiciada por la pésima gestión que la precedió, de carácter mérito y plutocrática.
En Argentina, todas las gestiones gubernamentales imbuidas de las recomendaciones de desregulación y liberalización de la economía fueron inconsistentes con el desarrollo económico y el despliegue de posibilidades para el logro de mayores márgenes de libertad para la implementación de políticas económicas autónomas. No fue distinto en el resto del mundo periférico.
La segunda carta al Fondo Monetario Internacional
El 16 de noviembre de 2020, los Senadores del Frente de Todos le enviaron una carta a la directora gerenta del FMI, en la que señalaron que en el otorgamiento del préstamo extraordinario y voluminoso a la Argentina habrían predominado por encima de los aspectos institucionales y técnicos, consideraciones de orden político. El lunes 22 de febrero de 2021, los mismos Senadores han hecho llegar una segunda carta, esta vez dirigida a Charles Collyns – director de la “oficina de evaluación independiente del FMI-”. En el escrito los legisladores advierten sobre la falta de respuesta de Georgieva a la primera misiva, quien ni siquiera envió la constancia de recepción. Es una actitud que debe llevar a la preocupación nacional respecto a la posición del FMI frente a las negociaciones. La carta del 20 de noviembre solicitaba en su último párrafo que el organismo mitigue los intereses, que establezca un período de gracia hasta 2025 para comenzar a pagar lo adeudado por la Argentina, que acepte un plazo de amortización de la deuda de varias décadas –las necesarias para que el pago sea sustentable sin afectar negativamente la vida económica y social del país- y que no imponga condicionalidades sobre la política económica, la cual debe ser resuelta autónomamente por el país. Son postulados sustanciales que el movimiento popular debe acompañar. En momentos en que se está negociando intensamente, y en la que el poder político nacional ha manifestado que la refinanciación deberá ser aprobada por el Congreso, no puede entenderse como una desprolijidad que el organismo internacional y su directora gerenta, resuelvan dejar sin respuesta una carta de los Senadores que pertenecen a la frente político gobernante. Más bien debe leerse como la suma de un desacuerdo más la costumbre de valorar más a los poderes fácticos que a los institucionales.
La carta al director de la oficina de evaluación marca con detalle los errores, omisiones y transgresiones en las que el Fondo Monetario incurrió, que necesariamente deberían ser tenidas en cuenta para establecer las condiciones excepcionales y favorables para el acuerdo de refinanciación que el organismo celebre con la Argentina. Condiciones que deberían tener efectos reparatorios con los graves daños a la economía argentina, provocados por el cogobierno de hecho que el FMI ejerció junto a Macri durante el último año y medio de la gestión meritocrática del empresario participante de los eventos de la Fundación Libertad.
Entre aquéllos señala:
- Haber aceptado el incumplimiento de la obligación del país receptor de no financiar la fuga de capitales. (En realidad lo que constituye una prohibición, se transformó en el destino sustancial: fondear la corrida en fuga del capital especulativo).
- Incumplimientos de la legalidad argentina en la toma del préstamo, sobre las que el FMI no reparó, y que hoy importan potenciales responsabilidades penales para los funcionarios actuantes. Entre ellas, la falta de opinión del Banco Central respecto al endeudamiento a emprenderse, dispuesta por la Ley de Administración Financiera.
- Falta de sustentabilidad para el pago de la deuda al momento del préstamo e incumplimiento de los criterios para el acceso a un financiamiento extraordinario.
Sobre el final de la carta los Senadores del Frente de Todos apuntan que al resultado de las repetidas políticas del Fondo “lo hemos pagado y lo estamos pagando todavía con la pobreza, la indigencia, la falta de oportunidades, el desempleo, el cierre de pequeñas y medianas empresas y de comercios familiares, el desajuste de todas las variables macroeconómicas. No somos el único país, donde los pueblos pagan con su sufrimiento los desaguisados que producen en sus sociedades las políticas del FMI. Egipto, Ecuador, Grecia, entre otros, son también ejemplo de la falta de ´aprendizaje institucional´ del Fondo. Quizás haya llegado la hora de replantear la validez del conjunto de normas diseñadas a partir de Bretton Woods y de seguir insistiendo con la generación de una nueva arquitectura financiera internacional”.
