Preparativos de guerra

El sideral presupuesto de Defensa de Estados Unidos y la falsa idea de una Europa inerme

 

El diálogo entre Estados Unidos y Rusia ha arrojado en el pánico a la Unión Europea. Han comenzado los viajes a Washington y el futuro canciller alemán, Friedrich Merz, ha afirmado públicamente que Europa tomará un rumbo independiente de Estados Unidos, con foto de grupo en la plaza Maidan de Kiev para demostrar que no abandona al aliado. Podría ser la ocasión para crear un sujeto político finalmente autónomo de Estados Unidos, pero con esta dirigencia la misión parece imposible: el mismo Merz es un férreo atlantista. La Unión Europea se lamenta de no haber sido invitada a la mesa de la paz mientras eroga ulteriores sanciones contra Rusia y anuncia un nuevo envío de armas a Kiev.

Un discurso subyacente emerge: la defensa europea. Pero aun con la aceleración que el diálogo de Riad (Arabia Saudita) ha impuesto, es un proyecto a largo plazo y con grandes complicaciones, porque implica cesiones de soberanía y protocolos sobre dirección y organización.

Paralelamente, la Unión Europea y la retornada Inglaterra se lanzan hacia el proyecto a corto plazo de una fuerza militar presente en Ucrania o en algún país de la UE para dar garantías a Kiev. Se abre paso la idea de una fuerza bajo conducción de Naciones Unidas, cuestión que requiere un trabajo previo arduo ya que la propuesta debería superar el acuerdo del Consejo de Seguridad.

Mientras tanto, Estados Unidos cuenta con el presupuesto de Defensa 2025 presentado a las cámaras el año pasado. El programa americano es extenso y detallado, las siguientes son algunas particularidades.

 

Big Stick, el garrote de Trump

El presupuesto del Departamento de Defensa americano alcanza cifras siderales: se acerca a los 900.000 millones de dólares, tendencia en crecimiento en los últimos diez años. Uno de los motivos es la presencia de China como competidor, y el más reciente es la guerra en Ucrania.

 

 

El National Defense Authorization Act (NDAA) presentó un presupuesto de 895.000 millones de dólares que, después del pasaje por las comisiones de Defensa de las dos cámaras, fue votado el 11 y el 18 de diciembre del año pasado.

Estas partidas no se limitan al Departamento de Defensa, o sea el Pentágono; también sostienen el Departamento de Energía, que en Estados Unidos se ocupa del desarrollo y mantenimiento del arsenal nuclear.

A partir de la invasión a Ucrania y la ocupación de Crimea, la tendencia en Washington era prepararse para un enfrentamiento con Rusia. El cambio de administración y el inicio de las conversaciones en Riad entre las dos potencias sugieren también un cambio de doctrina, aunque permanece siempre la idea de China como adversario principal.

Pero el programa no se basa solo en cuestiones financieras. El secretario de Defensa Peter Hegseth presentó al Pentágono una circular el 29 de enero pasado para reforzar las capacidades de combate del personal en base al mérito y a la iniciativa individual.

La circular, llamada “Restoring America's Fighting Force”, establece dos objetivos básicos: la defensa como forma de disuasión de la guerra, y mantener la seguridad de la nación. Además promete que las decisiones sobre asunción, promoción y selección del personal se basarán en el mérito, las necesidades del país y finalmente las aspiraciones de las personas.

Este objetivo apunta a cancelar cuotas raciales, religiosas o de preferencias sexuales, que la nueva administración considera un obstáculo para la eficiencia y la meritocracia de las fuerzas armadas.

Otro objetivo es mantener y si fuera posible aumentar la diferencia de número y calidad de armamento sobre los rivales directos. Ese margen de seguridad tendría que garantizar a Estados Unidos poder sostener con éxito una guerra mundial en dos frentes distintos: Europa centro-oriental y el Pacífico, un esquema similar al momento bélico de 1941-1945. Dicho esquema se basa en el principio de “solvencia estratégica”, que garantiza inversiones financieras y militares en diversos frentes geopolíticos simultáneos, evitando el overstretching, que puede complicar un programa político-militar cuando comienzan a superponerse situaciones críticas que superan los recursos disponibles.

Una situación de este tipo se le presentó a Joe Biden en Afganistán en agosto de 2021, cuando los americanos, temerosos de la posibilidad de un enfrentamiento con Rusia en Ucrania y otro en el Pacífico, se retiraron del país en una situación caótica.

La sección 1.511 de la ley de presupuesto de Defensa cita el crecimiento rápido del arsenal nuclear chino y la peligrosidad de Corea del Norte e Irán; sostiene que Rusia no sólo posee el mayor arsenal nuclear sino que también lo incrementará. Con estas premisas, el NDAA anuncia que el 31 de marzo los secretarios de Defensa y Energía presentarán a las comisiones del parlamento una actualización de la doctrina estratégica de Estados Unidos, punto interesante porque determinará la acción de la administración en los próximos años.

