Siria y la resistencia palestina
La caída de Al-Assad es la culminación de una estrategia de Israel y Estados Unidos desde 1996
El derrocamiento del Presidente sirio, Bashar al-Assad como resultado de la ofensiva militar de la alianza islamista opositora Organización de Liberación del Levante (Hayat Tahrir al Sham o HTS, en árabe) ha consolidado el posicionamiento de Israel en la guerra por la posesión de los territorios palestinos y su política de genocidio.
El alzamiento de las fuerzas lideradas por HTS empezó el 27 de noviembre, el mismo día en el que entró en vigor un acuerdo de alto el fuego en el Líbano entre Israel y Hezbollah, el gran aliado del hoy exilado Presidente sirio. El operativo fue breve y apenas dio tiempo para que los cancilleres de los tres garantes del proceso de Astaná (Irán, Rusia y Turquía) –mecanismo creado en 2017 para encontrar una solución negociada a la guerra en Siria– y los de otras cinco naciones (Egipto, Jordania, Irak, Arabia Saudí y Qatar) emitieran una declaración conjunta sobre la necesidad de poner fin a la escalada iniciada por la ofensiva rebelde, proteger al país del caos y del terrorismo, y preservar la unidad, la soberanía y la integridad territorial de Siria.
Sin embargo, la suerte ya estaba echada. Al día siguiente de esa declaración, el gobierno presidido por Bashar al-Assad –apoyado por Rusia e Irán, a través de Hezbollah– cayó sin mayor resistencia. La falta de respaldo del ejército árabe sirio, el debilitamiento de Hezbollah, la atención de Rusia puesta en la guerra con Ucrania y el rechazo de la ciudadanía al gobierno por la situación política y económica –derivada en parte de las sanciones económicas impuestas durante más de una década por Estados Unidos, la Unión Europea, Canadá, Australia y Suiza, y la abrupta disminución de su producción petrolera desde 2011, cuyas instalaciones pasaron a estar controladas por las fuerzas kurdas, apoyadas por Estados Unidos–, además de su mala gestión y su intolerancia, fueron algunos de los factores que determinaron la velocidad de los acontecimientos.
En una conferencia de prensa realizada el jueves, el Presidente Putin señaló que la caída del gobierno en Siria no representaba una derrota para Rusia, pues ya no tenía allí tropas terrestres sino dos bases militares –una aérea y la otra naval–, y que el gobierno mantenía diálogo con todas las facciones en ese país. Rusia envió militares a partir de 2015 para prevenir que se formara un enclave terrorista parecido a lo que se observó en países como Afganistán, así como para defender al gobierno de Al-Assad del levantamiento de otras facciones, pues era su aliado en Medio Oriente. Agregó que incluso los grupos que antes luchaban contra el gobierno de Al-Assad, como el HTS, habían cambiado internamente. “No en vano, hoy muchos países europeos y Estados Unidos quieren establecer relaciones con ellos”.
El HTS está calificado por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas como organización terrorista desde 2015 mediante la Resolución 2254 aprobada por unanimidad. Durante la visita realizada el viernes por autoridades estadounidenses para entrevistarse con el nuevo gobierno de facto, se revocó la recompensa de 10 millones de dólares por la captura de Ahmed al Sharaa, el líder del HTS. Algo así como la recompensa de 15 millones de dólares ofrecida en 2020 por la captura del Presidente venezolano Nicolás Maduro, monto que un grupo de Legisladores estadounidenses buscan ampliar a 100 millones de dólares.
Así, el nuevo gobierno sirio, conformado por una mayoría sunita, asumió el mando y suspendió la Constitución y el Congreso por tres meses. En este proceso, Israel ha realizado más de 400 bombardeos, ha destrozado el 80% de su infraestructura militar y ha desplegado a su Ejército en la zona desmilitarizada desde 1974 en los altos del Golán, en la frontera entre Siria y Líbano. Netanyahu ha dicho que la ocupación de esta zona por sus fuerza de defensa tiene la intención de ser temporal, pero que la retirada dependerá del comportamiento del próximo gobierno de Siria.
Siempre en la mira
Como señala el economista estadounidense Jeffrey Sachs, la caída de Bashar al-Assad es la culminación de la estrategia seguida por Israel y Estados Unidos contra Siria y otros países, que se remonta a 1996 con la llegada de Benjamin Netanyahu al cargo de Primer Ministro. Esta formaba parte de una lógica en la que Israel conservaría las tierras palestinas ocupadas, gobernaría sobre el pueblo palestino en un Estado de apartheid, limpiaría étnicamente el Estado y derrocaría a los gobiernos vecinos que se resistieran a sus reivindicaciones territoriales.
