A partir de la guerra comercial y tecnológica de Estados Unidos para ahogar el desarrollo chino, los economistas en Estados Unidos han presagiado un desacoplamiento progresivo de ambas economías. Puestos a analizar qué país puede suplantar esa producción, muchos de ellos apuntan a India.
El tamaño de su población es similar (India, 1.406 millones y China, 1.412 millones en 2022) y su crecimiento poblacional es superior al chino, lo que ahora consideran un “bono poblacional”, cuando hace cuarenta años los organismos internacionales presionaban al control de la natalidad, incluso con forzadas esterilizaciones en masa en India. China —ya sin el forzado control de natalidad desde 2016— ha perdido ese bono y su población ha comenzado a decrecer, a semejanza de algunos países europeos. Los estudios remarcan la caída de la tasa de crecimiento del producto en China en el último decenio. También se ha incrementado significativamente la exportación india, pasando de 50.097 millones de dólares en 2003 a 394.814 millones, una tasa de crecimiento superior a la china.
Esos estudios resaltan que India es una “vibrante democracia”, la más grande del mundo, frente a la “autocracia china”, y que el giro hacia la liberación económica dado en los años '90 es muy atractivo para los capitales internacionales.
No es oro todo lo que reluce
La tasa de crecimiento del producto chino ha descendido del 10 % anual para el período 1980/2012 al 6,2 % anual en el decenio 2013/2023. Pero el crecimiento de India pasó de un promedio del 6,2 % en 1980/2012 al 5,6 % en 2013/2022 [1]. La participación de la industria en el PBI en China es del 27 % y en India ha descendido al 14 %. Gracias a la vitalidad de su competitivo sector industrial, China sigue alejándose de India.
Las exportaciones de China son casi diez veces más importantes: en 2021 fueron 3.361.814 millones de dólares, o 3,4 billones (trillón) frente a los 394.814 millones de India. La composición de estas es radicalmente diferente. Mientras China incrementa sustancialmente su participación en exportaciones de alta tecnología, la India concentraba en 2021 el 50,5 % en siete rubros maduros: 14,3 % en combustibles (carbón, petróleo y gas), 9,7 % en minerales y metales, 5,4 % en hierro y acero, 5,4 % en química orgánica, 4,9 % en farmacéuticos genéricos y 4,8 % en vehículos.
Una de las razones del mejor resultado y mayor complejidad de China es el alto coeficiente de Inversión sobre el PBI: el promedio entre 1980 y 2022 es de un impresionante 39,6 % frente al respetable 27,7 % de India. Es válido que estos lograron un crecimiento casi igual, con una tasa de inversión claramente menor. Pero las inversiones chinas tienen un creciente componente de inversión social en bienes públicos que eleva la productividad (infraestructura, comunicaciones, de salud y educación principalmente) y el nivel de vida de sus habitantes, frente a un cuadro social muy deteriorado en India pese a sus avances.
Estas diferencias se traducen en un ingreso per cápita (en Paridad de Poder de Compra) de 19.260 dólares para China y 7.315 dólares para India en 2021.
La difícil etapa desde la independencia
En 1947 India se independizó de Gran Bretaña y en 1949 las guerrillas comunistas de Mao tomaron el poder tras luchar contra los invasores japoneses y el gobierno del Kuomintang. En 1950, China, con 552 millones de habitantes, tenía un PBI per cápita de apenas 50 dólares, mientras India, con 357 millones, alcanzaba los 60 dólares per cápita. Un inicio de miseria tras siglos de saqueo a ambos países por potencias imperialistas, en especial Gran Bretaña.
El imperio británico avanzó sobre India cuando las fuerzas armadas de la Compañía Británica de Indias Orientales a inicios del siglo XVII fueron limitando el poder del imperio mogol (túrquico-islámico) que había unificado el subcontinente indio un siglo atrás. A mediados del siglo XIX fue suplantada la Compañía por el virrey británico (Raj), formalizando el dominio de la corona. La lucha por la independencia estuvo guiada por el partido Congreso Nacional Indio, formado en 1885 por intelectuales y grandes propietarios. La larga y paciente estrategia de desobediencia civil no violenta liderada por el Mahatma Gandhi fue apoyada por las masas. Era más caro para los británicos mantener el dominio que pactar la independencia.
