Quién es quién

Cuando la eternidad tambalea, las preguntas sobre el origen del devenir cotidiano se vuelven posibles

 

No pasa un día sin que las pantallas de los televisores, los titulares de los diarios y el mundo digital proclamen al unísono y con estridencia el avance de infecciones y muertes provocadas por el galope del coronavirus (Covid-19). Estos verdaderos partes de guerra contra un “enemigo invisible” ocultan, sin embargo, el fragor de una guerra despiadada que permanece silenciada: la que, sotto voce y entre líneas, libra el poder establecido para mantener y acrecentar su control sobre la sociedad en los tiempos caóticos que dicta una pandemia.

Hoy no existe una conflagración mundial generalizada. Sin embargo, los pocos que mucho tienen olfatean que la desintegración social sobrevuela su reinado con una intensidad, rapidez y profundidad inéditas. Mas allá de las diferencias de régimen político, este terremoto amenaza a las estructuras más profundas del status quo global y abre las puertas a la búsqueda de un nuevo norte.

El enemigo de este orden social está, sin embargo, fragmentado en mil pedazos. Son los miles y millones de ciudadanos de a pie, confinados a la intimidad del aislamiento impuesto por una cuarentena, cuyo futuro se desconoce. Esta pasividad les ofrece, sin embargo, la oportunidad única de reflexionar sobre las causas de la irracionalidad e injusticia del mundo que los rodea. Se empieza a recorrer este camino cuando se cuestiona el carácter natural del acontecer cotidiano y de los valores que le dan sentido. Si este telón se levanta, una realidad dominada por pujas despiadadas entre intereses sectoriales distintos y muchas veces antagónicos empieza a salir a la superficie. El viento que levanta este entrevero disipa fugazmente el humo que oculta las raíces del poder. El camino largo y arduo del análisis y de la explicación están, entonces, a la orden del día.

Así como el núcleo de la tierra esta rodeado por capas concéntricas que lo protegen y lo ocultan, el núcleo de todo orden social subyace agazapado tras fenómenos que parecen naturales. Esa eternidad disuelve su carácter único y la violencia que los hace posibles. Cuando la eternidad tambalea, las preguntas sobre el origen del devenir cotidiano se vuelven posibles. En el centro de estos interrogantes, el Estado y la participación ciudadana en el control de las decisiones ocupan un rol central. Muchas veces, sin embargo, esto no es comprendido cabalmente.

 

 

 

Estado e intereses

Algunos creen que después del coronavirus el mundo occidental habrá cambiado y el Estado volverá a reinar sobre la mano invisible del mercado. De las cenizas dejadas por los estragos de un virus microscópico surgirá por arte de magia un keynesianismo aggiornado que reemplazará al canibalismo impuesto por el pensamiento neoconservador. Este tipo de razonamiento desconoce que el Estado ha intervenido fuertemente en las economías para imponer en las últimas décadas políticas neoconservadoras que provocaron fuertes transferencias de ingresos y de riqueza desde el 99% de la población hacia 1% más rico. El problema entonces, no es si el Estado sustituye a la mano invisible del mercado sino, más bien, cuáles son los intereses que se expresan a través de las políticas de Estado en cada momento de la historia que nos toca vivir.

Hoy los resultados de estas enormes transferencias de riqueza salen a la luz del día y son especialmente sorprendentes en la principal potencia del mundo. Este país no solo carece de un sistema sanitario capaz de proteger a su población de los estragos provocados por un virus minúsculo, sino que habiendo invertido fortunas en la expansión de su industria de guerra y en la militarización de los conflictos mundiales, no tiene los recursos mínimos indispensables para proteger del coronavirus a sus Fuerzas Armadas. Resignándose a pérdidas masivas, el Pentágono ha encargado esta semana 100.000 bolsas especiales (body bags) para enterrar muertos. Los daños causados a los integrantes de las Fuerzas Armadas ya son noticia, llegando a afectar la actividad de dos de sus portaaviones nucleares, donde diezmó a sus respectivas tripulaciones (zerohedge.com 26 y 30 del 3, 1 4 2020).

