¿Quién impulsó la ley Bases?
RIGI, cesión de soberanía y celebración de la independencia
La ley 27.742 llamada “Bases” (pobre Alberdi) comprende una enorme cantidad de normas de diversas materias, y el proyecto original tenía aún más. La mayoría, o todas, me parecen horribles como criterios políticos. Sin embargo, desde el principio El Cohete identificó en el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) el núcleo del proyecto. Tal vez las delegaciones y las privatizaciones complementan un podio, pero el programa del RIGI supera todo en cuanto a consecuencias para la Argentina.
El contenido del RIGI es conocido por los lectores (ver Un proyecto anti-Argentina, Los culatas del RIGI o El gran banquete del RIGI, entre otras nota de El Cohete, y también esta recomendable reflexión de Carlos Leyba). En un resumen a trazo grueso, si es exitoso, conlleva la cesión de los recursos hidro-carburíferos y mineros argentinos por 30 años (es decir, hasta agotar) a empresas multinacionales contra el pago del 25% de la ganancia después de gastos para Nación (coparticipable) y del porcentaje que corresponda según sea hidrocarburos u otros minerales en concepto de regalías para la provincia titular del dominio minero u originario. Sin obligación de liquidar los dólares en la plaza local y, en caso de controversias, con decisión a cargo de un tribunal extranjero.
¿Quién defiende su contenido?
Casi nadie defendió seriamente el contenido de la ley. No era fácil, también había que argumentar en favor de otras normas igual de inicuas pero menos dañinas en tanto no comprometen al Estado y a varias generaciones de argentinos por 30 años.
Por eso, salvo los fanáticos mileístas, que son pocos, casi ninguno de los legisladores que aprobaron la ley lo hicieron por su contenido, sino que invocaron otras circunstancias, algunas sorprendentes. Los que se animaron a defender el contenido no pudieron explicar las reglas concretas ni demostrar que no conllevaran privilegios, y sólo aludían a la necesidad de promover inversiones, algo obvio.
Entre vaguedades y ambigüedades referidas a la inversión sin ninguna vinculación con las consecuencias concretas de la ley Bases y del RIGI, se dijo que como Milei había ganado las elecciones había que votarle la ley para “darle herramientas”. En muchos casos, hasta lo decían elogiándose a sí mismo por una supuesta honorabilidad, sacrificio personal o partidario o hasta de patriotismo (sic) implícito en votar algo que, tal vez, ni les parecía correcto, o que no era lo que creían mejor, lo que es bastante parecido a decir que no era lo que los votantes que los ungieron como legisladores esperaban de ellos cuando los votaron. Los “críticos” llegaron a decir que era para “que no tuviera excusas”. Hombres de Estado es la auto-calificación.
No hay norma en la Constitución que establezca que el Presidente electo tiene derecho a que sus proyectos de ley sean votados si los legisladores los consideran inconvenientes. Y ninguno de los que así actuaron le hubiera votado con ese discurso las leyes a un Presidente peronista. No lo hacen con el gobernador Axel Kicillof en la provincia de Buenos Ares, al punto que descalifican duramente a los que le votan algún proyecto.
Otra razón del voto es identificada por los analistas, con elogios, en una supuesta muñeca política del ministro Guillermo Francos. El ministro (que, dicen, sería presidenciable) gozó de los mejores cargos durante gobiernos peronistas sin perjuicio de que ahora encabeza la gestión de Milei. Algunos le achacan camaleonismo, pero tal vez sean injustos y siempre haya defendido los mismos intereses. En cualquier caso, ¿qué significa atribuir a la muñeca del ministro haber conseguido votos en el Congreso si no fue por razones plausibles referidas a las bondades del proyecto?
¿Por qué lo votaron?
Si no fue su contenido, ni por las virtudes del ministro, ¿cómo se explica la importante mayoría que la ley tuvo en Diputados y el paso por el Senado?
Una hipótesis es que las empresas petroleras y mineras, que siempre están, se ocuparon primero de incluir el RIGI en la ley y luego de gestionar los votos.
Esta hipótesis parece plausible y fue también expresada, al menos en cierto sentido, por el metalúrgico Abel Furlán en el programa QR de América Noticias. Sus palabras fueron que el contenido de la ley no estaba en la cabeza del Presidente.
¿Si se conociera cómo se financiaron las campañas de cada uno de los “hombres de Estado” algunas hipótesis se transformarían en certezas?
Para algunos, coadyuva a esta tesis que apenas la ley fue sancionada, cuando aún no había sido promulgada, comenzó una corrida contra el peso que no cesa. Al viernes, los valores de los tipos de cambio diferentes del oficial rondaban los 1.500 pesos. La visión conspirativa diría que esa entidad supra empírica que adora la derecha, “los mercados”, esperó la sanción de la ley para ir por más, o por otra tajada, aunque afectara a Milei. Volver a la normalidad. Y como cuando de dólar se trata en la Argentina es “fiesta brava” (todos saben cómo empieza pero nunca cómo acaba), la prudencia habría aconsejado no mover los valores de la moneda extranjera hasta tener la ley. Sancionado el increíble RIGI para los beneficiados, por los próximos 30 años, todo lo demás son circunstancias pasajeras.
Tiendo a descreer en semejante racionalidad y uniformidad en la acción política del capital concentrado. Cada uno analizará y juzgará los hechos. Son solo hipótesis. En estas, Milei sería un instrumento más de las grandes empresas multinacionales de hidrocarburos y minería (parte de la verdadera casta cuando el Estado no conduce, ¿o alguien es tan idiota para pensar que “la casta” es un empleado público mal pago?) del que sacarán todo el jugo posible a sus posiciones de máxima, pero que, si sigue de largo por no bajar la velocidad en la curva, nada cambiará mucho o, si algo cambia, seguramente persistirá el RIGI. Si se mantiene, surfeando la recesión y el ajuste, pues mejor, porque para este Presidente la “casta” no son ellos.
Te Deum
No hay que ser católico para destacar las palabras del arzobispo García Cuerva durante el Te Deum del 9 de Julio. Habló de “una Argentina que nos duele hace mucho, que se dice independiente hace 208 años, pero que aún hoy sufre las cadenas de diversas esclavitudes que no nos dejan caminar como pueblo hacia un desarrollo pleno y una mejor calidad de vida para todos”.
Luego, refirió la necesidad de estar “independizados de todo prejuicio y rechazo del otro por pensar distinto, independizados del odio que nos enferma y carcome desde las entrañas, independizados de la corrupción, del ventajismo, de los privilegios de algunos a costa de la indigencia de muchos, porque algo no está bien cuando tenemos dirigentes muy ricos y un pueblo trabajador muy pobre”.
Como todo texto, está sujeto a interpretaciones. Tal vez mi lectura sea errada, pero al escuchar esas palabras pensé en la cesión de soberanía que conlleva el RIGI y lo contradictorio que resulta que ocurra en una Argentina “que se dice independiente hace 208 años”.
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