Se fugaron un PBI
Hay 400.000 millones de dólares de argentinos en el exterior y 100.000 millones en billetes en el país
Dos escenarios diferentes, en los que de alguna manera se habló de lo mismo. Durante el Council of the Americas, el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, ratificó algo que ya había contado a El Cohete: en el exterior hay 400.000 millones de dólares de argentinos, recursos que forman parte de la trama sistemática de la fuga de capitales. En el Congreso de la Nación, durante una reunión de la Comisión Bicameral de Seguimiento de la Deuda Externa, Martín Guzmán explicó lo que a esta altura debería ser una obviedad: el plan de endeudamiento y fuga de capitales durante el período 2016-2019.
A su vez, ambos funcionarios hablaron de la necesidad de incrementar las exportaciones para garantizar el repago de la deuda con el FMI. Hace tres semanas, Fernando Morra, secretario de Política Económica, y el subdirector general de Investigación Económica del Banco Central, Germán Feldman, viajaron a Washington y llevaron en sus valijas una hoja de ruta para incrementar exportaciones, vía leyes de incentivos fiscales y económicos que deberían pasar por el Congreso. El objetivo sería alcanzar los 91.000 millones de dólares de exportaciones para 2023.
Mientras tanto, continúa la pesquisa penal por el préstamo con el Fondo. La Procuración del Tesoro, a cargo de Carlos Zannini, fue aceptada como actora civil. El objetivo será que Macri, Federico Sturzenegger, Luis Caputo, Nicolás Dujovne y Guido Sandleris le devuelvan al Estado el dinero fugado y que lo paguen con sus patrimonios.
Y en otro capítulo de la misma saga de endeudamiento serial, el juez Sebastián Casanello debe profundizar la investigación sobre Santiago Bausili, ex número dos de Caputo, por la emisión de deuda utilizada para pagarle a los fondos buitres a través del Deutsche Bank y otros bancos, luego de que los camaristas Martín Irurzun y Eduardo Farah le dictaran una falta de mérito.
Fugadores seriales
“El acuerdo se va a cerrar. Ustedes (los argentinos y argentinas) tienen 350.000 millones depositados en Estados Unidos. Pero el tema de los 20 años de plazo es más complejo por las señales que hay que dar a otros países”. Esto le había dicho Mitsuhiro Furusawa Hawái, número dos del Fondo, a uno de los negociadores de la Argentina (Véase Puja distributiva y elecciones).
La cuenta no estaba tan errada. Pesce confirmó que son 400.000 millones los dólares “radicados” en el exterior, mientras que habría 100.000 millones en billetes dentro del territorio argentino. Nadie se robó un PBI pero sí se lo fugaron.
Hasta el propio FMI da por válida la obscena fuga de capitales, que no es más que una tasa de ahorro que no aparece contemplada en las cuentas nacionales, situación que los macristas residuales se niegan a reconocer por ser artífices, cómplices y beneficiarios de ese endeudamiento.
Pero por más esfuerzos que hagan y redibujen los hechos, los números son contundentes. Tanto que luego de cacarear durante días sobre los niveles de deuda comparados entre Cambiemos y la administración de Alberto Fernández, ningún opositor asistió a la reunión de la Bicameral de la deuda, a excepción de Luciano Laspina.
“Cuando uno mira la deuda argentina antes del crédito del FMI y el día que me fui, (si la compara ve que) es la misma deuda. Con lo cual, para aquellos que dicen 'se fugaron la plata, se la llevaron los amigos de Macri', (les digo) la deuda fue la misma entre el día que entró la plata del Fondo y el día que nos fuimos”. Así, el ex Presidente defendía su gestión durante un reportaje con la señal La Nación +.
Luego vino el apuntalamiento discursivo de María Eugenia Vidal con insólitos gráficos para que el ritmo de endeudamiento luciera más abultado durante el primer año y medio de gestión de Fernández, galimatías también sostenida por la organización –desinformativa– Chequeado.