En los últimos tres meses el coronavirus tuvo un impacto brutal sobre la economía y la política de diversos países. Sin embargo, de esto no se desprende un inexorable debilitamiento futuro del orden social establecido. La foto del presente permite vislumbrar una descomunal pelea por acumular mayor poder económico y político. Este es, sin embargo, sólo un momento de un largo proceso que recién comienza. Su desarrollo dependerá, tanto en los países del centro como en los de la periferia, de la relación de fuerzas existente entre los distintos intereses sociales en pugna. Una cosa sin embargo es cada vez más evidente: la posibilidad de un mundo diferente después del coronavirus dependerá del grado de participación activa de los ciudadanos de a pie en la búsqueda de un nuevo norte.

 

 

 

Ayuda fiscal y rescate financiero

La semana pasada el Congreso norteamericano aprobó un paquete de ayuda fiscal por valor de 2 billones de dólares (trillions) (Coronavirus Aid Relief and Economic Security Act, CARES ACT) El mismo brindó munición a la Reserva Federal para emitir hasta 4,5 billones de dólares (trillions) de ayuda financiera.

El proyecto de ley tuvo una aprobación casi total: solo se opuso un diputado republicano. A su entender, en lugar de beneficiar a los ciudadanos norteamericanos, los principales destinatarios de la ayuda serán las grandes corporaciones. Del total de ayuda fiscal solo 290.000 millones de dólares constituyen una ayuda directa a las familias norteamericanas. Otros 260.000 millones de dólares serán destinados a compensaciones por desempleo y el resto se repartirá entre otros rubros, siendo la mayor parte destinada a ayudar a corporaciones, entidades financieras y pequeñas y medianas empresas. El rechazo del diputado díscolo también fue motivado por la ausencia de financiación para la compra de recursos indispensables para la lucha contra el virus (i.e tests, entre otros) que, según él, tendrían que ser repartidos libres de cargo al conjunto la población.

Tal vez el aspecto más significativo de esta ley reside en la facilitación de 450.000 millones de dólares a la Reserva Federal, por parte del Tesoro norteamericano. Estos dineros obtenidos de la recaudación fiscal constituirán el capital inicial (seed capital) que la Reserva Federal podrá convertir por arte de magia en 4,5 billones de dólares (trillions) a ser desembolsados directamente y sin intermediarios, para rescatar a corporaciones, entidades financieras, fondos de inversión y bancos con problemas, según lo estime necesario y a pesar de que estas actividades no están dentro de sus atribuciones.

Así, la Reserva Federal ha logrado desembarazarse efectivamente del control del Ejecutivo y del Legislativo en la asignación y monto de los recursos, pudiendo imprimir todo el dinero necesario para financiar a quien se le ocurra a través de programas especiales (SPV). Para manejarlos contrató a BlackRock, el fondo de inversión mas grande del mundo, especializado en empaquetar activos tóxicos, principalmente bonos basura, en instrumentos complejos (Exchange Traded Funds, ETFs) que también contienen bonos considerados de alto rendimiento (investment grade (IG)). Según Carl Icahan, uno de los mas conocidos y poderosos inversores de Wall Street, BlackRock “es una corporación peligrosa”, especializada en vender productos financieros que en caso de urgencia resultan ser invendibles (nytimes.com 14 7 2015).

Otro aspecto fundamental de la nueva legislación consiste en otorgar mayor secreto a las decisiones de una Reserva Federal que siempre se resiste ser auditada. La ley impone el secreto total respecto a las reuniones y decisiones que se tomen en relación a quien deberá recibir ayuda financiera y al monto que recibirá. Nadie podrá disponer de información sobre estos movimientos ni utilizar a la Justicia para reclamar esta información. El secreto de las operaciones durara hasta fin de año o hasta que el Presidente de turno así lo disponga.

