El ministro de Economía, Luis Caputo, estuvo el martes en la Exposición Rural de Palermo. Llegó a media mañana para reunirse con representantes de las patronales del agro. Su inicial caminar pausado al ritmo de su sanata vino con respuestas a las preguntas de la prensa amigable que fue cambiando cuando más interrogadores mediáticos fueron interviniendo. El ministro y su custodia encontraron en su tranco una lluvia de cuestionamientos que terminaron desacomodando a Caputo que, sin tiempo para sarasear en su andar, perdió la zapatilla.
—Ministro, ¿va a haber anuncios? —fue la pregunta de bienvenida.
—Que confíen, que confíen, que estamos en un cambio histórico en la Argentina —ensayó el ministro de la desconfianza.
—¿El campo tiene que estar tranquilo?
—Sí, por supuesto. Todos tienen que estar tranquilos —contestó Caputo, apelando a la calma, sin especificar las razones para que exista esa serenidad que aconsejaba.
—¿Retenciones? —siguió el cuestionario, intentando saber a dónde había quedado aquello de eliminarlas que Milei prometió.
—Las retenciones es uno de los impuestos que, por supuesto, nos gustaría bajar prioritariamente, pero como dice siempre el Presidente y digo yo, primero necesitamos superávit fiscal y por supuesto es una de las prioridades —chamuyó Caputo para seguir postergando lo que fue la propuesta de campaña del libertario.
—¿Va a haber anuncios?
—Cualquier anuncio que haya lo va a hacer el Presidente —delegó el ministro y dejó en claro que nuevamente venía a la reunión para renovar la zona de promesas con el sector.
—Ministro, ¿se reúnen con la Mesa de Enlace?
—Sí.
—¿Trae alguna agenda prevista?
—Sí. Tenemos temas para tratar —dijo Caputo, para anticipar la nada misma. Como definió en off un allegado a las patronales del agro, que caracterizó a la reunión, consultado por quien escribe, “como llamarte aparte para no decirte nada”.
—¿El impuesto País se va para el campo?
—El impuesto País se va a partir de… baja —indicó, perdido y enredado en su respuesta, intentando retomar su habitual sarasa, pero titubeante.
—Para los que no están liquidando, ¿qué les puede decir?
—Pará, que no puedo más —susurró el ministro de Economía.
No se sabía si no podía más por la falta de dólares y esa era su respuesta para que el sector agro-exportador liquide su cosecha o para que su custodia detenga la marcha. Se descubrió que su exclamación respondió al segundo motivo. Caputo se detuvo y se inclinó para calzarse su zapatilla.
—Se le ha salido la zapatilla al ministro —expresó la cronista que lo seguía.
Caputo simuló ante el mal momento una sonrisa con dientes apretados mirando a la periodista que relató su descalce.
Paciencia
Caputo fue acompañado en la reunión con representantes del agro por los secretarios de Coordinación de Producción, Juan Pazo; de Agricultura, Ganadería y Pesca, Sergio Iraeta y el presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda de la Cámara de Diputados, José Luis Espert. De las patronales participaron el presidente de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Nicolás Pino, y su vice, Marcos Pereda; el presidente de CONINAGRO, Elbio Laucirica; el subgerente general de la Asociación de Cooperativas Argentinas, Alejandro Bertone; el presidente de las Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Carlos Castagnani; el delegado de CRA por CARSFE, Gustavo Sutter Schneider, y, de la Federación Agraria Argentina (FAA), su presidente, Elvio Guía, y el vice, Marcelo Banchi.
La cháchara de Caputo se concentró en ponderar los cambios realizados en los seis meses. Los partícipes de la reunión valoraron la conversación, aunque no haya existido anuncio concreto. El ministro desplegó una bolsa de frases para la ocasión: “Vamos a hacer todo lo que esté a nuestro alcance para ayudar”; “estamos en un cambio histórico en la Argentina y le pedimos al campo que confíe”; “agradecemos el apoyo del campo a nuestro gobierno porque se trata de un sector fundamental para el desarrollo de la economía nacional”; “el sector tiene las puertas abiertas para dialogar y acercar propuestas”; “es importante mantener el superávit fiscal y continuar con el crecimiento económico para permitir la rebaja de impuestos”.
Nadie notó las contradicciones en las que incurrió. Antes de la reunión, había respondido a la prensa que lo había descalzado que para bajar las retenciones era necesario alcanzar el superávit fiscal. A los representantes del agro, en cambio, les dijo que era importante mantenerlo para luego bajarlas. ¿El superávit fiscal lo mantiene antes de alcanzarlo? Se ha ocupado tanto en fingir un superávit truchándolo que no sabe si lo alcanzó o debe mantenerlo.
Los representantes de las patronales que asistieron a la reunión coincidieron en que el ministro pidió más paciencia y que no existió anuncio concreto para el sector. Si bien no hablaron de devaluación, plantearon la necesidad de tener una moneda más competitiva para su negocio. La paciencia fue el pedido de Caputo. Y no le solicitó al sector —según manifestaron públicamente los integrantes de la Mesa de Enlace— que liquiden la cosecha. El sector le recordó al ministro la promesa de baja de retenciones. “Cuando logre controlar el déficit fiscal, se reducirán las retenciones”, respondió Caputo. ¿Tiene que mantener el superávit fiscal que todavía no alcanzó, mientras busca controlar el déficit fiscal? Caputo rompe el récord de su metaverso.
Hoy Milei brindará su discurso en la Rural. Las generalidades serán las que abunden para que Javier pueda continuar de manera amigable con el sector agropecuario en la zona de promesas.
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