Que dos siglos y medio es nada
Beethoven se sigue interpretando en todo el mundo, pero sus sinfonías dirigidas por Fürtwangler son insuperables
La semana pasada se cumplieron 250 años del nacimiento de Beethoven, que nos acompañó varias veces en esta sección del Cohete. Una diseñadora gráfica partió del más famoso retrato al óleo del compositor romántico, y lo trajo al presente con técnicas de edición digital, en su proyecto Royalty Now. Es una buena representación del título de esta nota. Si te sobran unos minutos date una vuelta por el Instagram de Becca Saladin y vas a ver como luciría hoy el Libertador Bolívar y por qué George Clooney se hubiera enamorado de la reina Nefertiti.
Ya te dije hace un par de años que a mi gusto las sinfonías de Beethoven dirigidas por Wilhelm Fürtwangler siguen siendo insuperables, a pesar del avance que desde entonces se produjo en los medios técnicos de registro, incluyendo la grabación estereofónica. Compará vos mismo o misma su grabación de comienzos de 1942, con la Filarmónica de la Berlín que comenzaba a presentir la derrota en la Segunda Guerra Mundial, con la del venezolano Gustavo Dudamel con la Sinfónica de Galicia, en Santiago de Compostela, que es una de las ciudades más hermosas que conocí en mi vida.
A la muerte de Hitler, Furtwängler fue sometido por los aliados al proceso de desnazificación, del que salió sin que le formularan cargos. Durante el interrogatorio dijo que le preocupaba que su arte fuera mal usado como propaganda, pero prevaleció el deseo de preservar la música alemana, que “debía ser ofrecida por sus propios músicos al pueblo alemán, compatriota de Bach y Beethoven, de Mozart y Schubert”, que vivía “bajo el control de un régimen obsesionado con la guerra total. Nadie que no haya vivido aquí en aquellos días posiblemente pueda juzgar cómo eran las cosas. ¿Acaso Thomas Mann realmente cree que en la Alemania de Himmler a uno no le debía ser permitido tocar a Beethoven? Quizás no lo haya notado, pero la gente lo necesitaba más que nunca, nadie anhelaba tanto oír a Beethoven y a su mensaje de libertad y amor humano, que estos alemanes que vivieron bajo el terror de Himmler. No me pesa haberme quedado con ellos”.
Barenboim observó una paradoja: los directores que marcharon al exilio “fueron figuras menos desgarradas que Furtwängler, quien no dejó la Alemania nazi”. Tal vez porque “muchos músicos hacen música tal como viven sus vidas. Furtwängler trató de vivir su vida del mismo modo en que hacía música. Esto no es nada cómodo. Hay que desearlo y ser capaz de hacerlo. Pero solo así las cosas podrán salir de un modo diferente a como salen hoy”.
Ya en la posguerra, Furtwängler grabó las nueve sinfonías de Beethoven con las Filarmónicas de Viena, Berlín, Estocolmo y el Festival de Bayreuth. Tenés para entretenerte hasta el año que viene.
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