¿Por qué habla Mariano Macri? La idea que queda después de leer el libro Hermano, de Santiago O’Donnell, es que el cuarto hijo de Franco Macri y Alicia Blanco Villegas ha sido relegado y luego apartado de la toma de decisiones en las empresas familiares y de la extrañísima y prácticamente nula vida familiar. Mariano habla porque se siente traicionado. Él mismo usa la palabra: “Sentí la traición de mi viejo, de mis hermanos, de mi madre, de mis sobrinos”.
Mariano siente que lo dejaron solo en el peor momento de su vida, cuando su hija se enfermó. Y se lo dijo a Mauricio en el último diálogo que tuvieron cara a cara, en marzo último, en la casa que el ex Presidente alquilaba en Martínez: “Fuiste tomando una serie de decisiones en las que no te importó la salud del viejo ni la angustia que vivió, ni tampoco la enfermedad de mi hija. Yo tuve que acudir a mi primo Ángelo a pedirle plata porque el médico oncólogo de Fundaleu que me decía que me traía la droga de afuera me cobraba una fortuna y ustedes me dieron vuelta la cara, me habían cortado el grifo, me dejaron seco y no lograba siquiera que reaccionaran frente al episodio de cáncer de mi hija”.
También afirma que quiere dar vuelta la página: “Como dice mi médico chino, hace tres años y medio que vengo queriendo darles una patada en el culo a mis hermanos y hasta que no se las dé no se me va a ir la lesión. Se me agarrota el isquiotibial. La medicina china todo lo razona desde las emociones (…). Mi vida quedó bastante frenada”.
Defiende a su padre, cuestiona que Mauricio lo haya tratado como un mafioso aunque cuenta que a él también lo traicionó.
Franco Macri y Alicia Blanco Villegas tuvieron cuatro hijos: Mauricio, el primogénito, nació el 8 de febrero de 1959; Sandra (la única mujer de dicha unión), el 20 de septiembre de 1960 y Gianfranco el 28 de diciembre de 1962. Mariano llegó cuatro años más tarde, el 15 de noviembre de 1966. En el medio Franco tuvo con otra mujer a Alejandra, a quien recién reconoció tras un juicio y un análisis de ADN positivo. “Siempre la mantuvo oculta”, dice Mariano. En 1985 nació su última hija, Florencia, producto de su matrimonio con Cristina Greffier.
En el libro El Pibe Gabriela Cerruti afirma que “Mariano era el elegido para ser el que finalmente convirtiera a los Macri en una familia seria, con prestigio, una organización con estándares internacionales. Una multinacional europea. Para eso lo mantuvieron fuera de los negocios y las relaciones con el poder, nunca participó de los acuerdos ni de los secretos”. Nada de eso pasó. Cuando Mauricio y Gianfranco lograron apartar a Franco de las decisiones empresariales, también corrieron a Mariano. El menor de los varones Macri dice que entre sus hermanos mayores digitaban todo y a él no lo informaban, no lo convocaban, no lo hacían parte. Mucho menos a las hermanas, Sandra y Florencia.
Franco
Mariano describe a su padre como “un tipo nada caprichoso” y asegura que evitaba los conflictos judiciales. Afirma que el punto de inflexión en el despegue de su carrera fue en 1959, el año en que nació Mauricio, cuando tomó la construcción del puerto de Mar del Plata. Señala también que “resolvía la vida de todos”. Franco, dice Mariano, se involucró directamente en la resolución de los divorcios de Mauricio y de él mismo, aportando jugosas sumas a sus parejas.
Sus primeros recuerdos son de cuando tenía cuatro años. La familia vivía frente a la plaza Vicente López. Mariano se levantaba antes de lo que le correspondía para ver a su padre mientras se bañaba y afeitaba, antes de salir a trabajar. “Yo me recuerdo como el muñeco de mis hermanos, probablemente más de Gianfranco que de Mauricio”, dice y agrega que el segundo hijo varón de los Macri era “medio incontrolable” e incluso su madre “lo ataba a los radiadores”.
