Precios y salarios
Al amainar la histeria blue entra en escena el verdadero estado de cosas de la economía argentina
El aluvión de noticias sobre el incremento en la cotización de los dólares paralelos –que tuvo lugar en los últimos días– fagocitó la atención sobre las cuestiones económicas, en desmedro del análisis en torno a ciertos hechos que son determinantes en la evolución del panorama de las condiciones de vida de la población argentina y su repercusión en la política.
El que más atención merece es el de la difusión que tuvo el dato sobre la Canasta Básica Alimentaria (CBA) y de la Canasta Básica Total (CBT), las cuales miden el ingreso mínimo requerido para que una persona no se encuentre por debajo de la línea de indigencia y pobreza, respectivamente. El jueves pasado se supo que la CBA se ubicó en 28.388 pesos para marzo, lo que implica un aumento del 9% sobre el valor de febrero. La CBT llegó a 61.886 pesos y representó un incremento en el mes del 8%. La estimación que presenta el INDEC concluye que para que una familia de cuatro integrantes no se encuentre por debajo de la línea de indigencia debe percibir 87.197 pesos al mes y 191.228 para no caer por debajo de la línea de pobreza. Los gastos para el pago de alquileres no se contemplan en la medición de la canasta.
La medición se difundió la semana pasada, el mismo día que los resultados del Intercambio Comercial Argentino (ICA) correspondientes al mes de marzo. Se trata de una información inmediatamente relacionada con el nivel de actividad y la situación de la economía argentina, sobre la cual también hay novedades. Emerge con ello la prefiguración del escenario en el que se conocerán las posibilidades de mejora del nivel de vida de los argentinos en estos meses o, evaluando con mayor realismo las condiciones políticas imperantes, la morigeración de su declive.
Atraso acentuado
El aumento de la CBT en marzo se encuentra levemente por encima del que alcanzó el Índice de Precios al Consumidor (IPC), que fue del 7,7%. El de la CBA lo supera, siendo muy similar al que alcanzó el incremento del rubro Alimentos y Bebidas no Alcohólicas en esa medición, del 9,3%. Todavía no se conocen los datos sobre los salarios, que a diferencia de los datos de precios, no se actualizan al momento de su publicación en relación con el último mes, sino a los dos meses anteriores. Es decir que recién a fines de mayo se conocerá el índice de salarios de marzo. Sin embargo, por el aumento que tuvieron los precios en este trimestre, puede inferirse que el atraso de los salarios, que se volvió tendencial durante el segundo semestre del año pasado, debe haberse acentuado.
El análisis sobre el incremento del costo de vida en el período de gobierno de la actual gestión revela que, al finalizar 2022, los salarios de los trabajadores registrados permanecen prácticamente estancados desde diciembre de 2019 (ver gráfico). Los del sector privado se incrementaron 4 puntos porcentuales más que el IPC, y los del sector público, uno solo. Los del sector privado no registrado quedaron por debajo del IPC. Por otra parte, si bien la CBT creció menos que el IPC, la CBA creció 30 puntos más, con lo que se corrobora que la presión que tienen los alimentos sobre los gastos de los hogares debe ser superior a los niveles previos a 2019.
En el primer trimestre de 2023, una parte significativa del incremento del IPC fue impulsada por los alimentos, que tuvieron un incremento más elevado que el del índice general. El IPC acumuló un crecimiento del 21,7%, mientras que la categoría de alimentos aumentó en un 28,2%. La CBA se incrementó un 30,6% y la CBT, un 25,4%. Con lo cual, no solamente crece el peso de los alimentos sobre el salario, sino que –además– el resto de los bienes considerados esenciales tienen un aumento que lleva a postergar su consumo frente al encarecimiento de los alimentos, lo cual a su vez redunda en una dificultad mayor para destinar gastos a otras finalidades.
Esto se corrobora al analizar el peso de las canastas sobre el salario. Tomando como referencia la Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables (RIPTE), cuya última actualización corresponde a febrero de este año, observamos que la CBA y la CBT tienen un peso mayor en diciembre de 2022 que en los años anteriores, incluyendo 2020, año en el que los salarios quedaron atrasados por falta de negociaciones colectivas (ver tabla). Aún en el 2021, cuando se produjo una recuperación del salario y cayó la proporción que mantenía la CBT sobre el RIPTE a su tasa más baja en el período, el peso de la CBA fue levemente superior al de diciembre de 2019. Desde entonces continuaron incrementándose. En febrero de 2023 la proporción CBA/RIPTE alcanza un pico, y la proporción CBT/RIPTE se equipara a la de diciembre de 2020, con el guarismo más alto de la serie.
Consideremos dos cosas. La RIPTE se aplica a los trabajadores formales, cuyos salarios crecieron más que los de los trabajadores informales, y no equivale a la remuneración promedio de bolsillo. Por otra parte, el valor de la CBA para una familia de cuatro integrantes es algo más que el doble de su monto individual. El de la CBT, poco más que el triple. Es factible que nos encontremos con que la mayor parte de los gastos de los hogares se subsumen a la supervivencia, cuando llegan a obtenerla en condiciones dignas.
