santa y antimafia

La mafia calabresa, la familia Macrì y la Argentina del siglo XXI

 

Cuatro puntos lleva esta entrega.

1.

Algunos signos sobre la ‘ndrangheta moderna: la Santa y sus ademanes políticos en Italia.

 

2.

Recupero la lógica ‘ndranghetista del desorden/protección sobre la cual ya reflexioné (https://www.elcohetealaluna.com/macri-cambiemos-y-la-ndrangheta-calabresa/) para ampliar algunas consideraciones acerca de la pesada herencia en desborde hacia los cuadernos.

 

3.

La lógica de la (auto)negación presente en la Argentina cuando se habla de mafia.

 

4.

La necesidad (necesario en el sentido griego del anankaion aristotélico: inevitable) de constituir un programa antimafia que articule la reflexión intelectual-militante, los movimientos sociales y el empeño parlamentario resistente.

 

Síntesis: una leve reflexión sobre las penumbras.

Santa: abreviación de Mamma Santissima. Este es el nombre de la ‘ndrangheta moderna, surgida en 1970. Se trata de una nueva estructura organizativa creada en el seno de la ‘ndrangheta. Se fundó porque la estructura ‘ndranghetista tradicional –comandada por ‘Ntoni Macrì y Mico Tripodo– no estaba de acuerdo en expandirse a nivel económico, ampliando sus intereses hacia el tráfico de armas de guerra y droga; y con la adhesión, a nivel político, a proyectos subversivos de extrema derecha. Sus integrantes se llaman a sí mismos santisti y sus representantes clásicos más conocidos son Mommo Piromalli (que además era masón), Paolo De Stefano y Santo Araniti.

 

‘Ntoni Macrì, capobastone histórico de la 'ndranghetta

 

Se trata de una estructura de poder mucho más subterránea que la ‘ndrangheta tradicional y tiene la lógica de una secta secreta (a la ‘ndrangheta misma) cuyo objetivo era llevar a cabo operaciones que una estructura de superficie no permite realizar. A lo largo de su historia de criminalidad organizada tuvo relaciones estrechas con distintas logias de la masonería encubierta. Su existencia y su forma de articulación en Italia fueron conocidas gracias a distintos colaboradores de la Justicia como Giovanni Gullà, Giuseppe Albanese y Filippo Barreca, que relataron su condición de brazo armado y de aliado de fuerzas de derecha. Fuerzas que en Italia se habían propuesto llevar adelante un golpe de Estado si la izquierda llegaba al poder. Esas fuerzas –entre ellas el movimiento político Ordine Nuovo y Avanguardia Nazionale– pretendían promover un proyecto separatista de la Italia meridional del resto del país. Esto quiere decir crear un Estado dictatorial y mafioso, gobernado por la connivencia de mafia y masonería, que debía tener con un nítido perfil anticomunista.

En esas fuerzas de derecha golpista militaban Licio Gelli –de la logia masónica P2–, Junio Valerio Borghese y Franco Freda entre otros, de fluido contacto con las dictaduras de Chile y la Argentina. Desde 1970 la ‘ndrangheta tiene entonces dos niveles que articulan la organización. Está la vertiente tradicional, que aún sobrevive, atada sobre todo al territorio de Calabria, y que implica una organización territorial, encuentros deliberativos, formales y con un denso contenido simbólico. Ésta tiene su expresión mayor en el encuentro anual que se lleva a cabo la iglesia de la Madonna di Polsi.

 

Licio Gelli, fotos de prontuario

 

El segundo nivel, más subterráneo, es la Santa, que desde 1970 se integró al sistema de poder nacional y cuyo centro de refracción es más bien Roma. Tiene un perfil operativo y prescinde de los confines territoriales. Tiene potentes capacidades militares y está signada por estrechas relaciones entre los santisti con los ambientes masónicos, derecha (subversiva), los servicios italianos e internacionales, el mundo empresarial y de los negocios. El modelo lógico-operativo de la ‘ndrangheta está integrado por elementos casi inmutables (que tienen casi 200 años de historia) y otros que evolucionan casi permanentemente. En ese modelo, las reglas arcaicas dialogan con elecciones modernas.