Años más tarde se mudaron a un tríplex en el centro. Mariano recuerda que esa casa “no se prestaba a un ambiente de diálogo. Era difícil hablar y cuando hablabas te caían encima, te gastaban, te tomaban para la joda”. Gianfranco no le pegaba a su hermano mayor pese a que era más grandote. Mauricio “siempre lo tenía bien gobernado desde la cabeza. Lo denostaba y después lo deslumbraba con sus razonamientos. Siempre desde lo intelectual”, afirma el menor de los varones Macri. Agrega que jamás vio el bullying que el ex Presidente contó que le hicieron en el colegio Cardenal Newman.
Mariano traza un paralelismo entre su relación con sus hermanos mayores y la de su madre Alicia Blanco Villegas con su ex pareja: "Estaba despechada. Y no se recuperó nunca. Lo puteaba permanentemente, pero en la puteada se notaba también la admiración. Por esto de patinar y de siempre quedar atrapada en esa lógica y no poder sobreponerse se parece un poco a mí y a lo que me pasa con toda esta confrontación. No logro independizarme y cortar este mal vínculo con los hermanos”.
A los 14 Mariano empezó a ir a reuniones de la empresa. Eran los tiempos en que Socma había alcanzado su plenitud después del desembarco de la Fiat con Impresit.
“Mi viejo era una especie de adicto compulsivo a encarar cosas nuevas, a pesar de que la gente que él ponía en el directorio, y a la que no cambiaba con asiduidad, trataba de hacerle morder el freno y le bochaba sus aventuras. Pero el holding era de él. Era amo y señor”, define Mariano a su padre.
Aquí algunas de sus caracterizaciones sobre Franco:
“El viejo reivindicaba a las mujeres en cierto punto pero es cierto que trataba distinto a sus hijas que a sus hijos. A nosotros nos metía en la empresa. Tenía expectativas con el estudio. En cambio, a Sandra no (…) eran digamos sobreprotegidas y con ellas era más una cuestión de cuidarlas y de que se ocupasen de la casa. Sandra era una loca linda. Mamá ha sido muy maltratadora de mi hermana. Le decía que no quería llevarla con ella a ningún lado porque le daba vergüenza que fuera gorda”.
O, “el viejo (…) aparecía. Mauricio no. Mauricio hacía negocios, pero no aparecía”.
Mariano afirma que para Gianfranco “Mauricio era casi como un adalid y él, como un ladero”. Dice que tenían “una relación simbiótica”. “Cuando Mauricio se hartaba, lo recontraputeaba y el otro agachaba la cabeza. Pero después, si había mucho interés en juego, Gianfranco ya sabía que era su abastecedor, quien le posibilitaba tener todo lo que tenía. En algún punto había sido su padre y después pasó a ser su hermano”, sostiene.
“Mis hermanos tenían una dinámica en la que a mí me costaba mucho entrar, porque eran muy competitivos”. “Nuestra familia se caracteriza claramente, patentemente, por una falta total de comunicación. Yo fui por mucho tiempo el gran factor de unión. Pero, en cierto modo, también estuve muy alejado”.
“En 1995 mamá nos invita a todos a Italia a pasar las fiestas. Fueron Sandra y sus hijos, Gianfranco con los suyos y la esposa, yo con mis dos hijos mayores y Marie France”, su esposa de entonces. Mauricio dijo: “'Con esta familia de mierda yo no voy a ningún lado'. Y no fue”.
A Mariano lo enoja en particular la asociación que hizo Mauricio de su padre con la mafia. Apunta:
- “Nunca estuve cerca de la política pero en algún punto se ve que hubo una píldora para Lilita [Carrió], una tesis que a ella le encantó y que a Mauricio le sirvió mucho para tenerla controlada, que era esa idea de que mi viejo era una cosa y él otra cosa. Así depositaban en el viejo el costado malo. Vos la veías a Lilita repitiendo a los cuatro vientos esa muletilla de que no era lo mismo Mauricio que Franco”.
- O’Donnell señala que en marzo de 2019, dos semanas después de la muerte de Franco, en un reportaje que le hizo Luis Majul, Mauricio lo trató de delincuente y cómplice de extorsión: “Es un delito lo que hizo mi padre. Él era parte de un sistema extorsivo del kirchnerismo en el que, para trabajar, había que pagar”.
- “Mauricio –cuenta en el libro– fue el que lo instaló. ‘Mi viejo pertenecía a esa mafia’, le dijo, o algo así, por el tema del Correo a Luis Majul, que ni siquiera se lo había preguntado. Y recuerda que Franco decía: “Yo voy a ser siempre el mafioso pero ustedes van a ir a los mejores colegios y clubes y no van a tener que cargar con eso”. “Yo lo tomé siempre como si estuviera hablado desde la percepción de los demás, no como algo cierto”, afirma Mariano.