 

 

 

Beneficiarios de las primeras intervenciones financieras

Desde la crisis de liquidez verificada en el mercado de pases interbancarios (repro) en septiembre del 2019, la Reserva Federal inyectó dosis masivas de liquidez para satisfacer las demandas de financiamiento de los grandes fondos de inversión. Desde principios de marzo la iliquidez se agudizó, culminando hacia fines de la semana pasada cuando, usando partidas asignadas a uno de los programas especiales recién creados, la Reserva Federal tuvo que rescatar a tres grandes fondos de inversión cuyo derrumbe podría haber ocasionado una debacle en el corto plazo (bloomberg.com 27 3 2020, zerohedge.com 29.3 2020). Esta intervención también permitió mejorar inmediatamente la posición de LQD, uno de los ETF más grandes del mundo, perteneciente a BlackRock. Este fondo había sufrido grandes pérdidas en las semanas previas a la intervención de la Reserva. De ahí en mas sus problemas fueron solucionados y, dado que pertenece al brazo ejecutor de los programas de la Reserva Federal, se convirtió inmediatamente en un activo financiero altamente codiciado (zerohedge.com 25 y 29 del 3/ 1 4 2020).

Por otra parte, la Reserva Federal también intervino para rescatar a un banco en dificultades: Capital One, y para calmar la corrida de las corporaciones sobre los grandes bancos absorbiendo líneas de crédito de corto plazo con pagos mensuales mínimos (revolving credit) para preservarse ante la crisis de iliquidez. Esta corrida infligió grandes pérdidas de liquidez a los propios bancos, al mismo tiempo que el valor de sus acciones registraba fuertes caídas (zerohedge.com 21, 28 y 30 3 2020).

 

 

 

Parálisis económica, cierre de empresas y desempleo

La duración estipulada para el desembolso de la ayuda fiscal es de solo dos meses y no existen por el momento dispositivos logísticos que permitan hacerla llegar rápidamente a los sectores que más la necesitan. Así, ya hay indicios de que la mayoría de las pequeñas y medianas empresas, responsables por la mayor proporción del empleo, quedarán sin ingresos antes de que la nueva ayuda financiera propuesta para el sector llegue a destino. Ya hay más de 47.000 comercios minoristas cerrados por la cuarentena (zerohedge.com 25 3 2020). Esto implica suspensión masiva del pago de alquileres, con el consiguiente impacto sobre el mercado inmobiliario. También significa crecimiento de las demandas de compensación por desempleo, que esta semana superaron los diez millones. Esto, a su vez, indica que amplios sectores de la población en cuarentena ya no tienen los recursos necesarios para enfrentar alquileres, deudas e incluso alimentación. Hoy las deudas por consumo de las familias norteamericanas ascienden a los 4 billones de dólares (trillions). Si se incluyen las deudas hipotecarias este total supera los 13,5 billones de dólares (trillions) (bloomberg.com 6 3 2019). A pesar de la magnitud del paquete de ayuda fiscal votado la semana pasada, no se entiende cómo el mismo podrá mitigar el impacto de un default escalonado de estas deudas o impedir una severa recesión.

En efecto, al mismo tiempo que el país se ubica en el epicentro de la pandemia, Goldman Sachs prevé una caída del 34% del PBI en el segundo semestre y el presidente de la Reserva Federal de St. Louis anticipa que el desempleo alcanzara a corto plazo al 30% de la población (cnbc.com, 31 3 2020, zerohedge.com 22 3 2020). En este contexto, la ayuda directa a las familias, tal como ha sido diseñada, difícilmente mitigará el sufrimiento de vastos sectores de la población. Este panorama contrasta con una vorágine financiera que consolida una creciente concentración del poder económico en pocas manos. Ambos procesos dejan al desnudo la falta —por el momento, al menos— de un liderazgo que permita orientar al país hacia un cambio radical de políticas en el futuro inmediato.

 

 

 

Ataque a los flancos del gobierno en la Argentina

La Argentina se acerca al punto crítico del desarrollo de la pandemia, al mismo tiempo que exponentes de los sectores económicos más poderosos atacan al gobierno por los flancos, buscando desestabilizarlo. A la cabeza de la ofensiva se encuentra Mauricio Macri, el autodesignado gran bailarín que, alejado del escenario político, zapatea ahora por los subterráneos de la República preparando el caldo de cultivo para detonar lo que mejor sabe hacer: el caos.

