Pulseada vital
Ficción en Davos vs. desarticulación acelerada en la Argentina
La participación de Javier Milei en el Foro Económico Mundial de Davos, Suiza, en su primer viaje oficial al exterior como primer mandatario, no pasó desapercibida. No sólo por la curiosidad que despertó la presencia del autoproclamado “primer Presidente libertario del mundo”, sino también por los conceptos que expresó en su disertación en el auditorio mayor del evento.
Sus palabras iniciales no dieron muestras de modestia, al aseverar ya en su primera referencia que “Occidente se encuentra en peligro”. Llamativamente, la tónica posterior de su presentación no apuntó a analizar el cuadro de cambios y tensiones crecientes en el mundo, sino sólo brindar a las elites políticas y económicas mundiales –que se reúnen allí a principios de año desde 1971– una clase introductoria para alumnos primerizos de economía que en forma sectaria y mediocre sólo deben escuchar las ideas de Friedrich Hayek (1899-1992) pero ni siquiera del neoclásico Alfred Marshall (1842-1924), quien refirió la imperfección posible de los mercados. Milei ponderó fanáticamente las bondades del capitalismo, describió a los empresarios como “héroes” y alertó sobre la maldad de la intervención del Estado en la economía. La ironía es que este evento justamente se realiza para plantear opiniones y posiciones respecto a la situación mundial y la relación y coordinación de las políticas públicas con los sectores privados.
El capitalismo real
Los señalamientos de Milei de acusar al Estado como enemigo pueden haber sido música en los oídos para empresarios y financistas que siempre critican las cargas tributarias y los controles públicos, aunque están habituados a recurrir en cualquier país, incluida por supuesto la Argentina, al auxilio estatal para impulsar, proteger o salvar sus negocios.
Notoriamente, Milei no pudo o no quiso percibir que el cuadro internacional de crecientes tensiones geopolíticas y mayor proteccionismo está impulsando a los países a marchar hacia políticas más intervencionistas, más asimilables a economías de guerra que de libre mercado. Buena referencia de ello fue el discurso del día anterior, en el mismo escenario, del Presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, llamando a los gobiernos occidentales a brindar más apoyo bélico y económico inmediato, requerimiento que dirigió a los Estados y no a la iniciativa o colaboración privada voluntaria.
No es casual entonces que los conceptos provocadores de Milei en Suiza, que mezclaron también referencias conspirativistas (el sojuzgamiento de la mujer es “un invento de los enemigos de la libertad”) y prevenciones sobre “el peligro” de la defensa del medioambiente, fueran recibidos por la audiencia que ocupó la mitad del salón de conferencias en forma polémica, desconcertante y controvertida. Las opiniones sobre sus palabras fueron desde el panegírico de un asistente húngaro (“yo nací y crecí en un régimen comunista y sólo puedo aplaudir lo que dijo”) hasta definiciones críticas de un periodista alemán (“es un delirio absoluto”) y de un empresario inglés (“bizarro, con él no se salva nadie”). En tanto la prensa de negocios solo atinó en forma más neutral y referencial –a la espera de la evolución futura de la Argentina– a destacar que “el Presidente libertario de la Argentina insta a los líderes mundiales a abrazar el libre mercado”.
En su corta visita, a diferencia de su actual aliado Mauricio Macri, que en sus dos participaciones en el Foro (2016 y 2018) como Presidente priorizó reuniones con empresas y banqueros privados, paradójicamente Milei –campeón de la libre empresa privada– sólo tuvo encuentros oficiales con funcionarios públicos. Lo hizo con la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, a quien le aseguró que se compromete a sobre-cumplir las nueva metas –más severas– establecidas con el organismo; y en una entrevista, aún más peligrosamente enigmática, con el canciller de Gran Bretaña, James Cameron, con quien “hablamos –afirmó Milei– del apoyo que nos van a dar en el FMI y fijamos Malvinas como tema de agenda”. En ningún caso hubo ni anuncios ni promesas de más apoyo concreto, sólo palmadas, fotografías de ocasión y palabras de aliento para que siga con los ajustes regresivos que lleva adelante.
La Argentina, por cierto, no está en la lista de prioridades para las potencias mundiales, pese a las filípicas ideológicas, los discursos impresionistas falsos y los gestos aduladores a los mayores grupos capitalistas, asegurándoles que “a partir de hoy cuentan con un aliado inclaudicable en la República Argentina”. No es esta incondicionalidad la que perciben millones de argentinos que ven caer precipitadamente sus condiciones de vida, con una inflación que desde la asunción de Milei ha acumulado un incremento de más del 50%, cuando el gobierno se niega siquiera a convocar al Consejo del Salario, enojado por el llamado al paro y movilización de la CGT y las CTA la semana próxima. No sólo la economía rige los comportamientos. También puede haber sadismo.
Contestan con el bolsillo
El jueves 18 de enero, mientras se producía el regreso de la comitiva a Buenos Aires, el vocero presidencial Manuel Adorni afirmaba que el viaje había tenido “un resultado absolutamente excepcional”. No parecía reflejar la percepción real cotidiana de que las cosas se han puesto mucho más complicadas que lo supuesto con tanta seguridad y desenfado por el discurso libertario.
Son factores de desarticulación acelerados:
- Los indicadores económicos, mucho más negativos que los esperados (nivel de actividad económica, disparada de la inflación ya por sobre la muy alta observada en los últimos meses del gobierno de Alberto Fernández, caída de la recaudación fiscal) pese a las aseveraciones tanto de Milei como del ministro de Economía, Luis Caputo, que estaban satisfechos por los resultados alcanzados en el primer mes de gobierno.
- Las crecientes críticas y presiones para que el Congreso no apruebe el proyecto de Ley Ómnibus. Pese a la negativa inicial a introducir modificaciones y a la amenaza de llamar a una consulta popular de no conseguir la aprobación, el gobierno decidió abrir negociaciones de toma y daca, más acordes con la política tradicional, con gobernadores y bloques parlamentarios cercanos al oficialismo.
- La multiplicación de objeciones de la Justicia al decreto 70/2023. La puesta en evidencia de sus falencias jurídicas y sus despropósitos instrumentales han mellado la credibilidad del plan de “a todo o nada” que intenta imponer el gobierno.
Más allá de los llamados reaccionarios de entidades empresarias de cúpula y de referentes de opinión para “seguir adelante” con reformas laborales y previsionales anti-sociales, la presión social ha comenzado reflejarse en los últimos días en una fuerte presión cambiaria que licua la súper devaluación del peso de diciembre, amplía la brecha entre el dólar oficial –cuyo acceso es más inexistente– y las cotizaciones paralelas, y desarticula expectativas de mayores ingresos de divisas al Banco Central, al crecer las presiones para una nueva devaluación. Los mercados no responden con el corazón, sino con el bolsillo.
El centro de atención pasará en lo inmediato a ser la significación y las posibles derivaciones de la movilización convocada por el movimiento obrero y las organizaciones sociales para el 24 de enero.
La encrucijada es evidente. No es cuestión de un equilibrio teórico bajo el supuesto de que “todos somos iguales ante el mercado”. Se trata que se imponga o no el propósito de golpear en forma brutal a las mayorías y plantear incondicionalidad vergonzosas hacia elites locales y del exterior.
Están en juego las prioridades de la sociedad. Es una pulseada vital a resolver.
--------------------------------
Para suscribirte con $ 1000/mes al Cohete hace click aquí
Para suscribirte con $ 2500/mes al Cohete hace click aquí
Para suscribirte con $ 5000/mes al Cohete hace click aquí