La adhesión de los senadores a la necesidad de una nueva arquitectura financiera internacional tiene una posible y adecuada lectura respecto a que ha llegado el fin de la época de la financiarización, de la autorregulación, de la privatización de las finanzas, de la hegemonía del capital financiero. El planteo se dirige al corazón del problema de las economías dependientes: éste no está en las políticas heterodoxas supuestamente desaprensivas de la cuestión fiscal, ni el tamaño del gasto social, ni en la regulación de los mercados laborales, ni el sostenimiento del régimen previsional como derecho social. El problema tiene como contribuyentes clave a su generación a los organismos financieros internacionales embebidos de la ortodoxia de la corriente principal de la economía, que hacen del ajustismo fiscal el eje sobre el cual se constituyen los “equilibrios macro”. Concepción que llevó a Europa a una recesión permanente y extendida durante la aplicación de las políticas de consolidación fiscal, con posterioridad a la crisis de las hipotecas sub-prime.
Justamente el punto axial para un cambio en la actuación de los organismos internacionales deberá ser la modificación de las variables entendidas como significativas, sobre las que operan con exigencias que destruyen a las economías subdesarrolladas. No se trata de reducir el gasto público, sino de aumentarlo en relación al PBI, unido al objetivo de acrecer su eficiencia, a la vez que se suban los gravámenes sobre ganancias y riquezas, especialmente sobre las provenientes de rentas, sobre todo de las extraordinarias.
Los mercados libres cambiarios son un suicidio en una economía global en que coexisten países con divisas y otros con monedas que no adquirieron ese carácter. La liberalización cambiaria, asociada a la ausencia del Estado en la fijación del precio del cambio conducen indefectiblemente a la bimonetización y pérdida de funciones de la moneda nacional en los países periférico dependientes.
Tampoco resulta admisible fomentar procesos de normalización en los que se admita la libre movilidad de capitales. Ese dispositivo conduce al endeudamiento sin desarrollo y al aumento constante de la brecha de riqueza y de nivel de vida entre el mundo desarrollado y el resto de los países.
En la reflexión de Néstor Kirchner, respecto a la hipocresía que resulta de promover la igualdad de condiciones entre contrapartes asimétricas, descansa el principio fundamental del cambio de la arquitectura financiera internacional, pensada sobre la base de construir relaciones de cooperación en una humanidad que priorice la igualdad.
La Argentina debe debería ser un caso líder, un punto de ruptura en las relaciones que el FMI acostumbra a sostener con las naciones subdesarrolladas. Las metas fiscales a la cabeza conducen al fracaso y nuevos, y mayores, costos. El programa debe tener objetivos de alto crecimiento, de mejora del empleo y de mejor distribución del ingreso. De aumento de la iniciativa y papel del Estado en la economía. De mayores regulaciones de los precios que inciden en cuestiones estratégicas, tanto de carácter social como económica. La apertura de una nueva etapa puede ocurrir si se le exige al FMI que ponga su parte en la solución de la deuda argentina, porque es un responsable fundamental de los daños causados al pueblo de esa nación. Además de los reclamos de los senadores, y en el marco de la ruptura de régimen que se pregona en el país, y que algunos líderes internacionales declaman, correspondería un nivel de quita de capital que el FMI nunca efectuó, pero que en este caso su inexistencia sería el síntoma de una gran injusticia.
Lo que no hay que aceptar
El Economista del 17 de febrero informa que los bonistas que refinanciaron deuda privada con Argentina opinan que el país necesita desesperadamente un acuerdo con el FMI, lo hacen porque los papeles argentinos que ellos poseen retrocedieron en cotización, y entienden que un acuerdo con el FMI les proveería ganancias. “El grupo de bonistas del canje incluye, entre otros, a fondos como HBK Investments, Monarch Alternative Capital, Paloma Partners Management, Pharo Management, Redwood Capital Management y VR Capital Group”. Redoblando su apuesta por la continuidad de los negocios especulativos, dependientes de la actual arquitectura financiera sostienen que “un programa del FMI es la única fuente probable de anclajes políticos y un marco creíble a medio plazo que pueda aportar estabilidad. Sin embargo, el gobierno parece estar contemplando seriamente la posibilidad de retrasar un acuerdo con el FMI para tener la libertad de continuar con sus políticas insostenibles aún más tiempo”. Tal vez, estos fondos especulativos hicieron una apuesta en la refinanciación que acordaron. Jugaron a que la Argentina haría un rápido, convencional y concesivo acuerdo, aceptando la tradicional lógica del FMI. Así, la disputa con el Fondo Monetario Internacional, lo es también con algunos de los privados que ya arreglaron. Época de temple para resistir presiones.
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