Sólo con empleo no alcanza
Los últimos números sobre la distribución del ingreso antes de saber quién será el Presidente
Faltan tres domingos para que las urnas decidan quién será el próximo Presidente del país, pero lo que sí se conocen son las principales variables que dibujarán el mapa económico desde el cual el 10 de diciembre iniciará su gobierno. Justo cuando se cumplan cuatro décadas del comienzo del periodo democrático más extenso en 213 años de historia argentina.
Subterránea en la agenda publicada, pero con manifestaciones sintomáticas en la superficie, la puja distributiva entre trabajo y capital será uno de los indicadores que determinen y juzguen la próxima presidencia. De quién prevalezca en la contienda electoral dependerá el rol arbitral que encarne el Estado.
El Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV) acaba de circular el que probablemente sea el informe de distribución del ingreso más actualizado cuando se produzca el balotaje entre Sergio Massa y Javier Milei, pautado para el 19 de noviembre.
El análisis del Observatorio, a partir de datos recolectados por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), ilustra sobre el camino recorrido en los cuatro años del gobierno de Alberto Fernández y el punto de partida de quien sea su sucesor.
Al término de la actual presidencia, la clase trabajadora habrá logrado recuperar el nivel de empleo anterior a la pandemia, seguida por eventos imprevisibles, pero de inevitable impacto económico en la Argentina periférica y bi-monetaria: la sequía local de los últimos meses, la guerra entre Rusia y Ucrania y el manejo de tasas de interés en el norte del continente.
Los salarios, en cambio, no han corrido la misma suerte.
Más por menos
Después de retroceder sobre sus pasos y recomponer el ingreso de trabajadoras y trabajadores antes del turno electoral de medio término de 2017, el gran desplome del salario durante el gobierno de Mauricio Macri se verificó en el segundo trimestre del año siguiente, en consonancia temporal con el acuerdo stand-by aprobado por el Fondo Monetario Internacional el 20 de junio.
A diferencia de los elementos imprevistos que se enumeraron, el nuevo endeudamiento externo era una variable ya conocida el 10 de diciembre de 2019. El gobierno de Fernández la manejó del modo que ya ha descrito El Cohete, que también retrató el yugo de deuda que pesa sobre las jurisdicciones sub-nacionales.
Al cabo de los tres primeros meses de 2018, los salarios habían caído al 46,1 % en relación con el total de valor agregado bruto del país en el periodo. Para el último año de gobierno macrista se contrajeron aún más, al 43,9 %.
La remuneración al capital, por su parte, siguió la tendencia contraria y verificó un salto con cada desplome salarial. La pandemia, que inicialmente afectó a ambos en igual sentido, terminó agravando la desproporción y alzando la tajada del capital al pico del 51,3 %. En el año por cerrar, el salario está cinco puntos por encima del piso pandémico, pero incluso así se ubica por debajo de los niveles previos a la asunción de Alberto Fernández. Va de suyo que la pérdida es aún mayor respecto del 10 de diciembre de 2015.
El balance desfavorable de la puja distributiva se verifica en otro indicador consignado por el informe del Observatorio de la UNDAV: los salarios no se han recuperado en proporción equivalente al crecimiento del empleo.
Después de la caída de la pandemia, los tres grandes segmentos de la estructura laboral argentina alcanzaron los niveles previos a la aparición del COVID-19 y las medidas de prevención de contagios:
- en el tercer trimestre de 2021 lo consiguió el sector no asalariado, que incluye a monotributistas y cuentapropistas;
- en el segundo semestre de ese año lo hizo el de asalariados registrados, y
- hacia 2022 comenzó a consolidar su recuperación el segmento de no registrados.
Actualmente, para los tres sectores, los puestos de trabajo superan los niveles que tenían durante cualquier tramo del gobierno de Macri y la mayor parte del de Alberto Fernández.
