Táctica y estrategia
Jubilaciones, pensiones e inflación en 2020: entre falacias y una comunicación errática
Cuando se conoció el índice de inflación del mes de diciembre, y por ende pudo conformarse el correspondiente al año 2020, los diarios La Nación y Clarín, a coro, salieron a decir que todos los jubilados habían perdido contra la inflación. En letras de molde, La Nación publicó: “Inflación: todos los jubilados perdieron poder de compra y los datos desmienten al Presidente”, mientras que Clarín, en paralelo, tituló: “Subas por decreto: lejos de las promesas oficiales, en 2020 todas las jubilaciones perdieron contra la inflación”.
Esas noticias fueron repetidas miles de veces en los distintos medios de comunicación de ambos grupos y sus satélites. Una vez más acudieron al tono exagerado y catastrófico al que acostumbran, ya que para estos medios hegemónicos trastocar la realidad y la información con el fin de vapulear al gobierno es su misión cotidiana: no les importa informar, ni si los datos que esgrimen son verdaderos o falsos, su objetivo es manipular la impresión de la gente, impedirle pensar o razonar, dejando que los titulares hagan el mayor daño posible. Sin duda, con los encabezados reseñados más arriba lograron desmerecer el esfuerzo encomiable que el gobierno realizó en un año de pandemia para mantener el poder adquisitivo los 18 millones de beneficiarios de la seguridad social.
Es más, esos titulares han causado tanto impacto que compañeros jubilados como yo me escribieron mensajes por las distintas redes sociales criticando fuertemente al Gobierno. Cuando en algunas entrevistas me preguntaron cómo era la situación desde mi punto de vista contesté que me parecía que era una campaña, bien orquestada, pero con datos al menos erróneos y agregué que no todos habían perdido contra la inflación. Esto me valió que muchos compañeros se sintieran ofendidos y me lo hicieron saber sin anestesia. Claro que no me gustó, traté de explicar cómo es la realidad y la respuesta de mis interlocutores siempre estuvo relacionada con “la miseria que cobran”.
Lo que ocurre es que se confunde lo baja que es la jubilación mínima con los incrementos por movilidad. Es cierto que el gobierno no ayudó cuando suspendió la aplicación de la ley de movilidad. Siempre me pareció una medida apresurada que puso a la defensiva a los jubilados y pensionados y los hizo permeables a recibir mensajes como los de La Nación y Clarín. Sé que en este contexto tratar de explicar cuál es la realidad es como decía el Quijote, “buscar una aguja en un pajar”. Pero tozudamente me ocupé de desentrañar la verdad y creo que esa realidad dista mucho de la visión que muestran los medios hegemónicos.
Lo primero que hice fue tomar los recibos de cobro de mi jubilación del año 2019 y sumarlos. Luego hice lo propio con los de 2020 y al resultado de lo percibido en 2020 le resté lo percibido en 2019. ¡Increíblemente le ganaba a la inflación! Contra todos los pronósticos, mi haber se había incrementado más que la inflación. Así fue como pensé que, si con mi jubilación pasaba eso, ese fenómeno debía repetirse en todos los casos. Invito a todos los beneficiarios de la seguridad social a que hagan el mismo ejercicio y se saquen la duda, teniendo en cuenta que la inflación del 2020 fue del 36,1%.
Para completar el análisis se me ocurrió hacer dos tablas: la primera sobre jubilaciones mínimas y la segunda con las jubilaciones máximas. En esas tablas incorporé todo lo que efectivamente cobró quien gana una jubilación mínima, sin considerar el aporte a PAMI. En el grupo de los que cobran la mínima o un poquito más, lo que los hacía acreedores de los tres bonos –dos de 5.000 pesos y uno de 3.000–, se encuentran los dos tercios del total. En la tabla adjunta se podrá notar lo falaz de los titulares de Clarín y La Nación. Allí cualquier lector podrá comprobar que:
- En 2019 un beneficiario que percibió la mínima recibió de ANSES 150.112,41 pesos.
- Mientras que en 2020 esa misma persona cobró la suma de $230.774,47 pesos.
- La diferencia entre lo percibido en uno y otro año asciende a 80.662,07, que equivale a un 53,73%.
Por lo tanto, aquella frase de que todos los jubilados y pensionados perdieron contra la inflación es falsa. Lo que ocurre es que ex profeso omiten en la cuenta los 13.000 pesos que se cobraron por los bonos y no valoran correctamente el impacto que tuvo el aumento del mes de marzo que se fijó en una suma fija de 1.500 pesos y una suma variable de 2,3%, que en el balance final representa un 13% más, contra 3,8% que recibieron las jubilaciones más altas. Por ello, aunque no se tomen en cuenta los bonos, los beneficiarios que tienen ingresos más bajos percibieron durante el año 2020 un 45,07% más sin contar los bonos, y 53,73% computándolos.