En la página 71, cuando habla del Correo y lo perjudicial que resultó para el Estado dicha operación, por primera vez en todo el libro Mariano habla de su papá como Franco y no como “el viejo”. Mariano afirma que a partir de 2003, con la confiscación del Correo, el holding familiar pasó a una “estrategia de supervivencia”. Y también dice que Franco sostenía que con Mauricio en la política los Macri debían salirse “de todo lo que tenga que ver con el Estado”.
Sobre los Panama Papers y las offshore puntualiza: “Durante muchos años quise entender si el grupo se había manejado en negro, quise que se me explicase y nunca terminaron de explicarme nada ni de mostrarme ningún asiento. El hecho de que no hubiese una mesa de diálogo ni discusiones abiertas, fuertes, sanas fue parte de la gran rivalidad que tuve con Mauricio. Fui muy ingenuo y tomé las cosas como venían. Empecé a aprender a los golpes cuando viví solo en Brasil. Antes estaba muy resguardado, dentro de muchas estructuras”.
En el último apartado del capítulo sobre Franco, titulado Los Kirchner, Mariano cuenta que su papá le dijo que lo habían convocado (Julio) De Vido y (Carlos) Zannini para ofrecerle “hacer la empresa más poderosa de construcciones de todo el mundo”. La compañía se haría con la plata del Estado y la “trayectoria y prestigio” de Franco Macri. Y Mariano afirma que su padre lo rechazó porque “sabía que, si llegaba a aceptar cualquier cosa, ahí terminaba la carrera política de Mauricio”. “Él lo pone en términos paternos”, enfatiza Mariano.
Mauricio
Sobre el primogénito dice:
- “Yo sentía por él un enorme amor y devoción (...) En un punto estábamos cortados con la misma tijera; los tres teníamos la misma forma de pensar, que se relacionada mucho con las verdades de mi madre”.
- “Yo lo veía a Mauricio como el promotor del bullying, esa forma de desgaste, de pinchar al otro, de provocarlo, de estresarlo, de llevarlo al límite, que después también yo sufrí en muchas instancias. Eso me daba bronca y me ponía un muro insondable. Yo no tenía afinidad con él (…) era siempre provocador, hiriente”. “Este tipo en la puta vida fue cariñoso conmigo”.
- “Creo que el enorme desafío que enfrentó estos años lo hizo madurar mucho, se pulió, se supo controlar y autocensurar. Conectó más, entendió, y se ve que ha comprendido acabadamente el efecto y la importancia de la empatía, de la sensibilidad, del escuchar al otro, de tener ese tipo de gestos”.
- “Nunca tuvo la capacidad de amar. En muchos aspectos era realmente un psicópata”.
- “Lo acompañé en Sevel en 1994, era un tipo difícil de seguir. Desde chico, le gustaba no dar pistas y aparecer y desaparecer a su antojo”.
- “Tal vez, operar tras bastidores marque fuertemente el estilo de Mauricio”.
- “No hay dudas de que entre Nicky y Mauricio existe una cofradía. A lo largo de los años, Nicky pasó a ser un testaferro muy fuerte de Mauricio y a su vez se habrá independizado mucho. Habrán encontrado un entendimiento muy fuerte entre alguien que devino muy poderoso económicamente, como Nicky, y alguien que también devino muy poderoso pero políticamente, como Mauricio”.
En 1979 Macri padre había comprado el 75 por ciento de un predio de 30 hectáreas de talleres de ferrocarriles sobre el río Hudson, en la isla de Manhattan. Luego de que el Chase Manhattan declinó financiar la obra, Franco se vio obligado a sentarse a negociar con Donald Trump. En medio de las negociaciones Franco tuvo un ataque al corazón y la operación quedó a cargo de Mauricio y de su tío Jorge Blanco Villegas, que finalmente vendieron los terrenos. “Es posible que Mauricio haya hecho un negocio propio (…). Yo sé que no quería vender. Pero apenas él quedó fuera de pista, mi hermano y mi tío revirtieron lo que el viejo había decidido”, dice Mariano.
