Pero, ¿quién hizo el 17 de octubre?

En libros y documentales, varios investigadores bucearon más allá de lo evidente

 

Yo hice el 17 de octubre, profirió Cipriano Reyes en su libro editado en 1973. Más generoso sería Jorge Asuaje al referirse a El día que hicimos entre todos (1994). Aunque Enrique Arrosagaray rescató para las nuevas generaciones, en Los Villaflor de Avellaneda (1994), la historia de Aníbal, quien le contó cómo lo hicieron en la ciudad donde hasta Herminio Iglesias participó, según habría de contarme en lo que sería su última entrevista (2007).

Todavía hay quien cree u oyó el mito de que Eva Duarte recorrió la ciudad para alzar a los trabajadores en defensa de quien los había defendido. Bastaría releer la correspondencia con Juan Perón para vislumbrar el papel pasivo de la entonces actriz.

Es probable que el relato de la Evita atizadora de obreros se inventara para desmerecer a Cipriano Reyes, ungido diputado antes de terminar preso y torturado, como seguiría repitiendo hasta su muerte, en Bernal, hacia 2001, ante el historiador local Gustavo González.

 

Reyes también apeló a la escritura y reescritura en la puja por darle sentido a la historia y a su papel, algo que hizo con el libro de 1973 (el tercero de su autoría) y siguió con La farsa del peronismo (1987). A pesar de su esfuerzo, debió pasar una década de su muerte para terminar en la pantalla grande en Cipriano, yo hice el 17…, que puede ser vista en línea:

 

 

 

 

Según consignara nada menos que Rodolfo Walsh: “Los hombres de Avellaneda sonríen cuando oyen hablar de Cipriano Reyes y el 17 de octubre porque aquí –dicen– el 17 empezó el 16, con el paro de los lavaderos, de las fábricas de armas, etc.” (Quién mató a Rosendo, 1968).

 

 

 

 

En esa ciudad del Conurbano sur, luego del ‘45 y de las elecciones del ‘46, Aníbal Villaflor fue delegado (intendente) en su distrito, donde duró diez meses, hasta que se plegó a la huelga de sus trabajadores municipales. Sobrevivió a todas las dictaduras y a la desaparición de gran parte de su familia, entre ellos, dos hijos –Raimundo y Rolando– y su sobrina Azucena –fundadora de Madres de Plaza de Mayo– hasta llegar a contar la historia, sentado en la humilde cocina de siempre, mateando con Enrique Arrosagaray, el más prolífico cronista de las luchas populares en el Conurbano sur.

Así pudo salir al cruce de un escrito de Cipriano, quien decía que en Avellaneda esperaban que se lanzaran los de Berisso para sumarse.

Se equivoca, Reyes. Teníamos nuestra organización y no la manejaba él sino nosotros mismos. Aunque seamos francos, él era un político metido a sindicalista; era un arribista. Nosotros estábamos en otra— refutó Aníbal con indignación, según evaluó Arrosagaray.

Otros contemporáneos entrevistados por el periodista-escritor ratificaron que, aun con la importante tarea de Reyes, los frigoríficos de Avellaneda resolvían por su cuenta desde las bases.

No sería el único yerro de Reyes, quien se refería a “Luis” Villaflor, delegado de “barraqueros”, cuando en realidad lo era de los laneros.

Un paso atrás de esa generación de veteranos treintañeros, iba la de los pibes que se prendían en lo masivo que, por inédito, resultaba más atractivo, como contaron José Rivela o Herminio Iglesias.

Rivela me contó que había modificado su documento para que el 1927 de su nacimiento pasara a ser ‘26 y justificara su ingreso como trabajador vidriero en La Ideal, de Ezpeleta. Desde ahí –decía– acompañó a los mayores el 17 de octubre. Herminio rememoró que estaba a tres días de cumplir los 16 años cuando “nos tiramos al Riachuelo a nado a traer dos botes para cruzar a todos”.

En entrevistas separadas repitieron que “diez años después fuimos a la Plaza, otra vez, para defender a Perón”. Sobre esos relatos –quién sabe cuánto tendrían de verdad y cuánto de mito agigantado– se construyeron predicamentos hacia el interior del movimiento peronista que contribuyeron a ser ungidos al frente de las comunas de Avellaneda y Quilmes en 1973. “Ambos suministraron abundante material y personal” para la emboscada de Ezeiza, según investigó Horacio Verbitsky.

No todo el subsuelo de la patria sublevada sería humus fértil para dar los mejores frutos.

 

 

 

 

 

Nada es siempre tan nuevo ni inédito

Si es por historiar, desde Berisso Jorge Asuaje se remontó a principios del siglo XX, como planteó en El día que hicimos entre todos (La gráfica del sur, Bs. As., 1994) y luego en el documental El día que cambió la historia (2010). Allí dice que la organización obrera de esa zona nació con la inauguración de los frigoríficos en 1904: “A los tres meses ya había una huelga”. Y en la del ‘17, “la huelga en el frigorífico, días después de la Revolución Rusa, produjo una masacre de obreros que fueron ametrallados desde o detenidos y torturados dentro de los frigoríficos”.

Tres décadas después, los sindicalistas que en su mayoría venían del anarquismo o el socialismo “eran reacios de los militares y el poder, pero presionados por las bases se acercaron a Perón –contó en una entrevista con Oscar Ranzani–. Cipriano Reyes, figura fundamental de la organización de la relación de Perón con las masas, era de Berisso, y el apoyo más grande que tuvo Perón siempre fue el de Berisso, porque eran casi 20.000 obreros movilizados que influían en el país”.

Sobre su libro, aunque con algunas diferencias, hizo un film en coautoría con Sergio Pérez, dramatizado por Lito Cruz, Rubén Stella y Amelia Bence, en el que combinan material de archivo, una trama de ficción y el testimonio de los ancianos sobrevivientes de la gesta, según este sitio de cine argentino.

 

 

 

El avance de la película puede verse aquí:

 

 

 

 

Y para profundizar en las historias de los obreros más cercanos al Riachuelo, con el relato de un sobreviviente como Aníbal, que nunca buscó hacer carrera política y se mantuvo hasta el último día fiel a su humildad de hombre con principios, basta apelar a la reedición de Los Villaflor de Avellaneda (Punto de Encuentro, 2017), para corroborar que otros peronismos fueron posibles.

 

El libro de Arrosagaray, el mayor cronista de las luchas populares del Conurbano sur.

 

 

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