Ahora bien, ¿qué pasó con los haberes más altos? Como puede verse en el cuadro adjunto, perdieron el 1,33%. Pero claro, ese 1,33% lo perdieron 14.992 personas y, a medida que se desciende en la escala de ingresos, ese porcentaje se va a achicando y termina afectando a menos de 50.000 individuos. Es decir que los únicos que perdieron 1,33% o menos de ese valor no superan los 50.000 beneficiarios de la seguridad social, contra un universo de 18 millones que le ganaron por casi 20 puntos a la inflación.
Seguramente muchos tecnócratas dirán que el cálculo que corresponde hacer es medir el haber de planilla contra una situación igual de un año antes. Ese método es tramposo y engañoso, y trataré de demostrarlo. La verdadera manera de medir lo que pasó en un año es sumar todo lo que un beneficiario percibió durante ese año y compararlo con todo lo que percibió en el año anterior. Por el absurdo es fácil probar lo errático del método que toma el haber 2020/2019. Supongamos que un año no se aplica ninguna movilidad durante once meses y en diciembre el gobierno decide otorgar un incremento del 100%, ¿eso querría decir que los jubilados ganaron? Claro que no. En la cuenta que hacen La Nación y Clarín el resultado sería que le ganaron a la inflación. Me resulta tan absurda esa teoría que sólo se me ocurre, para justificarla, que la motiva una gran intencionalidad política.
Imagino que muchos dirán que hacer el cálculo sumando todo, como el que aquí propongo, se da de bruces con la realidad de un jubilado que cobra 19.035 pesos, haber sobre el que se le aplicará la movilidad en 2021. Lo entiendo, e incluso comprendo si está enojado. Creo que ello se debe a una táctica errada del gobierno, porque:
- Otorgar incrementos en forma de bonos es una mala idea, ya que quien cobra un bono cree que al mes siguiente ocurrirá lo mismo y, por supuesto, ello no ocurre. Entonces, aquello que era una ventaja se transforma en una desazón.
- El incremento de marzo de una suma fija y un porcentaje insignificante fue algo patético.
- Suspender la fórmula de movilidad sin aplicar inmediatamente una nueva fue una pésima estrategia, porque el gobierno pagó un costo político terrible y terminó gastando lo mismo.
- La comunicación en materia de seguridad social ha sido, al menos, errática. Lo ocurrido con el incremento del 5% de diciembre es una prueba elocuente.
- La pandemia complicó cualquier panorama, provocando un retraso exasperante en la resolución de expedientes de los nuevos jubilados.
Todas estas razones abonan una tierra fértil para que los mensajes calamitosos de La Nación y Clarín calen hondo en la sociedad. Los beneficiarios de la seguridad social requieren que lo que se haga se transmita en un lenguaje simple y que se tenga una estrategia de contención. No alcanza con un mensaje publicitario. La mejor prueba de ello es el esfuerzo realizado por el gobierno respecto de los ingresos indirectos, medida que ha sido de alto impacto en las familias y en el bolsillo de la gente pero, sin embargo, han sido absorbidos con tal naturalidad que rápidamente mutaron al olvido. Así, la sociedad pasó de pagar servicios públicos que en el gobierno de Macri se multiplicaron por 20 a vivir un año sin un solo incremento y, aún más, con un gobierno que transformó la telefonía en servicio público. También se pasó de una situación desesperante para conseguir un medicamento de PAMI en la era Macri a tener medicamentos gratuitos, un avance realmente extraordinario, pero con tibia comunicación. El alivio de aquellos que estaban endeudados mediante créditos ANSES, por no serle exigibles los pagos de las cuotas y por la disminución de las tasas, también representó una importante ayuda a los que menos tienen. En fin, si uno computa los avances en materia de políticas sociales dirigidas a los que menos tienen sin duda es extraordinaria, pero ha sido aplicada sin una estrategia clara, con idas y vueltas y muchas contradicciones. Para colmo, desde la política no existieron quienes pusieran la cara en los medios, todo se limitó a evasivas y justificaciones inconsistentes.
Por ello, este año en que por fin tendremos la ley de movilidad por la que tanto luchamos, tenemos que acompañarla con militancia, dando la cara, explicando con claridad las medidas que se toman y el gobierno tiene que fijar una táctica innovadora y llevarla adelante con tozudez, transmitiéndola adecuadamente.
Creo que, contra los agoreros de siempre y los medios hegemónicos, se impone volver a la esencia con ese amor que transmitía Mario Benedetti cuando decía:
Mi táctica es hablarte
y escucharte,
construir con palabras
un puente indestructible.
Creo sinceramente que construir una sociedad cada día más justa es posible.
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