Sobre el secuestro de Mauricio a principios de la década de 1990, Mariano dice: “La casa del viejo se convirtió en un centro de operaciones (…) Cuando apareció todos los abrazamos (…). Y en cuanto a Mauricio, esos trece días no fueron suficientes para hacerle cambiar su mirada”. Y completa su perfil en una anécdota sobre los negocios con China. Dice que él sufría “por su postura despectiva. Siempre fue un tipo tajante. Cortante”.
Sobre las escuchas: “Empezó con el viejo preocupado por el marido de Sandra, pero después parece que a Mauricio le gustó el juguete porque tuvieron el problema de las escuchas”. Mauricio le dijo a Sandra: “Desactivame ya a tu marido”. Incluso se acercó Juliana y le dijo: “Mauricio puede ir a la cárcel”. Pero Sandra respondió que ella no podía hacer nada. “Él hace lo que le parece. Y se siente muy ofendido”. Mauricio le contestó: “Olvidate de mis hijos. Borrame de tu celular. Hasta acá llegó nuestra relación”. “Me lo contó ella misma durante semanas, llorando todo el tiempo, muy empastillada porque se estaba muriendo de cáncer”.
Mariano rechaza categóricamente que Franco haya utilizado la herramienta de las escuchas: “Para mi viejo la única puerta de entrada a ese mundo esotérico del espionaje arrancó en el secuestro de Mauricio pero ahí quedó (…). Eso sí, decía que los competidores lo hacían”. Y narra un episodio con Soldati que habría mandado a escucharlo y así ganó una licitación de Aguas Argentinas.
Dice:
- “Mauricio siempre quiso demostrar que la tenía más larga (…) por algo puso a un amigo de la calaña del Negro [Arribas], que por más afecto que le tenga es un tipo bien turbio: para continuar con las escuchas, los seguimientos, las carpetas”.
- “Basta con que rasques un poco acá y allá y saltan testaferros por todos lados”.
- “El tipo está todo el tiempo tejiendo y no sé por qué el afán. A lo mejor con la lógica de volver, de competirle al pelado (Larreta), porque cree que va a haber alternancia y necesita mucha guita”.
- En Los Abrojos, la quinta familiar en el partido de Malvinas Argentinas, hay tres casonas y dos canchas de fútbol profesionales. En una época había dos campeonatos. Pero el que ponía las reglas, según Mariano, era Mauricio. Una vez el partido del campeonato de Mariano se demoró y Mauricio entró en la cancha en medio de una jugada, agarró la pelota del césped y anunció que se terminaba el partido. O’Donnell cierra la anécdota: “Los amigos de Mariano se retiraron en silencio, apenas disimulando su bronca, y el juego de Mauricio empezó sin más demora”.
- “Mi visión es que, en la presidencia de mi hermano, terminó habiendo una estructura de negocios que, imagino, deben haber sido permitidos, y orquestados según una lógica de estructura piramidal, en donde debían tributar a la corona”.
Mariano sugiere que la única forma de que su hermano Mauricio cambie es pasando por la cárcel: “Me imagino que, para una persona que se maneja con ese nivel de impunidad y de creerse dueño de la verdad, la única oportunidad de reflexionar y hacer un repaso por su vida sería estando privada de su libertad. (…) Más allá de que la vida es una suma de subjetividades, hay una línea divisoria que es inconfundible. O haces las cosas con honestidad y respetando, o las hacés de un modo en que el interés general y el interés propio empiezan a mezclarse y confundirse, sin honestidad intelectual y sin cumplir la ley. Mauricio no está siendo honesto con respecto a lo que propone ni a la responsabilidad que le toca por lo que hizo o hizo hacer”.
Mariano dice que la aspiración de Mauricio es “seguir construyendo poder y caja”. “No es que yo tenga la intención de que vaya en cana”, aclara, pero enseguida avisa que “una persona con determinadas conductas tendría que ir presa y pagar con su libertad”. “Lo más probable es que necesite un poco de encierro en la cárcel para darse cuenta”, sentencia.
Mariano marca el año 2007 como el punto de ruptura de la relación entre los tres hermanos varones (Mauricio, Gianfranco y él) y el padre. Ese mismo año Mauricio había sido elegido jefe de Gobierno y “abandonó el grupo”. Un año antes había renunciado a trabajar en Brasil y en diciembre de 2006, después de que Franco se lo pidiera muchas veces, accedió a hablar con él pero en el consultorio del psicólogo. “Por primera vez en mi vida me escuchó durante una hora y media seguida sin chistar”.