A Guzmán le bastaron un par de filminas para rebatir las incongruencias del macrismo. La deuda en moneda extranjera era de 148.000 millones de dólares para 2015, mientras que en 2019 cerró en 249.000 millones. Si sobre el cierre del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner el peso de esos pasivos en relación al PBI era del 53%, para cuando Macri dejó la Casa Rosada la ratio era del 90%.
¿Qué ocurrió con esa deuda o capitales de corto plazo que apostaron a la timba Cambiemos? El 86% de lo que ingresó, se fugó.
Según explicó Guzmán, en 2016 la formación de activos en el exterior fue de 10.000 millones de dólares, al año siguiente fueron 22.100 millones, en 2018 se fugaron 27.200 millones y en el último año de Cambiemos otros 26.800 millones. Como exhiben los números, existió una sincronía perfecta entre los capitales que ingresaron y los que se fugaron.
“Varios de los miles de millones de dólares que se mencionaron acá fueron para pagar los muertos que quedaron del gobierno anterior. ¿Qué hubiera pasado si no nos hacíamos cargo de la reparación histórica a los jubilados, o del fallo de la Corte que le devolvió recursos a las provincias o el pago a los holdouts que nos embargaban activos cuando viajaban los aviones de Aerolíneas Argentinas, o las deudas con el CIADI?”, se preguntó Laspina, el único opositor que formó parte de la Bicameral.
El diputado Rodolfo Tailhade le recordó que la “reparación histórica” fue un invento de Macri que, en el fondo, enmascaró el blanqueo de capitales “para los amigos y familiares el ex Presidente”.
Está claro que los dólares que ingresaron salieron del sistema. No es menor el dato brindado por Pesce en el Consejo de las Américas: en el país hay 100.000 millones de dólares en billetes y, en el exterior, 400.000 millones. Los dólares están. El tema es quién los tiene y cómo se recuperan.
La Comisión Bicameral está avanzando sobre las personas físicas y jurídicas que fugaron esos 86.000 millones de dólares, entre las cuales sólo 250 empresas sacaron del sistema el 50% de todas esas divisas. Algunas pistas sobre los fugadores fueron publicadas por El Cohete (véase Los 100 de Macri).
“No enfocamos con suficiente rigor las responsabilidades personales de esta tragedia. Los ilícitos no sólo están en el origen del crédito sino en el destino de los fondos. Se financió la mayor fuga de la historia argentina”, sostuvo Tailhade.
“Es lógico preguntarse si la deuda la van a pagar los trabajadores y trabajadoras, o los que ganaron millones de dólares con la timba financiera. ¿Pagarán las pymes o las energéticas que se llevaron fastuosas cantidades de dinero gracias a los tarifazos?”, agregó el diputado antes de citar a varios funcionarios judiciales que participaron de esa “fuga”, como Eduardo Casal (303.000 dólares en tres años), Carlos Rívolo (81.000 dólares) y Raúl Ple (236.000 dólares), datos que se desprenden de sus propias declaraciones juradas.
Que la paguen ellos
La Procuración del Tesoro a cargo de Carlos Zannini fue aceptada como actora civil por la jueza María Eugenia Capuchetti, quien tiene la causa penal por el préstamo del Fondo. Si bien todavía no se movieron fichas en el expediente, más allá de la imputación del fiscal Franco Picardi, la jueza sí está reuniendo información del Ministerio de Economía y el Banco Central en línea con algunas de las medidas de prueba solicitadas por el fiscal. Una de las principales: la conformación de un equipo interdisciplinario que pueda analizar de manera global el endeudamiento y fuga de capitales.
Desde la Procuración explicaron que, si bien deberán esperar hasta que avance la pesquisa penal, ya están trabajando en el número que le reclamarán a Macri, Dujovne, Sturzenegger, Caputo y Sandleris para que sean ellos quienes paguen por el desfalco que significó el endeudamiento con el Fondo.
El esquema de endeudamiento fue parte de un plan sistemático. La primera emisión de deuda fue para pagarles a los fondos buitres al contado. Uno de los emisores de esa deuda fue el Deutsche Bank, junto con el HSBC, JP Morgan y Santander como coordinadores globales, y el BBVA, CITI y UBS como colocadores. Santiago Bausili, segundo del genio de las finanzas Luis Caputo, había trabajado en el Deutsche hasta unos días antes de asumir su cargo.
