Sala de guardia

Enfermas son las metáforas a las que apela el gobierno

El uso de metáforas es frecuente en contextos políticos y este gobierno abunda en ellas, o al menos en su intento: “la pesada herencia”, “el que se quemó con leche, ve una vaca y llora”, “un gobierno a veces tiene que hacer cosas que tiene que hacer porque si no va a descarrilar”, “el campo es ejemplo de solidaridad, por eso gauchada viene de gaucho”, “indefensos silencios que callan/adentro del castillo hecho panza”, “el Presidente pensaba que el agua del otro lado de la orilla iba a estar más cerca y siente que estamos a un poco más de la mitad del río y que dar vuelta sería muy negativo”, “la semilla del bambú se planta y durante dos años no se ve nada, parece que ni siquiera empezara a crecer. Pero luego germina y en seis semanas llega a tener diez metros de altura”, “los brotes verdes”, “la luz al final del túnel”. Como todos saben, la lista es aún más larga.

Algunos políticos suelen usar, particularmente, metáforas médico-sanitarias, como “la economía está en terapia intensiva” o “hay que hacer cirugía mayor”, en relación a las políticas de ajuste. Y ahora el nuevo ministro de la Producción, Dante Sica, ha sumado otra a ese repertorio: “Claramente, este segundo semestre va a ser mucho más difícil. Vamos a tener que mirar con mucho cuidado y atención a las pymes (...) Esto es como una sala de guardia”.

Pero a quienes nuestro trabajo nos vincula con la atención de la salud, o a la población en general que sabe por padecimientos propios de las salas de guardia hospitalaria, sabiendo todos del curso de las políticas de este gobierno y sus resultados en los cinco semestres que ya han gobernado, ese intento metafórico del ministro puede causarnos cierta perplejidad. Hay algo en él que molesta.

 

Semejanzas y diferencias

La metáfora, dice Aristóteles en su Poética, “es la trasposición del nombre de una cosa a otra (…) siguiendo una relación de analogía”. Así es como nos permitimos trasponer el nombre de la vejez por “el atardecer de la vida”, siguiendo la analogía entre el ciclo vital humano y el ciclo luminoso del día. Y aunque son muy utilizadas, no sólo en la creación literaria sino también en el habla cotidiana, toda metáfora tiene sus fines y requisitos tales como enriquecer vocablos, deleitar estéticamente, o dar mayor fuerza a los enunciados. Si no cumple estos y otros presupuestos, el intento metafórico puede resultar débil o falso.

Uno de esos requisitos de la metáfora es el supuesto de semejanza entre lo comparado (el cuidado por el Gobierno del entramado de las pymes estresadas y golpeadas por la crisis cambiaria) con lo comparable (el cuidado en la sala de guardia de los pacientes angustiados y vulnerados por enfermedades y accidentes). Si no hay semejanza en lo que se compara, y posibilidad de reemplazo de una cosa por otra (por ejemplo, el atardecer por la vejez), se trata en realidad de una falsa metáfora.

Esa falta de semejanza es la que se observa entre la atención y cuidados del gobierno y los de una sala de guardia. El significado tradicional de una sala de guardia es el del lugar al que acudimos cuando sentimos amenazada la vida o la salud nuestra o de nuestros seres queridos, por causas ajenas al equipo de atención de la salud. Es un espacio “bueno” para atender las “malas” situaciones que enfrentamos. En cambio, el significado del gobierno actual es el de un equipo que es la causa de los golpes a las pymes, de los padecimientos de la población, de la crisis cambiaria, de las medidas extremas que eligió tomar, y de que el segundo semestre sea mucho más difícil especialmente para los más débiles. Es un “mal” gobierno para atender los “males” que causa.