Los proyectos separatistas del Sur de Italia respecto del resto del país –y que hubieran llevado a la mafia a hacerse Estado– no declinaron con el pasar de los años. Apenas amainaron la estrategia golpista para enfatizar la vía democrática. Y apelaron, vaya paradoja, al programa de la Lega Nord, encarnado en experiencias políticas como Calabria Libera y Lega Sud Italia entre otras organizaciones. Estos espacios políticos estaban impulsados por ‘ndrangheta y masonería, y tenían sus correlatos en todas las regiones meridionales de Italia. La idea era que todos esos espacios confluyeran en la Lega Sud o Lega Meridionale, una suerte de espejo invertido de la Lega Nord en el sur de Italia y que planteaba la transformación del Estado nacional. Esto es: la ruptura de la unidad nacional.

En la década de 1990, luego de las guerras de mafia en Sicilia, en Campania, en Calabria (esta arrojó 700 muertos), si atendemos a las declaraciones del colaborador Leonardo Messina ante la Commissione parlamentare antimafia, descubrimos que: “Finora hanno controllato lo Stato. Adesso vogliono diventare Stato [Hasta ahora controlaron el Estado. Ahora quieren volverse Estado]” (Vincenzo Macrì, “‘Ndrangheta e destra eversiva”, Atlante delle mafie, vol. II, p. 287). Sin embargo, esa hipótesis política separatista no prosperó y fue abandonada definitivamente en 1994. Sea como fuere, la progresión de este relato nos deja una enseñanza que está a la vista: la mafia está situada al lado de la masonería –a menudo se vuelven indistinguibles– y ambas están integradas a proyectos políticos de derecha.

Pe(n)sada herencia y cuadernos. En la lógica ‘ndranghetista básica –arcaica y moderna– se crea antes el desorden para luego ofrecer protección (a cambio de un precio: es el impuesto de protección: ‘u pizzu). Con una precisión: desorden y protección dependen del mismo actor social. Apenas un ejemplo: a los comerciantes calabreses alguna ‘ndrina primero les quemaba el local y luego le ofrecía protección. Esta es la lógica que vimos articulada alrededor del concepto de pesada herencia. Con esa aserción, repetida por los actores políticos de la Alianza Cambiemos y por los medios masivos de comunicación, se preparó a la sociedad argentina para aceptar la lógica mafiosa. Y el impuesto de protección que le propuso Cambiemos a lxs argentinxs en defensa de esa herencia es su propio gobierno. Hoy lo podemos decir sin ningún inconveniente: la pesada herencia K es más bien la pensada herencia M.

Pero esa operación se agotó y entonces aparecieron los cuadernos. En esta misma estructura lógica podemos situar la operación de los cuadernos (fotocopias) de las coimas. Su emergencia en la escena pública descubrió (supuestamente) una trama de corrupción con nombres, escritos prolijamente, de funcionarios, operadores políticos, empresarios, amigos. La Justicia se enteró a través de la mediación de un periodista. Ahí tenemos el primer elemento de desorden: la escasa legitimidad del sistema judicial, que recibe elementos probatorios a través de mediadores. Empezó el desfile de arrepentidos. En algunos casos estos acusaron a sujetos prestigiosos invocando bolsos, valijas, bóvedas y criptas. En función de esas declaraciones se allanaron domicilios particulares sin que se encontrara nada (incriminatorio; relevante siquiera). En otros casos se denunciaron empresas de la famiglia pero el juzgado no corrió a allanar ni domicilios ni empresas. El actor que garantiza la protección frente a tamaño desorden es el mismo juez instructor que olvida enviar a sorteo las causas que le interesan.

Lógica de la negación. En la Argentina hay que estudiar las modalidades de presencia de las mafias, su radicación y la operatividad de las organizaciones criminales que se mueven en el territorio nacional. Puesto que se trata de organizaciones secretas hay que individualizar sus declinaciones secretas, luego de develarlas. La cosa no es fácil pues las mafias son fenómenos multidimensionales que implican redes de relaciones complejas que vinculan las acciones criminales con los ámbitos legales. Ni investigadorxs solitarixs ni parlamentarixs aisladxs podrán demostrar el entramado tupido de sus negocios y de sus intereses. Las mafias tienen una cultura de ocultar hasta su propia existencia, de negarla y cuando el Estado o los movimientos sociales (con sus acciones de lucha colectivas fuera de las instituciones) logran identificar algunas lógicas, la respuesta es siempre disimular las características de sus propias estructuras. ¿El objetivo? Minimizar su capacidad de expansión y también preservar su poder criminal: económico (legal e ilegal) y político.