Una constante observable en el segundo gráfico es que, en casi toda la serie, la evolución que se mantiene por encima del resto es la correspondiente a puestos de empleo no asalariados, lo que incluye a monotributistas y cuentapropistas.
Entre las pocas excepciones se encuentra el periodo de vertiginosa caída en pandemia, en la primera parte de 2020, cuando su descenso fue más pronunciado que el del sector de empleo asalariado registrado. La formalidad en la relación de dependencia y las restricciones a los despidos amortiguaron el impacto del segmento respecto de las otras dos categorías.
La desproporción
El último informe del INDEC sobre el mercado de trabajo corrobora el cuadro de desproporción de empleos y salarios.
Si bien la tasa de desocupación es la más baja en al menos dos años, la presión de la oferta de mano de obra sobre la demanda de puestos de trabajo subió casi un punto entre el primer y el segundo trimestre de 2023: casi 28 de cada 100 integrantes de la población económicamente activa de los 31 aglomerados urbanos relevados está desocupada, tiene trabajo, pero busca cambiarlo o puede trabajar más horas.
Dentro de la población con ocupación laboral, el 28,4 % se encuentra sobre-ocupada, con 45 o más horas de trabajo por semana.
En conjunto, los datos ilustran sobre un círculo vicioso: en un régimen de alta inflación, la desigual distribución del valor agregado bruto entre capital y trabajo y la carrera de precios y sueldos empujan a la búsqueda de más horas de trabajo o nuevos puestos, presionando a la baja los salarios por la sobrecarga de oferta en relación con la demanda en el mercado laboral. Siempre de acuerdo a lo recogido por el INDEC, del total de la tasa de desocupación actual, un tercio permanece en busca de trabajo desde hace más de doce meses.
Geografía, género y edad
Con la treintena de aglomerados urbanos relevados como base de análisis, la región pampeana y el Gran Buenos Aires son los de mayor tasa de desocupación, con 6,8 y 6,7 %. No obstante, en Cuyo y el noroeste se registran mayores porcentuales de personas ocupadas pero demandantes de empleo (21,8 y 20,4 %) y de subocupación (15,1 y 11,7 %).
En todas las regiones, el nivel de actividad se encuentra por encima del de empleo.
En cuanto a la distribución del ingreso por género, el informe del Observatorio de la UNDAV concluye que las mujeres se encuentran sobre-representadas en los deciles de menores retribuciones.
El cruce de franja etaria con género, por su parte, señala que los sectores más desfavorecidos en la distribución de la remuneración asalariada registrada son los de mujeres y varones menores de 30 años. Asimismo, mujeres y hombres de 29 años o menos conforman sostenidamente las franjas más afectadas por la desocupación, con valores actuales de 13,4 y 12,3, respectivamente. De ese modo, parece corroborarse la dificultad de las y los jóvenes para ingresar al mercado laboral formal y explicarse el descontento de esas generaciones.
Dentro del trabajo asalariado no registrado, los segmentos más postergados en la distribución son ambos de mujeres, de menos de 30 y más de 50 años. Lo mismo ocurre con el ingreso bruto mixto, que abarca —por ejemplo— a cuentapropistas y monotributistas, quienes no perciben un salario, pero tampoco son capitalistas.
La pregunta de noviembre
Después del quiebre de 2001, los tres gobiernos kirchneristas lograron recuperar los niveles de actividad industrial, mejorando la distribución del ingreso y los indicadores del mercado de trabajo. La crisis de deuda desatada por Macri para cubrir la fuga de capitales significó el final de esas políticas y disparó las devaluaciones inflacionarias.
El informe del Observatorio de la UNDAV concluye que “el problema que enfrenta la coyuntura actual tiene que ver con que no pudo revertirse esta situación” durante el gobierno de Alberto Fernández.
En efecto, más allá de la sumatoria de condicionamientos, los números que deja no son buenos. Pero podrían agravarse hasta niveles acaso nunca vistos, si prevalece la opción de motosierra y dolarización.
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