De acuerdo con Sachs, esta se intensificó en 2011 y 2012 cuando Barack Obama encargó a la CIA una operación encubierta llamada Timber Sycamore, un multimillonario programa para derrocar a Bashar al-Assad, en el marco del cual la CIA financió, entrenó y proporcionó inteligencia a grupos islamistas radicales y extremistas. Durante una conferencia conjunta del Presidente Obama y el Primer Ministro Netanyahu en la Casa Blanca, Obama dijo: “Con respecto a Siria, Estados Unidos sigue trabajando con aliados y amigos y con la oposición siria para acelerar el fin del gobierno de Assad”.
Sachs señala que acabar con Siria fue siempre una parte clave del plan, por lo que incorporó la estrategia de Netanyahu en su política exterior. Así se lo informó el Pentágono al general Wesley Clark en 2001: “Vamos a atacar y destruir los gobiernos de siete países en cinco años: empezaremos por Irak, y luego pasaremos a Siria, Líbano, Libia, Somalia, Sudán e Irán”. Con distinto cronograma, y con algún retraso por la resistencia que hubo en Irak, estos derrocamientos de gobiernos por grupos internos han tenido lugar en los países mencionados, salvo Irán, a cuyo gobierno el electo Presidente Trump tiene en la mira. Con una Siria patrocinada por Estados Unidos e Israel, Irán –que parece no estar interesado en entrar en una confrontación bélica– será más vulnerable a las provocaciones, particularmente por la frontera que comparte con ese país.
El gobierno iraní no ha respondido a los atentados organizados por Israel y/o Estados Unidos. Es el caso del asesinato del general Qasem Soleimani, comandante de la fuerza de élite Al Quds de la Guardia Revolucionaria de ese país, en un ataque con drones en el aeropuerto de Bagdad, llevado a cabo por el Ejército estadounidense en enero de 2020, siguiendo las órdenes del entonces Presidente Trump, según confirmó el Pentágono. Tampoco respondió por el atentado en el que murieron más de 80 personas en dos explosiones ocurridas cerca de la tumba del general Soleimani durante la conmemoración del cuarto aniversario de su asesinato, el pasado mes de enero. En abril de este año, un bombardeo contra el consulado iraní en Damasco, atribuido a Israel, mató a seis personas de nacionalidad siria y a siete miembros de la Guardia Revolucionaria de Irán.
Felicidad
Inmediatamente después de la victoria de HTS, los cancilleres de Estados Unidos, Francia y Turquía, y solo ocho de los 22 miembros de la Liga Árabe (Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Jordania, Arabia Saudita, Irak, Líbano y Egipto) se reunieron en Jordania, donde expresaron su apoyo unánime al proceso político inclusivo que suponen tendrá lugar en Siria, sin terrorismo y sin la exclusión de ninguno de los componentes del país árabe. En la reunión participaron también la alta representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Kaja Kallas, y el enviado de las Naciones Unidas para Siria, Geir Pedersen.
Los pocos países árabes que participaron de la reunión en Jordania acordaron, por separado, apoyar un proceso de transición pacífica en Siria, en el que estén representadas todas las fuerzas políticas y sociales, pero condenaron las incursiones militares de Israel en la zona desmilitarizada entre ese país y Siria, así como los ataques aéreos israelíes contra bases y almacenes de armamento sirios.
Paralelamente, el líder insurgente sirio Ahmed al Charaa les dijo a los millones de sirios desplazados por el conflicto que “una Siria libre los espera”. Dijo también que no están interesados en entrar en un conflicto con Israel, pero pidió la intervención urgente de la comunidad internacional para frenar la escalada israelí contra Siria, en referencia a los bombardeos contra su estructura militar y su posicionamiento en las alturas del Golán. Señaló que los argumentos israelíes no justifican sus recientes violaciones, y que han cruzado claramente las líneas de compromiso en Siria, lo que amenaza con una escalada injustificada en la región.
Genocidio
El jueves, la organización Human Rights Watch publicó el informe “Exterminio y actos de genocidio: Israel priva deliberadamente de agua a los palestinos en Gaza”, en el que demuestra que las autoridades israelíes son responsables del crimen de lesa humanidad de exterminio y de actos de genocidio. Señala que estas han impuesto deliberadamente condiciones de vida diseñadas para causar la destrucción de parte de la población en Gaza, privándola intencionalmente de un acceso adecuado al agua, lo que con toda probabilidad ha causado miles de muertes. Esta política se enmarca dentro de los cinco “actos de genocidio” definidos en la Convención sobre Genocidio de 1948. Asimismo señala que los gobiernos que arman a Israel deben poner fin al riesgo de complicidad en crímenes atroces en Gaza y actuar de inmediato para proteger a la población civil mediante un embargo de armas, sanciones específicas y apoyo a la justicia.