Actividad y saldo comercial
Para el primer trimestre de este año, el Intercambio Comercial arrojó un déficit (mayor valor de importaciones que de exportaciones) de 1.290 millones de dólares. En el primer trimestre de 2022 se computó un superávit (mayor valor de exportaciones que de importaciones) de 1.394 millones, menor a su vez que el de 2021, que fue de 2.531 millones. Los datos del Intercambio Comercial no contabilizan los ingresos y egresos que efectivamente llegan al Banco Central por operaciones de comercio exterior, sino los que se devengan en el momento correspondiente al relevamiento. Lo que indica es que, con independencia de los plazos de cobro de los exportadores o de pagos de los importadores locales, la economía argentina está tendiendo a generar egresos por la cuenta comercial del sector externo.
El déficit comercial se explica por una caída de las cantidades exportadas. El índice correspondiente es de una reducción del 15,6% frente al primer trimestre del año anterior. El índice de precios cayó en un 2,8%. A su vez, el índice de cantidades de las importaciones cayó un 6,5%, con un índice de precios que creció un 2,3%, resultando en una pérdida por las modificaciones de los términos de intercambio de 807 millones de dólares entre los dos primeros trimestres de cada año. En conjunto, el valor de las exportaciones cayó en un 22,2% y el de las importaciones en un 4,2%.
Más recientemente se conoció el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) correspondiente a febrero, que permaneció estático con respecto al mes anterior. La tasa de crecimiento que se acumula en el primer bimestre con respecto al mismo período del año anterior es del 1,6%. Teniendo en cuenta que el año pasado finalizó con un crecimiento del 5,2%, en baja a partir de agosto, se advierte que la tendencia a la desaceleración de la actividad económica se consolida. Esto explica la caída de las importaciones, pero dados los efectos de la sequía y las dificultades del gobierno para asegurar la exportación plena de lo que se haya podido cosechar, no es posible equilibrar el saldo comercial.
Después de la histeria
En el cenit de la histeria blue, el ministro de Economía Sergio Massa y el Presidente de la Nación se quejaron de las acciones recurrentes que llevan adelante los especuladores para obtener ventajas desestabilizando la economía. La propia gravitación de los datos objetivos de la situación condujo a la entrada en escena del verdadero estado de cosas que atraviesa la política económica, el cual no se puede describir como un paraíso violentado por la acción de ciertos oportunistas: Massa anunció que hasta el fin de la semana se trabajará en estabilizar el funcionamiento macroeconómico y luego se convocará a los empresarios, la CGT y los movimientos sociales para establecer un acuerdo social.
La estabilización macroeconómica consiste en continuar con las operaciones de dólares financieros (MEP y Contado con Liquidación) y en la elevación de la tasa de interés de política monetaria, que pasó a ubicarse en 91 puntos porcentuales, luego de haber ascendido a 81 la semana pasada. Con el incremento de la tasa de interés se busca favorecer el arbitraje por activos financieros nominados en pesos, mientras que mediante la reducción de la cotización de los dólares financieros disminuye la demanda del dólar ilegal por su abaratamiento relativo.
Por otra parte, se anuncia la utilización de yuanes para el pago de importaciones provenientes de China. La línea se amplió en el transcurso de los primeros meses del año. Y continúa el avance de negociaciones con el FMI, cuyo contenido preciso, por fuera del reacomodamiento del cronograma de pagos contemplado en el acuerdo original, no se conoce. En el contexto presente, el interés para el gobierno radica en la obtención de nuevos créditos, lo cual se estuvo tramitando desde la semana pasada. Sin embargo, hasta ahora no se obtuvieron más que montos reducidos, provenientes de diversos prestamistas.
La fórmula del acuerdo social, sea para demostrar la continuidad de la unión política o la vigencia del programa de precios –al cual más que atribuírsele un fracaso, se lo puede considerar como algo inefectivo ad ovo–, muestra bien cuáles son las contradicciones que atraviesa el gobierno en este momento. La inflación, impulsada por la devaluación intermitente del tipo de cambio oficial que se sostiene desde 2020, a lo que ahora se suman los incrementos de tarifas para los servicios públicos, comprime la capacidad de compra y reduce el nivel de actividad. Es una política que existe con anterioridad a la sequía.
Es por esto que avizorar el cambio de orientación que se reclama con frecuencia desde el año pasado parece difícil. La negociación con el FMI debería encararse defendiendo una política de expansión del mercado interno, que nunca se contempló desde que cambió la conducción de Economía, y la inflación en ese esquema es una herramienta, indefendible ante el público, pero esencial para inducir a una contracción de la economía. Por eso el FMI recomienda este accionar, que disminuye la presión sobre el sector externo mediante el empobrecimiento de la población argentina. Felizmente, la resistencia de cierto sector del Frente de Todos impide un avance mayor en este sentido, pero todavía no es suficiente para forzar un cambio de dirección en el que los precios y los salarios armonicen con las necesidades imperantes.
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