Para la renovación del material disuasivo estratégico la partida presupuestaria asciende a circa 22.000 millones de dólares, de los cuales 3.900 irán a financiar el nuevo misil balístico intercontinental ICBM que está desarrollando la Northrop Grumman, que reemplazará a los vetustos Minuteman III, operativos desde 1970 y sucesivamente puestos al día y mejorados.

Un efecto de la guerra en Ucrania ha sido la revisión del concepto de “reemplazo”, en el sentido que nunca los almacenes deben quedarse cortos de material. Por ese motivo, la sustitución de los nuevos vectores deberá realizarse gradualmente. “Nunca deberán ser menos de 400”, dice la directiva.

La cuestión del número es importante para mantener la ventaja de respuesta. Por eso es importante conocer por ejemplo el número de silos misilísticos de China. Se sospecha que existan falsos silos para confundir a los observadores, algo similar a los tanques de madera que construyó Rommel en el norte de África para engañar a los ingleses.

Otra partida importante corresponde al desarrollo del submarino SSBN clase Columbia. Este año le tocarán 9.900 millones, de los cuales 45 millones irán al desarrollo del reactor que lo equipará, estudiado para erogar una autonomía prácticamente ilimitada, por toda la vida operativa de la unidad.

El otro elemento de puesta al día es el bombardero estratégico B 21 Raider, que debutó en vuelo en noviembre de 2023 en California. Se trata de otro avión “invisible” que construye la Northop Grumman. El precio medio de cada aparato es de 700 millones, por lo cual el objetivo de 100 aviones es todavía lejano. Este aparato prosigue la línea de “ala volante” de los anteriores Stealth.

También a la fuerza aérea llegan los ecos de la guerra en Ucrania y la importancia de reservas numéricas importantes por el gran nivel de pérdidas en combate. Eso se siente aún más en la aviación. Dado el alto costo de cada vehículo, el concepto financiero de amortización exige el máximo de horas de vuelo posibles para cada aparato.

En el caso del famoso avión de vigilancia Awacs, de Boeing, existe una advertencia taxativa sobre retiro y reemplazo: “La flota nunca deberá bajar a menos de 16 ejemplares”.

En la marina la cifra de naves de superficie y submarinos gira en torno a 296. Los programas de crecimiento aspiran a superar en 2030 el número de 300 naves.

La misión de la flota es el rápido acceso a todas las latitudes y mantener “embotellada” la flota china entre el área continental y el cinturón de las islas del Pacífico. La ruta naval comercial del círculo polar ártico que utilizan Rusia y China subraya la necesidad de una flota puesta al día para controlar dicha área.

El presupuesto previsto para adquisición de nuevas naves en 2025 es de 32.000 millones, a los que hay que agregar las cifras para la compra de aviones y helicópteros para la aviación naval.

Estas son las líneas principales del programa americano, donde no faltan las directivas para los equipos de guerra terrestre, defensa espacial y guerra bacteriológica, que aquí no se mencionan por falta de espacio. No se descuida tampoco el ámbito de la Inteligencia Artificial, que en el área de guerra bacteriológica puede ser determinante por la velocidad de cálculo y variantes que ofrece.

Es éste, en pocas palabras, el garrote del Presidente Trump.

 

Europa y Rusia, caminos cruzados

La escasez de munición para abastecer al ejército ucraniano ha difundido una idea equivocada: la de una Europa inerme y pobre de material. La propaganda anti-rusa también contribuyó al equívoco con la bandera que agitaban los halcones de Bruselas: hay que armarse porque el ejército de Putin podría arrollar a las tropas europeas y llegar a Lisboa.

Las voces que rechazan cualquier acuerdo en Ucrania encontraron una buena fuente para sostener su discurso de rearme: un informe del International Institute for Strategic Studies (IISS), un think tank británico financiado sobre todo por la industria de armamentos. El informe –lanzado por el Financial Times, seguido por otros medios del continente– sostenía que Rusia invertía en defensa más que toda Europa junta. Pero el Observatorio de Cuentas Públicas de la Universidad Católica de Milán revisó los números y descubrió que en 2024 el gasto de defensa europea era superior al de Rusia en un 58%. El director del Observatorio, el economista Carlo Cotarelli, explica que es una materia difícil para los neófitos y piensa que se trata de un error grave, que ha originado titulares efectistas en la prensa. La ausencia de rectificación después de la advertencia del Observatorio pone en duda la buena fe del IISS.

Un punto de partida para Europa podría ser el famoso informe Draghi, que se asienta sobre las bases del peligro proveniente de Oriente y un impulso al rearme europeo.

El eje franco-alemán ya no alcanza: la realidad actual, acentuada con la llegada de Trump, está condenando a Europa a un destino residual, donde el Gran Juego tiene otros participantes.