El primer gobierno indio fue dirigido por Nehru entre 1947 y su muerte en 1964. Período inicial tormentoso, con la separación de la mayoritariamente islámica Pakistán y los genocidios religiosos que la precedieron y continuaron en zonas de población islámica en India, como Cachemira. La violencia religiosa incluyó el asesinato del Mahatma Gandhi en enero de 1948 por el fanático hinduista Nathuram Godse, actualmente reivindicado por los seguidores del gobierno de Narendra Modi. El dominio político del Congreso Nacional Indio se extendió por más de 50 años —con breves períodos bajo gobiernos del moderadamente nacionalista partido Janata y siempre dominado por el clan familiar de los descendientes de Nerhu, comenzando con su hija Indira Gandhi (sin relación familiar con Mahatma Gandhi) y, tras su asesinato en 1984 a manos de sus guardaespaldas sijs, por su hijo Rajiv Ghandi, asesinado por fanáticos tamiles en 1991—. El nieto de Indira, Rahoul Gandhi, y su madre, Sonia Gandhi, siguen dominando el CNI en la actualidad.
Las diferencias sociales en India abarcan todos los aspectos imaginables. Lengua: el hindi es hablado por el 25 % de la población y hay más de 20 idiomas oficiales y 2.000 dialectos, siendo el hindi y el inglés (administrativo-jurídico) las lenguas francas. Etnias: 52 % son indo-arios, 20 % dravídicos, 5 % mongoloides, 9 % poblaciones tribales (Adivasis y otros), y un resto de varias etnias. Castas: formalmente abolidas en 1947, siguen siendo una realidad (los casamientos son arreglados solo dentro de las castas, por ejemplo). En la cúspide, los brahmanes (sacerdotes e intelectuales) junto a los kshátriyas (guerreros y gobernantes). Por debajo, los vaishyas (comerciantes y artesanos), para cerrar con los sudras (campesinos y trabajadores). Por debajo de las castas están los dalit, descastados, intocables o parias (más de 200 millones), sin derechos reales, a pesar de las leyes.
La división más arraigada y perniciosa es la religiosa. La religión hindú es practicada por el 80 % de la población, seguida por el islam (14 %), cristianismo 2,4 %, sijs 2 %, budismo 0,5 % y otras menores. El hinduismo o hindutva es la base del agresivo nacionalismo del primer ministro Narendra Modi (2014 a la fecha), conductor del Partido Popular Indio (Bharatiya Janata Party o BJP). En 1992 la destrucción de la venerada Babri Masjid (mezquita de Babar) fue planeada por los líderes del BJP y ejecutada por sus fuerzas de choque. El hinduismo es también machista, el rol de la mujer es degradado y común la violencia sexual contra ellas (violaciones en manada). Cuando Modi fue primer ministro del Estado de Gujarat en 2002, apoyó con declaraciones e inacción de las fuerzas públicas los masivos linchamientos de minorías islámicas y, ahora, como máximo dirigente nacional, no cesa de atizar el fuego contra los creyentes musulmanes. Ello le valió la denegación de visa de entrada en Estados Unidos en 2005, incidente luego “olvidado” por razones geopolíticas. Los enfrentamientos de hindúes con islámicos es la mancha más oscura dentro de las divisiones que el Mahatma Gandhi y el Pandit Nerhu trataron de evitar.
Las bases del nacionalismo hinduista
Tanto India como China eran países abrumadoramente agrarios al inicio de sus procesos de independencia a mediados del siglo pasado. Mientras China pasó del 84 % de población rural en 1960 al 37 % en 2021, India solo ha bajado del 82 % al 65 % en igual período. Hoy sigue siendo un país inmensamente rural, con un atraso reflejado en distintos indicadores. Un porcentaje elevado de infantes tiene menor talla y peso que lo considerado normal por insuficiente alimentación. Al año 2018 el grado de alfabetización de India era del 82,4 % en varones y 65,8 % en mujeres, superior al 54,8 % y 25,7 % que tenían en 1981, pero muy por detrás de los valores chinos para 2018: 98,5 % varones y 95,1 % mujeres. El analfabetismo es muy superior en las zonas rurales.