Por una propuesta que Mariano se adjudica propia, Franco decidió donarles el grupo a sus cinco hijos. Hubo cuestionamientos sobre los porcentajes. El único activo líquido que quedaba para ese momento, dice Mariano, eran 150 millones de dólares provenientes de la venta de una concesión vial en Paraná, Brasil. En medio de las negociaciones, Mauricio le preguntó de qué lado estaba. Y Mariano contestó: “Con este tipo de filosofía no me voy a entender nunca. Ustedes están totalmente locos de la cabeza”. Habla de “pantomima” en una reunión.
Atravesaba por entonces un momento de tensión en la relación con su padre por haber saboteado su plan en contra de sus hermanos Mauricio y Gianfranco. Mariano tenía los votos de Sandra y Florencia para oponerse a los planes de Mauricio y Gianfranco de vaciamiento de la empresa. Pero Franco les ordenó a sus hijas mujeres que dejen de apoyarlo, por lo que se quedó solo. “Él me había activado a mí como arma de ataque hacia Mauricio y después habrá negociado, se habrá comprometido a retirar su apoyo para no interferir en mi enfrentamiento con mis hermanos. Eso fue clarísimo. Con eso le despejó el camino a Mauricio. El peso pesado, el que tenía poder, claramente era Mauricio. En esa época era jefe de gobierno”.
Indica que en 2014 “empezó la historia del abuso tras abuso”.
Es interesante porque Mariano usa una frase que Cambiemos, con Lilita Carrió a la cabeza, utilizaba para describir al kirchnerismo: “No tuvieron empacho en seguir usando la caja para ponerme de rodillas”. También en este párrafo: “No es que mi hermano se quedara con la caja, sino que la usaba para su proyecto de poder. Toda una caja negra que controlaba a piacere (…)”. O en la oportunidad en que en un almuerzo con Mauricio, Mariano le preguntó si tenía que salir (de los negocios familiares) por el “pancho y la Coca”. Ahí Mauricio le dijo: “Esto va a terminar mal, muy mal”.
- “Mauricio es el jodido, el Maquiavelo. El tipo está siempre con la última tecnología del mal”.
- “Cuando veo la forma en que mi viejo obró siempre y la comparo con la forma en que obra Mauricio, me parecen dos mundos apartados, diferentes. Da tristeza entender que haya habido tantos millones de personas catalizando, a través de este individuo que los representaba y que representaba un aspiracional, una esperanza de cambio cuando estaba tan lejos de ajustarse a ese ideal”.
En los cuatro años en los que el primogénito Macri fue Presidente, Mariano y Mauricio apenas se cruzaron. Si el hermano menor fue a la asunción, el 10 de diciembre de 2015, fue a pedido de su mamá Alicia Blanco Villegas, aclara. Cuenta que cuando “Cristina y Alberto” anunciaron la fórmula presidencial le mandó un mensaje de WhatsApp en el que le propuso que llevara al gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti como candidato a Presidente y él fuera de vice. “Con eso terminaríamos de una vez con la grieta; ganarías 70/30 y la comunidad internacional te reconocería inmediatamente el gesto”, le dijo Mariano. Y Mauricio le contestó: “Muy creativo, de difícil implementación. Sí para segunda vuelta estamos trabajando en acuerdos”.
“Se escucha mucho que Mauricio, en los últimos años, se enriqueció. Hoy en día su mayor problema es que multiplicó de manera exponencial sus testaferros y está fuera del poder. Cuando estás en el poder nadie ni sueña con traicionarte, pero ahora su desvelo debe ser cómo hacer para que no haya más un solo testaferro y que sea él el dueño. El testaferro no saca los pies del plato y si se muere o se te retoba y te roba, cagaste. Esa debe ser su primera preocupación”.
Afirma que “mi hermano mayor es el mayor hijo de puta que jamás haya conocido en mi existencia, trataron de doblegarme, de no darme nada o de darme migajas”.
En la última charla que tuvo con Mauricio, en marzo de 2020, Mariano antes de irse le dijo: “Quedate con lo único que te vine a decir: esto termina. Vos elegirás de qué manera. Pero esto termina”.
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