Si así tratan a los propios
Un nuevo caso Carrasco, ahora sin colimba. Un “rito de iniciación” que degrada al Ejército
El hombre arrojó el celular en medio de un ataque. Se agarraba la cabeza, no podía creer lo que acaba de oír. Cuando comprendió que la única opción era afrontarlo para saber la verdad, recogió el aparato y llamó al número que había quedado registrado. Oyó la misma voz marcial:
–¡Que tenés que venirte al hospital porque tu hijo está muerto!
Ese domingo 19, Día del Padre, Ernesto Ezequiel Chirino salió del Hotel Alejandro, a cuatro cuadras de la plaza céntrica en Paso de los Libres, a averiguar dónde quedaba el nosocomio, uno de los últimos destinos que se le hubiese ocurrido verificar antes de salir de su casa en Córdoba. Había viajado a Corrientes el miércoles para que su hijo tuviera tiempo de hacer algunas gestiones previas al ingreso al cuartel. Repasó esos últimos días mientras comenzaba su deambular a partir del llamado de alguien de quien retuvo como “oficial De la Torre”. No tenía por qué saber que era el teniente coronel Alejandro De la Torre, jefe del Grupo de Artillería de Monte 3 (GAM 3), en Paso de los Libres, ni estar al tanto de la cadena de mandos que se develaría.
En el nombre del hijo
El joven, oriundo de Holmberg, había estudiado durante cuatro años en el Colegio Militar de El Palomar. Egresó a los 21 años como subteniente artillero. Para completar su instrucción fue trasladado al Grupo de Artillería 3. Llegó con su familia el jueves para hacer algunos trámites. No sabía que eso implicaba oficiar de cadete y mozo de los futuros jefes.
Tanto él como los ingresantes Ezequiel, de Curuzú Cuatiá, y Jorge, de Catamarca, recibieron la “notificación” de que debían agasajar a los locales como agradecimiento por recibirlos. Les ordenaron comprar los productos más caros: vino Rutini, whisky Jack Daniel's, comida y postre, todo “en abundancia”.
Matías fue con Ezequiel Meza a cumplir con los mandados de “Martínez, Grupito, Acosta, Cayata y Aguilar”, según las fonéticas que reconstruyó Chirino padre. Oyó que el rango de quien mandaba también era el de subteniente: pares de su hijo, como en el crimen del soldado Omar Carrasco.
La noche del sábado, en medio de lo que los jefes llaman “festejo”, ordenaron beber con “fondo blanco”, hasta que las copas no fueron lo único que vaciaron. O la abundancia no fue tal o los militares consumen demasiado, porque los mandaron a comprar más fernet y cigarrillos.
No haber previsto tal nivel de consumo fue visto como una viveza criolla de los nuevos ingresantes que quisieron medir los gastos de su bolsillo. En represalia, los obligaron a desnudarse y tirarse a la pileta, con el frío que hacía en la desolada ruta 117. Muy parecido a lo que otros jefes hicieron en la guerra de las Malvinas. El caso trascendió las fronteras, desde Uruguay hasta el Reino Unido.
Cómo murió
Las primeras voces castrenses dejaron trascender que luego de “la joda” se fueron a dormir, y que Chirino era el “más lúcido” de todos. Sin embargo, el padre constató en la morgue que su hijo estaba tan desnudo como cuando fue arrojado a la pileta, salvo por una camisa muy rota, como si se hubiese rasgado en un intento por vestir a la fuerza a un cuerpo inerme.
El relato oficial da cuenta de que al amanecer, en un rutinario control por las habitaciones, el subteniente Gerardo Bautista, de guardia en el Casino de Oficiales, vio a Chirino pálido en un colchón tirado sobre el piso y que no respondía a su llamado. Sin embargo, en el Ministerio Público Fiscal de Corrientes tienen otra versión: el oficial de servicio fue a las 5 de la madrugada porque lo alertaron dos compañeros de Chirino.
Bautista dio aviso y se acercó la sargenta enfermera Clara M. Fernández, quien le encontró el pulso muy bajo. Lo cargaron en una ambulancia militar mientras Fernández le practicaba tareas de reanimación hasta llegar al Hospital San José.