Tres ejemplos: uno italiano y dos argentinos. En una entrevista televisiva un periodista le preguntó al entonces capobastone ‘ndranghetista Mommo Piromalli: ¿Qué es la mafia? Y este replicó: “¿Es algo que se come?”

 

Girolamo Piromalli, ¿Y esto con qué se come?

 

Se trata de una manifestación nítida de lo que es ocultar o negar la existencia de la mafia. En la Argentina del siglo XXI las cosas no son distintas. Luego de mi primer texto sobre estas cuestiones publicado en Página/12 –“Andragathos” (24/2/17)– y después de la atención que le dedicó en ese mismo diario Horacio Verbitsky –“De Calabria al Plata” (9/4/17)– el Presidente Macrì, hacia mediados de junio del año pasado, durante la toma de juramento del nuevo canciller Jorge Faurie, señaló a Héctor Recalde, el jefe de la bancada kirchnerista en Diputados, como el líder de “una mafia”. En ese gesto de sindicar a otros lo que se es, hay que reconocer la huella de una ausencia. Una forma de ocultamiento o negación.

Otra forma de ocultamiento se especificó por medio de la Ambasciata d’Italia a Buenos Aires. Esta revocó su auspicio institucional a la Jornada “Nuevas Perspectivas de la Investigación Social sobre Italia en la Argentina”. Con una carta del 4 de octubre (n°. de protocolo: 2248), el Ministro Consejero Fabrizio Mazza notificó al lxs organizadorxs de ese evento científico-académico la decisión de declinar la intervención diplomática porque “los contenidos de la iniciativa, tal como se encuentran detallados en el borrador del programa [...] no presentan, en forma alguna, las condiciones ni los requisitos necesarios para una participación por parte de esta Embajada ni de ninguna otra Agencia o Ente italiano presente en la Argentina” (toda la información se encuentra en el Facebook de la Jornada. Se puede acceder buscando @jnpisia). La investigación en ciencias sociales y humanas colabora con la generación de pensamiento crítico y en ocasiones coloca en la escena colectiva perspectivas y conocimientos que pueden resultar incómodos. Por eso no siempre empatiza con las lógicas del poder y la representación política. Cuando tal cosa acontece, es objeto de censura. Puesto que ese evento científico-académico habría debatido, entre otros asuntos, sobre las lógicas mafiosas activas en la política argentina hoy debe ser reprogramado.

Antimafia. Para luchar en contra de esas formas que atañen a la vida pública nacional son imperiosas por lo menos tres acciones programáticas:

  1. Crear un centro de documentación que se ocupe de producir y difundir conocimientos críticos relativos a las mafias en la Argentina. Que sirva para prestar atención a los aspectos simbólicos en la lucha contra las mafias.
  2. Organizar desde abajo un movimiento social antimafia para fomentar una cultura de lucha contra las mafias (o que los movimientos sociales existentes hagan propia esa agenda de lucha);
  3. Fundar una Comisión Parlamentaria Antimafia que encarne una oposición a las mafias de manera sistemática, que pueda reafirmar la presencia del Estado y el principio de legalidad.

Es imperioso construir nuevos imaginarios capaces de provocar una salida de la Argentina de la crisis de sentido que está atravesando el país desde el 10 de diciembre de 2015.

Si no se usan los instrumentos lógicos, militantes y políticos necesarios para investigar a las mafias, no se encontrarán pruebas contundentes para demostrar su existencia. De hecho: hasta los años ’80 del siglo XX, el Estado italiano ignoraba el verdadero nombre de la mafia siciliana –Cosa Nostra– y hasta desconocía su estructura jerárquico-piramidal de mando –la Cupola–, esto es, una comisión que articulaba la actividad criminal completa de las famiglie, los clanes, las cosche, con el objetivo de mantener su unidad de acción criminal. En cuanto a la ‘ndrangheta, su casa madre está situada en Calabria pero tiene locali en todo el mundo. Se trata de una organización de tipo mafioso, secreta, tendencialmente unitaria y dotada de un organismo jerárquico llamado Crimine o Provincia. Según Rocco Sciarrone, en el contexto de las mafias clásicas, la calabresa es la menos estudiada (Mafie vecchie, mafie nuove, Donzelli, Roma, 2009).

 

 

 

Universidad Nacional de General Sarmiento/CONICET
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