No es sorpresa que la “vibrante democracia india” sea una mueca horrible, votos arreados en las zonas rurales por terratenientes de los que dependen los campesinos pobres, votos comprados en zonas urbanas por la monumental maquinaria de empresarios-mafiosos que acceden al poder mediante sus aportes de campaña, para luego cobrárselo con creces con prebendas y negociados, de todos los partidos políticos. Las políticas social-demócratas con que se inició el ciclo político independiente fueron derivando en los ‘90 hacia una privatización indiscriminada y el florecimiento de nuevas oportunidades de enriquecimiento mediante corrupción y estafas al erario público.
Los distintos gobiernos han fracasado en la medida básica de mejoramiento esperado por la población: la obtención de trabajo de día completo y formal. La alta tasa de crecimiento de la población —en las condiciones actuales— es más un pasivo que un activo. La desocupación abierta en India es baja, pero la realidad es que hay centenas de millones de trabajadores en tareas de pocas horas por día como empleados de pequeños negocios (servidores de té es la representación más conocida), transporte, construcción (con su elevada tasa de accidentes), etcétera. Tareas de muy baja productividad y remuneración miserable, lo que alienta la delincuencia en todas las formas imaginables, con la protección (tarifada) de fuerzas de seguridad que deberían evitarla. El boom de la construcción ha llevado al desarrollo de las mafias de la arena, rezonificaciones expulsando a pobladores precarios para nuevos desarrollos, privatización del uso de la escasa agua potable para lujosas piscinas y jardines. Millones de ciudadanos pululan entre el hambre en minifundios familiares y trabajos temporales pésimamente pagos en ciudades hacinadas, con falta de los más elementales servicios públicos.
Esas masas están desesperanzadas sobre su futuro. Sin educación y con hambre de siglos son presa fácil de dirigentes nacionalistas hindúes que les inculcan que la culpa de todos sus males proviene de los islámicos, representantes para ellos del sojuzgamiento del pueblo indio por los invasores mogoles que los dominaron hace cinco siglos.
Los desafíos de la India actual
Los economistas que ven las posibilidades de suplantar la mano de obra de China por la más barata de India hacen la vista gorda a todas estas falencias. India desarrolló ya hace varios lustros un polo de desarrollo de software en inglés en Bangalore, aprovechando su condición bilingüe, ventaja que también desarrolló el mega negocio de call centers internacionales. Pero la tardía y mala educación popular retarda la capacitación de trabajadores industriales, sus supervisores, técnicos y profesionales, que son necesarios cuando se pasa de industrias maduras a las más complejas en los sectores tecnológicos de punta (especialmente TICs).
Estados Unidos trata de incluir a India en esquemas de cerco militar y tecnológico contra China y hará lo posible para que algunas industrias, como el montaje de iPhone de la taiwanesa Foxxcon para Apple, se trasladen a India. La logística de infraestructura, apoyo industrial y de servicios desarrollada en China para las mega plantas como la de Foxxcon no la puede replicar India en menos de una década, y no compensa el costo de la mano de obra más barata que ofrece. Ni hablar de tareas más complejas en sectores tecnológicos en que India está en un estadio más atrasado.
La posición históricamente no alineada de India frente a las potencias imperiales la llevó a aliarse con Rusia, como antes con la URSS, contradictoriamente, también para contener a una China cada vez más cerca de Rusia.
El desarrollo futuro de India —si logra sobreponerse a los enfrentamientos religiosos y otras desventajas aquí esbozadas— la hace más interdependiente del creciente mercado chino y de su influencia. El polo de desarrollo de toda Asia terminará por ser la masa crítica de producción que llevará a un mundo más multipolar, con disminución de la hegemonía norteamericana, si nadie da el paso equivocado de desatar la guerra entre las potencias antes que ese escenario madure.
[1] FMI. Anexo Estadístico WEO. Oct 2022. https://www.imf.org/en/Publications/WEO
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