Estamos ante la oportunidad de reedición de un acontecimiento estético y político revolucionario. Que ese acontecimiento se efectivice o no, dependerá de cómo el film sea visto y procesado hoy, 50 años después de su estreno, de su producción clandestina y de su circulación también clandestina en amplísimos círculos militantes.
Como el mismo film machaca con insistencia, no se trata de una película para espectadores sino de un instrumento para la militancia de quienes quieren cambiar el mundo. Comenzando por su duración (más de cuatro horas en el total de sus tres partes), por su permanente y desafiante invitación a la reflexión y discusión colectiva, por su autodefinición de film abierto, inacabado, inconcluso, que deberá cerrarse en la praxis transformadora de quienes se exponen a su exhibición. Y no cualquier praxis, sino una revolucionaria, liberadora de toda opresión, de todo orden y sistema de dependencia y explotación neocolonial, capitalista, racista, violento y genocida.
Puede, marginalmente, ser apreciada por cinéfilos e historiadores. También por los nostálgicos, sobrevivientes de aquellos tiempos. Su contenido, pero también su calidad cinematográfica, su hermosa y potente fotografía en blanco y negro, su música, sus tiempos, tienen un valor propio, donde no es difícil apreciar la impronta de nuestro Fernando Birri ("Tiredié"), y más ampliamente, del neorrealismo italiano (comenzando por "Ladrón de bicicletas" o "La Ciociara" de Vittorio de Sica).
Pero para la amplia mayoría de su público potencial, jóvenes y de mediana edad, aquello que puede mantenerlos en sus butacas, despiertos y apasionados, es el latir de lo que puedan entrever como cuestión pendiente e irresuelta a través de los tiempos (la explotación, la miseria, la violencia en sus antiguos y actuales modos, las ansias de justicia, de libertad, de liberación nacional y social), más allá de contextos y circunstancias diferentes del mundo, del país y del sistema en que vivimos hoy. Tal vez lo más importante de su exhibición y su debate actual entre las nuevas generaciones sea la constatación y reflexión sobre lo que se mantiene permanente, y las circunstancias que se han modificado varias veces y en múltiples aspectos desde entonces.
Hoy La hora de los hornos puede y debe servir de espejo reflexivo; permite interrogar e iluminar aquel tiempo pasado y los sentipensares, modos y circunstancias mundiales y nacionales de aquella generación. Pero también interrogar con radicalidad las condiciones, modos y sentipensares de las generaciones post dictadura, y de las más nuevas y recientes.
La película fué rodada en 1966/7, terminada a principios del '68 y estrenada apenas unos días después del Mayo francés (lo cual, casi lleva a la suspensión del festival de Pesaro, por la impugnación que se hacía de los premios, festivales etcétera).
Hacía pocos meses, había caído prisionero y asesinado el Ché en Bolivia. El ciclo de internacionalización antiimperialista de la revolución cubana ("crear dos, tres, muchos Vietnam"; "convertir la cordillera de los Andes en Sierra Maestra"), había topado un límite, y las energías revolucionarias se volvieron hacia los respectivos escenarios nacionales.
En la Argentina, el ciclo de golpes militares y violencia antipopular iniciado con el bestial bombardeo del 16 de Junio del '55, el derrocamiento de Perón de Septiembre, la proscripción del peronismo, la alternancia de gobiernos militares con frágiles e impotentes expresiones civiles carentes de legitimidad democrática (Frondizi, Illia), estaba entrando en su fase de agotamiento, igual que la heroica Resistencia peronista, desde las grandes huelgas y masivas tomas de fábrica, hasta el ejercicio de sabotaje y violencia urbana y las primeras guerrillas rurales (Taco Ralo). Una avalancha de nuevas generaciones militantes de formación marxista, católica, peronista, estaba procesando una convergencia de las jóvenes clases medias y proletarias, un recambio o "trasvasamiento" generacional.
Las burocracias sindicales, cómplices del sistema, habían sido desafiadas con éxito por la nueva CGT de los Argentinos encabezada por Raimundo Ongaro en Buenos Aires, y el nuevo proletariado industrial cordobés, referenciado en Agustín Tosco, René Salamanca y tantos otros.
Pero la película se filmó antes del Mayo francés, dos años antes de nuestro Cordobazo y el ciclo de insurrecciones populares; tres años antes de la emergencia pública de las nuevas guerrillas, Montoneros, Far y otras que convergieron entre sí en el marco del movimiento y liderazgo de Perón, y el ERP, por fuera de ese encuadre. La retirada definitiva de los militares, la convocatoria a elecciones del '73, la previa primer vuelta de Perón en noviembre del '72, estaban muy lejos de avizorarse cuando La Hora... era vista y discutida con fervor, entre militantes que se apiñaban en subsuelos y lugares clandestinos para verla por partes (algunas veces, ya terminada la exhibición de una parte, resultó que no llegaba el compañero que en moto traía el rollo de la siguiente desde otro sitio clandestino donde se acababa de producir un acto semejante). Por eso, el concepto de "Acto", como autodefine la película tanto a su modo de producción, como de exhibición y circulación, resulta de absoluta pertinencia. El film solo cierra con su exposición y discusión militante; no es un espectáculo, es un momento de una praxis revolucionaria.
Temas y palabras clave de la película: Colonialismo, Imperialismo, Tercer Mundo, Liberación Nacional y Social, camino nacional hacia el socialismo, Violencia imperial y Violencia popular, Resistencia, Guerras de liberación, huelga general, ocupación masiva de fábricas. Fanon, Sartre, el Ché, Perón, Fidel, Evita, entre otros.
Temas y palabras que No se mencionan en la película: Democracia, Derechos Humanos, Elecciones, Feminismo, Ecologismo, Pueblos Originarios, Movimientos de Desocupados, Cortes de ruta, Piqueteros, entre otros de la agenda de nuestros días.
Por último: mi admiración, agradecimiento y emoción por esta obra que nos entregaron y entregan Pino Solanas Octavio Getino y el Grupo Cine Liberación. Y una invitación a los lectores a no perderse la oportunidad de asistir y exponerse al desafío de este acontecimiento. Ojalá, después de esta exhibición oficial en la Sala Lugones, muchos vean la oportunidad de exhibirla en centros culturales, organizaciones populares, facultades.
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