¿Se podrá hacer algo?
Si, mucho, luego de ganar las elecciones hay margen para reactivar la economía
Mucha gente, en diversos lugares del país, en diversos estratos sociales, se está preguntando si hay alguna posibilidad de modificar el actual rumbo económico, si hay margen para hacer políticas diferentes, si con las pesadísimas cargas que deja la actual gestión de Macri se podrá mejorar en algo la situación de las mayorías o al menos detener la declinación de las condiciones de vida.
La pregunta es absolutamente comprensible, y al contrario de lo que podría suponer un militante del optimismo irrestricto, refleja un buen nivel de información sobre el grave estado económico del país, y una más elogiable prudencia en relación a las posibilidades de ejercitar políticas económicas alternativas al neoliberalismo de un próximo gobierno de signo contrario al actual.
Hoy además hay conciencia de que, a diferencia de la gestión de la Primera Alianza, hay fuertes poderes internacionales, y particularmente Estados Unidos a través del FMI, que están muy comprometidos con la continuidad del rumbo macrista al subdesarrollo.
Conjuntamente con esta gran pregunta económica, surge también la duda en relación a las posibilidades electorales de que la fórmula Fernández-Fernández se imponga sobre el poderoso aparato de poder macrista, sobre la capacidad de manipulación de sus medios de comunicación y sobre la maniobras mediáticas-judiciales o de otro orden más espectacular que puedan efectuar en las próximas semanas las múltiples vertientes del actual régimen político.
Las razones de éstas preguntas
Cuando tratamos de comprender el clima de cautela que hay en millones de votantes nacionales y populares, encontramos varios factores que pueden estar incidiendo.
El tipo de campaña que está eligiendo Alberto Fernández y el perfil de la oferta electoral del Frente de Todos parece apuntar a desmontar las remanidas acusaciones al kirchnerismo de la prensa adicta al macrismo, haciendo énfasis en los elementos de diálogo, respeto y consenso. Por ahora ese espacio recibe agresiones y denuestos sin demasiado enojo, y aún no afirma con suficiente potencia sus propias convicciones y objetivos. A pesar de los intentos, es muy difícil que puedan hacer pasar a AF por un desaforado o un extremista. Suenan artificiosas colgarle a él las acusaciones preparadas contra Cristina. Se concede que el centro de la escena mediática pertenece a la derecha, y que hay que arrebatarle los votos que no son de su núcleo más fiel, disipando los miedos de los “independientes” sobre los que trabaja sistemáticamente el macrismo.
Por otra parte, le costó bastante tiempo al peronismo curarse de cierto triunfalismo electoral proveniente de la idea de constituir una mayoría automática en el pueblo. Eso ya parece haber quedado atrás. En este tramo postdictatorial el espacio peronista ha sufrido diversas derrotas, que alejan a la mayoría de una confianza ciega en una victoria garantizada.
Los años recientes también han contribuido a la superación del pensamiento mágico en el kirchnerismo: Macri no cayó en el primer año de gobierno, no fue De la Rúa, el pueblo no se desencantó masivamente ni descubrió con qué proyecto político coinciden sus intereses materiales. Aún más: se pudo ver como nunca antes que hay otros elementos, como el odio, la envidia, la mezquindad y otras pasiones, que son utilizadas hábilmente por la derecha para desgajar y debilitar al campo popular.
Existe hoy en el campo nacional y popular una conciencia más clara del peligro individual y colectivo que implica perder elecciones frente a un bloque inmisericorde de intereses corporativos, que no se tenía en 2015. Y por lo tanto, un miedo más nítido a la repetición de la derrota. También hay más responsabilidad.
De todas formas, el principal espacio opositor parece carecer de alguna forma de organización política que contenga y respalde a una extensa militancia de base dispuesta a participar activamente en el logro del triunfo electoral.
La contestación económica
La respuesta a la pregunta original, de si se podrá hacer algo con la deteriorada economía nacional es absolutamente clara: Sí. Y mucho.
La experiencia económica argentina de las últimas décadas es rica en experiencias micro y mezzo económicas, que pueden ser implementadas con relativa facilidad y velocidad, para dar respuesta a todo tipo de problemas que dejará instalados el macrismo.
En otro artículo en El Cohete señalamos que numerosos bienes y servicios que componen casi toda la canasta familiar, cargan con un elevado porcentaje de ganancias desmesuradas por parte de sectores monopólicos y rentistas, tanto en el ámbito de la producción como en el de la distribución y comercialización. Eso quiere decir que hay un significativo margen para bajar precios sin que nadie se funda, y que, por el contrario, se incremente el poder adquisitivo de la población sin entrar en una carrera desastrosa de precios y salarios.
En alimentos, vestimenta, medicamentos, transporte, energía, servicios médicos, y hasta en esparcimiento, hay posibilidades de agrandar extraordinariamente el mercado, a condición de poner bajo control elevadísimos márgenes de ganancia que pocos agentes económicos han presentado como naturales y que la población se ha acostumbrado a pagar con una mezcla de resignación y bronca por los abusos a los que es sometida por diversos actores económicos privilegiados. Son los que luego de llenarse la boca con la palabra mercado se olvidan de conceptos liberales centrales, como la libre competencia o los derechos de consumidores y usuarios.