El informe Draghi apunta a la consolidación de grandes empresas de armamentos enlazadas por contratos y proyectos comunes para crear un ejército europeo a la altura de los desafíos actuales. Esto implicaría dos cosas: un efecto multiplicador para la economía en general, y cortar la dependencia de material americano, que abastece tanto a Alemania como a Polonia. Esta última ya destina el 4,7% del PIB al armamento.

Estados Unidos sostiene que la UE debería subir sus cuotas de PIB en la adquisición de armas pero no vería con buenos ojos la pérdida de clientes para la industria americana.

No es éste el único obstáculo del proyecto. La falta de unión de los 27 países de la UE conspira contra el concepto mismo de ejército europeo. Las fuerzas armadas son un apéndice del concepto de soberanía y una “soberanía europea”, como sabemos, es simplemente una fantasía.

La Agencia Europea de Defensa dice que los gastos militares en la UE en 2023 fueron de 279.000 millones de euros; en 2024 aumentaron a 326.000 millones, lo que indica un crecimiento en relación al PIB de 1,6 al 1,9%. Se trata de un aumento de casi el 30% en un período de poco más de dos años. China se mueve en torno a un presupuesto de 279.000 millones. Muy atrás queda Rusia, con una inversión de 102.000 millones.

Esta ventaja europea se confirma también analizando el material y el personal activo. Sumando el elemento humano de los 27 países, Europa cuenta con circa 1.500.000 soldados; Rusia cuenta con 1.300.000 activos y una reserva de 2 millones. Si se agregan a la UE los efectivos de UK, se llega a 1.700.000.

Por lo que corresponde a la Fuerza Aérea, la UE cuenta con 5.200 aparatos, contra los 4.200 rusos; los vehículos terrestres triplican los rusos: 445.000 de la UE contra 131.000. Sucede lo mismo en el ámbito naval: 1.817 naves de la UE, que pueden llegar a 1.926 uniendo las de UK, mientras que Rusia cuenta con 419. Rusia tiene un solo portaaviones, el Admiral Kuznetsov, que además está varado desde 2019 a raíz de un incendio y diferentes incidentes; en la UE Italia dispone de dos unidades, Francia y España cuentan con una por cada país, y el Reino Unido, dos.

La superioridad rusa se verifica en los submarinos, con 63 contra 54 de la UE y UK sumados. Estados Unidos tiene 70 y China, 61.

En la artillería misilística, Rusia encabeza el grupo, seguida de China, Irán, Corea del Norte y Estados Unidos.

El balance europeo por lo tanto es substancioso, pero existe un lógico desequilibrio entre los países miembros. El número 27 es engañoso, ya que sumando por ejemplo el personal activo de Estonia, Irlanda, Malta, Luxemburgo, Eslovenia y Chipre no se llega a 10.000 hombres.

Los analistas militares sostienen que la UE tiene los medios, pero no la capacidad operativa. Los ejércitos europeos no están preparados para una guerra convencional.

Desde los años ’90, Europa ha participado de “guerras asimétricas”, bombardeando desde aviones como en Afganistán, pero el modelo no funciona más y ha quedado demostrado en Ucrania: los rusos tienen la superioridad aérea pero las victorias se consiguen conquistando territorio con tropas sobre el terreno.

Un informe del Institut Français des Relations Internationales pone en duda la capacidad de Francia para enfrentar un conflicto de alta intensidad tecnológica con Rusia o China. En el ámbito de la SEAD (Suppression of Enemy Air Defenses, supresión de las defensas aéreas enemigas), Francia está atrasada. En los primeros puestos, como era previsible, se encuentran Estados Unidos, China y Rusia, y sorpresivamente aparecen nuevos protagonistas en el cuarto y quinto lugar: India y Corea del Norte.

Los gastos europeos se expresan en un fondo común llamado European Peace Facility, que cuenta con una disponibilidad de 17.000 millones de euros, de los cuales 11.000 se han destinado a sostener Ucrania.

Hay un ente de cooperación operativa, PESCO (Permanent Structured Corporation), que arrancó en 2017 y opera en 47 proyectos como el “Comando Médico Europeo”, un sistema de vigilancia marítima o asistencia recíproca en cyber seguridad.

Todo esto no alcanza para hacer funcionar armónicamente todos los pedazos. La razón de estas falencias es haber delegado a la OTAN la diagramación de una estrategia sin pensar en crear una estrategia europea para los europeos.

Europa y Rusia se han cruzado a través de los siglos y los estratos profundos del suelo europeo esconden los testimonios de batallas donde las alianzas y los enemigos cambiaban según el momento histórico. Esta memoria común culmina en 1945.

El informe Draghi propone un modelo discutible, un proyecto basado en un rearme colosal en detrimento de un desarrollo más atento a la ecología y a la justicia social. No es lo que necesita el continente, y no es lo que se merecen los ciudadanos, que a partir de 1945 han desarrollado un rechazo instintivo a la guerra, reafirmado por las últimas encuestas.

 

 

 

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