El mismo día, la organización Médicos sin Fronteras publicó el informe “Gaza: la vida en una trampa mortal”, en el que señala: “Lo que nuestros equipos médicos han presenciado sobre el terreno a lo largo de este conflicto concuerda con las descripciones proporcionadas por un número cada vez mayor de expertos jurídicos y organizaciones que concluyen que en Gaza se está produciendo un genocidio. Los signos de limpieza étnica y la devastación continua –incluidos los asesinatos en masa, las graves lesiones físicas y mentales, los desplazamientos forzosos y las imposibles condiciones de vida de los palestinos bajo el asedio y los bombardeos– son innegables”. Alrededor del 90% de toda la población de la Franja ha sido desplazada por la fuerza, en muchos casos varias veces. Asimismo, hacen un llamado a los Estados, en particular a los aliados más cercanos de Israel, para que pongan fin a su apoyo incondicional a Israel y cumplan con su obligación de impedir el genocidio en Gaza.
El Consejo de Derechos Humanos de la ONU divulgó el “Informe de la Relatora Especial sobre la situación de los derechos humanos en los territorios palestinos ocupados desde 1967”, Francesca Albanese, en el que se insta a Israel y a aquellos Estados que han sido cómplices de lo que puede concluirse razonablemente que constituye genocidio, a rendir cuentas y ofrecer reparaciones proporcionales a la destrucción, muerte y daño infligidos al pueblo palestino. Asimismo, recomienda que los Estados miembros apliquen de inmediato un embargo de armas a Israel, ya que han incumplido las medidas vinculantes ordenadas por la Corte Internacional de Justicia del 26 de enero de 2024. Albanese reiteró estos planteamientos en su informe de octubre pasado, “Genocidio como supresión colonial”, y afirmó en una entrevista para la BBC el 19 de diciembre: “Con todas las hermosas normas de derechos humanos que tenemos no podemos detener esta carnicería. Esto es pura oscuridad para mí (…) El tribunal de la historia nos juzgará. Y su conclusión será implacable con los que niegan que hay genocidio en Gaza”.
Finalmente, el 4 de diciembre, Amnistía Internacional presentó el informe “Es como si fuéramos seres infrahumanos: El genocidio de Israel contra la población palestina de Gaza”, en el que concluye que Israel ha cometido y continúa cometiendo genocidio contra la población palestina de la Franja de Gaza ocupada y documenta cómo, durante la ofensiva militar que lanzó tras los mortales ataques liderados por Hamás en el sur de Israel el 7 de octubre de 2023, Israel ha venido sumiendo a la población palestina de Gaza en un infierno de destrucción sin ningún pudor, continuamente y con absoluta impunidad. El informe de Amnistía Internacional demuestra y concluye que Israel ha llevado a cabo actos prohibidos por la Convención sobre el Genocidio, con la intención específica de destruir a la población palestina de Gaza.
“Nuestras fulminantes conclusiones deben servir de llamada de atención a la comunidad internacional: lo que está ocurriendo es genocidio. Hay que ponerle fin ya”. Y advierte que “los Estados que continúen transfiriendo armas a Israel en este momento deben saber que están incumpliendo su obligación de impedir el genocidio y se arriesgan a ser cómplices de él”. Todos los Estados con influencia sobre Israel, en particular los que suministran armas, como Estados Unidos y Alemania, pero también otros miembros de la Unión Europea, Reino Unido y otros países, deben tomar ya medidas para poner fin de inmediato a las atrocidades de Israel contra la población palestina de Gaza”.
Pero el Pentágono no cree que Israel esté cometiendo un genocidio en la Franja de Gaza. El gobierno de Estados Unidos no está de acuerdo con las acusaciones o afirmaciones relativas al genocidio. Consideran que han muerto o resultado heridas demasiadas personas inocentes, tanto israelíes como palestinos.
En noviembre, la Corte Penal Internacional (CPI) emitió órdenes de detención contra el Primer Ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y el ex ministro de Defensa del país hebreo, Yoav Gallant, por presuntos crímenes de lesa humanidad. También se emitió una orden contra el comandante de Hamas, Mohammed Mohammed Deif (presuntamente muerto), por cargos que incluirían crímenes de guerra y contra la humanidad, cometidos durante la conflagración entre Israel y Hamas iniciada el 7 de octubre de 2023. Un comunicado del tribunal afirmó que los dos primeros han dirigido “intencionalmente” ataques contra la población civil. Pero para Estados Unidos e Israel, los faros de la democracia y de la institucionalidad en el Occidente y en el Medio Oriente, no existen semáforos en rojo.
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