PELÍCULAS ESCONDIDAS (20)
Un registro histórico de los '70, filmado por el enorme artista plástico Carlos Nine
La enorme obra de Carlos Nine (1944-2016) como ilustrador, dibujante de historietas, pintor, escultor, animador y autor, es muy conocida por varias generaciones. Publicó profusamente en Argentina pero también en Francia, España, Brasil, Estados Unidos, Holanda, Alemania y Taiwán, obtuvo numerosos premios nacionales e internacionales y realizó exposiciones en varios países. Es menos sabido que intervino en el cine militante argentino de los ’70 con un cortometraje esencial, La marcha sobre Ezeiza, realizado en ocasión del primer regreso de Juan Domingo Perón al país después de su forzado exilio tras el golpe de 1955. En ese entonces Nine militaba en el barrio de Mataderos y, según explicó en una entrevista de 2007, “mi introducción al peronismo se la tengo que agradecer a mi familia, que era muy gorila. No te quedaba otro remedio. Yo era pibe, tendría diez u once años, pero verlos festejar cosas como el bombardeo a Plaza de Mayo me pareció una cosa dantesca”. Este es el mismo Nine que en 2012, al recibir un Konex de platino, escribió que “me voy a tomar la libertad de transferir simbólicamente este premio a aquellos artistas gráficos que despertaron en mí y en muchos otros la imperiosa necesidad de dibujar. Hablo de José Luís Salinas, Florencio Molina Campos, Luis Medrano, Mario Zavattaro, Eduardo Ferro, Alberto Breccia, Oski, Roberto Battaglia, Calé, todos ellos increíbles creadores que se hicieron cargo de la gran cuestión, del gran tema, que es la relación estética con la masa y no con un pequeño público especializado”.
La marcha sobre Ezeiza se hizo en súper 8mm., con película blanco y negro marca Orwo —que se fabricaba en Alemania Oriental— y acompaña a una de las varias columnas que el 17 de noviembre de 1972 se organizaron y trataron de alcanzar el aeropuerto de Ezeiza bajo una lluvia persistente, pese a que la dictadura de Lanusse había ordenado bloquear la autopista Ricchieri y todos los accesos normales. Eso obligó a la gente a avanzar trabajosamente sobre el barro, a soportar nubes de gases lacrimógenos y a sumergirse una y otra vez en el río La Matanza, que serpentea paralelo a la autopista. La marcha sobre Ezeiza es el registro de esa necesidad de movilizarse que miles de personas sintieron, en plena dictadura y con todas las condiciones en contra. Movilizarse y avanzar hasta donde se pudiera, en una épica popular y solidaria, que unió a todas las tendencias y a todas las generaciones. “Acá nadie quiso hacer una película”, subrayó Nine. “Fuimos como militantes con una cámara, que es otra cosa”. La cámara en cuestión era japonesa, marca Kalimar, que resultó muy resistente a las condiciones climáticas y a otras dificultades: “En un momento un milico me saca la cámara, mi amigo Enrique Garciarena venía atrás, lo empuja y yo la recupero. Para que no me la saque más, la tiro, Enrique la ataja y filma por otro lado. Lo ideal hubiera sido tener dos cámaras pero bueno, teníamos esa sola”. Una última parte del film se hizo frente a la residencia que ocupó Perón en la calle Gaspar Campos 1065, en Vicente López. Nine alquilaba un estudio cerca y conocía a los vecinos. “Para ellos eso debió ser como una maldición bíblica: árboles llenos de peronistas gritando, como frutos malditos…”
Después, en el imaginario posterior acuñado por el antiperonismo, ese primer Ezeiza fue reemplazado por el otro, el de los enfrentamientos y los muertos del 20 de junio de 1973. Hoy existen poquísimos registros del 17 de noviembre y el de Nine es el único que llegó a tener un armado y a exhibirse regularmente para la militancia. “La pasamos en unidades básicas, en villas, en barrios, en la calle… Por ejemplo, se cortaba una calle en Mataderos y la pasábamos para toda la muchachada que estaba ahí. Era interesante la reacción de la gente. A medida que ibas bajando en la escala social, la intervención de la gente era mucho más entusiasta y más demostrativa. En las villas, cuando proyectábamos sobre una sábana, los pibes agarraban piedras y cascoteaban la sábana cuando aparecían los milicos. En cambio la gente de clase media aplaudía y cantaba la marcha pero no exteriorizaba en forma física”.
El material de súper 8mm. que se usaba en ese entonces era reversible: la misma película filmada era la que se proyectaba, luego del revelado. No había negativo y por lo tanto sólo existe una única copia de La marcha sobre Ezeiza, que Nine atesoró a lo largo de los años. Supe de su existencia a fines de 2006, mientras dirigía el BAFICI, por intermedio de Miguel Ángel Foncueva, un amigo de Nine que le acercó a Sergio Wolf la idea de organizar una proyección en marco de la edición 2007 del festival. Para preservar esa copia única, la productora del festival, Virginia Petrozzino, consiguió los recursos que financiaron su digitalización y luego organizó una función especial en la Biblioteca Nacional, con una charla en la que participaron Nine, Foncuevas, Alcira Argumedo, Mariano Mestman y Horacio González. Fue la primera vez en más de treinta años que el film se vio en público y fue también uno de los momentos más felizmente políticos de toda la historia de ese festival.
Ficha técnica
La marcha sobre Ezeiza (Argentina, 1972) dirección: Carlos Nine. Fotografía: Carlos Nine, Enrique Garciarena. Música: Temas del disco “Tiempo de percusión” de y por Domingo Cura. Duración: 19’.
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