El caso fue analizado por la Oficina Anticorrupción, la Procuración de Investigaciones Administrativas (PIA), el fiscal Federico Delgado, mientras que el juez Casanello avanzó con el procesamiento del ex funcionario. Hace dos semanas, la Sala 2 de la Cámara Federal le dictó la falta de mérito con los votos de Irurzun y Farah. Por su parte, Roberto Boico votó en soledad la ratificación del procesamiento.
Si bien Irurzun y Farah reconocieron que Bausili era un ex Deutsche Bank y que había recibido una paga por sus servicios prestados en la entidad bancaria, cuando llevaba dos años en el Gobierno de Cambiemos, para ellos nada indicaría que pudo haber incidido en la elección del Deutsche Bank para el negocio de la deuda.
Pero tanto Bausili como Caputo llegaron con el respaldo de la banca internacional para hacer lo que hicieron. Porque durante el macrismo nada fue un error. Y menos que menos el endeudamiento serial. El voto de Boico lo dejó bien claro:
“Bausili se desempeñó en el área del banco privado dedicado a la financiación gubernamental de la Argentina hasta el 25 de enero de 2016 y a partir del 26 de enero de 2016 (al día siguiente) comenzó a trabajar como Subsecretario del Ministerio de Hacienda y Finanzas Públicas de la Nación, precisamente en el área de gobierno encargada de obtener financiación privada… Su intervención precedió, de manera necesaria, a la elección del Deutsche Bank como una de las entidades autorizadas para colocar los bonos de deuda pública argentina”.
Casanello sigue estudiando posibles medidas de prueba para avanzar en la pesquisa sobre Bausili, al mismo tiempo que espera un informe de la PIA sobre el rol de Caputo en la misma colocación de deuda.
¿Hay que pagar?
Al Fondo Monetario Internacional se le va a pagar con un acuerdo de facilidades extendidas. ¿Serán diez años, con algunos de gracia? Eso está por verse. Pero, ¿habría que pagar semejante desfalco? Una pregunta casi distópica pero que en algún lugar debería quedar formulada.
Hace tres semanas, Fernando Morra y Germán Feldman viajaron a Washington a reunirse con los técnicos del FMI. Algunos medios locales insisten en que el acuerdo incluirá la temeraria frase de “reformas estructurales” o déficit cero para dentro de algunos años.
“No va a existir un escenario de déficit cero con un 40% de pobreza”, reflexiona un funcionario del Banco Central. Si se tienen en cuenta los bajísimos niveles de inversión pública durante el macrismo, el horizonte indicaría que ese déficit, leído como inversión pública, “nunca será menor de 3%”.
En ese viaje a Washington, les funcionarixs presentaron una hoja de ruta para el incremento de las exportaciones que garantizaría –en teoría– el repago de la deuda con el FMI.
La proyección es que, si este año habrá exportaciones por 79.000 millones de dólares, un 22% más que el año pasado, estas crecerían hasta los 91.400 millones para 2023. El incremento proyectado entre 2020-2023 sería del 41%. La mitad de este incremento exportador vendría del sector agropecuario, donde el Consejo Agroindustrial brega porque le aprueben un proyecto de incentivos con estabilidad fiscal.
Otro sector es el de la energía y la minería. La futura ley de incentivos a las exportaciones de hidrocarburos, donde también se plantea un esquema de estabilidad fiscal por cinco años, sería central en esta estrategia.
Según los datos que aportaron a los técnicos del FMI, entre 2020 y 2023 las ventas de crudo y gas aumentarían un 68%. El pretendido objetivo es exprimir la Vaca (Muerta) lo más rápido posible. Ese es el plan de las petroleras, que de alguna manera quedará expresado en la futura ley de incentivos para el sector.
También se apostará a que haya un incremento el 60% en las exportaciones automotrices. Quizás por eso se haya elegido como nuevo interlocutor empresarial al titular de Toyota, Daniel Herrero.
¿Alcanzarán estos guarismos?
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