La existencia de una enorme capacidad productiva ociosa ofrece el potencial de una reactivación de la producción y el empleo, que requerirá inteligencia y responsabilidad por parte del empresariado mercadointernista. El Estado no deberá tolerar aumentos de precios especulativos, y ese primer tramo reactivador deberá continuar con un segundo momento que ponga énfasis en nuevas inversiones productivas.
El Estado deberá promover a nuevos pequeños productores en diversas ramas, y establecer nuevas cadenas de distribución, que no sólo pueden representar una novedad cuantitativa, sino que contribuirán a que exista algo que se parezca a la competencia, en una economía altamente oligopolizada. Hay mucho para hacer en una economía que no carece de recursos materiales, ni de gente creativa.
Pero además, la inteligente utilización de recursos públicos –que serán menguados, pero seguirán existiendo— aplicados con precisión al estímulo de actividades generadoras de empleo, de exportaciones, de eslabonamientos con otras actividades locales igualmente productivas, con impactos sobre las diversas regiones del país, tendrá efectos rápidos sobre el relanzamiento productivo.
No será sensato, en 2020, promover desde el estado el consumo de bienes y servicios importados que representen masivas salidas de divisas del país, sino orientar el crédito y las compras públicas hacia actividades que tengan real impacto sobre el bienestar local, y no sobre el empleo de trabajadores chinos o de los tecnólogos norteamericanos.
Desmonopolizar y desdolarizar son dos misiones que deben guiar a la futura gestión, además de fortalecer a un Estado inteligente, que no promocione y estimule cualquier actividad sino que priorice el apoyo a actividades que la Nación requiera debido a la emergencia en la que nos deja el macrismo.
El tema de la deuda externa se presenta sumamente trabajoso, y será un ruido permanente durante el comienzo de la nueva gestión, pero la clave es que no anule la capacidad de realizar políticas públicas autónomas del bloque corporativo.
La campaña “Ahora Agosto”
Si bien la oposición viene sufriendo en carne propia la capacidad de engaño y manipulación del macrismo, siempre parece dispuesta a enredarse una vez más en las maniobras comunicacionales del enemigo y en los sombríos panoramas políticos que propone.
En estos días presenciamos la instalación de la campaña “Ahora Agosto”, en la cual por diversos canales se lanzó en paralelo la interpretación de que la economía argentina ya estaría mostrando nuevos brotes verdes, al tiempo que en el terreno político-electoral se difundieron encuestas falsificadas que muestran un repunte tan importante de la imagen pública de Macri que estaría en condiciones de ganar en el ballotage.
Nada de eso es cierto.
La economía productiva, la que genera riqueza, empleo y exportaciones, salvo sectores muy puntuales, está francamente mal y en caída. Se pretende presentar ante el gran público a la quietud de dólar como sinónimo de estabilidad económica, cuando todas las publicaciones especializadas dan por descontada una fuerte embestida cambiaria –situada en agosto y setiembre— y un desplazamiento del actual valor de dólar hacia otros niveles. Alguien sugería en estos días que el valor del dólar “de equilibrio” estaría en los 54 pesos. Pero la experiencia argentina pone de relieve que el equilibrio no es precisamente una virtud que abunda en el mundo de los especuladores locales e internacionales.
En una muestra de campaña de medios bien coordinada pero carente de fundamentos serios, el Financial Times destacó la semana pasada “el nuevo atractivo del país para los inversores”. Sólo si se interpreta como inversores a los fondos especulativos de corto plazo, cobra validez esta temeraria afirmación del supuestamente prestigioso medio financiero. Como ha señalado con sutileza la consultora Marina Dal Pogetto, “los precios de los bonos asignan a la reelección una probabilidad mayor a la que reflejan las encuestas”. Se refiere a las buenas encuestas, no a las que les acercan desde el gobierno a los inversores incautos.
El dólar a 43 pesos no ha revertido ni el desempleo, ni los precios elevadísimos, ni ha contenido a la inflación, que continúa sumando agresión a los bolsillos de dos tercios de la población. El brote verde anímico que provocan los 3 datos financieros machacados por la mañana por los medios oficialistas, se marchita al instante en contacto con la realidad de la calle.
Y en el terreno electoral, los síntomas apuntan todos en la misma dirección: un desgranamiento constante de votantes del macrismo hacia otras vertientes electorales, y un corrimiento del voto peronista disperso hacia la fórmula Fernández-Fernández. Compulsas realizadas entre los afiliados en diversos gremios –incluso en aquellos en lo que abundó el voto macrista— muestran una reversión hacia la fórmula opositora, mientras que en supuestos bastiones de Cambiemos, como la Provincia de Córdoba, se registra un sugestivo rebalanceo de las preferencias electorales. Esto, además de las votaciones que se han venido realizando a lo largo y ancho del país con el conocido derrumbe del oficialismo.
Con 7 aprobamos
Para los “mercados” la cifra clave es el número 6. Si la fórmula de Alberto Fernández y Cristina Kirchner supera por más de 6 puntos en las PASO a Macri-Pichetto, consideran que están en serio riesgo todos los negocios que tienen previstos hacer con la Argentina y su población en los años próximos. Si así fuera la diferencia, saldrían en malón a “desarmar posiciones” en Argentina, o sea a vender bonos, acciones y otros activos locales, para comprar dólares y huir del mercado argentino, condenando a la debacle al gobierno macrista y a sus apoyos internacionales.
Sepa el pueblo argentino votar.
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