Quebrar

O el efecto contrario

 

En la jerga de la represión ilegal de la dictadura, se quebraba al detenido a quien se le vencía la voluntad. El significado literal es “romper con violencia”, y en el derecho comercial, cuando una empresa quiebra, es porque muere: no puede continuar ni ser comprada por ningún interesado porque sus deudas son mayores que sus activos. Casualmente en Colombia quebrar es sinónimo de matar, eliminar, ultimar, extinguir.

Es cierto que el diario Perfil cerró en 1998, pero volvió a aparecer en 2005, aunque no quebró porque nunca quebró nuestra voluntad de continuarlo, ni nos salvó ningún empresario, como dice el Presidente, sino los recursos de las propias publicaciones de Perfil en Brasil, ni tampoco “la política”, porque al discontinuar su publicación en 1998 el gobierno de Menem nos perseguía con juicios (que finalmente terminamos ganando en la Corte de San José de Costa Rica veinte años después), mientras explotaron dos bombas en la puerta de nuestra editorial y José Luis Cabezas era asesinado, y tampoco cuando el diario Perfil fue relanzado en 2005 porque, al contrario, el kirchnerismo nos castigó siendo el único medio con cero de publicidad oficial durante los 12 años de sus tres gobiernos.

Es célebre el fallo de la Justicia contra el Estado nacional por la discriminación con la publicidad oficial que, tras batallar una década en primera instancia y luego en cámara, terminó ganando Perfíl en la Corte Suprema al fin del kirchnerismo, sentando jurisprudencia para todos los medios y obligó a los dos gobiernos posteriores a distribuir publicidad oficial sin discriminar a ninguno, no por benevolencia, sino por obligación. Juicio que después de dos períodos presidenciales increíblemente volvemos a iniciar contra este Estado en el fuero Contencioso Administrativo, porque las empresas públicas controladas por el gobierno nacional (Aerolíneas Argentinas, YPF, por ejemplo) en 2024 publican avisos en otros medios y se discrimina ex profeso a Perfil.

También haremos un juicio personal a Javier Milei por daño económico en el fuero Comercial y otro por abuso de autoridad en el fuero Penal, por decir que Perfil va a quebrar buscando lo que enuncia o, por lo menos, crear zozobra y costos materiales. Más un posible amparo judicial al Ministerio que conduce Sandra Pettovello si se produjera un retraso adrede de la aprobación del estatuto de nuestra universidad. Por desgracia, tuvimos que aprender a enfrentar distintos gobiernos autoritarios desarrollando resiliencia y paciencia para esperar los desenlaces finales. Casi medio siglo de una Argentina tumultuosa haciendo periodismo contra poder desenvolvió esa especie de costra.

Con ingenua estratagema el Presidente no coloca el nombre y apellido del atacado creyendo que usar apodos —“pautero” o “tintureli”— lo exime de la responsabilidad de sus actos de la misma forma que en una discusión acalorada hace varios años en cámara le decía a una actriz que él no era responsable de los agravios porque solo retuiteaba los mensajes (agravios) de un tercero.

Pero ese lenguaje performativo del Presidente tratando de producir lo que enuncia, una quiebra, ha generado el efecto contrario en el pasado. Fueron las persecuciones de la dictadura las que hicieron que aquella incipiente Editorial Perfil, con su inicialmente primitiva revista La Semana, cobrara visibilidad cuando no era más que un puñado de escritorios y máquinas de escribir. A comienzos de los ‘90 fueron los ataques de Menem los que hicieron relevante desde su inicio a la revista Noticias cuando recién comenzaba, lo mismo que ya hacia fines de esa década las dos bombas en la puerta de la editorial simultáneamente con el deleznable asesinato de José Luis Cabezas por publicar la única foto del empresario prebendario del Estado Alfredo Yabrán.

Y fue Néstor Kirchner un impensado artífice del relanzamiento del diario Perfil a comienzo de 2005 por habernos elegido como enemigo mediático. Joaquín Morales Solá había difundido que el Presidente de entonces le dijo: “Me llevo bien con todos los medios, menos con uno: Perfil”. Previamente, y sabiendo la estima personal que yo le tenía al fundador de Torneos y Competencias, Kirchner le pidió a Carlos Ávila que intercediera transmitiendo el ofrecimiento de publicidad oficial a cambio de que dejáramos de denunciar los casos de corrupción que una década después tomó todo el periodismo argentino. La técnica de Néstor Kirchner era primero seducir, si no, comprar, y si nada de lo anterior resultaba conducente, aniquilar.

