La semana pasada se registraron dos reuniones contrastantes que evidencian diferencias de fondo. Por un lado, la cúpula de la Confederación General del Trabajo (CGT) se vinculó con la de Asociación Empresaria Argentina (AEA) y del cónclave surgieron propuestas en sentido inverso a las necesidades nacionales: en vez de proponer una contribución extraordinaria para mejorar las cuentas del Estado, sugirieron una reducción gradual de la “presión tributaria” y “políticas públicas para promover el empleo registrado”. De tales párrafos se desprenden riesgosas ideas para la disminución de ingresos sociales y derechos laborales.
Según Héctor Amichetti (secretario general de la Federación Gráfica Bonaerense) , la Corriente Federal se reunió con las empresas productivas nacionales y entre todos estimaron la necesidad de accionar “por un mercado interno fuerte y un Estado Nacional regulando la economía para evitar la concentración, los monopolios y oligopolios que abusan salvajemente con el aumento de precios”. Entre otros puntos, destacaron la importancia de “una reforma tributaria progresiva que incremente los gravámenes sobre los sectores de mayores ingresos como son las grandes Corporaciones económicas” y a partir de allí lograr “el pleno empleo con salarios, jubilaciones y retiros que permitan a todos los argentinos y argentinas vivir con dignidad”.
Pocas veces en una estrecha franja horaria se pudo visualizar el eje de los perfiles que están bregando por imponer su visión. Hay algunos elementos que pueden adelantarse: mientras la CGT y la AEA diseñan iniciativas asentadas en intereses particulares concentrados, la CFT y el bloque productivo nacional lo hacen pensando en soluciones abarcativas que integran al conjunto social y promueven la circulación interna de los recursos hacia la configuración de un esquema dinámico. Vale entonces recoger el guante y desplegar la discusión para avanzar y brindar volumen, con la intención de sostener el desarrollo del Proyecto Nacional. Veamos.
Simple
La generalización de salarios bajos implicaría una simplificación de la economía. Ocupados con ingresos que alcanzan para lo esencial y desempleados con recursos apenas destinados a la sobrevivencia generarían, junto a la injusticia social, una capacidad productiva restringida, destinada a la elaboración de productos de primera necesidad. De ese modo no habría excedentes que pudieran destinarse a la adquisición de elementos complejos, con mayor valor agregado. Eso derivaría en menor recaudación impositiva y a su través, en un empobrecimiento de toda la nación.
Solamente quedarían en pie los exportadores, los bancos, las privatizadas y el puñado de grandes conglomerados listos para abastecer la demanda de productos alimenticios y otros muy esenciales para la construcción. Una franja media alta de la población, que rodearía en círculos concéntricos a esas compañías, consumiría productos importados con mayor nivel de elaboración. El decaimiento sería profundo: se visualizaría, como a fines de los años '90, en el paisaje urbano deteriorado y en la lumpenización de enormes grupos de ciudadanos.
Si esto sucede, de fabricar un satélite geoestacionario habremos pasado al somero orgullo de lo atamos con alambre y sigue funcionando un rato más. Los medios señalarán el problema de la inseguridad y presionarán al Estado para mayores inversiones en policía y control social. La simplificación de la economía es una tragedia colectiva. El empleado promedio debe tener acceso a un celular de última generación, mal que le pese a Gonzalez Fraga, porque si no sólo comprará algunos utensilios de cocina y unos pocos tornillos para paliar un desarreglo. Algo de cinta scotch.
Nivel de vida
Los filósofos nos dirán que todo ha cambiado y que es preciso aprender a vivir con poco, sin afán de consumo. Se explayarán, además, indicando que el consumo es negativo para la personalidad de los seres humanos. Quizás sea verdad pero en el capitalismo eso no funciona. Si nos atenemos al único sistema con dos caras que se despliega en el planeta, la posibilidad de crecer como país está fijada de modo determinante sobre la construcción de una Comunidad Organizada, en la cual se parta del trabajo y el poder de compra como propulsores de la rueda económica general.
Esta es la discusión que se está desplegando. Quienes viven de su tarea o pretenden hacerlo, quienes comercian y producen en el mercado interno, son mayoría neta. Ellos constituyen la base de sustentación del Frente de Todos. No tienen porqué resignar esa mayoría numérica y disolverla en la formación de bandas escépticas que no participan de la pugna y, como ha sucedido en varios países, terminan ajenos a la política, sin influencia institucional y hasta sin concurrir a emitir el voto.
Desde dónde
Esto es lo que señalamos al formular el concepto de polemizar sin romper. Fuera del movimiento nacional todo es aridez, algunos ríos escuálidos, un puñado de matas abrasadas por el sol, un horizonte desértico y candente. Casi no hay vida allí. Las discusiones internas sobre el modelo a seguir evidencian la vivacidad del espacio, la persistencia a lo largo de las épocas del mar bullente que insufla creación al peronismo. El análisis del presente en proyección y la elaboración de iniciativas para el crecimiento necesitan la inyección vital de la masividad y la presencia de las organizaciones sindicales y sociales. Lejos de esa algarada, la Corriente Federal se ha posicionado en franca discusión para apuntar al gobierno: la salida está a mano y es posible aplicarla.
Por estas horas la dualidad se ha hecho plena. Aún cuando las autoridades no quieran romper lanzas con sectores monopólicos, necesitan poner en marcha la búsqueda inversora y productiva que desde la economía real se está proponiendo. En los primeros textos sobre el rumbo oficial, cuando la pandemia no había asomado, describimos esa pretensión totalizadora del nuevo gobierno y advertimos que, aunque resulte loable intentarla, en algún momento deberá definir en qué zona social poner el acento para generar una evolución genuina. Entre el período final de este extraño 2020 y el tramo inicial del año venidero habrá que insertarse en una batalla firme para insertar los conceptos justos en una gestión que arribó con el voto popular.
La bandera y los contenidos
Si el día de mañana es preciso quebrar la ligazón política, se hará. Pero no sin antes elaborar una opción contundente, masiva, con perspectivas de poder efectivo. Desde el 2001 hacia acá, el emerger de variables transformadoras se configuró dentro de las regiones políticas fértiles de nuestro pueblo, al punto de obtener victorias como las registradas durante la Década Ganada y de haber aunado fuerzas para desplazar al proyecto oligárquico del control del Estado. Si este espacio laboral e inversor se sabe, se reconoce mayoría interior, observará su potencial y bregará por incidir en el sendero general. En estos tiempos, cualquier definición apresurada sobre las características del proceso en marcha puede resultar equívoca.
La CFT plantó bandera. Es preciso alzarla y pensar los caminos justos para que agrupe al espacio mayoritario del movimiento nacional.
* Publicado en La Señal Medios
Para suscribirte con $ 1000/mes al Cohete hace click aquí
Para suscribirte con $ 2500/mes al Cohete hace click aquí
Para suscribirte con $ 5000/mes al Cohete hace click aquí