A pocos días de sostener públicamente que el populismo es peor que el coronavirus, Macri llamo al Presidente Alberto Fernández para sugerirle que ante la pandemia otorgue prioridad a la economía, evitando así los daños que ocasiona una severa cuarentena. Esto fue un anticipo del grito de guerra que días después habría de emitir Techint, al despedir a 1500 trabajadores debido a la cuarentena. Otros empresarios “emprendedores” también despidieron personal y el “amigo de la vida” de Macri llegó a amenazar con despidos masivos si el gobierno no incluye a sus empresas entre los proveedores de servicios esenciales exceptuados de la cuarentena (tiempoar.com.ar 2 4 2020).

Estos focos de hostigamiento no fueron los únicos ni tampoco los primeros. A pesar de los precios máximos impuestos por el gobierno, la remarcación continuó en marzo afectando especialmente al rubro alimentación, de importancia estratégica para las políticas del gobierno. Paralelamente, mientras la cuarentena afecta especialmente a las pequeñas y medianas empresas, principales generadoras de empleo, los bancos privados continúan sin otorgar los préstamos anunciados por el gobierno para  facilitar el pago de sueldos con tasas de interés del 24% (bae.com 25 3 2020).

El jueves pasado más de 80 organizaciones empresarias que nuclean a las pymes y medianas empresas dieron a conocer una declaración conjunta, reclamando el respaldo de la banca privada y pública para evitar una inminente ruptura de la cadena de pagos frente a la oleada de cheques rechazados que se esperan para el mes de abril. Consideran que el comercio minorista será el primer eslabón que se romperá, debido a su casi total paralización provocada por la cuarentena. Luego caerán los distribuidores y se terminará afectando a las medianas y grandes empresas proveedoras. Según las organizaciones, no basta con el esfuerzo oficial para facilitar el pago de salarios. Se requiere que los bancos privados y públicos otorguen crédito a bajas tasas de interés, para que el sector pueda enfrentar sus deudas y funcionar ni bien se levante la cuarentena (lpo.com 1 4 2020).

La inflación desmadrada, la ruptura de la cadena de pagos y el desabastecimiento son los fenómenos económicos más peligrosos que enfrenta el gobierno en lo inmediato. En el pasado han precipitado la rápida desestabilización política y social del país y el consiguiente aumento de la concentración del poder económico. En el centro de estos procesos se anida un sector empresario monopólico, con enorme poder para determinar precios, bloquear créditos y retener divisas. Frente a esta situación no hay tiempo para las advertencias públicas y el enojo. El gobierno tiene a su alcance una batería de medidas que le permiten sancionar inmediatamente y con fuerza a las infracciones de precios y al desabastecimiento. Asimismo, el BCRA tiene capacidad y recursos para imponer regulaciones a la banca privada, sancionar su incumplimiento y eliminar trabas burocráticas en la concesión de créditos de la banca en general. Hoy esta en juego algo más que el tipo de economía que tendremos después de la pandemia. La perdida de vidas y la desestabilización política y social están a la orden del día.

Olfateando la gravedad del momento que vivimos, dirigentes del PRO muy cercanos a Macri recurren a los artilugios del pasado para incendiar las redes sociales incitando a cacerolazos que intentan sembrar el caos. Esta semana han ido por los sueldos de los políticos, mañana irán por cualquier tipo de reivindicación que permita azuzar el antiperonismo y debilitar al gobierno. No se puede esperar otra cosa de los artífices del ajuste social y el endeudamiento ilimitado. El gobierno debería redoblar la apuesta, conformando un fondo patriótico para la alimentación y la salud de los sectores más vulnerables con aportes solidarios y transparentes de los sectores más ricos de la población.

Ya no hay tiempo para declamar la solidaridad. Esta debe construirse con actos concretos, que revelen quién es quién en este entrevero.

 

 

 

 

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