La anticipación fue la característica que enfureció a distintos gobiernos con los medios de Perfil: en los tramos finales de la dictadura, y a mediados del menemato y del kirchnerismo, todos los medios fueron críticos y denunciaron sus malas prácticas, pero la soledad inicial marcó nuestro posicionamiento para siempre. Y nuevamente se repite ahora con el gobierno de Javier Milei.

No habría que descartar entonces que sus críticas hacia nosotros terminasen produciendo el efecto contrario y que, en lugar de quebrar a Perfil, permitan que se cumpla el sueño de que pase a ser impreso también de lunes a viernes. Ojalá fuera ese el destino de los padecimientos que hoy nos generan inseguridad entre anunciantes, estudiantes y empleados. Ojalá produzca la misma empatía de lectores y anunciantes que en 2006 generó el Fideicomiso en Contra de la Discriminación con Publicidad Oficial que condujo el entonces ombudsman de Perfil, Nelson Castro y, salvando las gigantescas distancias, el crecimiento de las suscripciones digitales que le crearon al diario The New York Times los ataques de Donald Trump. 

Más allá de las impredecibles consecuencias que los agravios de Javier Milei pudieran producir sobre el diario Perfil, vale hacer un repaso del conjunto de vehículos y plataformas que trascienden a este diario. Trabajan en Perfil alrededor de 1.000 personas: más de 600 personas full time y casi 200 part time en la Argentina, y más de 200 personas en Perfil Brasil. Al revés de otras empresas que frente a la crisis de los medios en todo el mundo redujeron su personal, en Editorial Perfil se recapacitó a fotógrafos como camarógrafos, a diseñadores de papel como diseñadores digitales y de video, y hasta a técnicos de la impresora en técnicos de televisión.

 

Tapas lanzamiento. Primera edición del diario de 1998 y de 2005.

 

La gráfica de Perfil, Impresora Maguncia, imprime cuatro diarios: el propio, Página/12, Cronista y Crónica, y es la única planta de impresión de alta velocidad junto con la de Clarín, que imprime también La Nación. Perfil preside la Asociación de Editores y es la única que abastece a los kioscos con varias revistas semanales, además de varias mensuales. En Brasil se editan en papel las revistas Caras, Contigo y Aventura na Historia. Y en Portugal, las revistas Caras y Decoração.

En digital, con la suma de sus 21 sitios, Perfil tiene la cuarta audiencia de noticias de la Argentina con 15 millones de usuarios y, en Brasil, una posición similar con 17 sitios, pero dado que es una población cuatro veces mayor, con 65 millones de usuarios. En Portugal, un país más pequeño, solo un décimo que en Brasil. A diferencia de Brasil y de Portugal, en la Argentina hay suscriptores digitales que pagan por acceso ilimitado, a los que se suman los suscriptores de dos clubes de afinidad, uno de vino y otro de teatro: Delirio y Vivo, respectivamente (este último, junto con la Asociación de Empresarios Teatrales). 

Desde hace una década, la Fundación Perfil tiene un instituto terciario de educación (en 2017 fue elegido por la Unesco como uno de los ocho casos destacables del año) que el año pasado se aprobó como universidad nacional: Universidad del Sur de Buenos Aires. Finalmente, Perfil opera dos radios: AM 1190 Radio Perfil y la FM 101.9 Radio Horizonte, y cuatro canales de televisión: NET TV, Bravo, Canal E y Caras TV (este último, también en Portugal). 

Dentro de dos años Perfil cumplirá 50 años y nos encontrará haciendo lo mismo que simboliza el ave de nuestro logotipo expresado en la célebre metáfora de Immanuel Kant sobre el conocimiento: “Podría imaginarse que la ligera paloma volaría mejor sin la resistencia del aire que surca al volar libremente, pero es la resistencia del viento lo que le permite elevarse”.

 

 

 

*Esta nota fue publicada originalmente en diario Perfil.

 

 

 

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