Películas escondidas (3)

Un mediometraje casi desconocido del gran Hugo del Carril

 

Por su independencia artística, su amplitud temática y su coherencia ideológica, las películas que dirigió Hugo del Carril se cuentan entre las más importantes del cine argentino. Su obra sólo se puede comparar con la de Leonardo Favio o Torre Nilsson, aunque sigue siendo menos conocida, en parte por las sucesivas proscripciones que atravesó a causa de su inquebrantable profesión de fe peronista y en parte porque después de su muerte en 1989 sus películas se dispersaron y se volvieron casi inaccesibles. Recién en los últimos años pudo reunirse y volver a verse completa, gracias a varias gestiones privadas y públicas emprendidas, con el respaldo de su familia, entre 2000 y 2015.

En esa obra extraordinaria hay un film casi secreto, que no figura en los (muy pocos) libros que se le dedicaron ni en las varias filmografías que se pueden consultar en la web. Se trata de un mediometraje de 40 minutos titulado En marcha... y realizado por encargo de Luz y Fuerza Capital Federal. Durante la última intervención militar el film fue destruido, junto con varios otros materiales, pero afortunadamente una copia pudo recuperarse después en el Archivo General de la Nación. Gracias a ese rescate del Sindicato es que hoy podemos verlo aquí.

Está claro que no fue sólo un compromiso profesional porque el propio Del Carril le pone el cuerpo desde el comienzo, en un set de filmación donde pide “¡luz!”, y porque luego es su propia voz la que hilvana el relato. Además, como en todo su cine, la imagen manda y en este caso la luz, desde diversas fuentes, se vuelve un motivo visual recurrente en candiles, lámparas, neones, fuegos artificiales y hasta en la exaltada imagen final de una multitud de trabajadores que avanzan juntos hacia el mismísimo sol.

El crítico Marcos Vieytes ha señalado con certeza que En marcha... “rinde honores al peronismo pero lo trasciende, lo mismo que al Estado”. No sólo porque Luz y Fuerza tiene una composición pluripartidaria, sino porque el tema de la unión de los trabajadores es uno de los más importantes en toda la obra de Del Carril, ya sea porque la comunidad solidaria es la que sana y repara, como en Surcos de sangre (1950), porque la unidad entre explotados les proporciona un norte, como en Las aguas bajan turbias (1952) o en Esta tierra es mía (1961), o porque la rebelión individual sólo puede devenir en tragedia, como en La calesita (1963) o en Las tierras blancas (1959). En este film llegó incluso al extremo de introducir a un personaje que predica en un bar la necesidad de sindicalizarse y se lo hizo interpretar a Juan José Manauta, el autor del libro en que se basa.

La primera parte de En marcha... describe la historia de Luz y Fuerza, su expansión durante el primer peronismo, la intervención de 1955 y la resistencia posterior. La segunda parte se concentra en los sucesivos derechos laborales adquiridos y la multiplicidad de beneficios materiales y espirituales articulados para el afiliado. La perspectiva es idealista y emocional pero está animada por la fuerza de una profunda convicción solidaria. Un diálogo lo expresa con nitidez:

—Un sindicato debe existir para la lucha gremial. Para defender las conquistas obreras y tratar de mejorarlas. Lo demás será muy lindo… pero es secundario.

—Se equivoca, compañero.

—¿Y usted quién es?

—¿Yo? Yo soy usted.

 

 

 

 

EN MARCHA… (Argentina-1965)

Dirección: Hugo del Carril. Guión: J. M. Brindisi. Fotografía: Aníbal Di Salvo. Cámara: Marcelo País. Ayudante de cámara: Félix Marquet. Montaje: Oscar Sparza, Alberto Daffo. Ayudante de dirección: Carlos Rinaldi. Sonido: Abel Scotti. Colaboraron: Julio Lavera, Carlos Lavera, Julio Lavera (h), Raúl Rinaldi, Amanda Silva, Emilia Borella, Roberto Agudo, Atilio Rinaldi, Felipe López. Relatos: Hugo del Carril. Duración: 40’.

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