La concentración de gases de efecto invernadero se encuentra en sus niveles más altos en 3 millones de años. El lustro actual (2016-2020) se perfila como el más caliente desde que se llevan registros. 9 de cada 10 personas respiran aire impuro. En el 2050, la sequía podría afectar a 3,2 mil millones de habitantes.
Los números abruman. Las cifras son estremecedoras. La Tierra sigue avanzando hacia un callejón climático sin salida, tan preocupante como su “sin-retorno”. Y las advertencias de la ciencia no parecen ser tenidas en cuenta con la seriedad debida por el mundo político, hijo de un sistema económico productivo dominante y de una lógica productivista dominante.
El segundo martes de septiembre, varias organizaciones internacionales presentaron en Ginebra el informe Unidos en la Ciencia 2020 ( United in Science, en su título original en inglés), el segundo de una serie de estudios que se divulgan sistemáticamente. En solo 24 páginas, presentan los datos y hallazgos científicos más recientes relacionados con el cambio climático. El mismo es elaborado por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) e integra los aportes del Global Carbon Project, del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático, de la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la UNESCO, del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, así como de la Met Office del Reino Unido.
Respiro (casi) insignificante
“El cambio climático no se ha detenido por la Covid-19. Las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera alcanzan niveles récord y continúan aumentando… Las emisiones se dirigen hacia niveles prepandémicos luego de una disminución temporal causada por el bloqueo y la desaceleración económica”, sostiene el informe ( https://www.unenvironment.org/
Y la constatación más preocupante, tal vez, es “que no se está en camino de cumplir los objetivos acordados para mantener el aumento de la temperatura global muy por debajo de 2° C, o en 1,5° C por encima de los niveles preindustriales”.
El estudio presentado el 9 de septiembre por las organizaciones líderes en la materia enumera los impactos crecientes e irreversibles del cambio climático, que afectan a los glaciares, los océanos, la naturaleza, las economías y las condiciones de vida de las personas, Y que, muchas veces, se perciben a través de los peligros relacionados con el agua, como la sequía o las inundaciones. También documenta cómo la Covid-19 ha condicionado y reducido la capacidad de monitorear estos cambios a través del sistema de observación global.
Con respecto a los gases de efecto invernadero, el informe afirma que las concentraciones de CO2 atmosférico han seguido aumentando hasta alcanzar nuevos récords. Las estaciones de referencia de la red de Vigilancia de la Atmósfera Global (VAG) de la OMM informaron concentraciones de CO2 superiores a 410 partes por millón (ppm) durante la primera mitad de 2020. En julio de 2020, Mauna Loa (Hawai) y Cape Grim (Tasmania), indicaron 414,38 ppm y 410,04 ppm, respectivamente, frente a 411,74 ppm y 407,83 ppm del mismo mes, en 2019. La última vez que los niveles de concentración de gases de efecto invernadero fueron tan altos fue entre 2,6 y 5,3 millones de años, en la era del Plioceno, cuando había árboles en el Polo Sur y el nivel del mar era unos 20 metros más alto que ahora.
El impacto de la crisis sanitaria
Las emisiones de CO2 se reducirán entre un 4% y un 7% estimado en 2020 debido a las políticas de confinamiento de Covid-19. La disminución exacta dependerá de la trayectoria futura de la pandemia y de las respuestas gubernamentales para abordarla.
Durante el confinamiento máximo, a principios de abril de 2020, dichas emisiones globales diarias de CO2 fósil se redujeron en un 17%, sin precedentes en comparación con 2019. Aun así, las emisiones aún eran equivalentes a los niveles de 2006, comparación que expresa el fuerte crecimiento en los últimos 15 años, así como la continua dependencia con respecto a las fuentes fósiles de energía.
A principios de junio de 2020, las emisiones mundiales diarias de CO2 fósil habían regresado en su mayoría a un 5% por debajo de los niveles de 2019. Sin embargo, el año pasado se había alcanzado un nuevo récord histórico de 36,7 gigatoneladas (Gt), un 62% más alto que cuando en 1990 se iniciaron las negociaciones sobre el cambio climático.
Las emisiones globales de metano de las actividades humanas han seguido aumentando durante la última década. Las emisiones actuales tanto de CO2 como de metano no son compatibles con los objetivos del Acuerdo de París señala el reciente estudio Unidos por la Ciencia.
En síntesis, las reducciones en las emisiones de CO2 en 2020 incidirán solo ligeramente la tasa de aumento de las concentraciones atmosféricas, que son el resultado de las emisiones pasadas y actuales, así como de la muy larga vida útil del CO2. Las reducciones sostenidas de las emisiones hasta “cero neto” son necesarias y siguen siendo un objetivo no cumplido para estabilizar el cambio climático.