Apenas ingresado, se constató su muerte –según el portal Todolibres, con base en textos de evidente tecnicismo policial– y se llamó a la Comisaría 3ª, cuyo personal recibió el informe de la doctora Gallardo (avalado por el director del hospital, Jorge Ferreira Dame) y se dio parte al fiscal en turno, Mauro Casco, quien caratuló: “Oficio por averiguación de causal de muerte”, no sin antes dar aviso al fiscal Aníbal Fabián Rodríguez, de jurisdicción federal, como la que tiene una base del Ejército.
En una primera autopsia, el médico policial Carlos Vizcaíno dejó constancia de que el cuerpo, sin lesiones, había muerto debido a un “paro cardiaco producido por asfixia por alimento” o broncoaspiración, propio de quien se traga su vómito por las vías respiratorias.
Esa consecuencia de la ingesta fue descripta por la novia de Matías, con quien iba a casarse: “Él temía a ese festejo. En las capturas del celular se ve que les mandaron comprar esas bebidas y sabía que, si no hacían caso de entrada, el trato no iba a ser el mismo durante el tiempo que siguieran en el cuartel”.
En el Casino de Oficiales y en las habitaciones, según trascendió, las fotos de los peritos policiales exhibirán numerosas botellas de bebidas alcohólicas vacías.
Separados
El lunes, la fuerza emitió un primer comunicado:
Luego de algunas averiguaciones internas, el Ejército separó a once militares implicados en este rito de iniciación que no tiene nada de festivo. En la noche del martes comunicó que “el jefe del Estado Mayor del Ejército, general de división Guillermo Olegario Pereda, ordenó actuaciones de Justicia Militar (para) determinar las responsabilidades individuales en el marco del Código de Disciplina”.
Pereda se trasladó a Holmberg para reunirse con los deudos de Chirino. El jueves la Fuerza radicó una denuncia ante la fiscalía federal de Paso de los Libres por la presunta comisión del delito de abandono de persona, además del abuso de autoridad e incumplimiento de los deberes de funcionario público. Allí aportó los once nombres que no han trascendido, salvo los que se mencionan en esta nota.
Para corroborarlos, con las garantías del juez federal Gustavo del Corazón de Jesús Fresneda, habrá que esperar medidas de prueba y sumar al expediente las declaraciones de la hermana y el padre de Chirino, quien adelantó a Radio Dos: “A mi hijo lo mataron; no fue un accidente, fue abuso de autoridad”.
Parecen darle la razón quienes en otros grupos de WhatsApp escribieron: “El Ejército actuó de inmediato y para encubrirlo lo llevó a la Justicia local, haciendo la autopsia la Policía de Corrientes. La causa pasó al fuero federal como corresponde y hay una nueva autopsia de Gendarmería. Lo que dice el padre es desgarrador; han actuado así x q Chirino es hijo de un civil laburante y no hijo de un garca coronel o general. Va camino a ser como el caso Carrasco, esperemos que esta vez el hilo no se corte por lo más delgado”.
Cadena de mandos
Según la agencia Télam, “el comandante de la Brigada de Monte XII, de la cual depende el Grupo de Artillería de Monte 3, se presentó ante la Fiscalía Federal”. Aunque no consignó nombre ni rango, se trata del coronel Sergio Jurczyszyn.
Es hijo del general de división Eusebio Jurczyszyn (de 79 años y ascendencia ucraniana), ex agregado militar adjunto en los Estados Unidos. Durante las Presidencias de Fernando De la Rúa y Eduardo Duhalde, cuando aún regía la impunidad para los delitos de lesa humanidad de la dictadura, fue subjefe del Ejército. Mientras el jefe era Ricardo Brinzoni quisieron saber qué información tenían sobre ellos los organismos de derechos humanos, por lo que chapucearon en la llamada “Ley de Hábeas Data” en pos de dirigirse al Centro de Estudios Legales y Sociales. Horacio Verbitsky les respondió en su carácter de presidente del CELS para recordarles el rol de Jurczyszyn padre en el espionaje sobre la jueza Cristina Garzón de Lascano, quien investigaba el robo de bebés y otros crímenes de la dictadura en Córdoba, cuyo Cuerpo III estaba a su cargo. El militar admitió el 23 de junio de 1999 en un sumario castrense que había autorizado al teniente coronel Abel Guillamondegui a realizar el espionaje. Eso no impidió que fuera designado subjefe del Ejército hasta el cambio de época iniciado en 2003.