 

 

Entre esos males ha aumentado la mortalidad infantil; los hospitales públicos con sus salas de guardia están desfinanciados, como sucede con los hospitales de la provincia de Buenos Aires cuyo paradigma es el Hospital El Cruce de Florencio Varela, de alta complejidad y excelencia; o como sucede con el Hospital Garrahan, una institución simbólica en el cuidado de niños y adolescentes que es querida por todos; o como también se observa en el ajuste por la fusión de varios hospitales públicos de la Ciudad de Buenos Aires que impulsa el gobierno; o la recientemente creada Agencia Evaluadora de Tecnologías Sanitarias que se dirige a limitar las prestaciones del Programa Médico Obligatorio; o la empresa Farmacity que busca forzar la ley para expandir sus negocios mientras se recortan los medicamentos a las poblaciones vulnerables; o la Cobertura Universal de Salud que pasará por ser un carnet para pobres que como en otras áreas sólo busca tener registrada la población para aplicar en modo más eficiente las políticas de vulnerar derechos y en este caso el derecho a la salud... No. La metáfora de la “sala de guardia” es falsa. Los “cuidados” del gobierno no son tales. Es como si quien causara delitos contra la salud pública pretendiera estar en el equipo de atención de sus víctimas.

Para no confundirnos podemos decir, con buen criterio, que el sentido tradicional de la metáfora es el de una expresión lingüística falsa que pretende hacer profunda una verdad. Al decir “el atardecer de la vida”, es falso que la vida humana sea en la realidad equivalente al transcurso de un día. Pero lo que quiere la metáfora es profundizar, mediante analogía, la verdad del ciclo del vivir humano, destinado, como el día, a tener un comienzo, un desarrollo y un final. Verdad sobre la que todos procuramos no profundizar.

 

La justicia no es negocio

Sin embargo, hay que ver que en el discurso neoliberal la metáfora tiene un sentido contrario al tradicional porque se construye como una expresión lingüística falsa que pretende profundizar una mentira. Se trata de un recurso más del giro lingüístico que ha introducido el neoliberalismo con su inversión del significado de los términos dignidad, verdad y justicia, y de otros muchos términos de los derechos humanos.

Ya desde sus orígenes, el liberalismo sostuvo como metáfora mayor a “la mano invisible” del mercado como autorregulación de la economía. Es lo que hoy pretenden las políticas públicas de la coalición Cambiemos: apertura de la economía, eliminación de las retenciones agrícolas y mineras, flotación libre del cambio de divisas, flexibilidad laboral, ingreso y salida libre de capitales, etc. El uso metafórico de una “mano invisible”, por la semejanza de su modo de actuar con una supuesta ley de la naturaleza superior a las leyes regulatorias del Estado, sería útil para profundizar la aparente verdad de que el libre mercado aumenta el bienestar general. Pero, como se sabe, las leyes de la naturaleza son de un rango distinto al de los deberes éticos. Porque aún cuando fuera verdad que por una “ley natural” el mercado aumentara la riqueza, lo que en “la naturaleza” de esa mano invisible no está es la capacidad de manejar la “ley moral” de la justicia distributiva para que esa riqueza no se concentre en el paraíso de unos pocos.

Por eso es que las falsas metáforas neoliberales pretenden ocultar esa verdad de las injusticias del mercado con la mendacidad de intentar trasponer sus políticas en supuestos tradicionales de verdad y justicia. Como la “sala de guardia” encierra la idea de universalidad en la atención de los vulnerables, el gobierno pretende usarla metafóricamente en reemplazo de sus políticas de ajuste para que le adjudiquemos a éstas una bondad universal análoga. Pero, dolorosamente, ya sabemos que esto es falso.

Cuando el borrador de esta nota sobre las metáforas gubernamentales ya estaba avanzado, el periodista Iván Schargrodsky señaló en su programa televisivo que “una figura de lo que se llamaría el elenco opositor, pero más cercana a los designios del Ejecutivo, me decía, textual, que lo que pasó con Caputo al frente del Central, los dólares del FMI, y la recategorización emergente, es morfina: el paciente ya está terminal, y que simplemente lo que está es prolongando la agonía, bajando un poco el dolor”.

Desde luego que en esta metáfora el diagnóstico es mucho peor que en la del ministro. Cabe sospechar si hay alguna verdad en la información que maneja el gobierno que este quiera enmascarar con falsas metáforas. En cualquier caso, sería más adecuado a una buena praxis en el uso de este recurso de la lengua que el ministro utilizara metáforas bélicas, porque los daños de las medidas de este gobierno tienen más semejanza con los resultados de un ataque prolongado que con los de una epidemia estacional.

 

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