Cada día menos margen
La acción de transformación ya no puede posponerse si se quieren cumplir los objetivos del Acuerdo de París.
El Informe sobre la Brecha de Emisiones de 2019 mostró que los recortes en las emisiones globales requeridos por año entre 2020 y 2030 se sitúan en torno al 3% para lograr un objetivo de 2°C y más del 7% por año en promedio para el objetivo de 1,5°C del Acuerdo de París de diciembre del 2015 (https://unfccc.int/es/
Todavía es posible cerrar la brecha de emisiones, pero esto requerirá una acción urgente y concertada de todos los países y en todos los sectores. Los tiempos se achican y los márgenes se reducen. A corto plazo, mediante la ampliación de las políticas existentes y bien probadas, por ejemplo, en energías renovables y eficiencia energética, medios de transporte con bajas emisiones de carbono y una eliminación gradual del carbón. De cara al post-2030, se necesitarán nuevas soluciones tecnológicas y un cambio gradual en los patrones de consumo a todos los niveles.
La Tierra con fiebre
Según las organizaciones especializadas que elaboraron Unidos en la Ciencia, todo indica que la temperatura global promedio para 2016-2020 será la más cálida registrada hasta ahora. Será de 0.24° C, mayor que en el quinquenio 2011-2015. Y alrededor de 1.1° C por encima de la media alcanzada entre 1850-1900, período de referencia para medir y comparar el cambio de temperatura desde la época preindustrial.
Las previsiones futuras no son alentadoras. En el periodo 2020-2024 la probabilidad de que al menos un año supere 1,5° C por encima de los niveles preindustriales es del 24%. Con una probabilidad muy pequeña (3%) de que la media de los cinco años llegue a superar este nivel. Es probable (~ 70% de probabilidad) que uno o más meses durante los próximos cinco años sean al menos 1,5° C más cálidos que los niveles preindustriales.
En ese sentido, el informe subraya que 2016-2019 registró la mayor pérdida de masa de glaciares desde 1950. Los principales impactos han sido causados por fenómenos meteorológicos y climáticos extremos. “Se ha identificado una huella clara del cambio climático inducido por el hombre en muchos de estos eventos extremos”, enfatiza.
Las capas de hielo y los glaciares de todo el mundo han perdido masa. Entre 1979 y 2018, la extensión del hielo marino del Ártico ha disminuido durante todos los meses del año. El aumento de los incendios forestales y el deshielo abrupto del permafrost, así como los cambios en la hidrología del Ártico y las montañas, han alterado la frecuencia e intensidad de las alteraciones de los ecosistemas.
El nivel medio global del mar está aumentando, con una aceleración en las últimas décadas debido al incremento de las tasas de pérdida de hielo de las capas de Groenlandia y la Antártida, así como a la continua pérdida de masa de glaciares y expansión térmica del océano. La tasa de aumento medio mundial del nivel del mar para 2006-2015 de 3,6 ± 0,5 mm / año no tiene precedentes en el último siglo.
El océano global se ha calentado sin cesar desde 1970 y ha absorbido más del 90% del exceso de calor en el sistema climático. Desde 1993, la tasa de calentamiento de los océanos se ha más que duplicado. Las olas de calor marinas se han duplicado en frecuencia y se han vuelto más duraderas, más intensas y más extensas, lo que resulta en eventos de blanqueamiento de coral a gran escala. El océano ha absorbido entre el 20% y el 30% del total de emisiones antropogénicas de CO2 desde la década de 1980, lo que ha provocado una mayor acidificación del océano.
Y el informe agrega que el cambio climático inducido por el hombre está afectando los sistemas de sustento de la vida, “desde la cima de las montañas hasta las profundidades de los océanos, lo que lleva a un aumento acelerado del nivel del mar, con efectos en cascada para los ecosistemas y la seguridad humana”. Lo que desafía cada vez más las respuestas de adaptación y gestión integrada de riesgos.
Las víctimas con rostro humano
Los organismos especializados anticipan, para 2050, que el número de personas en riesgo de inundaciones aumentará en 400 millones de personas, pasando de su nivel actual de 1.200 millones a 1.600 millones. En el otro extremo, en la década pasada, 1.900 millones de personas —es decir el 27% de la población mundial—, vivían en áreas con escasez potencial de agua. Según las proyecciones, en 2050, ese fenómeno de sequía podría afectar a 3,2 mil millones de personas. El año pasado, el 12 % de la población mundial, bebió agua de fuentes no mejoradas e inseguras. Más del 30% de la población mundial, es decir 2.400 millones de personas, viven hoy sin beneficiarse de ningún tipo de sistema de saneamiento.
El planeta arde. La Madre Tierra se quema. Y los seres humanos, responsables y víctimas, dan la espalda y piensan que no se trata de ellos.
- Desde Suiza
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