Por qué decimos no al Fondo Monetario Internacional
“Cambiemos no puede cambiar nada”, dice el documento firmado por el Grupo Convergencia XXI
1) El país vive una profunda crisis económica producida por un pésimo manejo de la coyuntura financiera y cambiaria por parte del oficialismo, por su grosera concepción del desarrollo, por su contradictoria y desacertada política macroeconómica y por su prácticamente nula capacidad de reconocer el interés nacional. Los resultados de este accionar han sido: el beneficio de una minoría de agentes y operadores internacionales y locales que han obtenido transferencias extraordinarias de la renta nacional por diversos canales (financieros, comerciales, etc.); la acumulación de una ya cuantiosa deuda externa; la desatención o directamente la clausura de planes y recursos básicos que estaban al servicio de los sectores sociales más necesitados; el aumento del desempleo; el atraso del salario y del tipo de cambio; la insólita dolarización de las tarifas energéticas; el crecimiento del costo de vida; la afectación y/o la crisis de las economías regionales y de las pequeñas y medianas empresas vinculadas a la producción para el mercado interno, entre otros, aparte del fomento de la “timba financiera” y de una multimillonaria pérdida de divisas.
2) Apreciamos que la situación es de una gravedad tal que han quedado seriamente afectado equilibrios económicos y sociales que resultan imprescindibles para el desarrollo de una vida en común: precios relativos, tipo de cambio, tasa de interés, nivel de endeudamiento externo, inflación, equilibrios regionales, relaciones laborales (insuficiencia de la oferta laboral, ampliación del trabajo informal, incremento del desempleo), regresividad de los salarios, afectación cualitativa de la prestación educativa, incursiones abusivas sobre el régimen previsional en desmedro de los jubilados, incremento de una inaceptable acción represiva en el ámbito de la seguridad pública, partidización y discrecionalidad en materia judicial; estos son algunos de los planos en los que se refleja la afectación de equilibrios mencionada arriba.
3) Bajo estas condiciones quedan amenazados tanto el funcionamiento de la vida democrática como la vigencia del estado de derecho, de los derechos humanos y derechos fundamentales como el acceso a la salud y a la educación, el derecho de huelga y otros. Asimismo, se deterioran las condiciones de la seguridad pública que parece cada vez más orientada a tratar la protesta social como una mera cuestión de policía.
4) Cuando decimos NO al Fondo Monetario Internacional aludimos a que el remedio con el que se está tratando de paliar el peligroso descalabro económico en curso es peor que la enfermedad. Un acuerdo con el FMI conducirá a un resultado negativo y gravoso, que no será distinto al que se ha obtenido en múltiples ocasiones anteriores. Porque:
– significa profundizar un modelo económico de concentración de riqueza y extranjerización de decisiones, impropio de una nación que se pretenda soberana;
– propicia el desenvolvimiento de corporaciones transnacionales y desalienta los procesos de integración productiva, y de sostenimiento y ampliación del mercado interno, en pro de maximizar la renta financiera y las economías extractivas;
– implica alinearse a un modelo de: ajuste, equilibrio fiscal a rajatabla, ampliación del endeudamiento externo, reducción de salarios, desaprensión respecto del mercado de trabajo, y de abandono de iniciativas dirigidas a los trabajadores de la economía informal;
– conforme a nuestra propia experiencia histórica, los resultados de los acuerdos con el FMI han tenido siempre un final parecido: han dejado un tendal de afectados y han tendido a esparcir la indigencia por todo el territorio nacional.
5) La propia actividad política ha quedado dañada en su importantísima función de construcción de bienestar colectivo. Muestra de ellos es la banalización de la coyuntura en la que incurre el oficialismo, patentizada ad nauseam por el ministro de economía que hoy encabeza las negociaciones con el FMI y hace poco tiempo atrás –cuando aún no se había incorporado al gabinete— aparecía en televisión predicando que no había que acercarse al Fondo. Esta y otras imposturas –como negar la inflación, ningunear los salarios o minimizar la inconveniencia de las astronómicas tasas de interés que se están pagando— afectan también a la democracia.
6) Caracteriza a la gestión de Mauricio Macri una marcada falta de vocación y de convicción para defender lo nuestro, es decir, para identificar los intereses nacionales y conducirse con arreglo a ellos. Por si no bastara lo que han hecho en el plano económico-financiero, puede mirarse su desempeño en el ámbito de la política exterior. Es notoria su afición por subordinarse a las orientaciones y líneas trazadas por los EE.UU., así como su extraño propósito de quedar bien con el Reino Unido: su política hacia Malvinas lo refleja inequívocamente.
7) Nos parece imprescindible romper con la lógica de las expectativas y las acciones por inercia: lo que se viene mostrando es, sencillamente, que Cambiemos no puede cambiar nada. En cualquier circunstancia, ya sea en la coyuntura crítica que atraviesa hoy nuestro país tanto como en la elaboración de un camino a seguir en la búsqueda de nuestro desenvolvimiento una vez superado ese atolladero, el interés nacional y la defensa de la democracia deben ser fundamentos rectores.
8) La gestión de la crisis en curso debe orientarse prioritariamente a la restauración de los antedichos equilibrios hoy severamente afectados y debe evitarse que redunde en un nuevo traslado de rentas y beneficios a los más poderosos. Por el contrario, debe colocarse en un lugar destacadísimo el cuidado de los sectores más vulnerables de nuestra sociedad.
9) Es conveniente, también, con miras a lo que debería venir en la pos-crisis, que se inicie ya un amplio debate que conduzca a la formulación de un Proyecto Nacional de Desarrollo, que deberá fijar las líneas troncales y las orientaciones específicas de un futuro desenvolvimiento económico. Desde un pensamiento propio que abreve en lo nuestro y no en lo ajeno. Y con unos ojos sin orillas que se atrevan a pensar lo posible a partir del sueño de una módica utopía: el de una patria justa, libre y soberana en la que democráticamente quepamos todos.
Grupo Convergencia XXI: Agustín Colombo Sierra, Enrique Del Percio, Ernesto López, Juan López Chorne, Pablo Martínez, Germán Montenegro, José Paradiso, Raúl Sanchez Antelo, Luis Tibiletti, José M. Vásquez Ocampo
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