Una década después, el hijo, Sergio Jurczyszyn, con rango de teniente coronel, ascendió a jefe del Regimiento de Infantería de Monte 30 en Apóstoles, “cuna de la inmigración ucraniana”. El ahora coronel continúa en Misiones, donde en diciembre pasado asumió como comandante de la zona que incluye al GAM 3. Desde allí formula declaraciones a la prensa como esta de abril último:
En lugar de Jurczyszyn, en Posadas había estado Aldo Daniel Ferrari, quien mandaba desde 2018, luego de acumular desempeños para la ONU en Croacia (1998-99), la OTAN (2003-04) y la OEA (2009-11), a partir de lo cual cursó un posgrado de Logística en la Universidad de Belgrano. Con los recambios de diciembre de 2021, el flamante general de brigada asumió como comandante de la 1ª División de Ejército de Curuzú Cuatiá en reemplazo del general Diego Martín López Blanco (ascendido entonces a subjefe del Ejército). Según fuentes militares, Ferrari podría aportar precisiones sobre sus subalternos y las costumbres que terminaron siendo mortales.
Los antecesores de los antecesores también tienen una historia ilustrativa sobre prácticas que en nada se relacionan con la defensa de la Patria. Los ex jefes Federico Miguel Uriburu y Leandro Sebastián Almada fueron denunciados ante la jueza Gladis Borda en noviembre de 2015 debido al alquiler del cuartel para el alojamiento de un centenar de personas, más la preparación de la comida a manos de los soldados que debieron actuar como cocineros, camareros y choferes para un sindicato que pagó 150.000 pesos, según declaró el abogado Juan Coulleri. El fiscal Benito Pont notificó a los militares pero no los investigó y debió renunciar acusado de corrupción. Uriburu y Almada pasaron a perseguir a los denunciantes. La impunidad del caso habilitó a que el senador Luis Juez contratara de igual modo un locro en Córdoba el mes pasado. (Ver Se destapó la olla de Juez.)
Fuentes militares confiaron a El Cohete que Sergio Jurczyszyn “es hombre de (Juan Martín) Paleo, está en la lista para ascender a fin de año, por lo que es difícil que le endilguen este caso”. Su hermano fue el capitán Claudio José Jurczyszyn, de la Compañía de Cazadores de Montaña 6 en Neuquén. Murió de frío hace justo veinte años, cuando ascendía al cerro Mercedario de San Juan.
Es probable que ese sea el hombre al que se refirió el padre de Chirino: “Un comandante, coronel, cuyo nombre no recuerdo, me ofreció todos sus servicios”.
También se refirió al oficial que le informó la muerte de su hijo por teléfono: “De la Torre nunca me habló, no me dirigió la palabra, me dejó solo. Le pregunté si tenía algo para decirme y hacé de cuenta que estaba hablando con un mudo, no me dijo nada”.
En la tropa de Ejército hay descontento. No ven a ese padre sufriente como a quien viene a dañar a la Fuerza, sino a la Fuerza como quien perjudica a sus hombres, según compartieron con El Cohete: “Lo que pusieron en Instagram es una broma de muy mal gusto. Matías no murió ni por la Patria, ni al pie del cañón. Fue asesinado por tipos que dicen ser militares pero que no deben permanecer un minuto más en el Ejército. Todos deben irse: los que actuaron, los que vieron, los responsables en todos sus escalones. Qué tristeza ver cómo se pierde una vida en manos de asesinos con uniforme que conforman una maldita corporación para beneficio propio”.
--------------------------------
Para suscribirte con $ 1000/mes al Cohete hace click aquí
Para suscribirte con $ 2500/mes al Cohete hace click aquí
Para suscribirte con $ 5000/mes al Cohete hace click aquí